domingo, 14 de febrero de 2021

CON ÁNIMO DE AMAR - IN THE MOOD FOR LOVE

PROGRAMA 313 (15-01-2021)

 

SINOPSIS

 

Hong Kong, 1962. Chow, redactor jefe de un diario local, se muda con su mujer a un edificio habitado principalmente por residentes de Shanghai. Allí conoce a Li-zhen, una joven que acaba de instalarse en el mismo edificio con su esposo. Ella es secretaria de una empresa de exportación y su marido está continuamente de viaje de negocios. Como la mujer de Chow también está casi siempre fuera de casa, Li-zhen y Chow pasan cada vez más tiempo juntos y se hacen muy amigos. Un día, ambos descubrirán algo inesperado sobre sus respectivos cónyuges. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Hoy regresé a mi viejo barrio para recordarte. Caminando por aquellas veredas donde tantas veces imagine un tal vez que nunca se materializó. Dibujé siluetas tuyas con mi sombra, sombra intocable, sombra que se transformaba cuando intentaba acercarme, que huía cada vez que daba un paso. Sombra misteriosa que pintaba tu pelo negro con el humo de mi cigarrillo. Sombra que se distraía y se ponía a jugar ser mi espejo de hoy ¡Maldita sombra que interpretó a la perfección tu papel! Hoy regresé a encontrar en aquellas huellas que dejamos y que aún siguen intactas, trocitos de posibilidades, intentos imaginarios de sinceramientos presos de absurda cobardía, fantasías que quedaron abrazadas a pedazos de mi inocencia y juventud, sensaciones de real satisfacción inmortalizadas en tus risas, aun sabiendo que el destino no tenía más que eso para nosotros.


Y entonces pensé que no teniendo nada, lo tenía todo y me pregunté cuando fue que me volví tan exigente y autoritario con mi felicidad. Si solo bastaba con quemar las horas buscando revelar el misterio que escondían ciertos gestos tuyos. La felicidad descansaba en pequeños actos desinteresados, en la búsqueda de metas inalcanzables, en besos imaginarios, en esos instantes que el viento se me aliaba acercándome tu perfume. Todo aquello que en principio parecía un homenaje a tu gracia mutó y entonces me di cuenta que no era a vos a quien buscaba sino a mí mismo. A mi yo de antaño que sin tanta tecnología sabía dónde encontrarte pero sobre todo, donde encontrarme. No teníamos nuestro Pont des Arts pero si aquella esquina, aquella magia y aquellos atados de 10 que quemábamos con la misma rapidez que se fueron esos atardeceres y que ardieron junto a la posibilidad de llegar a vos. Bebo el último sorbo de vino caliente sentado en el umbral de aquella puerta que es donde termina mi recorrido y donde te vi por última vez sin saberlo. Me despido de vos y de mí mismo con la esperanza de que este eco que aún resuena sobreviva y siga esperándome allí otros 20 años más o hasta que vuelva a perderme.

 

Alan Beneitez.-

 

Canción elegida para editorial

 


IMPRESIONES SOBRE CON ÁNIMO DE AMAR


Todo empezó sobre aquella mesa de madera perdida en el fondo del lugar, bajo la luz amarillenta, junto al humeante cenicero que como una locomotora infernal me conducía sin frenos a los arrabales más desiertos que la noche escondía. Esa noche de la cual hasta las estrellas habían huido también fue protagonista de aquel comienzo. Tan frágil, tan agobiante, tan lejana. La trama ve aquella seductora danza que dibuja el humo de mi cigarrillo y sale a su encuentro sin dudarlo. Siempre supe que hay algo de adolescente en el actuar de la trama. Ese amor que no presiente, ese fuego incontenible, indomable. Esa inocencia rebelde, ese desacato militante para con los horarios y las tradiciones. Uno termina cediendo ante sus caprichos, pero aun así buscamos tenderle trampas. Buscamos parecer mejores de lo que somos, solo para retenerla un rato más, un café más, un último renglón más. Hacemos talleres para seducirla, buscamos una vida de excesos, nos perfumamos de bohemia. Visitamos bares y hasta tiramos botellas al dormido mar de las nostalgias. Nos dejamos la barba y la vista perdida en cualquier lado. Pero la trama se va como los buenos amores, sin decir nada, sin últimas palabras, sin hasta luegos. El blanco devora toda forma como una fiera hambrienta. Ya no hay rectas, ya no hay colores. Los nombres buscan algún refugio allá lejos, muy cerca del olvido. Hace frío por acá. Ya no hay voces. No hay olores. Nadie dicta el texto. ¿Dónde está aquel jardín bañado de sol dorado? El conejo ya no viene y sin conejo no hay madriguera. ¿Cuál será mi abismo, si hasta el sol se ha olvidado de nosotros? Alejandra. ¿Por qué siempre Alejandra? Una muñeca vestida de princesa toma el té. Con sutileza de princesa y no de muñeca, bebe sin quemarse. Apoya una taza que ya no es de este mundo, sino de otro al que olvidaremos en el próximo sorbo. El ahora, aquel ápice vertiginoso. Borges. Siempre Borges.



