miércoles, 13 de junio de 2018

SUEÑOS DE UN SEDUCTOR - PLAY IT AGAIN, SAM



EDITORIAL

Una risa se escucha en un pasillo. El silencio se estremece. La puerta se abre lentamente. Los ojos se posan en ella. Sus cachetes son como dos manzanas. En cada uno ellos se forman un pequeño hoyuelo que enamora hasta al más fuerte. Su sonrisa incompleta ante la mirada ajena derrocha simpatía. Un corazón empieza a latir como nunca antes lo hizo y quizás, como nunca más lo hará. El primer gran amor ha nacido. Vendrán juegos a escondidas y palabras nunca dichas. Años que pasan como si el calendario quisiera despegar todas sus hojas. Llega quizás el tiempo de ese adiós a la niñez en forma de viaje a algún sitio hasta entonces desconocido. Es el momento de actuar y sacar a luz cientos de emociones pero la cobardía muestra su ancho de espadas y el primer juego termina en derrota. Llega la despedida. Algunos harán su camino juntos y otros seguirán su ruta. Ella, desde su rebeldía innata, elegirá la tercera opción. El destierro hacia algún sitio lejano. Miles de veces los sueños vuelven a ese momento inolvidable donde no todo pasa. El lugar eterno en el que nos queremos quedar. En cada colectivo se buscará esa mirada. En cada nuevo sitio visitado se soñará con encontrar esa voz inolvidable. Los años pasan y empiezan las dudas. Pasan los amores y los desamores. Los encuentros fugaces y las citas misteriosas. Pasan miles de almas y cada noche la pregunta es la misma: ¿Y si la tuve enfrente y no la reconocí?


Hora pico. El subte avanza a paso de hombre como de costumbre. A lo lejos, una silueta perfectamente imperfecta se divisa entre la multitud. Los ojos se estremecen. El corazón vuelve a latir como hace más de quince años. El ruido y la gente no dejan movilizarse. El grito queda ahogado ante las voces que se quejan de vivir en el infierno. La silueta se escapa como un fantasma entre miles de cuerpos. El vagón se convierte en una prisión donde salir no es tan sencillo. Una vez afuera, las baldosas escupen la mugre de la ciudad sin el menor inconveniente. Los minutos pasan de golpe. Ya es tarde. La duda será eterna. Se repetirán horarios y se pondrá especial atención a esa estación. La silueta se irá deformando de a poco. El fantasma ha ganado la batalla…

Luces parpadean como un corazón a punto de apagarse. El humo lo envuelve todo. Miles de caderas se menean ante una música que taladra los oídos. Es el último trago. La hora de volver. Llega esa última recorrida para reunir a los sobrevivientes. De repente, el mundo deja de girar. Las luces se prenden y la música se silencia. Los cuerpos parecen en pausa. La mirada se clava en un vestido negro, pero lo que importa es el envase. Está ahí, a metros de cometer el crimen más feroz e inevitable. Como una presa a punto de ser acechada por el animal más salvaje. La cara se desordena al ver que hay una coincidencia pasajera entre la víctima y el victimario. La mente quiere avanzar pero el cuerpo retrocede. Un vaso rueda al piso y todo vuelve a la normalidad. El primer paso está dado. El acercamiento es inevitable. El efecto sorpresa de ella al escuchar nuevamente su nombre logra el efecto deseado. La víctima está a salvo. Se vendrá lo más complicado. Jugar las cartas que quedan en el mazo. Y despojarse de una vez por todas de los malditos estigmas y así dejar de lado al cobarde para amar.
                                                   
Marcelo De Nicola.-

Canción post editorial


Los Ramones también le cantaron al amor


IMPRESIONES SOBRE SUEÑOS DE UN SEDUCTOR


Fue nuestro gran amigo James Whistler quien alguna vez reflexionando sobre los procesos creativos dijo con compleja sencillez aquello de que el arte sucede (art happens). Tal como hemos charlado alguna vez en este mismo foro, aquel concepto notable, puede aplicarse también al amor. Mis queridos amigos, el amor, al igual que el arte, sucede. Desempeñaremos un rol decadente y por qué no triste en esa canallesca tentativa de doblegar voluntades, será violenta nuestra insistencia en aquel acto abrumador e invasivo de la conquista. Escribiremos mala poesía y nos volveremos miserables. Aun así, una voz nos susurrará al oído aquella verdad filosa como la mirada de una pantera, nos dirá para nuestro espanto: no insista, por favor no lo haga, el amor sucede. Será entonces cuando no suceda o deje de suceder, cuando para nosotros solo exista el rechazo y la nada sea la copa de la que bebamos, el momento más oportuno para correr. Correr para salvarnos de aquel tormento, correr dos veces más rápido que el dolor, para tal como señalaba Oscar Wilde, poder encontrar aquel amor perdido en otra mujer. 


