Programa 8 (06-05-2013)
EDITORIAL
El recuerdo es
ese cuento que nos relata el tiempo, en donde el final siempre nos revive aquella vieja angustia de la muerte.
Como ya dijimos, nunca volvemos a ninguna parte, y al entender al recuerdo como
uno de los trucos del retorno, como una vuelta hacia esa llama que supimos ser,
llegamos a la conclusión de que el recuerdo es imposible. Como todos sabemos,
nuestros recuerdos están construidos sobre el relato malinterpretado de
nuestras inescrupulosas tías, que intentan forzosamente, contarnos anécdotas de
goles que nunca hicimos, festejar canciones que no supimos componer y comparar
a nuestras actuales mujeres con novias que jamás tuvimos el valor de besar. El
recuerdo es el reflejo melancólico de nuestra soledad y al mirarnos en él,
descubrimos las fatales arrugas que marcan el final de la aventura. Nuestros
amigos, con los que solíamos conquistar el mundo, o cuanto menos las tardes,
están inmersos en soledades iguales o quizás peores que las nuestras, y muchos
de ellos hasta caen en la tentación del recuerdo. Por ejemplo, comienzan
narrando en alguna reunión barata, historias de fechorías pasadas, y en el
calor de su relato, miran a los costados y ya no está Lucho ni el Pastor ni el
Colo o el Emi, en cambio, al mirar a su alrededor, solo encuentra cuñados o
parejas desconocidas que los miran avergonzados al hacer conscientes sus propias
soledades. Cuando éramos jóvenes, no les contábamos ninguna historia a nuestros
amigos, nos dedicábamos a vivirlas con ellos.
Lucas
Itze.-
Canción post editorial
IMPRESIONES
SOBRE CINEMA PARADISO
La oscuridad,
el negro absoluto. El silencio. La cortina que se abre lentamente, luego el
ruido a la cinta corriendo y acción, la película comienza. Las puertas del gran
Cinema Paradiso se abren para nosotros, majestuosas y pesadas como un recuerdo
que no llega. Giuseppe Tornatore, director y guionista del film estructura su
relato quebrando la temporalidad lineal a través del uso del racconto. Como ya
hemos mencionado varias veces, el racconto es la herramienta narrativa mediante
la cual el relato se detiene en el pasado para ser contado. La acción comienza
en el presente hasta dar lugar al pasado donde se desarrolla. Difiere del
flashback básicamente por su duración, en el racconto la narración se extiende,
no así en el flashback, cuya duración, muchas veces no excede el par de planos.
Cinema paradiso comienza con un plano de una vista del mar con una especie de
vasija recortada en contraluz, con esto quiero decir que al ser la fuente
lumínica mayor a la que ilumina el objeto, en este caso la vasija, y al estar
justamente esta mayor fuente de luz enfrente del objetivo de cámara, la vasija
queda reducida a solo a su silueta. De fondo, el mar. Quizás Freud diría que
este plano puede tener alguna reminiscencia al vientre materno, quizás no se
equivoque, porque al instante aparece a derecha de cuadro, la cara de la madre
de Toto, protagonista del film, el portador del recuerdo. La madre, viene a
traer la mala noticia, Alfredo ha muerto. Aquel viejo que nos enternece durante
todo el film y que ha actuado como padre de Toto, ha fallecido. Sujeto del
recuerdo.
Veremos en el relato que su tratamiento estético es bastante clásico,
su fotografía es correcta, destacamos el uso en la mayoría de los planos de la
lente gran angular. Este tipo de lentes deforma un poco la imagen, dándole
cierta curvatura a las rectas, distorsiona las perspectivas de los objetos y
posee gran profundidad de campo, lo que permite que espacios reducidos se vean
más grandes. Creo, desde mi humilde opinión, que la elección de esta lente es
poéticamente adecuada. Las características que acabo de relatar, no difieren
tanto de la idea que nosotros poseemos del recuerdo y que intentamos torpemente
aclarar en la editorial inicial. A su vez genera una pesadez en la imagen, que
ayuda a remarcar la sensación del protagonista para con ese pasado, ese pasado
repleto de imágenes a las que el teme traer al presente. Tengo miedo del encuentro, con el pasado que vuelve a enfrentarse con
mi vida. Tengo miedo de las noches, que pobladas de recuerdos, encadenen mi
soñar dirían Gardel y Le Pera. También encontraremos el uso reiterados de
travellings, aquel movimiento de la cámara en sí misma, quizás para recordarnos
visualmente aquel viaje hacia el interior, hacia el pasado, que Toto debe
hacer. Hasta acá lo técnico, contado fríamente para escaparle en una gambeta
imposible a las lagrimas. Quien les habla, ha visto la película quizás una
quincena de veces y ha llorado en cada una, anoche no fue la excepción.
