jueves, 9 de febrero de 2017

EXTRAÑOS EN UN TREN - STRANGERS ON A TRAIN


EDITORIAL

Fue una mañana fría de lluvia, la neblina anunciaba el final de la historia, aunque muchos querían negarlo. Los noventa arrasaban con todo mientras la pizza y el champagne sostenían ilusiones de chabacanería barata. Casi todo el pueblo estaba en la estación. La semana se había hecho larga, la espera también, pero nadie quería que llegara el día. Se escuchó un ruido a lo lejos y de pronto la locomotora empezó a aparecer con timidez. El freno de las ruedas y el chirrido de las mismas hicieron rechinar más los dientes. La voz de la estación anunció por última vez el destino. Las pieles se erizaron porque esos rieles guardaban un montón de historias.
Un par de abrazos, algún que otro grito y tristes lágrimas fueron testigos del momento. El tren zarpó por última vez. La lluvia golpeó con más fuerza sobre los viejos tinglados, mientras los truenos musicalizaban la despedida. Algún que otro viejo puteó a los políticos de turno, que dictaminaron el punto final. El fuerte bocinazo se convirtió en el último saludo.


Los días empezaron a pasar cada vez más lentamente. Con el correr de los meses, el pasto empezó a crecer hasta tapar las vías, que parecían extinguirse de a poco. Se empezó a hacer carne esa vieja frase que dictaminaba con absoluta sinceridad, que cada ramal que cierra, es un pueblo que se muere.
Los viejos ferrocarriles eran los encargados de llevar a la gente que trabajaba en las distintas fábricas y que gracias a la tranquilidad, se quedaban a vivir allí. También oficiaban de servicios de ayuda para combatir enfermedades o epidemias, pero a las autoridades, poco les importó. Los largos trenes de carga, también servían como peligroso juego de niños, cuando ellos se subían para ver que llevaban en cada vagón.
El final del tren conllevó, tiempo después, en el cierre de fábricas. Los obreros tuvieron que irse a pueblos más grandes o directamente a ciudades para poder seguir llenando la olla. El pueblo, derruido, fue muriendo de a poco. Sólo algunos viejos se quedaron a combatir la esperanza en medio de tanta soledad.


Una década después, vagaban por las vías los perros sin dueños, que se quedaban sin hogar cuando sus antiguos amos morían. Los jóvenes ya eran mayores y cada tanto volvían al lugar de su infancia, pero las miradas se perdían al no encontrar a casi nadie. La eterna voz de la estación dejó de anunciar destinos, para gritar nombres incomprensibles cuando recorría el poblado. Hasta los suicidas se quedaron sin sueños y tuvieron que recurrir a nuevas ideas.
Ya habían pasado veinte años de aquel bocinazo, las personas que divagan como fantasmas se cuentan con los dedos de las manos. La pareja de ancianos casi no habla, sólo se escucha el ruido del sorbo de cada mate. Un viejo cuadro ya amarillento cuelga de la pared descascarada. En ella están ellos de jóvenes, subiendo al tren para la luna de miel. En una de esas formaciones se encontraron para ir a trabajar a una fábrica. Ahí nació un amor que supera los cincuenta años. Por esas vías pasaron sus vidas, sus amores, sus peleas y hasta sus ilusiones. Allí es donde una vez se comprometieron a quedarse para siempre. Hoy siguen mirando a la estación para volver a sentir esa pasión perdida, quizás con la esperanza de ver bajar a jóvenes que, como ellos alguna vez, le dieron vida al pueblo, como aquellos extraños que llegaban en un tren…

Marcelo De Nicola.-

Canción post editorial


Varios artistas le cantaron a los trenes, abajo, algunos de ellos









FICHA TÉCNICA

Título original: Strangers on a Train
Año: 1951
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Director: Alfred Hitchcock
Guión: Raymond Chandler, Czenzi Ormonde (Novela: Patricia Highsmith)
Música: Dimitri Tiomkin
Fotografía: Robert Burks (B&W)
Reparto: Farley Granger, Ruth Roman, Robert Walker, Leo G. Carroll,
Patricia Hitchcock, Howard St. John, Laura Elliott, Marion Lorne

SINOPSIS


Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer de Guy (que no quiere concederle el divorcio) y, a cambio, Guy debería asesinar al padre de Bruno para que éste pudiera heredar una gran fortuna y vivir a su aire.

