martes, 14 de noviembre de 2023

LA ZONA - STALKER DE ANDREI TARKOVSKY

PROGRAMA 429 (03-11-2023)

 

SINOPSIS

 

En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Tené cuidado! Cada paso te puede acercar más al abismo. ¿Acaso es tu propio infierno lo que te da pavor? ¿Serán tus propios pensamientos oscuros los que te perturban y no te dejan mover? Seguí caminando… lentamente… El lodo se vuelve más viscoso. El aire se torna irrespirable. Hay plantas a lo lejos, ese verde es quizás tu última esperanza... Un poco de oxígeno extra no te vendría nada mal. Hay sonidos por todas partes. Sirven para distraerte de tu próximo objetivo. Parece no haber vida alguna. Sólo ínfimas moléculas en el agua destilan algo de humanidad en la podredumbre. Las manos se congelan mientras los pies intentan despegarse del suelo. La vida aquí ya no es tal. Del hielo al fuego pueden pasar segundos. Y quizás de pronto el fuego te envuelve. Eso al menos indican las cenizas que hay a tu alrededor. ¿Cómo todo pudo consumirse tan rápido? ¿Qué mundo es este? Es lo primero que viene a tu mente. Los recovecos del planeta pueden ser indescriptibles. 



¿Habrá otra cosa igual en esta galaxia? ¿Seremos seres únicos? Más preguntas sin respuestas. Ruinas que son como símbolos. Símbolos de una civilización extinta. Muecas de lo que alguna vez pudo ser y no fue.  La muerte por la muerte misma. La guerra en nombre de la paz. La vida que se apaga sin más preámbulos. Todo tan triste. Tan triste y solitario. Pero a la vez tan bello. Lo opuesto que se atrae. Arte en la miseria más inhumana. Pinturas, música, planos, fotografías. Todo en su justo lugar. Todo como si tu mirada armara un documental desolador. Y algo que va rondando en tu cabeza. Belleza soporífera del mal menor. Y un ladrido que se escucha allá, a lo lejos, cerca de alguna estación. Y una última gota de agua que cae y te salpica vilmente. Y otro paso, hasta que no puedas avanzar más. La misión se vuelve más complicada. Y sólo los ecos de la barbarie pueden guiarte hacia la zona…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE STALKER

 


Somos como rosas que nunca se molestaron por germinar cuando debimos haberlo hecho, y es como si el sol se hubiera hartado de esperar, escribió hace ya un tiempo el viejo Bukowski. Dios ha muerto y fue el hombre quien lo ha matado. La desolación a partir de todo aquello es siempre infinita. La carencia absoluta de fe nos ha confinado a la peor de las soledades. Una vez más: el sol ya no nos espera, dios ha muerto. La falta de un destino para el hombre deja en evidencia la crudeza del sin sentido al que fuimos arrojados. Ya no habrá para nosotros la perversa recompensa del paraíso deseado. Nadie abrirá para nosotros las imponentes puertas del cielo y ni siquiera habrá fuego en el infierno capaz de incinerar nuestras almas pecadoras y pérdidas. Nuestras fantasías de eternidad están arrojadas sobre el mismo barro que yace el cuerpo de ese dios que debía administrarlas, que debía juzgarnos desde su imponencia. Junto a dios, ha muerto también el hombre tal como lo conocemos. Junto a ese dios han caído también todas las categorías sobre las que se sostenía nuestra concepción de humanidad. Al comprender que el camino carece de todo destino, al hacer consciente el sinsentido del viaje, el hombre deja de ser instantáneamente origen o final. Lo humano, se devela tal cual siempre fue, únicamente tránsito. El hombre es, en todo caso, siempre recorrido. 



