lunes, 9 de junio de 2014

LA VIDA ES BELLA

Programa 27 (16-09-2013)



EDITORIAL

Hoy te quiero hablar a vos, vos que sin decir nada decís tantas cosas. A vos que con tu lucha y sacrificio tan silencioso, tan constante, construís día a día firmes creencias y convicciones en mi. Quizás no sea este el lugar adecuado, pero algún día tenia que dejar los desacuerdos y reproches de un lado para darle lugar a una reivindicación a tus logros para conmigo. De pronto me encuentro de este lugar, delante de un micrófono, y de una luz roja que me dicen “dale loco, aprovecha este momento. Ya dejarás de luchar con tus estúpida vergüenza y podrás decirle todo esto de frente y con orgullo” Si lo sé, micrófono, lo sé luz roja.
        Algún día te lo diré mirándote a los ojos, viejo querido, te voy a agradecer haberme dado la vida un octubre del 87, te voy a contar que mis recuerdos de chico son ver más tus cansadas espaldas saliendo por las escaleras que jugando en alguna plaza conmigo. Te voy a contar que un día como hoy me di cuenta que si no veía tus espaldas yéndote y volviendo muy tarde hubiese visto muchos platos vacíos en la mesa. Te voy a agradecer tus historias, el haberme aflojado esas malditas rueditas de mi bicicleta en la plaza Irlanda para que aprenda a hacer equilibrio. El haberme transmitido la pasión por el fútbol y San Lorenzo de Almagro. Todo eso y otras que ahora no recuerdo, tienen más sentido ahora que tomo conciencia de tu cansancio y el poco tiempo que te dejaba el trabajar todo el día, desde temprano hasta la noche.  Te voy a dar las gracias por enseñarme el valor del sacrificio, ese que te hace salir adelante; el de la honestidad, la que te deja dormir por las noches; el de la familia, la que te hace decirle que no a muchas estupideces; el de la generosidad, aquella que enriquece los lugares mas comunes de uno mismo; el del amor a una sola mujer, el que te hace ser un verdadero hombre; gracias por las libertades que me diste para mandarme, decidir solo y darme contra cientos de paredes de las cuales, gracias a eso, ya derribe muchas. Te agradezco por mostrarme el valor del silencio; muchas veces es preferible eso a una palabra caliente y desafortunada.


        Podría seguir un largo rato, pero prefiero guardar esa conversación para más adelante. Cuando no exista ningún micrófono de por medio. Quiero cerrar diciéndote que ya está. Más allá de los errores, más allá de lo que pudiste haber hecho y no hiciste, no necesitas hacer mas nada por mí, hiciste junto a mi vieja más de lo que cualquier persona puede esperar de sus padres. Gracias por todas esas cosas y por las que todavía faltan. Tendré siempre presente todo lo que hiciste para que yo y mis hermanos tengamos la mayor cantidad de oportunidades en esta vida. Hoy puedo decir con orgullo todo lo que hizo mi viejo por mí. Como decís vos, nadie viene con el manual de padre bajo el brazo, yo le agrego a esa frase: y sin embargo puede darle felicidad a sus hijos;  todo es difícil en esta vida y nunca nadie nos va a venir a regalar nada y si pasa hay que saber aprovecharlo, y por último, como dice Silvio Rodriguez, lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida. Gracias viejo querido por eso y por este momento en el que puedo afirmar con mucha seguridad que La vida es bella…

Alan Beneitez

Canción elegida para la editorial


IMPRESIONES SOBRE LA VIDA ES BELLA



En el excelente libro “Cartas a un joven Poeta” de Rainer Maria Rilke, aquella especie de biblia para el que alguna vez se atrevió a la aventura de la escritura, el poeta austriaco aconseja a su joven interlocutor lo siguiente: Andar a solas consigo mismo y no encontrar a nadie durante horas, eso es lo que se debe alcanzar. Estar solo como en la infancia, cuando los adultos pululaban alrededor, enredados con cosas que parecían grandes e importantes, porque los mayores siempre parecían muy atareados y no se comprendía nada de su actividad. Y si un día uno se da cuenta de que sus ocupaciones son infelices, que la profesión se ha petrificado sin relación con la vida, ¿Por qué no continuar mirando como un niño lo extraño, desde lo profundo del mundo propio, desde la amplitud de la propia soledad, que en sí misma es trabajo, jerarquía y profesión? ¿Por qué querer cambiar el sabio no-comprender de un niño por el rechazo y el menosprecio, cuando el no-comprender significa estar solo y, en cambio, el rechazo y el menosprecio significan participar en aquello mismo de lo que uno quiere apartarse? Piense usted, querido señor, en el mundo que lleva usted en sí mismo, y llame este pensar como usted prefiera – recuerdo de la propia infancia o anhelo de futuro – y este simplemente atento a lo que se eleva en usted y colóquelo por encima de todo lo que observe alrededor. 