BARAKA


EDITORIAL

He intentado salir, andar, correr y conocer. Buscar en ese frondoso bosque, el cristal que le diera un sentido, un porque, a todo esto. Me he perdido al lado del camino. Yo y mi alma respirando la tierra y la fría noche a cielo abierto. ¿Acaso fui prudente con tanto carnaval silencioso? ¿Acaso fue el viento, de aquel amanecer, quien se disfrazó de voces que solo se empeñaban en enseñarme lo solos que caminamos entre la manada? Dicen que cuando uno oye aquella sentencia, nunca más vuelve a ser el mismo de antes. El peligro de aquella aventura radica en la infinitud que nos brinda el hecho de encontrarnos en este plano. Y bien sabemos que lo único que soporta esa infinidad es aquel a quien la cultura nos indicó catalogar como loco. Solo la locura es capaz de cobijar lo infinito.



Recuerdo aquel libro de arena en el cual, el personaje de Borges, abandona el ejemplar en el sótano de una biblioteca por el miedo a aquellas páginas que brotaban, infinitas, entre las solapas. Será entonces la fe quien nos dirá quiénes somos. Aferrados a ella huiremos del descreimiento que nos arroja la infinitud de posibilidades en la búsqueda de una verdad. La fe nos hará creer en ese viaje. En que un viaje sin el cansancio del alma no es viaje. El cuerpo hablará cuando vea la desgracia de la guerra. El despojo que genera el mal llamado progreso. Nos alertará de aquellas almas descreídas, inmaculadas. Podremos ser cuando escuchemos su mensaje. La belleza del bosque, la voz del viento, los ángeles de la buena suerte y un libro de hojas infinitas no existirían sin esa fe que todo lo establece...

Alan Beneitez

Canción post editorial




IMPRESIONES PARA BARAKA


Desde aquella fosa común que es el hospicio, aquel hueco desolador donde los pájaros se llevan tu nombre para siempre, Jacobo Fijman escribió alguna vez sobre una hoja amarillenta de locura lo siguiente: Estamos en el mundo y con los ojos en la noche. Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos. Desde aquella noche de los ojos dimos nuestro primer vistazo a este baldío en donde un día decidimos quedarnos. Nuestra voz muerta aventuró nombres y soñó organizar todo este caos para escapar de las garras del lobo de la existencia. Allí empezó el gran inventario, allí aparecieron las categorías. Allí nuestro miedo buscó cobijo entre las cálidas manos del sol y esculpió colosales dioses repletos de lejanías y reproches. Y nos escondimos en un anonimato de cemento y nuestras aventuras se volvieron frías y predecibles. Entonces, un día, nos dimos cuenta que fue el miedo el tallo que alimento todas las ramas, pero ya era demasiado tarde. Ya habíamos teñido de sangre nuestros ríos, ya habíamos sometido a aquel otro siempre hostil, a aquel otro que nos excede, ya habíamos envenenado el aire, el agua y también la tierra. La tribu, mis amigos, ya no existía. La soledad gano finalmente las calles. Oigo por allí aún el eco del futuro, y me espanta. 