La gran pregunta filosófica que surge en este sentido es la siguiente ¿recorrido entre qué y qué? Después de todo, cualquier camino tiene inicio y destino. Olvidados por el sol, muerto dios, muerto lo humano (con todo lo que ello conlleva) entonces, el camino evidente que queda al descubierto es aquel de retorno a cierta animalidad. Una superación que implica una disolución de lo que ya somos. Dirá Federico en su Zaratustra al referirse a las tres transformaciones, que en un principio éramos camellos, luego nos transformamos en leones y finalmente, fuimos niños. El camello como imagen retórica del animal domesticado, del animal que soporta la joroba de la tradición humana, del deber y las obligaciones. Aparece allí entonces luego el león, la bestia que luchará contra aquel camello obediente y tomará a la fuerza el poder. El león es la reacción a nuestra vida anterior que habilitó un tránsito hacia un nuevo lugar. Luego de ser leones, fuimos niños. Aparece allí entonces, lo pos humano, el superhombre. Esta idea no implica un hombre superior, evolutivo o mejor, sino que es lo que surge cuando la idea de hombre se acaba. Surge allí una necesidad de recuperar, entre otras cosas, una relación con la animalidad. Verá Federico en el niño aquel salvajismo olvidado. Verá su capacidad lúdica, su instinto de creación, su capacidad de soltar para continuar creando, su relación con la contingencia, con esa idea de que todo puede ser de otra manera. De este modo, entonces, el hombre se corre del centro del saber, del centro ordenatorio para reconciliarse con la debilidad, con todo aquello inherente a lo humano. 



La muerte de dios es la muerte de los absolutos. El hombre es un puente, no una meta, una cuerda tendida entre el animal y el superhombre. El humano es un animal que se ha olvidado de su condición salvaje. Esta idea choca, claramente, con el creacionismo religioso para el cual, el hombre es pura finalidad y depende su existencia toda, de la mismísima creación. El hombre, entonces, está domesticado por la iglesia, crea la metáfora de dios para encontrarle algún sentido a la existencia, y en ese trayecto, olvida lo metafórico de su creación. El superhombre, el hombre que se niega a sí mismo, vendrá a desenmascarar todas las categorías que hicieron de nosotros los nuevos dioses. Todas estas ideas, quizás pueden ayudarnos a pensar aquella obra inmensa titulada Stalker de aquel héroe llamado Andrei Tarkovsky. El film plantea una distopía en donde la humanidad ha sido intervenida por algún tipo de fuerza exterior, producto de lo cual se ha generado un área restringida llamada la zona. Los Stalkers son los hombres baquianos encargados de filtrar gente a La Zona para recorrerla y llegar a La habitación, lugar mágico que concede la realización de un deseo, pero tal como si fuera un sarcasmo típico de los dioses griegos, el deseo que se cumplirá no será el que se pida, sino aquel más oculto que poseamos. El film tendrá una estructura lineal y trabajará las alegorías con una sutileza muy pocas veces vistas. Hay siempre mucha información expuesta en cada plano de Stalker



Estamos frente a una obra única, un modelo de utilización del lenguaje audiovisual, un modelo de dirección de actores, un modelo de puesta de cámara y de iluminación. No temo equivocarme al afirmar, que el film Stalker posee la mejor fotografía jamás lograda en la historia de la cinematografía mundial. El diseño de la misma, estará dividido en dos, la vida cotidiana se contará en tonos sepias mientras que para La Zona se reservará una paleta de colores vividos e intensos que lograrán hacernos sentir que descubrimos la naturaleza por primera vez. Notaremos también la excelente economía de puesta de cámara que atraviesa toda la obra, generando movimientos casi imperceptibles los cuales serán funcionales a la atención del espectador sobre la información impartida en imagen. El desarrollo dramático estará regido por El camino del héroe tal como lo explica Joseph Campbell en su libro homónimo. Habrá un llamado, un ayudante, un recorrido interno que modificará al protagonista. Podremos trabajar la obra también, tal como venimos diciendo, desde un punto de vista Nietzscheano, particularmente desde su idea de superhombre o transhombre. Será un recorrido alegórico entre lo humano y su conflicto constante con la fe. La cinta se verá plagada de cruces expuestas de manera subliminal, creadas con todo tipo de recursos como por ejemplo postes de luces en desuso. La trinidad que emprenderá el recorrido a través de la curva dramática representará la ciencia, el arte y la fe. Comenzaran, tal como lo describe Federico, siendo camellos, llevando encima todo lo humano, serán leones al entrar en conflicto directo con aquello que son y terminaran siendo niños al soltar y construir algo nuevo. Serán tránsito, estos tres personajes no serán nunca ni origen ni final. Será en aquel recorrido donde se reanudará su relación con la contingencia y se demostrará que todo puede ser de otra manera. Se hablará del arte y de la falta de egoísmo del artista, tal como lo nombra Kandinsky en su libro “De lo espiritual del Arte”. Se criticará el papel de la ciencia y su relación con lo humano y se destacarán con terrible angustia los ojos ciegos de los hombres ya sin fe. Aparecerá como referencia al retorno a la animalidad, la figura del perro que será amigable con los humanos y ellos ya no podrán dejarlo atrás. Será una bella metáfora de aquel retorno imprescindible a lo salvaje planteado por Nietzsche. Ya en su vuelta de La Zona, nos quedaremos con el superhombre, con lo pos humano, el león se convertirá finalmente en niño. El film concluirá con la hija del Stalker, con sus capacidades nuevas, con aquellas carencias tan humanas, demasiado humanas.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO TARKOVSKY