En cada intento sus sombras aparecen a devorarlo todo. A exigir más de donde hay tan poco. El cuadro busca la altura de la muñeca princesa, todo es blanco y negro y el fondo se equilibra de manera exacta con su recorte. Exterior / atardecer en el acantilado / hora mágica. El sol cae lento por el fondo de la imagen. Vemos el moribundo recorrido del astro en su eterno tiempo real. El punto de vista no se moverá de ahí. La muñeca llora. La lágrima helada sobre el té. Bergman. Bergman y la muerte. Bergman y el blanco y negro. Siempre ellos dando forma, siempre ellos cuestionándolo todo. Allen, Von Trier, Cortázar, mi viejo. ¿Mi viejo? Si, el también y mi vieja con toda su poesía recitada, esa poesía que resuena como un río inalcanzable contando historias con su canto de rocas. Allí es donde está todo el tesoro, aquel tesoro que nunca se alcanza pero al que uno recurre como si las manos pudieran jugar con sus monedas doradas. Aquel tesoro que está pero no se toca. ¿Pero qué hacer con un tesoro que no se toca? Bueno, después de todo, un tesoro que no se toca no es otra cosa más que un recuerdo. Aventurarse al recuerdo por más que duela, volver a esas callecitas de la memoria donde todos éramos felices y todos estaban vivos. Algunos detractores querrán llevarse nuestra aventura y acercarán con sus frías manos la tentadora copa del olvido advirtiéndonos que nada de lo que uno recuerda es auténtico, que lo verdadero jamás puede ser parte de la memoria. Pero nosotros rechazaremos con cierto heroísmo aquel alivio canallesco que promete el olvido porque siempre supimos que no hay otro paraíso que el paraíso perdido. 


Esto puede parecer el final pero quizás no sea más que un intento. Tal vez es solo el comienzo. Este será el juego que nos propondrá nuestro buen amigo Wong Kar-Wai en la segunda parte de la trilogía sobre el amor llamada In The Mood For Love. Será Chow el encargado de padecer el doloroso conflicto que es siempre recordar. Intentará escribirlo todo, borrará y empezará de nuevo. Probará estilos intentando acercarse ya no a lo verdadero de una historia sino a aquel recuerdo inmanente de un amor idílico. El film estará construido con una estética exquisita. Podremos reconocer muchas influencias que ayudarán a organizar un todo diferente. Notaremos cierta narrativa Almodovariana que se repetirá en el armado de escenarios y elección de colores. Habrá cierta dramática que nos recordara la escritura de Allen. Notaremos cierto ritmo típico de Cortázar. Y los boleros sonaran para robarnos el alma, infernalmente, enfermizamente. La estructura narrativa del film no será lineal, la trama se perderá para luego volver diferente. Se crearán no espacios que serán sostenidos por la capacidad actoral de los intérpretes. Habrá escaleras que suban y bajen a la vez para llegar a habitación situadas en ninguna parte. Aunque el tono lo amerite, no estaremos dentro del terreno de lo surrealista. Asistiremos a una experiencia única de la narrativa y la memoria. La creación buscando derrotar al olvido. El arte, buscándole algún sentido a toda esta vida, a este manojo infernal de memoria que somos, a este cúmulo de ausencias infinitas, a este ser perdido entre la soledad de dos incógnitas. Este sí puede ser el final. Aunque tal vez sea solo el principio.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO WONG KAR WAI

 


Nacido en China en 1958, emigró a Hong Kong a los 5 años de edad, por las dificultades para hablar el idioma cantones de su lugar adoptivo (él hablaba mandarín y dialectos de Shangai), iba con su madre al cine pasándose horas ahí dentro.

