EDITORIAL
Alguna vez Alejandra describió la más oscura soledad en solo un puñado de
palabras, diciendo simplemente que el mundo se ha olvidado de nosotros y lo
malo es que uno no se muere de eso. Allí la sentencia de caminar nuestros pasos
sobre la gélida pista de un mundo que nos ha arrojado definitivamente fuera de
su agenda. La frialdad de una existencia que nos resulta ajena porque jamás
aceptamos sus reglas, la frialdad que se respira en esta autopista, que no hace
más que alejar a nuestros duendes para siempre, en donde el dolor es una
puñalada sobre la abstracción del tiempo que solo existe gracias a la
complicidad complotante entre las palabras. En estas circunstancias muere
nuestra última inocencia que añora haber sido, que se promete que será pero que
jamás tuvo oportunidad de ser. James
Joyce decía que un fantasma es un hombre que se ha desvanecido hasta ser
impalpable, por muerte, por ausencia o por cambio de costumbres. No existir es
desaparecer de aquel relato que describe la ilusión de movimiento sobre la que
desarrollamos nuestra vida, el olvido entonces es la oscura tumba del ser.
Somos seres narrados, atravesados por la sumisa aceptación de un relato
perversamente creado. Sobre esas palabras se alzaran la verdad y la mentira, la
guerra y la paz, se construirá la moral y con ellas las normas de convivencia
que una sociedad precisa. Una palabra, puede despojarnos de nuestra capacidad
de elección, de nuestra reservada libertad y escupirnos de esa manera sobre el
peor de los infiernos. Someternos al relato, a las macabras redes del plan, es
entregarnos con la más espantosa docilidad a las feroces fauces del poder.
Serán ellos los que propongan selectivamente el olvido, pero también seremos
nosotros los que en un acto esquizofrénico y revolucionario lucharemos por
jamás olvidar. Nos sumergiremos en la oscuridad más profunda de su relato para
rescatar siempre de aquel abismo a los treinta mil compañeros que no pudimos
ver envejecer, a los guardapolvos manchados con sangre, a la entrega de la
soberanía económica y política, a las muertes por desidia, por represión, a los
pibes con hambre, al desafortunado desprecio por la educación y la cultura, a
la falta de salud, a la ausencia del estado, a la fatal transferencia de
recursos, a la persecución ideológica, a Milagro, a Rafael Nahuel, a Santiago,
a Sandra y Ruben. Por todos ellos militaremos contra el olvido hasta que en un
perverso juego de palabras se borre para siempre de la memoria al último de
nosotros.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE EN EL NOMBRE DEL PADRE
Perder la libertad es morir de a poco. La
muerte, la verdadera, llegará para dar esa estocada final. Los sueños se
desvanecerán y la esperanza será la guía para no caer. ¿En qué se basará esa
esperanza? No lo sabemos. Tendríamos que hablar con cada uno que haya pasado
por ese momento para tratar de entenderlo. Aun así, no creo que lo lográramos.
Menos, cuando transforman a alguien de inocente a culpable, por una cuestión de
Estado. Alguna vez, el filósofo francés conocido como Montesquieu aseguró “La injusticia hecha a uno sólo es una amenaza
dirigida a todos”. Y cuando hay injusticias, las esperanzas se caen como un
castillo de naipes. De eso, ni más ni menos, se trata uno de los films europeos
más aclamados de los ´90: En el nombre
del padre, de Jim Sheridan. El
director irlandés lleva a la pantalla la autobiografía de Gerry Conlon, el nombre de la injusticia más grande llevada a cabo
por el poder judicial británico en toda su historia. El film arrancará con una
potencia tremenda y ya nada nos podrá hacer quitar los ojos de allí. La voz de
Bono en ese comienzo se cruzará con risas y de repente el sonido de un
estruendo y algo que vuela por los aires mientras la música sigue in crescendo.
Llegarán los créditos y la canción se transformará en susurros. Aparecerá una
bella mujer manejando por Londres mientras una voz en off empezará a contar la
historia.
Esa voz no será otra que la de Gerry, a quien conoceremos tratando de
robar plomo de un tejado.La milicia, las corridas, las balas y la guitarra de Jimi Hendrix marcando el compás con Voodoo Child nos sumergirán de prepo en
la historia. El director junto a su co-guionista Terry George adaptarán el libro casi sin fisuras. El film no caerá
nunca en el maniqueísmo ni en la sensiblería. Será duro, potente y trágico.