 


Nacido en Rusia en 1932, hijo del poeta Arséni Tarkovski, tuvo una infancia difícil que le dejaría una profunda huella. Después de estudiar Música y dedicarse tres años a la pintura, cursó Árabe en el Instituto de Lenguas Orientales, y también Geología – que le llevaría a trabajar en Siberia (1956-1960) – y finalmente Cine en el famoso VGIK, donde se formó al lado de Mikhaíl Romm. Empezó con algunas películas como estudiante, como Asesinos, basada en la novela de Ernst Hemingwey en 1958. Ese año también dirigió Concentrado y siguió con los filmes Hoy no se licenciará y La apisonadora y el violín, film con el que se graduó en la Universidad. Su primera película oficial fue La infancia de Iván en 1962, la historia de un niño ruso de 12 años que trabaja espiando a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Ganó el Leon de Oro en Venecia, convirtiéndose en la primera ópera prima en lograrlo. 



En 1966 dirigió Andrei Rublev, la biografía del pintor ruso que pintó la Catedral del Kremlin y ahí se dio cuenta de las torturas, crímenes y matanzas que sufría su pueblo, film secuestrado por el régimen soviético. En 1972 dirigió Solaris, basada en un clásico del escritor polaco Stanislaw Lew, sobre un científico es enviado a la estación espacial de un remoto planeta cubierto de agua para investigar la misteriosa muerte de un médico. Ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes



Tres años después llega El Espejo, donde mezcla parte de su vida, su autobiografía, la historia de su padre, y lo que está pasando en su país, a través de imágenes, relatos y poemas del propio director. Un film lleno de simbolismos. En 1979 dirige La Zona (Stalker), en la que en un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteoro. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. En 1983 filma Nostalgia, la vida de Andrei Gorèakov, un poeta ruso, que recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. Para muchos, lo más cercano a la poesía que se vio en el cine. Ganó el Premio a Mejor director en Cannes. En 1986 dirigió Sacrificio, el film que dejó un legado difícil de igualar, a pesar de su escasa filmografía, 9 meses antes de su muerte. 



Su estilo está vinculado a la tradición lírica y patriótica del cine soviético, más próximo a Aleksandr Dovjenko que a Sergei M. Eisenstein. Al respecto, dijo sobre este maestro: “Me parece que su estética me es ajena y francamente contraindicada”. Humanista y místico, defensor de la creación individual del artista, en su narrativa cinematográfica rechazó la unidad dramática tradicional. Polémico y un tanto sofisticado como cineasta, sus ambiciosos filmes -estructurados como capítulos de novela o cantos de una epopeya- necesitaron grandes presupuestos. Con sólo siete películas largas en 25 años, hoy está reconocido como uno de los grandes “clásicos” del cine contemporáneo. Destacó por su uso del plano-secuencia y la lentitud narrativa para reflexionar la imagen y participar activamente en la creación de la obra de arte. Poco después de morir de cáncer a los 52 años, en plena capacidad como creador, apareció publicado el diario de trabajo y sus teorías en forma de libro: “Esculpir en el tiempo”, donde dialoga con los problemas reales que se le presentaban en su tarea artística. Las generaciones actuales han manifestado un creciente interés por este genio de la pantalla.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Stalker

Año: 1979

Duración: 161 min.

País: Unión Soviética (URSS)

Dirección: Andrei Tarkovsky

Guion: Arkadiy Strugatskiy, Boris Strugatskiy, Andrei Tarkovsky. Novela: Arkadiy Strugatskiy, Boris Strugatskiy

Música: Eduard Artemyev

Fotografía: Aleksandr Knyazhinsky, Georgi Rerberg

Reparto: Aleksandr Kaidanovsky, Anatoly Solonitsyn, Nikolai Grinko, Natalya Abramova, Alisa Freyndilkh

 

PELÍCULA COMPLETA

No hay comentarios:

Publicar un comentario