Baraka, aquel singular film de Ron Fricke, viene a exponer este recorrido a través de una narrativa audiovisual exquisitamente compuesta, apoyándose en una estructura a simple vista caótica. El relato se irá construyendo a través de la unión aparentemente azarosa de planos inconexos. Se trabajaraá aquella idea de Eisenstein en donde cada plano será como un ladrillo que colocado junto a otro, así como las palabras dentro de una oración, construirá un sentido. De la yuxtaposición de las partes, surgirá la idea. El film carecerá de todo dialogo, aunque no de sonido. Oiremos sonido ambiente acompañado de manera extraordinaria por una elaborada banda musical, logrando en el espectador una sensación de calma y armonía ideal para transitar el desarrollo del relato y completar así el juego de interpretación propuesto por el director. Apoyará este sentimiento una fotografía impecable que no buscará la poesía sino la fotogenia. Viviremos la intensidad de los colores que el mundo entrega. Asistiremos de manera privilegiada a rituales ancestrales que con solo un corte se contrastarán con la fatalidad del holocausto o la terrible explotación del hombre por el hombre. Y aparecerá el enjambre inútil de las ciudades, y la torpeza de la mano humana ejecutando ordenes en nombre del progreso. Y habrá también silencio, un silencio tal vez respetuoso, ante la fatalidad anunciada.-

Lucas Itze.-

Canción post impresiones



Un himno de León



Y nos fuimos con un clásico




FICHA TÉCNICA

Título original:Baraka
Año: 1992
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Director: Ron Fricke
Guión: Ron Fricke, Genevieve Nicholas, Mark Magidsen, Bob Green
Música: Varios
Fotografía: Ron Fricke

SINOPSIS


Aclamado documental sobre la naturaleza del planeta Tierra. Rodada en 24 países diferentes, trata de captar la esencia de la naturaleza y la cultura de la humanidad y sus costumbres, al tiempo que señala las formas en las que el ser humano se relaciona con su medio ambiente. La aparente fragilidad de la vida humana es contrastada con la grandeza de sus obras, subrayándose la desigual relación entre hombre y naturaleza. Baraka no tiene argumento lineal, ni personajes ni diálogos, pero, en medio de estos enormes contrastes, la espiritualidad de la humanidad surge como el elemento más importante que la distingue de otras especies. Un mundo más allá de las palabras.

ENTREVISTA CON NORA NAJLES


EDITORIAL

En el oscuro filo del cordón de cualquier esquina él limpia, con su ánimo aún roto, la suela de sus viejos timbos. La noche es un lobo oscuro que lo devora todo, todo menos aquel dolor que ahora ahueca su pecho. Aquel dolor frío de tantas lunas, herido de esperas y faroles. El quinto pucho cae vencido sobre la vereda y toda su pena lo ahoga contra la baldosa, consumiendo así sus brasas para siempre. Para siempre, piensa él que ahora sacude el olvido de las solapas curtidas de su saco. Para siempre… para siempre fue joder el futuro, fue extrañarnos mañana pensando en antes de ayer. Fue el presentimiento que bailo en nuestras espaldas en aquel primer beso, para luego hacerse sombra en nuestros ojos apesadumbrados.
El tipo, finalmente mira las estrellas y las ve muriendo allá en la lejanía, sobre la inmensidad del cielo. Las observa apagarse lento como un poema que concluye, triste como la última estrofa que intenta vencer sin éxito a la certera muerte. Decide entonces alejarse de aquel farol, de aquella esquina y hasta de aquel recuerdo para consumirse finalmente en la noche de su existencia. Se sumerge en la oscuridad agonizante de la noche no sin antes recordar en ese otoño de sus días, que en el eco de cada uno de nuestros pasos nos acecha, inevitable, el olvido.

Lucas Itze.-

Algunos de las canciones que nos hicieron emocionar...

