Programa 7 (29-04-2013)
EDITORIAL
Un
domingo como cualquier otro, ya había terminado de llover y el sol entraba
tímidamente por la ventana. Mi ojo derecho, hinchado y molestándome, ya me
había quitado el sueño y no me dejaba volver a retomar la historia que me
contaba, tan real, mi mente. Así comenzaba la semana, nada especial que
modificara el transcurso normal de mi día. Pasaron las horas y entre canción y
canción resolvía la manera de unir los pensamientos que tenia dando vueltas
para terminar un texto que giraba alrededor de una idea principal, La
violencia. Intente por un lado tratarlo tomando distancia y evitando cualquier
tipo de subjetividad. Por otro lado sentía la necesidad de remitirme a las
ideas de algunos autores que serian las columnas en las que se apoyarían mis
pensamientos. Miraba el reloj y por momentos daba la sensación de que las
agujas pesaban más que nunca y por eso el tiempo parecía inmóvil. Seguía en mi
tarea y, cada vez más, me acercaba al final del texto. Pero ocurrió algo que me
obligo tragarme todas oraciones que habían estado surgiendo.
Salí
a comprar un medicamento que me habían recetado para curar mi ojo. Salgo a la
vereda y miro hacia la farmacia de enfrente de mi casa. Estaba cerrada. Bueno, voy
a la otra, esa nueva que están abriendo por todos lados y justamente tiene una
sucursal a tres cuadras. Empiezo a caminar tranquilo, todavía pensando en el
texto y sintiendo una especie de bienestar.
Una vez en la farmacia, atravieso
todo el largo del local, esquivando entre las estrechas góndolas a la gente,
saco mi número y espero mientras observo a la gente que está en silencio hasta
que les toca pedirle a una de las dos señoritas detrás del mostrador lo que
necesita. Una vez que llego mi turno entregué la receta del medicamento, en
silencio, cosa que me llamo la atención
por un instante. Aunque enseguida volví la mirada en dirigirme a través de las
góndolas hasta la caja. Al llegar veo una larga fila que seguía una figura que
tenía forma de laberinto fácil y estaba formada por estantes que sostenían una
cantidad exagerada de golosinas y otras estupideces con la que las personas
llenaban sus manos. Llegué al medio de esa fila después de hacer zigzag dos
veces y de repente me vi encerrado entre los alfajores y chocolates a los
costados. Adelante y detrás de mí, gente tosiendo y con una calma desesperante.
Sentí mucho malestar, empecé a imaginar mi cara poniéndose cada vez mas blanca
y un mareo cada vez mas agudo. La bronca e impotencia rebalsó hasta salir de mi
boca en forma de palabras. -¡Esto es violencia!- dije - ¿Para esta basura cerró la farmacia de la otra cuadra?, ¡Uno se siente para el orto y viene a la
farmacia para comprarse una aspirina, no viene a un maxi quiosco! La gente se
dio vuelta, sorprendida porque de repente se rompió ese silencio rebalsado de
luces blancas y ruidos de caja registradora. Una señora que estaba atrás mío,
pero que todavía le faltaban dos vueltas para llegar a la caja, asentía con la
cabeza y su esposo se aterraba ante mis palabras sinceras y le pedía que no se
metiera. El resto hacia lo que hace siempre ante una injusticia de este estilo.
Se hacia la boluda e ignoraba la situación. Y yo seguía. – Claro porque el otro
día estaban todos acá afuera, quejándose por boludeces, pero se bancan este
manoseo como si fuera algo normal. Logré divisar en sus caras una vergüenza que
me daba la razón.
Me
callé cuando el de seguridad me pidió calma y comencé a sentirme mejor. Era
todo ese circo absurdo el que me había sacado de quicio. Soporte lo que faltaba
de la fila hasta llegar, todavía con bronca, al cajero, a quien le pregunte si
creía que yo estaba equivocado al pensar eso, a lo que me contesto: - Perdona pero no se dé que me estás
hablando. Otra vez la bronca me invadió. Sólo que le dije: - bueno al fin y al
cabo vos sólo estás laburando. Le di las gracias y salí a la calle de nuevo. Ya
no pensaba en lo mismo que cuando salí de mi casa. Pensaba en las personas que
hicieron toda esa fila como yo y aceptaron esa violencia comercial de la mejor
manera. Seguramente deben ser de aquellas que te preguntan ¿Como soportas ver
esas películas o escuchas esas cosas violentas? A lo que respondes, - lo soporto porque cosas llenas de violencia
las veo todos los días y en cualquier lugar-.
