sábado, 19 de junio de 2021

ADIÓS A LOS NIÑOS - AU REVOIR LES ENFANTS

PROGRAMA 330 (28-05-2021)

 

SINOPSIS

 

Invierno de 1943. Durante la ocupación alemana de Francia, en un internado católico para chicos, Julián, un muchacho de trece años, queda impresionado por la personalidad de Bonnet, un nuevo compañero que ingresa en el colegio después de iniciado el curso. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Escondamos los tesoros más preciados: una foto, una caricia, una sonrisa. Hagamos un pozo en el fondo de nuestra alma para depositar esos momentos infinitos. Porque tarde o temprano, alguien nos lo quitará... Que sean esos déspotas sin amor quienes se queden atragantados en su propia memoria. Esas marionetas sin sentimientos manejadas a control remoto no lograrán callar esas miles de voces. Esas que todavía resuenan en las aulas vacías. Quedarán nombres grabados a fuego. En cada guardapolvo abrazaremos sus cuerpos ya vencidos. Y donde ya no quedan lágrimas, habrá dolores eternos. Desde nuestra guarida hemos escupido tantas oraciones que a veces no nos quedan palabras. Pero hay algo que nunca vamos a negociar: saber de que lado estamos. Por eso en lugar de llenar la hoja en blanco de caracteres inertes preferimos gritar una vez más que no debe haber raza, sexo o religión que nos haga diferentes. 



Ya corrió mucha sangre alrededor del planeta y las explosiones se siguen sucediendo. Y esos tiernos corazones de repente quedaron mutilados sin saber como ni porque se transformaron en adultos en un abrir y cerrar de ojos. Y ahí se hicieron añicos miles de sueños. Y quizás hasta dejamos morir un futuro que hubiese cambiado todo. Y nadie sabe tampoco bien porqué. Y nosotros, simples seres que transitamos esta vida sólo como un número más, estamos lejos de entenderlo. Y en parte agradecemos eso. Mientras tanto en alguna parte del planeta otra risa se apaga y solo quedará escondida en inútiles recuerdos. Y no hay mucho más para agregar. Porque en cada bomba que estalla, estamos más cerca del final, pero nos resistimos porque creemos que nunca, pero nunca, es tiempo para decir Adiós a los niños.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE ADIÓS A LOS NIÑOS

 


La mirada tiene un poder tan inmenso y aun así son pocas las veces en las que reparamos sobre ella. Confiamos más en las palabras aunque sepamos sin pretextos que nos mienten. Aplaudimos cuando alguien nos dice “rojo” o “libro”, cuando alguien nos dice “amor”. Pero ¿qué hay de verdad en todo aquello? La convención. La arbitrariedad. El poder. Aun así, o tal vez por eso, las palabras escriben leyes, derechos, tratados. Palabras que decretan la paz, pero ¿Qué paz? Palabras que dictaminan la justicia, pero ¿Qué justicia? ¿La justicia para quién, la justicia de quién? Palabras insuficientes mintiendo un mensaje que nunca llega. La poesía es la rama del arte que juega con esa insuficiencia, que la delata y la expone. Se sirve de las palabras pero opera en su insuficiencia. Todos sabemos que el poema está en la mirada, jamás en la palabra. No es lo escrito su terreno, esa es solo su excusa. Alejandra nos decía que una mirada desde una alcantarilla puede ser una visión del mundo, la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizar los ojos. La propuesta es clara: acabar con la dictadura del lenguaje, liberar heroicamente nuestra visión esclava de aquel grito que retumba en nuestro cerebro repitiendo la palabra rosa e ir al fin (por fin) más allá. En definitiva ser poetas ante una realidad que muere de angustia en la frialdad claustrofóbica de un inventario. La mirada puede hacernos gigantes en un mundo de enanos. 



Puede reducirnos a nada en un universo inconmensurable. Puede estar a la altura de las circunstancias y así tender manos y puentes entre los que más lo necesitan. Mi mirada sobre tus ojos es capaz de dejar en ridículo a cualquier te amo. La mirada del miedo que mira a la monstruosidad y no al monstruo. La mirada indiscreta capaz de convertir en piedra la curiosidad impertinente del mortal que la lance. La mirada vacía de la traición que asesina con la eficacia del mejor de los cuchillos. La mirada: que sugiere sutilmente sin caer en la soberbia pétrea del decir. Esta será una herramienta muy valorada dentro del lenguaje audiovisual por su capacidad evocativa y la amplitud de matices que con su correcto uso se puede alcanzar. En el film que hoy nos convoca de Louis Malle, Adiós a los Niños, podremos encontrar una utilización muy cuidada de este recurso. La película contará con personajes que preferirán insinuar a declamar. Alguna vez el guionista y director argentino Santiago Carlos Oves me dijo que el dialogo es la herramienta del guionista perezoso. El desafío del escritor audiovisual está en generar, en construir y diseñar imágenes complejas capaces de comunicar, en hacer accionar a sus personajes sin la necesidad de que sean ellos mismos los que comuniquen en su decir lo que sucede en sus mundos internos, resultado inevitable de su tridimensionalidad. 