Nieblas del Riachuelo


Los cosos de al lao


Muchacha ojos de papel, homenaje a Spinetta


Pedacito de cielo


Basta de jardín de infantes


Atenti pebeta


CAPOTE


EDITORIAL

Saben, a veces entro en conflicto y me pregunto: ¿Cuánto tiempo más podré fingir que controlo mi destino? ¿Cuánto más podré sostener esa falacia de que puedo controlar lo que me pasa? ¿Cuánto más podré soportar el hecho de que a veces procesar un instante me está costando la vida entera? En verdad ignoro la mayor parte del mis días y me quedo solamente con lo que pienso, con lo que controlo, eso de lo que soy consciente, a lo que le presto atención. De nada sirve igualmente. Me siento tan en la pasividad. Tanto que muchas veces no dudo en pensar  que  realmente soy espectador de mi propia vida.
A veces me recuesto, cierro los ojos y me veo a través de la ventana, y de todas las ventanas caminar hacia el supermercado donde a las 3 de la tarde tuve una conversación al pasar con la cajera. Luego salgo y me veo tropezar desde un auto y de otro. Luego desde el frente, luego desde un árbol y luego desde el frente con otros ojos... ¿Es gracioso no? Soy un montón de ojos observando mi accidentada existencia.
Así de espectador me siento. Como lo que realmente es. Como si estuviera expectante de lo que fuera a pasarme. ¿Por qué lo estaría si realmente controlara lo que me pasa? ¿Eso ya no sería una historia no? Va tal vez podría pensarse a la biblia como una historia, pero no pueden escribirse dos biblias. Si se entiende lo que quiero decir.


Es una especie de maligna mezcla entre azar y destino. Donde nunca sé qué acto mío va a repercutir en el resto de mi vida. O a veces sí pero nunca es como se piensa. En este sentido es como si uno entrara y saliera de escena. No me pregunten cómo, si lo supiera tendría que ponerme a escribir una biblia.
El hecho es que nuevamente llego a casa cierro los ojos y me veo pasar por la ventana. Pienso en lo que sentiré, en lo que creo que voy a hacer y en lo que termino haciendo. A veces cierro los ojos y me voy bien atrás en el tiempo. Cuando todos vivíamos en la misma casa. Ahí donde todos éramos iguales. Luego es como si todos repentinamente saliéramos por distintos lugares. Ventanas, balcones y puertas. Miren no entiendo bien que es lo que estoy diciendo. Síganme la corriente como a los locos. Pero siento como si unos salieron por la puerta trasera y otros por la delantera. Pero todos somos uno. Nadie nos dijo por dónde salir, simplemente salimos, en caída libre, como destinados a eso sin saber que repercusión hay en ese pequeño camino tomado. Luego en escena tratando de insistir en ese juego de improvisación de mal gusto y luego fuera de nuevo. El hecho es que ¿cuánto puedo juzgarme y juzgar a otros desde este punto de vista? Que quede la pregunta si alguien acepta este punto de vista...
¿Complicado, no? No desespero y a veces sí. A veces me dejo llevar haciendo la plancha y a veces resisto el embate de las olas. 


Trato de entrar en escena en el momento justo, a veces pasa (muy pocas) y generalmente no, aunque me cueste toda la vida entender una y otra. A veces como que despierto y hay toda una sala en silencio esperando que haga algo y medio dormido hago lo que puedo...  Luego si hay cosas que se aprenden. Jamás lancé una piedra y cayeron regalos como desde el cielo. Jamás insulté a alguien y recibí gratitud... Pero no siempre busque amor y encontré amor, no siempre busque amistad y la recibí...Es decir, no sé qué digo. Esto lo pienso ahora y algunas otras veces en las que intento resistir la ola y termino arrastrado mar adentro.
Saben,  a veces hacer la plancha duele menos pero no te sentís vivo y las olas de la pasividad corroen el espíritu hasta la locura. No me mal entiendan. Tampoco le encuentro salida a esto. No digo que hay que hacer cualquier cosa para sentirse vivo. Pero siento como que salí de aquella casa donde éramos todos juntos por una salida que no era ni la trasera ni el balcón ni la ventana. No digo que salí por "donde se sale", sino que no salí por ninguna de aquellas otras salidas y no puedo explicar por qué. No me siento con la capacidad de decir que lo poco que amo de mi vida sea por obra mía y lo demás también o al revés. Siento azar y pasividad, aunque crea normalmente que esto haciendo.
Pasan muchas cosas de tal manera que no logro procesarlas en este mismo instante. Es tarde y debo llegar a casa, seguramente en un rato me veré vistiéndome y pasar por la ventana camino hacia el bar. No me hagan caso, estas son palabras de un loco.