Contará con un montaje excelente y la cámara pasará de recorrer pasillos en Belfast a ser testigos de un motín
carcelario con la misma delicadeza. El comienzo, por si no quedó claro, será
arrollador. La banda sonora de esos primeros minutos acrecentará lo que se ve
en la imagen. El ruido de los golpes de las tapas de los tachos, el andar de
los tanques y el traqueteo de los pasos durante las corridas, harán que seamos
testigos directos de esa locura. Una locura que no será nada a comparación de
lo que vendrá después. Son los famosos ´70, con el nacionalismo a flor de piel
en las manos del IRA y los jóvenes haciendo su propia revolución a base de paz,
amor, sexo, drogas y rock and roll. Luego de ese comienzo lo veremos a Gerry,
interpretado por un magnífico Daniel
Day-Lewis, irse a Londres para alejarse de los problemas. Pero no sabía que
iba a estar en el momento y en el lugar equivocado.
Una bomba en un bar de Guilford será el detonante. La
justicia, la prensa y la opinión pública necesitarán dar con los culpables.
Gerry junto a tres amigos son encarcelados por presuntos terroristas. Una vez
en la cárcel, sin derecho a abogados ni nada, sufrirán las peores amenazas y
torturas para que confiesen lo que no hicieron. Veremos ahí unos primeros
planos del sufrimiento del protagonista. Las imágenes lograrán hacernos sentir
la claustrofobia y el deseo de escapar de esa pequeña oficina donde los colores
alegres no existen. Serán días de terror encuadrados perfectamente en la cámara
por Sheridan hasta que llega la confesión inevitable, luego de la amenaza de
muerte a su padre. En una demostración de poder sin escrúpulos, no solo Gerry y
sus tres compañeros serán condenados sino parte de su familia, inclusive su
padre. Allí dentro, solo los colores de los uniformes mostrarán algo de vida.
Nos detendremos en un duelo actoral tremendo, en la primera charla que tienen
en la cárcel padre e hijo.
Pete
Pothleswaite bordará su papel como Giuseppe de un modo inmejorable. Será la
tenacidad, el sufrimiento y la corrección con la que siempre intentó educar a
su hijo, quien demostrará ser todo lo contrario. Llegará entonces un verdadero
terrorista, habrá un motín y una venganza, mientras otra vez la música jugará
un papel fundamental, esta vez en la hermosa voz de Sinead O´Connor, demostrando que la banda musical de Trevor Jones logra unir imagen y sonido
de manera brillante. Con el tiempo esa esperanza tendrá un objetivo claro:
limpiar la memoria de su padre. Asistiremos a un film de denuncia contra los
abusos del Estado. Porque si es el Estado el que miente, ya no hay mucho por
hacer. La historia nos recuerda que los mismos que tienen que gobernar para el
pueblo son capaces de destruir una familia por completo. Sea en Belfast, en
Londres o en Buenos Aires. Y contra el poder, no hay verdad que alcance. Solo
esperamos que alguna vez, la justicia incline su balanza para el lado de los
más débiles y detrás de los barrotes de la prisión, mueran sus días acercándose
cada vez al cadalso del infierno.
Marcelo De Nicola.-
Canción post impresiones
Otro de los grandes temas del film
UNIVERSO
SHERIDAN
Nacido en Dublin el 6 de febrero de 1949,
su padre era director teatral y allí es donde arrancó siendo uno de los
fundadores del Project Art Centre de
Dublín. Una de sus grandes producciones fue la aclamada Spike in the First World War,
basada en la novela de Jaroslav Hasek.
En los ´80 decide irse a Broadway
junto a su mujer y sus dos hijas y se matricula en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York. Vuelve a su país
natal para rodar su ópera prima que termina siendo un éxito mundial: Mi pie izquierdo, donde Daniel Day-Lewis interpreta a un hombre
con parálisis cerebral que solo puede mover el pie que da nombre al título,
basada en el biopic del pintor y escritor irlandés Christy Brown. El director fue nominado al Oscar, lo mismo para la
película y tanto Day-Lewis como Brenda Fricker se llevaron la
estatuilla dorada por sus actuaciones.