Me
pregunte si aquella situación les había movido algo. Si a partir del instante
en el que callé, esa fila se transformó, de algún modo, en otra cosa ante sus ojos. Si ese mal momento fue real o más bien ficticio. Si es necesario que
nos indignemos ante estas mentiras o es
mejor creérselo todo hasta llegar al punto de aceptar lo que unos pocos quieren
que seamos, una especie con aspecto natural pero funcional y automático, algo semejante a una naranja mecánica…
Alan
Beneitez
Canción elegida para la Editorial
Impresiones
sobre La Naranja
Mecánica
Damas
y caballeros, estamos frente a un Stanley Kubrick. Esto ya nos condiciona. Es
como estar parados frente a un Escher o un Cortázar. Son nombres que de por sí
ya generan un respeto, que lo hacen a uno pararse de otra manera frente a la
obra. Un Kubrick necesita atención, necesita tiempo y sobre todo, disfrute. Ya,
desde las placas iniciales, el director, nos sitúa en el arte pop, arte que
vestirá cada una de las escenas del relato y que ayudara a acentuar el tono
grotesco sobre el cual está montado el film. La mirada de Alex, el protagonista
de la obra, abre la película. Es una mirada alterada, sádica, desequilibrada.
Es una mirada a cámara, una mirada hacia vos, hacia mí. Este es un efecto ya
trabajado por Alfred Hitchcock en “La ventana indiscreta”. Lo que genera es una
intensa incomodidad en el espectador, debido a que su goce vouyerista es
interrumpido al ser descubierto por el personaje de la obra. Ya no somos
aquella persona anónima que espía las peripecias que construyen el relato. Alex
al mirarnos, nos incluye y nos descubre, y eso molesta. Nos intimida de tal
manera aquella mirada siniestra que nos dan ganas de alejarnos de aquel
personaje, y así lo hacemos. Comienza un travelling hacia atrás, esto es un
movimiento de cámara, no sobre el eje, como sería un paneo, sino un
desplazamiento de la cámara misma. El travelling hacia atrás va abriendo el
encuadre de un primer plano a un plano general cargado de simbolismos.
Descubrimos que estamos en el Korova Milkbar, que Alex no está solo, esta junto
a sus amigos, quienes visten todos de blanco y con ropas particulares, lo que marca
claramente un grupo de pertenencia. El lugar esta decorado con maniquíes de
mujeres desnudas en posiciones de sumisión, utilizados como mesas, maniquíes de
cuyos senos emana la leche con aquella sustancia necesaria para llegar al
estado de ultra violencia.
Descubrimos también que el relato va a estar apoyado
por una voz en off, o sea una voz fuera de campo, que no es otra que la del
propio Alex, el cual muchas veces se definirá así mismo como “Su humilde
narrador” Esta voz cuenta desde el saber absoluto, posee toda la información.
Lo que quiero decir es que no se irá sorprendiendo con nosotros a través de las
distintas situaciones. Nos narra el pasado, y muchas veces dejara escapar
cierta angustia o reproche frente a las imágenes que vemos. La estructura
elegida por Stanley es, a pesar de que nos narran el pasado, lineal. Nuca
llegaremos al presente de la voz, lo que convertiría al relato en un racconto,
Alex nos habla siempre desde un futuro que nunca veremos. La película está
repleta de imágenes fuertes y cargadas de violencia. Veremos violaciones,
batallas campales, torturas, pero todo a través del filtro del grotesco, lo que
ayudara a que los distintos elementos mantengan un equilibrio inestable entre
lo risible y lo trágico.
Las actuaciones estarán casi caricaturizadas, lo que
ayudara a remarcar la frialdad y la falsedad reinante en la sociedad descripta
dentro del verosímil de la obra. En cuanto a la fotografía, y recordemos acá
que Stanley Kubrick comenzó su carrera siendo fotógrafo, podemos decir que es
realmente destacable y que genera, creo yo, una distinción autoral. El uso de
la lente gran angular en tomas de larga duración, los travellings tanto
laterales como hacia atrás, la clara intencionalidad en el uso de las sombras
gigantescas creadas por los personajes, el uso de tamaños de planos grandes
como panorámicas o planos generales, son
todas herramientas distintivas del cine de este genial autor. La Naranja Mecánica ,
es un relato circular y esta es otra característica de su cine. Comienza contándonos
los delitos efectuados por Alex y su banda quien al ser apresado y utilizado
como conejillo de inda del gobierno es dejado en libertad. Luego, Alex,
teóricamente regenerado, vuelve, digamos por casualidad, digamos, quizás, por
aquel eterno retorno, a pasar por las mismas situaciones del comienzo de la
obra pero ya modificado. En un momento de la película, Alex grita, ¡soy una
víctima!.
