miércoles, 16 de noviembre de 2016

HER


EDITORIAL

Ante la ausencia del dato duro y concreto, ante esa deforestación severa que es el olvido, resistirá sin dudas, aquel dato tan incorpóreo como preciso, aquella información que navegará en nuestra ayuda por el torrente sanguíneo del deseo y que sabe vestir las roídas ropas del tiempo. Hablo, mis amigos, de aquel dato insoportablemente puro, aquel que solo llegara a través de nuestros sentidos. Entonces la anécdota toma otro valor y la importancia sobre las cosas, otro rumbo. No recuerdo el día y menos la hora. Tampoco hay mes, aunque puedo intuirlo. De todas maneras, estas ausencias carecen de importancia para la construcción de aquella imagen sucia de olvido. Lo que sí importa es que recuerdo aquel calor calcinante que encendía el asfalto y nuestras miradas. Y que al instante, apareció tu sonrisa que invito a la mía, que ya estaba cansada, y bailaron junto a una brisa perdida y bondadosa. Y después importaron tus mejillas encendidas de pasión, y tu mano y la mía que buscaron juntas refugio ante la temible ira del dios, que volcaría en su naufragio otras tres pequeñas risas que vendrían a hacer trizas nuestro pequeño y frágil universo. Y ahí, entonces, nos haríamos cómplices jugando inocentes en aquel patio de la existencia. Y vendrían las promesas, que buscarían eternizar desesperadamente algo que moría a cada instante. Nos consolaba un “para siempre” dicho con ensayada sinceridad, dicho con aquel temor genuino del que en realidad está pidiendo auxilio. Y aunque juramos no salvarnos nunca, y entregar nuestro cuerpo a las brasas mismas que encendían aquel misterio que rodea al ser, y morirnos en cada poema, en cada caricia, y nos juramos en silencio no atesorar con avaricia el pasado, ni joder el futuro con la torpeza de nuestros planes… aunque lo intentamos con unas fuerzas que no teníamos, el miedo finalmente pudo más, y nos traicionamos a la vuelta de la esquina de nuestra propia historia. 


Y un día, descubrimos con profunda desilusión, que habíamos hecho de esta aventura, un lugar seguro. Allí estaba ante nuestros ojos, la peor de las traiciones. Allí estábamos nosotros, ya cansados, simulando sorpresas, agendando contratiempos, tan lejos del bosque. Y tampoco recuerdo el día, ni la hora o el mes, pero sí recuerdo que nos miramos y que los dos llorábamos. Y que llorábamos hacía días, y que inundamos las habitaciones con llanto. Todos los canteros y todos los floreros tenían nuestro llanto. Y por un instante, hasta nos tuvimos miedo. Y creo que te lo dije y entonces te abrazaste a lo único seco que quedaba en la casa y lloraste más fuerte. Lloraste con todo el cuerpo. Te olvidaste de todo llorando. Y te abrace jurándome que si te caías, me caería con vos, y te rodee todo el cuerpo y me preparé a tu lado para aquel salto hacia la oscuridad pavorosa de nuestro abismo. Pero entonces volvimos a vernos… con ese miedo intacto de cuando éramos chicos, con la misma sorpresa de aquella vez que nos conocimos. Y nos vimos, y ya no sabíamos más nada. Nos descubrimos solos, tan solos como siempre estuvimos. Me miraste con los ojos aun húmedos, aun rojos, me miraste desde los escombros de la tristeza, y entonces te reíste. Y fue una risa nueva, que invito a la mía que estaba escondida y temblando, muerta del susto. No recuerdo el día, ni tampoco la hora, pero sí recuerdo que aquella fue la vez que volvimos a caminar, una vez más, juntos.-

Lucas Itze.-

Canción post editorial



IMPRESIONES SOBRE HER


La noche oscurece de repente. Todos los contornos que cubrían el sol desaparecieron como por arte de magia. La luna se terminó escondiendo detrás de unas nefastas nubes grises que no dejan atrapar los sueños. El árbol, tan verde, tan lleno de vida, empezó a dejar caer hojas secas ante la primer ventisca. El silencio de repente lo acaparó todo. Las voces que se escuchaban a lo lejos eran como moscas queriendo revolotear sobre frutas secas. El fuego había crecido demasiado rápido y se había expandido hacia lugares inesperados. Las llamas se avivaban de una manera salvaje, a medida que el tiempo se escurría. Las lluvias y los vientos intentaron apagarlo, pero siempre aparecía esa chispa de esperanza al final de todo. Ese fuego descubrió un sentimiento perfectamente logrado, incapaz de repetirse. Serán jirones disfrazados de llamas infinitas, aunque sabremos perfectamente que será sólo una fotocopia lograda con esmero. Y cuando esa última chispa se apague... ¿Qué hacemos? La soledad, fiel compañera en muchas ocasiones de la vida, estará ahí otra vez, riéndose en tu cara. Como esa cara que aparece en un tremendo primer plano y recita cartas de amor, en el film Her de Spike Jonze. Así aparece Theodore, con esos anteojos como pasados de moda, y unos bigotes de otra época. Descubrimos que trabaja en una empresa como escritor de cartas para otras personas, y no hace falta mucho para darnos cuenta lo que le pesa su soledad en ese primer viaje en el ascensor, donde busca reproducir canciones melancólicas.