En 1990, un año después, llega The Field, ambientada en los años ´30,
donde un hombre mayor no quiere dejar su parcela que tanto el cómo sus
generaciones pasadas han cultivado durante años, pese a que lo intiman con una
subasta pública. El film tuvo éxito en su país y nominaciones a los premios más
importantes para el protagonista, Richard
Harris. En 1993 llegó En el nombre
del padre, donde nuevamente se ganó el apoyo de la crítica y el público
llevando la historia de Gerry Conlon
a la pantalla grande. Siete nominaciones al Oscar, inclusive guion y película,
pero todas derrotas ante el otro gran film del año: La lista de Schinder de Steven
Spielberg. Sigue unido a Day-Lewis cuando en 1997 filman The Boxer, sobre un hombre que sale de
la cárcel luego de 14 años por estar involucrado en el IRA y vuelve a su vieja
pasión: el boxeo. Aunque los tormentos del pasado no lo dejarán escapar.
Excelente críticas y nominación al Globo
de Oro como mejor película, guion y actor. Cinco años pasan para que vuelva
a ponerse detrás de las cámaras, esta vez para filmar In America (Tierra de sueños), una dura película ambientada en los
´80 que retrata la vida de una pareja irlandesa que busca el sueño americano
después de la pérdida de uno de sus hijos, en una historia bastante
autobiográfica. Nominada al Oscar como mejor guion, además de ser considerada
por muchos críticos en el top 10 del año.
Después de años de ofertas, acepta
trabajar en Estados Unidos donde filma Rico
o muerto, la historia de un chico huérfano de la calle que decide dejar el
mundo de las drogas para convertirse en un cantante de rap. Con 50 Cent como protagonista. Quizás por
primera vez, las críticas no fueron positivas. En 2009 dirige Brothers, remake de una película
danesa, donde el personaje interpretado por Natalie Portman queda solo luego de que su marido sea dado por
desaparecido en Afganistán. El hermano de este se hará cargo de ella y de su
hijo y todo empezará a complicarse. Buenas actuaciones para un film del que se
esperaba más.
Inesperadamente en 2011 dirige el film de terror Detrás de las paredes, donde Rachel Weisz y Daniel Craig terminan formándose como pareja real, aunque la
película en si fue un verdadero fiasco. Filmó el cortometraje 11th Hour en 2016
y un año después llegó su último film: The
Secret Scripture, basada en la novela multipremiada de Sebastian Barry y con guion de Johnny
Ferguson. De vuelta filmando en Irlanda cuenta la historia de una anciana
que va a ser desalojada de la institución mental donde está hace 50 años y
cuando los médicos van a verla se empiezan a revelar las cosas más turbias de
su pasado. Las críticas fueron devastadoras. Con pocas películas en su haber,
su mejor momento, cuando el escribía o adaptaba los guiones, parece haber
pasado, aunque siempre esperamos algo bueno del irlandés.
FICHA
TÉCNICA
Título
original: In the Name of the Father
Año: 1993
Duración: 135 min.
País: Irlanda
Dirección: Jim Sheridan
Guion: Terry George, Jim Sheridan (Novela:
Gerry Conlon)
Música: Trevor Jones (Canciones: Bono,
Gavin Friday)
Fotografía: Peter
Biziou
Reparto: Daniel
Day-Lewis, Emma Thompson, Pete Postlethwaite, John Lynch, Beatie Edney, Mark
Sheppard, Don Baker, Frank Harper, Saffron Burrows, Tom Wilkinson, Gerard
McSorley.
SINOPSIS
Belfast, años 70. Gerry (Day-Lewis) es un joven
que no hace nada de provecho, para disgusto de su padre Giuseppe
(Postlethwaite), un hombre tranquilo y educado. Cuando Gerry se enfrenta al
IRA, su padre lo manda a Inglaterra. Una vez allí, por caprichos del azar, es
acusado de participar en un atentado terrorista y condenado a cadena perpetua
con "los cuatro de Guildford". También su padre es arrestado y
encarcelado. En prisión Gerry descubre que la aparente fragilidad de su padre
esconde en realidad una gran fuerza interior. Con la ayuda de una abogada
entregada a la causa (Thompson), Gerry se propone demostrar su inocencia,
limpiar el nombre de su padre y hacer pública la verdad sobre uno de los más
lamentables errores legales de la historia reciente de Irlanda.
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