Programa 5 (15-04-2013)
EDITORIAL
No!
Si
tuviera que elegir un color, seguramente sería el rojo. Una religión… no
elegiría nunca, solo creo en mí y en tu mirada. No hay lugar en mi cabeza para
aquel espantapájaros mal diseñado al que todos llaman dios. Mi lugar ya lo
conoces, aquel circo que es el bar que hábito, donde de nada sirven los
disfraces, y yo tallo tu nombre en las mesas, y en cada copa sueño con esa
libertad que me viene costando tantas lágrimas, gritos y amigos. La palabra es
NO. Esa es mi última arma, te lo juro.
Ya mis manos sangran, desgarradas de usar tus herramientas una cantidad de
horas que ya le perdí la cuenta. Ya mi espalda se parte por llevar encima tanto
tiempo el peso de tu ambición. Ya mis ganas huyen desesperadas, para no
olvidarse de una vez y para siempre de la palabra mañana.
Digo no a los que te
esclavizan y pegan tus entrañas a una maldita maquina de cocer que no se calla
nunca. Digo no al canalla que mata tu niñez, haciéndote trabajar días enteros
por solo un plato de comida. Digo no a aquellos zombis de camionetas grandes y
bolsillos llenos, que le ponen la rodilla en el cuello a tu esperanza. Digo no
al que extirpa la dignidad a tu trabajo. Esos tipos de cara recién afeitada
jamás se sentaran en mi mesa, sus migajas nunca saciaran el hambre de mis
ideas. Sus tristes instituciones ya se caen y en su polvo se ven nuestras caras
saliendo de la oscuridad. Su idea del progreso, aquella vieja sin dientes, ya
no seduce a nadie y tristemente seca sus medias agujereadas al sol. Decimos no,
ahora más que nunca, porque sentimos que algunos callejones se van iluminando.
Decimos no… aunque tengamos que seguir caminando, con la ropa sucia y la
dignidad intacta, otro lunes al sol.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE LOS
LUNES AL SOL
Alguien le pregunta a mi amigo Enrique Symns ¿Qué
es el bar? Y él responde con la velocidad de un rayo:
- Bueno, las ciudades son las hijas del miedo, del
miedo a la selva.
Ya en el trazado de la ciudad descubrís que esa
rectitud que tiene la ciudad... las calles, las esquinas, las manzanas, las
veredas... todo eso está construido para que un burro ciego camine por ellas El
bar... yo creo que es... el último pantano de la selva, los últimos lugares
donde existe el riesgo ¿qué es lo que no es el bar? y es el lugar donde el
cuchi cuchi va construyendo esa pequeña vida que te deja respirar la ciudad,
donde tenés que conformarte con a ver si tenés hijos, si escribís un libro...
el bar es la última oferta de la eternidad, la última oferta que queda de la
libertad, del peligro a que pierdas tu novia, a que te enojes con tu amigo, a
que aparezcan personas desconocidas. Yo creo que el bar es sobre todo, no digo
la selva, pero por lo menos es el bosque que le queda a la ciudad.
La
película comienza con aquellas imágenes terribles, donde la policía reprime de
forma vergonzosa y cobarde una manifestación de trabajadores de distintos
astilleros. Las tomas son visualmente fuertes. Las tomas son terriblemente reales.
Luego Fernando León de Aranoa, director y guionista del film, contará en una
entrevista que las tomas son extraídas de noticieros y con eso confirmará y
acentuará más aun nuestra angustia. Un anciano terminara gritando a cámara,
entre una cortina de gases y balas de goma, que solo quiere trabajar. Otra vez
el alma se quiebra… la película es del año 2002 y es inevitable ver en aquel
comienzo a la Argentina
del 2001, soltándose de cadenas, hermosa de anarquías brillando al sol. Los
Lunes al Sol está filmada de manera
bastante tradicional, su estructura es lineal, carece completamente de saltos
temporales, no encontraremos en ella ni flashbacks, ni raccontos ni
flashfowards. El uso de la cámara está completamente al servicio del relato,
sin intentar ir más allá. Quizás solo en dos planos la cámara busca ser más
narrativa y vemos la intensión del director. Los planos están dentro de la
escena en que el protagonista lleva a su amigo Amador completamente borracho a
su casa. Ingresan en aquel departamento devastado de mugre, desorden y
soledades y la cámara comienza a girar en plano secuencia alrededor del
protagonista remarcando su sensación de asfixia. Hago un alto y explico
brevemente dos conceptos para poder continuar. Cuando digo plano hablo de un
tamaño de encuadre que entrega la cámara a partir de que comenzamos a rodar
hasta el corte de la cámara. Un plano puede ser, por ejemplo, un detalle de una
mano abriendo una puerta. La mano entra en cuadro, abre la puerta y se grita
corte. El plano secuencia es cuando la cámara toma una acción sin cortar nunca,
entregando en este intervalo una cantidad de distintos tamaños de plano.