Su desarrollo interior es digno de todo su amor, en él debe usted trabajar y no ha de perder demasiado tiempo ni demasiado animo en justificar su posición ante los demás. ¿Quién le dice a usted que, después de todo, tenga una? Este era el secreto que, con seguridad, movilizaba a Guido, ese histriónico personaje interpretado por Roberto Benigni. El relato comienza con una voz en off, esto es cuando oímos al narrador sin verlo en pantalla. Esta voz nos anuncia que: esta es una historia sencilla, pero no es fácil de contarla. Como en una fabula, hay dolor, y como una fabula, está llena de maravillas y felicidades. Esas breves líneas ya nos dan una pista acerca de lo que vendrá, quizás la clave para posicionarnos frente a la obra. Esas breves líneas, inevitablemente, nos transporta a aquellos cuentos que oíamos con pasión cuando éramos niños, esa pasión pura, que perdimos a la vuelta de la esquina de nuestra madurez. Esos cuentos que nos transportaban a otras tierras mucho mejores que estas. Esos cuentos donde lo malo desaparecía al instante, gracias al poder sublime de la voz narrante. Aquí está planteado el juego del film “La vida es Bella”. Su director, Roberto Benigni, manejará la premisa de que siempre la vida será bella si uno no deja de mirar al mundo con esos ojos de chico, desbordantes de fantasía, asombro, inocencia y juegos. A pesar de las ausencias, de la maldita crueldad del ser humano, de las muertes. A pesar del holocausto. 


La película estará dividida en dos grandes bloques, fragmentados estos por una elipsis de unos 6 años. La primer parte se ocupara de plantearnos “la situación marco” elegida por el guionista (también encarnado por el multifacético Benigni) para desarrollar su historia. Ya en la segunda, entraremos de lleno en la consecuencia política del fascismo y sus campos de concentraciones. La película esquivara todo el tiempo la crudeza y desdichas de aquella época, quizás porque el tema es otro, el juego planteado es otro. Intentaremos seguir a Guido, aunque se nos haga muy difícil. Desearemos toda la película seguir abrazados al niño que llevamos dentro, como una tabla en el mar embravecido de aquel lobo feroz que fue el holocausto. Intentaremos creer, con todas nuestras fuerzas, que juntando mil puntos nos ganaremos el tanque de guerra que Guido le prometio a Giosue para volver victoriosos a nuestras tardes de mermeladas y panes, de juegos en la calle, para volver de una vez por todas a los brazos de mama. 


Será un trabajo duro, pero intentaremos hacerlo. Intentaremos el ejercicio de no comprender lo que pasa, de no entender las muertes, de olvidarnos lo crudo que puede ser aquel animal miserable llamado ser humano para no caer en un mar de lágrimas ante el crimen fatídico de la inocencia. Intentaremos salir ilesos utilizando nuestra fantasía, esa es la propuesta. Convertiremos aquel escenario nefasto en algo mejor, utilizaremos la más eficiente  de nuestras magias para poder liberar nuestras mentes de aquella realidad agobiante. Daremos lugar a esas brujitas que llevamos dentro, esas que tiernamente, limpian nuestras chimeneas para dejarnos ver un poco más allá.

Lucas Itze

Canción post análisis


También escuchamos este tema para despedirnos: 


FICHA TÉCNICA

Título original: La vita è bella
Año: 1997
Duración: 117 min.
País: Italia
Director: Roberto Benigni
Guión: Roberto Benigni, Vincenzo Cerami
Música: Nicola Piovani
Fotografía: Tonino Delli Colli
Reparto: Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Giorgio Cantarini, Marisa Paredes, Giustino Durano, Horst Buchholz, Sergio Bini Bustric

Sinopsis

Italia, año 1939, Guido Orefice, un joven carismático italiano de orígen judío, llega a Arezzo para trabajar como mozo en el hotel de su tío.
Allí conoce a Dora, una profesora que está comprometida con un fascista llamado Rodolfo. El día de la fiesta de compromiso entre ambos, Guido y Dora se escapan en un caballo, mientras el antisemitismo avanza cada vez más.
Seis años después, ambos tienen un hijo llamado Josué, Dora sigue trabajando como profesora y Guido tiene una librería.
El día del cumpleaños de Josué, tanto el como su padre y su tío son detenidos y enviados a un campo de concentración. Dora, que no es judía, pide ser llevada al mismo lugar que ellos.
Una vez allí, Guido intentará por todos los medios que Josué piense que todo es un juego y que el premio final es un tanque de verdad.
Los dos intentarán ganar a su manera, Guido salvando a su familia, y Josué llegando a los mil puntos…

Trailer




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