Es inevitable seguir con gran
decepción el progreso ficticio del pueblo, en donde uno mira y lo único que ve
son más autos y más carteles. Recordar la evolución del cine, primero en blanco
y negro y silente, luego en color y con sonido, pero siempre lejos de la
realidad de posguerra de una Italia en ruinas. Es imposible no quebrarse con
Toto, y llorar sus mismas lágrimas, cuando desde su inocencia entiende que su
padre no volverá. Es imposible no sentir el dolor del pueblo cuando ven
derrumbarse ante sus ojos al Cinema Paradiso, cuyo polvo nos golpea la cara
tornando nuestras lágrimas de un rojo sangre ladrillo. Es difícil no prestarle
atención a Alfredo cuando nos ruega ferozmente que no volvamos, que si lo
hacemos, el no nos abrirá la puerta de su casa. Es difícil no entender aquel
dolor de madre, esa Penélope que teje y desteje esperando a su hijo que no
vuelve hace ya 30 años.
Hace pocos días, mi mama me llamo por teléfono y en medio
de la charla me dijo con simpleza de madre: hace mucho que no me decís te
quiero, y yo ya estoy grande… Se produjo un silencio y esboce argumentos
ilógicos e incomprensibles. El silencio volvió y pronto cambiamos de tema. Al
cortar, sentí vergüenza de mi mismo y recordé la escena en donde Toto llega a
la casa, después de todo ese tiempo, y la madre le ofrece acostarse antes del
funeral de Alfredo, pensando que quizás estaría muy cansado por el viaje. El,
entonces le dice que era solo una hora de viaje, que no estaba cansado. A lo
que la madre responde con ternura: no me digas eso después de 30 años. Con el
teléfono todavía en la mano, me sentí igual de miserable que Toto y entendí que
le estaba explicando absurdamente a mi mama que mi viaje también había durado una hora… La frase quedo rebotando todos estos
días en mi cabeza y así como al protagonista
me invadió ese miedo al tiempo, a los recuerdos, a sabernos finitos, a entender
que somos el murmullo que ronronea el mar en su muerte. No estás grande y te
quiero.-
Lucas Itze.-
Tema post análisis
No podía faltar...
Y cerramos con esta hermosa canción
FICHA TÉCNICA
Título original: Nuovo Cinema Paradiso
Año: 1988
Duración: 123 min.
País: Italia
Director: Giuseppe Tornatore
Guión: Giuseppe Tornatore
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Blasco Giurato
Reparto: Philippe Noiret, Jacques Perrin,
Salvatore Cascio, Agnese Nano, Brigitte Fosey, Marco Leonardi, Antonella Attiu,
Enzo Cannavale, Isa Danieli, Leo Gullota, Pupella Maggio, Leopoldo Trieste
Argumento
Durante la década de 1980 en Roma,
Italia, el famoso director de cine italiano Salvatore Di Vita (Jacques Perrin)
vuelve a casa tarde una noche, donde su novia dormida le dice que su madre lo
llamó para avisarle que alguien llamado Alfredo (Philippe Noiret) ha muerto.
Cuando ella le pregunta quién es, Salvatore empieza a recordar su infancia.
Esa infancia lo lleva a Totó, tal era su
apodo de pequeño, a la Italia
de la posguerra, 30 años antes, quien en esa época vivía con su madre, y
esperaba por un padre que fue a la guerra y que nunca iba a volver. Con seis
años de edad, el joven descubre su amor por las películas e inicia una amistad
con Alfredo, el proyeccionista del cine del pueblo, quien le enseña el trabajo,
y también como se hacía para eliminar las escenas que “censuraba” la iglesia.
Todo cambia luego de un incendio en el
que Totó le salva la vida a Alfredo, quien queda ciego y parece que es el fin del
Cinema Paradiso, sin embargo aparece un accionista que reabre el cine y
contrata a Salvatore, todavía un niño, para ser el nuevo proyectista.
El film avanza unos diez años más
adelante, Salvatore ya es un adolescente que sigue trabajando en el cine, y empezando
a filmar con una cámara, se siente atraído por Elena, la hija de un rico
banquero, y con quien nunca pudo comenzar una relación. Luego de hacer el
servicio militar, Totó vuelve a Sicilia, pero Alfredo le dice que se vaya del
pueblo, que no vuelva, y que inicie una nueva vida lejos de todo.
Nuevamente en la década del 80, Salvatore
vuelve por primera vez a su ciudad para el funeral de Alfredo, mientras el
Cinema Paradiso es demolido para la creación de un aparcamiento. Otra vez de
vuelta en Roma, abre un regalo que le había dejado Alfredo: son las escenas de
los besos recortados que forman una sola película…
Trailer
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