Creo que esa frase describe la esencia del protagonista. Alex, va a
ser víctima durante todo el relato. Inicialmente es el producto de una sociedad
frívola y vacía, carente de toda sensibilidad, huérfana de posibilidades. Alex,
es el personaje que se revela y busca derribar aquella escenografía barata en
la que se convirtió ese futuro narrado. Aquel futuro en que no se abren las
puertas a los necesitados, en donde los humildes se acostumbraron a vivir entre
la basura y en el que nuestra piel de animales se vistió de colores fuertes y
ridículas ropas de lana. Alex es el YO encerrado en su lucha con el SUPERYO, es
la hierba que se abre paso a través de la baldosa. Luego llegara la mano
disciplinaria del estado bajo la figura de la prisión y luego del
neuropsiquiátrico, ambos instrumentos de poder y de control hacia la sociedad,
que buscaran canalizar aquella naturaleza, aquellos instintos del hombre en
placeres aceptables y aceptados. Instituciones que buscan reeducar y clasificar
para someter y controlar. Alex es víctima por segunda vez. Al ser condenado, la
sociedad lo aísla y lo agrede ahora bajo un marco legal. Hasta sus padres le
dan la espalda y el personaje de Joe, aquel cobarde y nefasto Joe, personaje
que alquila la pieza que había dejado libre al ir a prisión Alex, hace un
monologo repleto de moralidad y reivindicando las buenas costumbre, tan
discriminatorio y violento como la peor de las violaciones o peleas antes
vistas. La Naranja
Mecánica deja en claro el maltrato y el lugar que ocupan en
la sociedad aquellos que son los excluidos, los que viven al margen y sufren la
violencia por no encajar y no aceptar las leyes de una sociedad que los
paraliza. Nuestra mesa esta repleta de esa gente. Personas, que como el primer
plano de Alex, dejan ver la bella pantera que todavía son. Personas, que como
este equipo, piensan que aquel futuro de papel picado que nos narraban nuestro
padres al ir al dormir, esta repleto de soledad y de miseria. Patearemos el
blando culo de esta sociedad y pagaremos el costo que esto nos traiga.
Lucharemos hasta que nuestras manos sangren contra aquellos canallas del
tiempo.-
Lucas
Itze.-
CANCIÓN POST ANÁLISIS
También sonó:
Y nos fuimos con una canción que nos recuerda que el futuro... ya llegó:
FICHA
TÉCNICA
Título
original: A Clockwork Orange
Año:
1971
Duración:
137 min.
País:
Reino Unido
Director:
Stanley Kubrick
Guión:
Stanley Kubrick (Novela: Anthony Burgess)
Música:
Wendy Carlos
Fotografía:
John Alcott
Reparto:
Malcolm McDowell, Patrick Magee, Michael Bates, Adrienne Corri, Warren Clarke,
John Clive, Aubrey Morris, Carl Duering, Paul Farrell, Clive Francis, Michael
Gover, Miriam Karlin, James Marcus, Geoffrey Quigley, Sheila Raynor, Madge
Ryan, Philip Stone, David Prowse
Argumento
Alex
DeLarge es el líder de los “drugos” un grupo de cuatro chicos (Alex, Pete,
Georgie y Dim) que se dedica a los actos de ultraviolencia y vandalismo, en una
Gran Bretaña del futuro. Además de la ultraviolencia, la música de Beethoven es
algo que a Alex lo llena de placer. Sus ataques comienzan llamando a la puerta
de una casa pidiendo ayuda porque ha habido un accidente, una vez adentro
cometen atrocidades sin importar quien esté enfrente. En uno de sus tantos
ataques, Alex es engañado por sus amigos y la policía lo atrapa. Con una
condena por asesinato de 14 años, se somete a un nuevo método de reeducación,
por lo que a los dos años es reinsertado en la sociedad, pero cuando vuelve a
su casa, sus padres no sólo se han olvidado de él, sino que además tiene un
huésped en su habitación. Desahuciado empieza a caminar sin rumbo y recibe la
venganza de la gente a la que él atacó (incluidos sus drugos, ahora policías).
Luego de caer en la casa de un escritor al que había sometido y que le da su
ayuda, Alex siente el deseo de terminar con su vida, pero le sale mal y termina
en el hospital todo enyesado, mientras tanto, la prensa culpa al gobierno del
intento de suicidio del joven.
TRAILER
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