Regresar, aunque vivamos en la convicción de que nadie regresa a ningún lado, a aquella que es ausencia, en otra mujer. Y no será otra cosa lo que haga Allan, aquel personaje encarnado por un gran amigo de esta casa, el señor Woody Allen, en el film Sueños de un Seductor. La película tendrá una estructura lineal la cual será brevemente afectada por distintos flashes oníricos que narraran las fantasías alucinatorias del protagonista. En ellas será el mismo Humphrey Bogart quien entrará y saldrá de escena para aconsejar a Allan sobre la seducción de mujeres. El film será dirigido correctamente por Herbert Ross, quien apostará a la solidez del guion elaborado por Allen y se limitará a poner la cámara a disposición del relato escrito. Algunas secuencias poseerán ciertas desprolijidades que serán salvadas sin mayores dificultades por la efectivadad de los Gags humorísticos sobre los que la mayoría del film descansa. Allen es Groucho Marx, es Chaplin y Buster Keaton, pero también es Bergman y Kurosawa, aunque en la juventud de este film aquella faceta no aparezca. La fotografía manejará una paleta de colores dentro de los marrones que luego será un clásico en casi toda la filmografía del guionista y director y mantendrá a través de la construcción en planos aquel espíritu teatral originario del relato. 


Se pondrá a la mujer en un lugar reprochable en el comienzo de la obra para finalmente revalorizarla y dejar en claro la visión crítica de la que el film se sirve para narrar. La película avanzará a través de la dosificación de un conflicto interno del personaje mucho más fuerte y rico que aquel otro externo que servirá de disparador al plantear la separación de la pareja. Notaremos los tres actos aristotélicos clásicos y el recorrido realizado por el protagonista a través de sus decisiones y puntos de giros llegando al final de la obra modificado y con un saber diferente. Allan, tomará coraje y la dejará ir a ella, y en ese ella estará tanto su ex mujer como aquel amorío fugaz con la mujer de su amigo. Estará allí, escondido en aquella actitud, la grandeza de esta película. Será allí, donde los que hoy ocupamos esta mesa, levantaremos nuestra copa y brindaremos con aquel tipo que en un solo gesto se ha convertido en un caballero. El amor, queridos amigos, es peligro y solo nos queda salir mejores de aquellas arenas para certificar su autenticidad, de lo contrario seguiremos viviendo la farsa efímera y vacía que jamás superara a la seguridad aparente del sueño.

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


Seamos nosotros…


UNIVERSO ROSS


Nacido en Brooklyn, empezó como actor en la obra Macbeth haciendo de bruja. Luego empezó a actuar como actor en Broadway y más tarde como coreógrafo. En 1968, Ross trabajó junto a Barbra Streisand como coreógrafo y director de números musicales para el film Funny Girl. Al siguiente año, debutó como director con la versión musical del clásico Adiós, Mr. Chips, protagonizado por Peter O'Toole y Petula Clark. Luego siguieron Perdida en la ciudad (T.R. Baskin) (1971) y La gatita y el búho (The Owl and the Pussycat) (1970), hasta que en 1972 filmó Sueños de un seductor. 


El film de Sheila fue el siguiente y en 1975 dirige Funny Lady que obtiene varias nominaciones al Oscar. Sigue con films como La pareja chiflada, Elemental Dr. Freud, Paso decisivo, La chica del adiós, California Suite, Nizhinski, Dinero caído del cielo, Soy tu hija ¿Te acuerdas? y Hola Mr Dugan hasta lograr éxitos en los ochenta como Footloose, Dancers, El secreto de mi éxito y quizás su película más importante: Flores de acero, con un gran reparto femenino como Sally Field, Julia Roberts, Shirley Mac Layne y compañía. Luego realizó cuatro films más con Solo ellas, los chicos a un lado como el último en 1995. Falleció seis años después en Nueva York.

FICHA TÉCNICA

Título original: Play It Again, Sam
Año: 1972
Duración: 87 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Herbert Ross
Guion: Woody Allen (Teatro: Woody Allen)
Música: Billy Goldenberg
Fotografía: Owen Roizman
Reparto: Woody Allen, Diane Keaton, Tony Roberts, Jerry Lacy, Susan Anspach, Jennifer Salt, Allelon Ruggiero, Joy Bang.

SINOPSIS

La película narra los frustrados intentos por encontrar pareja de un cinéfilo neurótico e inseguro -interpretado por el propio Woody Allen-, tras haberse divorciado recientemente. La vivaz imaginación del desdichado, de nombre Allan, le lleva a tener visiones de Humphrey Bogart, en las que éste le da consejos de cómo seducir a las mujeres. Una pareja de amigos, Dick y Linda, intentan ayudar a Allan presentándoles a chicas con las que podría congeniar, pero las citas no fructifican. La relación entre los tres se complica cuando Linda y Allan empiezan a sentir una atracción mutua.


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