Programa
24 (26-08-2013)
EDITORIAL
Recuerdo
un sueño que tuve alguna vez. Era bien temprano. También verano pero apenas se
sentía el calor del sol sólo cuando la brisa fría, rezago de la noche se
detenía y daba lugar a la sensación de la luz en el rostro. No había despertadores, sólo la claridad del amanecer con sus primeros rayos. Aquellos
me hicieron abrir los ojos de a poco y al reaccionar me di cuenta de que
tampoco había un techo. Al no ser que se considere el cielo como tal. Si fuera
el caso, ese techo no era el mismo que el del día anterior. Las caras y formas
que dibujaban las gruesas nubes lo hacían diferente. Ellas me contaban
historias a través de las figuras y yo me perdía en aquellas imágenes blancas.
Sentía todo con una plenitud que desconocía hasta ese entonces. No había noticias,
radios ni televisores que contaminaran esa atmósfera perfecta. La única novedad
era el llegar de un nuevo día. El único problema, elegir cuales de las cosas
tan disfrutables para mi haría hasta que la luna se hiciera presente. Mi
estadía en aquel lugar era esplendido, sólo que el saber que había una ruta al
costado y que esa ruta todavía tenia interminables destinos, me empujaba a
dejar aquel sitio y seguir en busca de buenas nuevas. El viejo truco de andar
por las sombras bajo los rayos del sol, libre de cerrojos y molestas cadenas
daba resultado y mis alas comenzaban a tomar forma. Llegué a sentir el placer
del dolor. Tanto que mi propio cuerpo ya resultaba un obstáculo para mí. No
quería más pieles, ni andares agotadores recordados por mis piernas.
Ya no
seguía el rastro de aquel cuerpo con hermosos pechos, con la suavidad de su
delicado rostro y la dulzura de sus labios. Aquellas imágenes habían quedado en
algún lugar del camino. Presas en algún televisor último modelo. Adiestrando
otras mentes. No la conocía
personalmente pero sabía que la encontraría. Ella existía y estaba sintiendo
las mismas cosas que yo. Para el momento del encuentro seriamos otra cosa que
una forma humana que recibe y luego actúa haciendo una devolución. Entonces
recordé que no estaba solo. Atrás habían quedado seres queridos. Estaban
despiertos, pero muertos. Dejé mi bolso, ese que ya no pesaba tanto porque
durante todo ese tiempo decidí desprenderme de cosas inútiles. En aquel sueño
cambie dolores por una melodía, cambie una mala amistad por un árbol. Deje la
tercer o cuarta comida de más por un sendero de tierra. Decidí entonces
despertar. Caminar entre los televisores, cruzarme con desgracias inventadas,
golpearme con los despertadores y los edificios. Digerir basura con los intestinos
agotados, pasearme entre las sombras para rescatar a aquellos queridos muertos
y decirles que aquel paraíso existe. Sé que no todos me acompañaran, pero acá
estoy. Muerto como ustedes, soñando aquel viaje hasta que mi despertador
coloque el cerrojo hasta la próxima función. Pero sin resignarme e insistiendo
con mi invitación. Vayamos a buscarla que todavía estamos a tiempo. Ese paraíso
existe todavía en algún lugar. Y nuestra madre allí estará, a pesar de los
dolores. Hermosa, radiante como siempre. Lista para cobijarnos entre sus brazos.
Alan
Beneitez
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE BRAZIL
HOY ESTOY SIN SABER YO NO
SÉ CÓMO
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
Hoy reverdece aquella
espina seca,
hoy es día de llantos en mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.
hoy es día de llantos en mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.
No puedo con mi estrella,
y me busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
y me busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
Si no fuera ¿por qué?...
no se por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo ahí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo ahí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.
Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.
Un amor me ha dejado con
los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No ven mi boca qué desengañada,
que inconformes mis ojos?
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No ven mi boca qué desengañada,
que inconformes mis ojos?
Cuanto más me contemplo
más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?
cortar este dolor ¿con qué tijeras?
Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.
Me sobra el corazón.
Hoy descorazonarme,
yo el más descorazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
yo el más descorazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.
No sé por qué, no sé por
qué ni cómo
me perdono la vida cada día.
me perdono la vida cada día.
Esta maravilla nos la regaló Miguel
Hernández hace ya tiempo. En ella se respira la misma
angustia que acompaña durante toda la película a Sam Lowry, interpretado
magistralmente por Jonathan Price, protagonista del relato. Brazil es una gran
película, de eso no hay dudas. Su director, nuestro amigo Terry Gilliam, nos da
la visión de un futuro nefasto, un futuro antiguo y nefasto. Es con este tipo
de películas que nace el termino “Futuro antiguo”. John Beard y Keith Pain
fueron los encargados de la dirección de arte del film, con esto quiero decir
que fueron las personas que tomaron las decisiones, siempre junto al director,
de cómo vestir cada escena, cada plano. Allí aparecerán, entonces, maquinas de
escribir con pretensiones de potentes computadoras, gigantes lupas que
aumentaran ínfimas pantallas, mangueras y cables que colgaran por cualquier
lado, todo será muy cargado y tendrá la misma característica: no servirá para
nada. Este futuro que plantea Gilliam, nos grita en la cara que perdimos la batalla. El consumismo
devoró cada neurona viva, el automatismo convirtió al ser humano en un ser inservible
y sin ninguna iniciativa. Y aun así, con estas irreparables perdidas, ese
futuro, hijo tal vez de alguna clase de progreso, no funciona en lo más mínimo.