El director nos empuja a un futuro muy tecnológico, en una especie de film romántico-distópico. La carga de la película está representada magistralmente en la actuación de Joaquin Phoenix, como ese hombre a punto de divorciarse que busca escaparle a la soledad. Lo logrará cuando compre un ordenador que contiene un sistema operativo de Inteligencia Artificial, capaz de relacionarse y evolucionar de tal forma que termine pareciendo humana.
Samantha será la que logre reavivar esas cenizas que creía apagadas. No será necesario un contacto físico, pero será más real que muchas relaciones humanas. ¿O acaso hay algo más real que esa escena de sexo, sobre ese fondo negro, en una escena maravillosamente romántica, entre un ser humano y un sistema operativo?
El film será también una crítica a esa sociedad híper comunicada, donde hoy vemos gente que se tropieza mientras tiene los ojos pegados al celular y en el futuro los veremos dialogando con personas virtuales, olvidando la simpleza de ciertas charlas.
Jonze nos llevará por un camino lineal, mezclado con algunos flashbacks que nos mostrarán los recuerdos de la vida de Theodore con Catherine. La fotografía será intensa, con marcados colores en rojo. El encargado, Hoyte Van Hoytema, aseguró que trató de eliminar los colores azules casi por completo, algo que está muy relacionado a las películas futuristas, para darle más identidad al resto de los colores. La música, en su mayoría interpretada por Arcade Fire, envuelve toda la trama, con el pico máximo en la escena donde Theodore toca el ukelele, mientras la hermosa voz de Scarlett Johanson hace el resto. La musa de Woody Allen demuestra que no hace falta estar en pantalla para hacer un gran papel, ya que se mimetiza por completo con el personaje encarnado en Samantha.


Theodore, en tanto, se irá enamorando de Samantha, como haría cualquiera de nosotros, los que buscamos lo distinto en esas pequeñas cosas, un dialogo, un chiste, una mueca de cariño.
Lo real y lo virtual se mezclarán tanto que por un momento parecerá no haber diferencia. Nuestro héroe volverá a sentir algo que creía perdido, pero descubrirá, una vez más, que el amor también duele, y cuando menos uno se imagina, te da un golpe de nocaut. El guion es un manojo de frases excelentes, pero me quedo con esa que dice el protagonista: “El corazón no es como una caja que se llena. Crece en tamaño mientras más amas”. Y el de nuestro protagonista se agranda con el paso del film, tanto, que ante un revés, le es casi imposible curarlo. Jonze nos lleva por un subibaja de emociones, y Phoenix lo interpreta perfectamente. Con él sufrimos, lloramos, nos desilusionamos y hasta soltamos carcajadas cuando el muñequito virtual de su juego preferido se pone furioso. Quizás, porque encontramos en él, ese personaje que nos devuelve un espejo nuestro, en las largas noches de soledad.

Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones


La voz de Scarlett...


Y nos fuimos así...


UNIVERSO JONZE


Spike Jonze nació bajo el nombre de Adam Spriegel, en Maryland el 22 de octubre de 1969. En los 90, se convirtió en uno de los grandes directores de videos musicales, de bandas como Beastie Boys, Sonic Youth, Chemical Brothers, REM, Björk, Weezer, entre otras.
Su primera película llegó en 1999, con la colaboración de Charlie Kauffman y sorprendió a propios y extraños: Quieres ser John Malkovich, donde un titiritero interpretado por John Cusack, encontraba un piso en donde accedía al cerebro del mismísimo John Malkovich. Nominado a los Oscar y Globo de Oro como mejor director, y mejor guión original.


En 2002 llega Adaptation, nuevamente en dupla con Kauffman, una gran historia autobiográfica sobre un guionista un poco confundido, que confundió, paradójicamente, hasta a los propios profesionales que eligen los Oscar, que lo nominaron a Kauffman y a su hermano ficticio a mejor guion...


Apareció en 2009 con el film fantástico Donde viven los monstruos, esta vez con guión propio, la película, basada en un cuento infantil, recibió críticas dispares.
Un año después filmó I´m Here, una historia de amor entre dos robots, que obtuvo muy buenas críticas, que fue una especie de adelanto de Her…

FICHA TÉCNICA

Título original: Her
Año: 2013
Duración: 126 min.
País: Estados Unidos
Director: Spike Jonze
Guión: Spike Jonze
Música: Arcade Fire, Owen Pallett
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Katherine Boecher, Alia Janine, Matt Letscher

SINOPSIS


En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo.

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