Christian Soria

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES PARA CAPOTE


Citando probablemente a Mark Twain, Capote escribió alguna vez que de todas las criaturas, el hombre es la más detestable. De toda la especie es el único, absolutamente el único, en poseer malignidad. La más despreciable, la más aborrecible de todos los instintos, de todas las pasiones: es la única criatura que causa dolor para divertirse, aun sabiendo que es dolor. Realizando una revisión rápida sobre la historia de los métodos punitivos diseñados por el hombre desde la edad media a la modernidad, podemos establecer que en un comienzo la pena impuesta se caracterizaba por ser aplicada en forma de suplicio, sobre el cuerpo y de manera pública. Allí, las torturas que el pueblo ejercía con el amparo de la ley sobre el reo, la degradación física, la violenta purificación tanto de sus frustraciones como de la pena del condenado. Con el desarrollo del pensamiento, el castigo fue sofisticándose hasta alcanzar aquello incapaz de sanar. Así, entonces, el acto punitivo dejó de centrarse en el castigo físico para concentrarse sobre la conducta del detenido. Se levantaron cárceles tétricas, repletas de rejas y de espacios minúsculos, faltos de luz y de horizontes. El castigo, mis amigos, la violencia del resto, digo de aquellos a los que las leyes sí cuidan, aquellos para los que las leyes fueron pensadas, se ejercerá ahora a través del aislamiento del reo, buscando de esta manera castigar no ya su cuerpo, sino su alma. La libertad fue la gran conquista del estado. Cedimos nuestra propia soberanía para sentirnos más seguros. Le dimos la decisión al otro, para sentirnos más libres. Como nada avanza de manera homogénea y ni siquiera lo hace hacia adelante, la modernidad tardó en llegar a algunos lugares. 


Para desgracia de todos, nuestra existencia en ciertos lugares del mundo, aún depende del humor de un puñado de selectos, tan enfermos como la sociedad a la que juzgan. Y fue hasta uno de estos recintos donde se dirigió Truman Capote para realizar la extensa investigación que culminaría en aquella obra que reinventó la forma de hacer periodismo, que modificó el estilo de hacer literatura. A sangre fría, como en su momento lo hiciera Crimen y Castigo, viene a cambiar el punto de vista para dejar al descubierto la elegante violencia con la que se viste el castigo social. Esta maravillosa novela será el punto de partida para el film Capote del director Bennet Miller. El relato se basará en la intensa experiencia vivida por Truman al realizar la investigación periodística para lo que sería un artículo más del New Yorker y que culminaría luego en aquella novela que lo llevaría al estrellato en el mundo literario. Capote, jugará con el título de la novela invitando al lector a optar por alguno de los dos lados. Así, entonces, habrá quienes entiendan que A sangre fría se refiere al modo en el que los asesinos acabaron con sus víctimas, pero también estaremos los que veamos en aquel titulo la crueldad con la que la sociedad entendió que debía acabar con los asesinos. El relato guardará ciertas características del policial aunque se verá una clara intención biográfica en su narrativa. 


Asistiremos a algo a lo que este pequeño grupete, al cual hoy le toca ocupar esta mesa, creía ya extinto. No hablo de otra cosa sino de la composición actoral. Escasos son los todos los adjetivos con los que cuenta este que les habla para calificar el trabajo actoral de nuestro gran amigo Philip Seymour Hoffman. Habrá allí una transformación en el habla, en lo corporal, en lo gestual. Habrá allí puro trabajo condimentado, claro, con talento. La cinta tomará su lugar (sin nombrarlo) al plantear una paleta de colores grises, apagada y lúgubre para las escenas de la cárcel y otra mucho más colorida para narrar la vida de Truman. Se marcará un claro contraste, aquella contradicción que fue apagando la vida de Capote tras un naufragio de drogas y alcohol, al poner sobre la mesa tanto la sensibilidad del escritor como la frivolidad en la que se desarrollaba su mundo. Este que les habla, prefiere quedarse con aquel costado sensible de nuestro amigo. Con aquella mirada capaz de llenar de detalles ese oscuro lugar donde la sociedad, a través del estado, pasaba su pincel con cal para homogenizarlo todo. Por su valentía, por cada una de las palabras escritas y porque aun creemos que ciertas batallas no están perdidas, es por lo que hoy levantamos nuestra copa y añoramos en secreto que nos devuelvan cualquier día de estos, nuestra libertad.-

Lucas Itze

Canción post impresiones


También sonó el gran Charly


Homenajeamos a una banda histórica...