Todo será oscuro y turbio. Todo será trágicamente falso y acartonado. Tristes
pepitas de un papel picado sucio por las huellas de una fiesta que ya paso. Por
las calles de ese verosímil creado por Gilliam hay olor a Paul Auster. En sus
recovecos, se pueden ver las mismas tinieblas que pueblan aquella maravillosa
obra de este neoyorquino llamada “El país de las últimas cosas”. Reconoceremos,
también, a Kafka al instante.
Lo veremos en los personajes, en las líneas de
acción, en los distintos escenarios, inundara hasta los diálogos. Todos ellos estarán
teñidos por el lúgubre y tedioso universo de “El Proceso”. Habrá algo de “Memorias
del Subsuelo” en el trabajo del deseo de los personajes, quizás la obra más
importante del siempre genial Dostoievski. El relato estará repleto de citas
cinematográficas, hablamos puntualmente de obras magistrales como “Metrópolis”
de Fritz Lang o “El acorazado Potemkin” de Eisenstein, ya un habitué de esta casa. Veremos puestas de cámaras y
encuadres que, seguramente, fueron semillas que germinaron después de un tiempo
en “12 monos” otro poema futurista de Gilliam. El relato estará estructurado linealmente,
aunque nunca quedará claro cuando es de día y cuando de noche. Todo parecerá
una gran pesadilla soñada por el protagonista, quien a su vez sueña que lucha
contra sus miedos, que todavía hay un sol intensamente amarillo y brillante y
que hay árboles y pastos aun intactos. El sueño dentro del sueño (¡salud
Borges!). El relato se manejara dentro del surrealismo y las actuaciones se
mantendrán en el tono del grotesco.
Salvo la de Sam , lo que generara un gran contraste y
ayudara a dejar en claro la no pertenencia a ese mundo enfermo en el que el
film se desarrolla. Desde la fotografía se trabajaran escenarios inmensos,
oscuros y fríos, con encuadres capaces de devorar y disminuir al personaje.
Habrá algo de expresionismo en todo aquello y celebro esa decisión porque,
según mi humilde entender, la obra lo amerita. Encontraremos sombras eternas,
rectas filosas como navajas, cuadros que serán gritos en esa noche densa que es
el film. Hasta habrá un juego con carteles de publicidad ubicados detrás de los
personajes, cuyos slogans estarán inteligentemente compuestos dentro del
encuadre junto al personaje y participaran irónicamente con sus diálogos.
Terry Gilliam trabajara planos secuencias, esto es cuando la cámara no corta y
narra la acción en una sola toma.
También hará uso de travellings que ayudaran
a intencionar aun más la sensación de vértigo y ahogo sufrida por el personaje.
Aquel mundo inefable terminara absorbiendo a Sam y ese espiral infinito que es
el juego de la burocracia se cobrara su ficha mas preciada, asesinara de una
vez y para siempre su sueño. Y una vez más habrá sensación de batalla perdida
en todos nosotros, que creímos ver en los ojos del protagonista, también
nuestra lucha. El sol quizás haya muerto, definitivamente. Mañana estaremos más
solos y más tristes y desayunaremos el amargo desengaño de saber que todo lo
prometido por las religiones y por las tristes instituciones, no fue más que un
estúpido espejismo.
Lucas Itze.-
Canción post análisis:
Homenaje de Intoxicados al film Brazil
También sonó:
Y el Flaco nos dejaba esto:
Nos despedimos con una mítica frase de Luca:
FICHA
TÉCNICA
Título
original: Brazil
Año:
1985
Duración:
131 min.
País:
Reino Unido
Director:
Terry Gilliam
Guión:
Terry Gilliam, Tom Stoppard, Charles McKeown
Música:
Michael Kamen
Fotografía:
Roger Pratt
Reparto:
Jonathan Pryce, Kim Greist, Michael Palin, Katherine Helmond, Ian Holm, Bob
Hoskins, Ian Richardson, Peter Vaughan, Robert De Niro, Jim Broadbent, Barbara
Hicks, Charles McKeown, Derrick O'Connor, Kathryn Pogson
Sinopsis
En
una deprimente y oscura sociedad distópica, donde reinan las máquinas, una
mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry
Tuttle (Robert De Niro) por el de un tranquilo padre de familia, quien es
detenido y asesinado por el aparato represor del Estado.
Sam
Lowry (Jonthan Pryce) es un burocrático y tranquilo hombre, que en su vida no
tiene grandes cambios, hasta que le es encomendado entregar el talón a la
familia de la víctima, gracias a esto, conoce a Jill Layton (Kim Griest), la
mujer de sus sueños, y testigo del secuestro.
Sam
tiene una madre adicta a las cirugías, quien es una persona recalcitrante y muy
bien relacionada con las altas esferas del poder. Ella le consigue un ascenso
que el rechaza, pero termina aceptando para poder ayudar a la joven de la que
está enamorado. A su vez, construye una amistad con Tuttle, y juntos tratarán
de nos ser atrapados, ya que empieza a ser considerado una amenaza para el sistema.
Un sistema que finalmente lo atrapa, lo lleva a la tortura, y también, a la
locura…
Trailer
No hay comentarios:
Publicar un comentario