martes, 12 de junio de 2018

MI CENA CON ANDRE - MY DINNER WITH ANDRE



EDITORIAL

Ya mis brazos no son aquellas fuertes ramas congeladas en la noche de los tiempos. Hoy la pena ahueca mi pecho donde debía latir con la delicada desesperanza de una pantera encerrada que recorre su jaula con unas garras que ya no son sus garras, con una mirada ausente o tal vez lejana. Es el otoño que sopla las cenizas, que pinta del monótono color del olvido aquellos recuerdos que eran mariposas, es el otoño que espanta  con inefables escobas a  aquellos fantasmas dueños de mis peores soledades. Es el miedo que roba al fin mi nombre, son las palabras insuficientes, que no nombran ni dicen, que se agotan desesperadas y castran la idea y lo cargan todo de  aquella ausencia insoportable. Ya no habrá estampidas de risas desdibujando bocas para siempre, no guardaremos besos en las hogueras de las canciones. Ya se apaga la música y los pies no bailan, y todo se llena de esa quietud perpleja y ocre que se alimentan las lágrimas y suspiros.  Esta es la última noche que me aleja de todo. Cae conmigo todo el mundo que he sido, todas las vastas narraciones de las que me he servido para que todo sea. Despierta. No, no muero, voy hacia la vida.    

Lucas Itze.- 

Canción post editorial


Charly y la palabra justa



IMPRESIONES SOBRE MI CENA CON ANDRE


Nubes grises inundan la paleta de colores. La tarde se vuelve oscura y las manos sudan entre tanta gente. La rutina empieza a llegar a su fin. La multitud se amontona hasta parecer una masa uniforme. Muchos quieren desaparecer y aparecer en una playa o una ciudad turística. Otros, los más humildes, desean encontrarse en su cama para perseguir sus sueños. Todos, y en esto nos ponemos de acuerdo, queremos escapar de la paranoia que nos rodea en la gran ciudad. De dejarlo todo y vivir por uno mismo. De intentar no depender de nadie. De ser libre, ni más ni menos. Algo de eso encontraremos en el film de Louis Mallé, titulado Mi cena con André. Y antes de empezar a desarrollar nuestras ideas les advierto: estamos ante una película extraña, diferente. Pueden parar acá, o nos pueden seguir acompañando en este humilde viaje. El film nos presenta a dos amigos que se juntan a charlar en un restaurante después de años sin verse. Por un lado tenemos a Wallace, alguien que sobrevive como muchos de nosotros, por otro, a André, un hombre que ha pasado por diferentes experiencias que nos iremos enterando a lo largo del film. El director rodará esta película casi como un documental, ya que veremos un mano a mano entre los protagonistas y no mucho más. Y también habrá mucho de teatro en ella. Además contará un prólogo y un epílogo con la voz en off de Wallace y veremos su cambio de parecer entre el antes y después del encuentro. 


No habrá gran composición de planos, será austero con los encuadres, mostrará solo lo que tiene que mostrar. No hará falta música (sonará sólo un tema) y los otros actores que aparecen estarán casi como decoración. El único que tendrá una aparición más tenaz será el mozo, quien asomará cada tanto a cumplir su función. La fotografía también será bastante normal, con una capa de colores otoñales. La película estará basada en un guion firmado por Wallace Shawn y André Gregory, justamente los protagonistas del encuentro, por lo que los actores tienen quizás muchos puntos en común con el personaje que representan, lo que hace que en alguna parte, sintamos que estamos presenciando una charla autobiográfica. El director nos pondrá ante una clara misión: seremos los observadores del duelo. Seremos nosotros quienes estemos también inmiscuidos en esa charla. Nos sentiremos atraídos por las experiencias de uno, pero también comprenderemos las miserias del otro. Pasarán muchos temas por nuestros oídos. André recordará entre plato y plato su teatro de improvisación en un bosque polaco, sus vivencias en India y hasta cierta noche de Halloween en la ciudad de Long Island donde cambió su forma de ver. Y allí también cambia nuestra percepción, que es de lo que habla el protagonista. De esa diferencia entre ver y mirar. 


De saber cuándo estamos ante lo real y cuando parecemos salidos de una obra teatral, de esas que estos dos dramaturgos tanto saben. Hasta que llega esa ambigua identificación sobre el aburrimiento, la tarea de los medios de comunicación y la alienación en las grandes ciudades. Sí, porque la bella y lujosa Nueva York, tiene los encantos pero también los despojos de nuestra querida Buenos Aires. Porque toda gran ciudad está repleta de zombies que mueren y renacen a cada instante. Entonces llega lo que nos preguntamos siempre desde este humilde programa: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es el amor? Y hablaremos entonces de los poetas malditos, de los filósofos olvidados, de nuestros héroes sin capa que vinieron al mundo a derramarnos su sangre dentro de este infierno para morir en alguna de las más infinitas miserias. De aceptar esa muerte que siempre decimos que es el olvido. De escaparnos un minuto para que nuestras mentes vuelen. De salir a gritar a los cuatro vientos eso que creemos que sólo los locos harían. Y los locos somos nosotros, que nos perdemos entre los yuyos de las creencias. Y así llegaremos al final de todo esto, entre charlas íntimas con nuestros propios yo, para descubrir de una vez lo que estamos buscando.

Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones


Otra de los hombrecitos de Liverpool


UNIVERSO MALLE



Nacido en Thumeries, departamento de Nord en 1932, Malle provenía de una familia de industriales del azúcar (era nieto de Henri Béghin, el fundador de la marca de azúcar Beghin-Say), quienes hicieron su fortuna en las guerras napoleónicas. Creció en un ambiente muy acomodado y pasó por distintos internados católicos. Un amigo suyo que formaba parte del equipo de filmación en el barco Calypso de Jacques-Yves Cousteau, tuvo que cederle a Louis su puesto y en 1955 asumió como asistente de dirección y camarógrafo en el documental El mundo del silencio, por el cual recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes, junto con Jacques-Yves Cousteau. A continuación trabaja con Robert Bresson para preparar (y rodar en parte) Un condamné à mort s'est échappé. Dirigió su primer largometraje a los 25 años, Ascensor para el cadalso (1957) con Jeanne Moreau en la que mostraba su pasión por el jazz, usando una banda musical original de Miles Davis


Luego, realizó Los amantes (1958), también con Jeanne Moreau y en la que atacaba a la burguesía. Más adelante se decidió a adaptar uno de los relatos más difíciles de Raymond Queneau, Zazie en el metro (1960). En 1962 llegó Una vida privada. Más tarde rodó Fuego fatuo (1963), que trataba sobre la depresión y el suicidio: se basaba en un relato trágico, homónimo del colaboracionista Pierre Drieu La Rochelle. El peso de Camus y el teatro del absurdo marcan su trayectoria. 


Mas tarde llegaron ¡Viva María! y El ladrón de París. En 1968 se alejó de Francia y de la ficción para rodar Calcuta, un documental que trata de la vida de los campesinos de la India. Luego dirige otros documental como Humano, demasiado humano y Plaza de la República. Al regreso de su viaje, Malle rodó una película que provocó una gran polémica: El soplo al corazón (1971). La película evoca la relación incestuosa (aunque romántica) entre una madre y su hijo. 


Tres años más tarde, la controversia que suscitó tuvo un carácter político. En Lacombe Lucien (1974), con guion cuidadoso, compartido con el novelista Patrick Modiano, trabajó con actores no profesionales (como el protagonista) mezclados con profesionales, tal como hiciera Robert Bresson. Malle describía el lento progreso de un joven campesino, de familia desarraigada y humilde, hacia el colaboracionismo, cerca de Toulouse, zona en la que hubo masacres nazis destacadas. Quería mostrar una Francia que había estado oculta. En el punto más agrio de esa polémica, Malle decidió emigrar a los Estados Unidos. Ya había rodado un documental en ese país algunos años antes (Humain trop humain, 1973), en el que seguía la vida de los trabajadores estadounidenses pobres, experiencia que repitió en 1985 en God's Country. En Hollywood filmó, entre otras películas, La pequeña (1978) con la joven Brooke Shields y sobre todo Atlantic City (1980), con Burt Lancaster y Susan Sarandon, donde relata las desventuras de un pícaro retirado y de su vecina, en la ciudad de los casinos. Luego hace tres films más: Mi cena con André ("My Dinner with André"), Crackers y Alamo Bay


Cuando regresó a Francia en 1987 volvió a tratar el tema que le había hecho marcharse: la ocupación nazi en Francia, a través de un film que será el punto más alto de su carrera, Adiós, muchachos (1987). En un colegio católico, durante la ocupación, un muchacho burgués descubre que uno de sus compañeros es judío. En esta película, Louis Malle narra sus recuerdos de la guerra. La historia, en parte autobiográfica, ya que él fue testigo de una situación similar durante su infancia, trata de un joven judío que se había ocultado en su internado, pero fue luego descubierto por la Gestapo y deportado. Malle declaró que ese tema le había perseguido desde siempre y que, de hecho, esta historia trágica es la que le había llevado al cine. La película retoma también algunos elementos de películas anteriores; de Lacombe Lucien toma al colaboracionista contra su voluntad; de El soplo en el corazón, la intensa relación entre madre e hijo. La película fue un éxito y ganó diversos premios. Filmó a continuación la comedia Milou en mayo (1989), así como Herida (1992). Su último film fue una magnífica adaptación de Vania en la calle 42 (1994), pieza teatral de Antón Chéjov; este Vanya on 42nd Street se estrenó el 19 de octubre de ese año en los Estados Unidos y el 25 de enero de 1995 en Francia.


FICHA TÉCNICA

Título original: My Dinner with André
Año: 1981
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Louis Malle
Guion: Wallace Shawn, André Gregory
Música: Allen Shawn
Fotografía: Jeri Sopanen
Reparto: Wallace Shawn, André Gregory, Jean Lenauer, Roy Butler.

SINOPSIS

Después de varios años sin verse, los actores y dramaturgos Wallace Shawn y André Gregory quedan una noche a cenar en un elegante restaurante de Nueva York. Como buenos amigos, se empiezan a contar múltiples experiencias personales a través de las cuales comienzan a surgir los grandes temas de la existencia.

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