Adiós a los niños logrará la construcción cuidadosa de este tipo de imágenes así como también el diseño preciso de este tipo de personajes. Nos encontraremos en el relato con Julien y Jean, los protagonistas del drama, que ocultarán secretos, miedos y sentimientos. Dirán poco, y accionarán mucho. El film poseerá una fotografía que optará por los colores fríos y las cámaras fijas. Habrá un trabajo sobre los distintos escenarios que manejará el director en donde con el correr de la curva dramática se remarcará las bajas temperaturas y la hostilidad de las nevadas para graficar de manera artística y metafórica el avance feroz de la guerra, la llegada inminente de la muerte. La película será crítica con la mirada que se suele ejercer sobre el otro, sobre el distinto, sobre las diferencias. Llamará la atención sobre la diversidad de creencias y la persecución cobarde del hombre sobre el hombre. La palabra dios, la palabra nazi, la palabra amigo sucumbirán ante la fortaleza de una simple mirada. Allí estará el relato que lo dirá todo sin decir nada. Allí estará la ausencia de dialogo ejerciendo todo su poder comunicacional. Beethoven nos recomendó alguna vez no romper el silencio si no era para mejorarlo. Allí estará entonces el silencio, como lo está aquí ahora, llenando este espacio entre nosotros.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO MALLE

 


Nacido en Thumeries, departamento de Nord en 1932, Malle provenía de una familia de industriales del azúcar (era nieto de Henri Béghin, el fundador de la marca de azúcar Beghin-Say), quienes hicieron su fortuna en las guerras napoleónicas. Creció en un ambiente muy acomodado y pasó por distintos internados católicos. Un amigo suyo que formaba parte del equipo de filmación en el barco Calypso de Jacques-Yves Cousteau, tuvo que cederle a Louis su puesto y en 1955 asumió como asistente de dirección y camarógrafo en el documental El mundo del silencio, por el cual recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes, junto con Jacques-Yves Cousteau. A continuación trabaja con Robert Bresson para preparar (y rodar en parte) Un condamné à mort s'est échappé. Dirigió su primer largometraje a los 25 años, Ascensor para el cadalso (1957) con Jeanne Moreau en la que mostraba su pasión por el jazz, usando una banda musical original de Miles Davis



Luego, realizó Los amantes (1958), también con Jeanne Moreau y en la que atacaba a la burguesía. Más adelante se decidió a adaptar uno de los relatos más difíciles de Raymond QueneauZazie en el metro (1960). En 1962 llegó Una vida privada. Más tarde rodó Fuego fatuo (1963), que trataba sobre la depresión y el suicidio: se basaba en un relato trágico, homónimo del colaboracionista Pierre Drieu La Rochelle. El peso de Camus y el teatro del absurdo marcan su trayectoria. Mas tarde llegaron ¡Viva María! y El ladrón de París. En 1968 se alejó de Francia y de la ficción para rodar Calcuta, un documental que trata de la vida de los campesinos de la India. Luego dirige otros documental como Humano, demasiado humano y Plaza de la República. Al regreso de su viaje, Malle rodó una película que provocó una gran polémica: El soplo al corazón (1971). La película evoca la relación incestuosa (aunque romántica) entre una madre y su hijo. 



Tres años más tarde, la controversia que suscitó tuvo un carácter político. En Lacombe Lucien (1974), con guion cuidadoso, compartido con el novelista Patrick Modiano, trabajó con actores no profesionales (como el protagonista) mezclados con profesionales, tal como hiciera Robert Bresson. Malle describía el lento progreso de un joven campesino, de familia desarraigada y humilde, hacia el colaboracionismo, cerca de Toulouse, zona en la que hubo masacres nazis destacadas. Quería mostrar una Francia que había estado oculta. En el punto más agrio de esa polémica, Malle decidió emigrar a los Estados Unidos. Ya había rodado un documental en ese país algunos años antes (Humain trop humain, 1973), en el que seguía la vida de los trabajadores estadounidenses pobres, experiencia que repitió en 1985 en God's Country. En Hollywood filmó, entre otras películas, La pequeña (1978) con la joven Brooke Shields y sobre todo Atlantic City (1980), con Burt Lancaster y Susan Sarandon, donde relata las desventuras de un pícaro retirado y de su vecina, en la ciudad de los casinos. Luego hace tres films más: Mi cena con André ("My Dinner with André"), Crackers y Alamo Bay



Cuando regresó a Francia en 1987 volvió a tratar el tema que le había hecho marcharse: la ocupación nazi en Francia, a través de un film que será el punto más alto de su carrera, Adiós, muchachos (1987). En un colegio católico, durante la ocupación, un muchacho burgués descubre que uno de sus compañeros es judío. En esta película, Louis Malle narra sus recuerdos de la guerra. La historia, en parte autobiográfica, ya que él fue testigo de una situación similar durante su infancia, trata de un joven judío que se había ocultado en su internado, pero fue luego descubierto por la Gestapo y deportado. Malle declaró que ese tema le había perseguido desde siempre y que, de hecho, esta historia trágica es la que le había llevado al cine. La película retoma también algunos elementos de películas anteriores; de Lacombe Lucien toma al colaboracionista contra su voluntad; de El soplo en el corazón, la intensa relación entre madre e hijo. La película fue un éxito y ganó diversos premios. Filmó a continuación la comedia Milou en mayo (1989), así como Herida (1992). Su último film fue una magnífica adaptación de Vania en la calle 42 (1994), pieza teatral de Antón Chéjov; este Vanya on 42nd Street se estrenó el 19 de octubre de ese año en los Estados Unidos y el 25 de enero de 1995 en Francia. Falleció el 23 de noviembre de ese año por un linfoma a los 63 años.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Au revoir les enfants

Año: 1987

Duración: 104 min.

País: Francia

Dirección: Louis Malle

Guión: Louis Malle

Música: Franz Schubert

Fotografía: Renato Berta

Reparto: Gaspard Manesse, Raphaël Fetjo, Francine Racette, Stanislas Carré de Malberg, Philippe Morier-Genoud, François Berléand, François Négret, Peter Fitz, Pascal Rivet, Bendit Henriet, Xavier Legrand, Irène Jacob

 

PELÍCULA COMPLETA

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