Entonces, en esta escena que analizábamos encontramos la intensión del director
en ir más allá, justamente con este plano secuencia que nos narra la sensación
de ahogo del personaje y con un plano fijo en donde utiliza algo que se llama
diferencia focal, que es cuando la imagen comienza con poca profundidad de
campo para luego ir ganándola. El plano puntual del que hablo es cuando el protagonista,
luego de entrar en el departamento de Amador abre la ventana. Inicialmente, el
foco está en la ventana y luego, al abrirla, el foco se va al infinito
descubriendo de esa manera la ciudad de noche. Ese plano es una subjetiva del
personaje, esto es que a cámara toma su punto de vista, y logra la sensación,
como diría Nieztsche, de que el vació nos mira a nosotros. Unos minutos más
adelante en el relato, Amador se suicida arrojándose por esa ventana. En una
discusión, hace ya unos cuantos años, con el genial director argentino y amigo
Santiago Carlos Oves, acerca de la película El Hijo, de los hermanos Dardenne,
película que yo le había mostrado con gran entusiasmo, me decía que el odiaba
las películas en que se daba más importancia al trabajo del director que al
relato. Ahí desaparece el cuentito, decía. Esta es una película de cuentito, en
donde encontramos personajes de gran peso, como el personaje de Santa. Una
extraordinaria interpretación de Javier Bardem, quien propuso al director
engordar una cantidad considerable de kilos para remarcar justamente el peso
del personaje dentro del relato. Personajes entrañables también como José,
Lino, Amador, Rico y Lázaro, construidos de manera tan correcta que soñamos con
beber algún día una copa con ellos.
Santa será claramente quien nos lleve a
través de la curva dramática que propone el relato. Con él, el director, nos
tiende una trampa que jugara con nuestros prejuicios. Fernando León de Aranoa,
nos presenta a Santa como un tipo derrumbado, lleno de resentimiento y de
desidia. Ese es el primer análisis apresurado que hacemos, pero con el correr
del film, cuando nos adentramos más y mejor en el conflicto tanto del personaje
como de la película, descubrimos la jugada y sentimos como el director nos
muestra que el prejuicio perfuma las entrañas del mundo. Santa es un personaje
cuyo motor es la dignidad, posee una fortaleza y sensibilidad envidiable y es
el que nos enseñara a no bajar los brazos por más que en bar de enfrente
regalen las copas. Como en la cita de Symns del comienzo, el cree que ese bar
que habita es la ultima oferta de la eternidad, es la ultima oferta de la
libertad, porque también es el único lugar en donde todavía se encuentran
unidos. Me rehúso rotundamente a llamarlo a Santa el héroe de esta historia o
reivindicarlo absurdamente como un antihéroe. Santa, como el anciano del
comienzo, viene a gritarnos a la cara que quiere trabajar, pero que quiere
hacerlo con dignidad. Por vos Santa, levantamos nuestras copas.-
Lucas
Itze
Tema post análisis
También sonó
Y nos despedíamos con:
FICHA
TÉCNICA
Título
original: Los lunes al sol
Año:
2002
Duración:
113 min.
País:
España
Director:
Fernando León de Aranoa
Guión:
Fernando León de Aranoa & Ignacio del Moral
Música:
Lucio Godoy
Fotografía:
Alfredo Mayo
Reparto:
Javier Bardem, Luis Tosar, José Ángel Egido, Nieve de Medina, Enrique Villén,
Celso Bugallo, Joaquín Climent, Aída Folch, Serge Riaboukine, Laura Domínguez,
Fernando Tejero
Sinopsis
La
historia se desarrolla en una ciudad costera al noroeste de España, en un bar
se reúnen un grupo de amigos que han perdido su trabajo luego de la re conversión industrial, que incluyó marchas y protestas. Su lugar de trabajo
era un astillero, cuando empiezan a comprar barcos de Corea y deciden dejar de
lado la mano de obra nacional, la mayoría de los empleados queda en la calle,
algunos pueden conseguir una indemnización gracias a un convenio firmado, otros
eligen luchar hasta el final por sus compañeros, pero se quedan sin nada. Un
par de años después, todo sigue igual, conseguir trabajo es casi imposible, los
bancos no dan créditos, y el alcohol en algunos casos parece ser la única
salida. A pesar de todo, un grupo de amigos intentan seguir con su vida.
Santa
(Bardem) siempre fue un líder, un tipo rebelde, sincero y sarcástico, que tiene
a la amistad y la unión como los valores fundamentales.
José
(Luis Tosar) es el más amargado de los tres, el sostén de la familia es su
esposa (Nieve de Medina), siente que ya no tiene chances de conseguir empleo
nuevamente, y así va deteriorando su relación.
Lino
(José Ángel Egido) es el que más intenta a pesar de ser el mayor, es el único
que no perdió las esperanzas a pesar de que cada vez que va a una entrevista
siempre termina decepcionado, ya que las empresas, siempre eligen gente más
joven.
El
dueño del bar es Rico (Joaquín Climent), quien utilizó el dinero de la
indemnización para poner un bar, que no está habilitado, y en el que le fía a
sus ex compañeros. Su hija Nata (Aída Folch) es la que alegra el lugar con su
simpatía y dulzura.
El
que más sufre es Amador (Celso Bugallo), quien se la pasa bebiendo licor en el
bar, a la espera de su esposa, que se fue hace meses de viaje y todavía no ha
vuelto.
El
único del grupo que tiene trabajo es Reina (Enrique Villén), quien se jacta de
que el sí puso empeño en la búsqueda y no se dedicó a esperar, lo que le trae
rispideces con los demás, sobre todo con Santa.
Todos,
a pesar de los golpes, buscan una salida, y tratar de despertar un día con un
futuro mejor.
TRAILER:
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