Empezó trabajando como guionista para la televisión, y después empezó una carrera junto a su amigo australiano Christopher Doyle, quien sería el director de fotografía de la mayoría de sus films, gracias a ese binomio, Kar Wai fue apodado “el poeta de la imagen”.

Su primer film fue en 1988, llamado El fluir de las lágrimas, donde la historia se centra en dos hermanos que están inmersos en el mundo de la mafia china.

Dos años después llegó Días salvajes, film con el que empezó a ser reconocido en diferentes partes del mundo.


En 1994 filma 
Ashes of Time, donde cuenta la historia de un armador de katanas en la antigua China, en un film de tono épico. El film ganó el premio a mejor fotografía en Venecia.

Ese mismo año llega uno de sus films más aclamados: Chungking Express, dos historias de amor en el pleno barrio turístico de Hong Kong. Un joven policía y una traficante de drogas por un lado. Un agente de policía y una camarera de un bar por el otro. Fue nominada a mejor película en varios festivales. Uno de los films preferidos de Quentin Tarantino.

Un año después filma la excelente Angeles caídos, un notable drama donde conviven un asesino a sueldo que quiere retirarse, una prostituta enamorada de el sin conocerlo, y un joven mudo que vive con su padre.

En 1997 estrena Felices juntos, la historia de Lai y Ho, dos jóvenes que vienen a Argentina en busca de una nueva vida, pero una vez en Buenos Aires, los caminos se separan, y Lai, que trabaja de portero de un bar, quiere volver a Hong Kong, cuando su antiguo amante Ho, aparece, la cosas ya no son iguales. El film ganó el premio al mejor director en Cannes.


El 2000 llega con una catarata de premios gracias al film Con ánimo de Amar, la historia de Chow, un redactor de un diario local que se muda a un edificio donde conocerá a Li Zhen, quien se acaba de ir a vivir con su esposo. Ellos se volverán cada vez más amigos, pero pronto descubrirán algo inesperado de sus respectivos cónyuges. Es la segunda parte de la trilogía iniciada en Días salvajes. El film consiguió el premio a mejor película extranjera en los Bafta ingleses, los César franceses, y en el Círculo de Críticos de Nueva York.

Participa del film Eros, una película dividida en tres episodios sobre el erotismo, la sensualidad y el amor. Junto a Steven Soderbergh y Michelangello Antonioni. Su segmento se tituló La Mano.

En 2004 cierra la trilogía iniciada en 1991 con el film 2046, sobre un escritor que escribía sobre el futuro, aunque en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. Para muchos, la obra maestra del cineasta.



Llega a Hollywood en 2007 cuando estrena My Blueberry Nights, la historia de una jóven que realiza un viaje espiritual por América y a lo largo de la Ruta 66 se encontrará con diversos personajes. Nominada a la Palma de Oro en Cannes. El último largo que ha filmado fue El arte de la guerra en 2013, la historia de Ip Man, el mítico maestro de kung fu japonés (y maestro de Bruce Lee) y la bella Gong (la gran luchadora del país en ese momento) y su importancia en la civilización china, en la previa de la invasión japonesa de 1936.

En estos años está preparando Blossoms Shangai, una serie contada durante dos períodos: desde la década de 1960 hasta mediados de la década de 1970, el final de la Revolución Cultural; y desde la década de 1980 hasta principios del siglo XXI.
Sería una adaptación de la novela de Jin Yucheng que completaría una nueva trilogía junto a sus emblemáticos títulos ‘Deseando amar’ y ‘2046’.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Fa yeung nin wa (In the Mood for Love)

Año: 2000

Duración: 95 min.

País: Hong Kong

Dirección: Wong Kar-Wai

Guion: Wong Kar-Wai

Música: Michael Galasso

Fotografía: Christopher Doyle, Mark Lee

Reparto: Tony Leung Chiu-Wai, Maggie Cheung, Rebecca Pan, Siu Ping-Lam, Mama Hung, Chan Man-Lei, Koo Kam-Wah, Yu Hsien, Chow Po-Chun, Joe Cheung, Kelly Lai

 

PELÍCULA COMPLETA

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