Nos fuimos con Ska-P


FICHA TÉCNICA

Título original: Capote
Año: 2005
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos
Director: Bennett Miller
Guion: Dan Futterman (Novela: Gerald Clarke)
Música: Mychael Danna
Fotografía: Adam Kimmel
Reparto: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Clifton Collins Jr., Mark Pellegrino, Bruce Greenwood, Chris Cooper, Bob Balaban

SINOPSIS


En noviembre de 1959, Truman Capote lee una crónica del New York Times que relata el sangriento asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter en su granja de Kansas. Aunque sucesos similares aparecen en la prensa todos los días, hay algo llama la atención del escritor y quiere utilizarlo para demostrar una teoría: en manos de un escritor adecuado, la realidad puede ser tan apasionante como la ficción. Consigue que el The New Yorker lo envíe a Kansas con su amiga Harper Lee para cubrir el caso. Su voz aniñada, su amaneramiento y su peculiar forma de vestir despiertan al principio la hostilidad de los vecinos de la zona, pero Capote se gana pronto la confianza de Alvin Dewey, el agente encargado de la investigación.

LA MISIÓN ARGENTINA


EDITORIAL

El ruido de los motores presagia una infinita catarata de historias. La foto, como en muchas cuestiones de la vida, siempre se la lleva el protagonista más conocido. Pocos se acuerdan en esos momentos de éxito de los que están atrás, los que hacen posible que todo funcione, los que nunca salen en la foto. Nuestro país está lleno de esos héroes anónimos que no conocemos. También tenemos ese narcisismo de creernos los mejores del universo en todo... y eso es, justamente, porque hemos nutrido el mundo de nuestra mejor materia prima. Médicos, científicos, escritores, músicos y hasta un Papa han sido reconocidos en el planeta Tierra. Y si nos vamos a algo tan complejo como el deporte, la cosa se agranda... Basta con repasar algunos nombres como Fangio, Maradona, Vilas, Monzón, Ginóbili o Aymar para reconocer a personas que llevaron la bandera argentina a lo más alto. Entonces se me ocurre pensar que sí se puede lograr lo que muchos de ellos hicieron. 


Que es necesario confiar en nuestra propia mano de obra, en dejar de vociferar que todo lo que viene de afuera es mejor. Es una cuestión de tiempo, que nos va a llevar a cometer quizás innumerables errores, pero que nos va a servir como una importante capacitación a futuro. Seamos protagonistas de nuestra propia historia, porque no me caben dudas, amigos míos, que tenemos la misma capacidad para igualar a las grandes potencias. Es una cuestión de confianza y crecimiento, de mirar al otro como un todo. Conmemoremos a todos los que nos enseñaron como se llega hasta ahí, los que nos dicen que hay que recordar el pasado para mirar el futuro. Pensemos que lo importante no es la victoria, sino como llegar a la meta. Juguemos en equipo, que sino otro se va a llevar el premio. Cuando todo eso ocurra, seguro veremos un país diferente y flameará a lo lejos la bandera a cuadros, que nos dirá que hemos podido cumplir la misión argentina.

Marcelo De Nicola.-

Canción post editorial



FICHA TÉCNICA

Título original: La misión argentina
Año: 2014
Duración: 70 min.
País: Argentina
Director: Adrián Jaime
Guion: Adrián Jaime
Música: Verónica Bellini, Rafael Villazón
Fotografía: Leonel Pazos

SINOPSIS


Mientras en la NASA organizan la misión Apolo XI para el primer viaje del hombre a la Luna, en una fábrica de automotores a orillas de la ciudad de Córdoba, un grupo de pilotos, mecánicos y preparadores de autos de carrera ultiman los detalles de “La Misión Argentina” bajo la dirección de Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón mundial de automovilismo.