miércoles, 4 de junio de 2014

GOOD BYE LENIN!

Programa 18 (15-07-2014)


EDITORIAL

Un muro puede dividir una familia, una sociedad y hasta un país. Si, unos pocos ladrillos pueden llegar a hacer eso. Y a partir de ahí, los del otro lado son los enemigos, aunque hasta hace un día eran todos hermanos.
Es rara la vida a veces, que cuesta entenderla. Y si cuesta entender la vida, imagínense el mundo. No siempre se necesita un muro para dividir una nación. Tampoco es cuestión de estar a favor o en contra de esa idea, sólo que levantar una pared como pasó aquella vez me parece una soberana estupidez…
La caída del Muro de Berlin representó la caída del comunismo, y también nos mostró los dientes filosos del capitalismo…
Las marcas multinacionales empezaron a aparecer como moneda corriente en todo el mundo, desde la gaseosa más conocida del mundo hasta las cadenas de hamburguesas que hoy vemos a cada paso. Si algo de eso estaba en tu patria, estabas conectado del mundo, de lo contrario, no existías, estabas alejado.
Además de eso, el capitalismo salvaje trajo consigo la globalización, la expansión comercial, el intercambio de productos, y el Made in China al por mayor.
El desempleo y la explotación son quizás los mayores problemas que ha traído este modelo económico, político y social. Donde siempre sufren los que menos tienen. Ojo, tampoco digo que lo otro era perfecto e ideal. No… a mí nunca me gustaron los extremos. Creo que lo mejor es encontrar el punto exacto, tratar de tomar lo bueno de cada lado y unirlo, que esa construcción de ideas sea nuestro propio muro, pero que nadie quede excluido.



En este mundo que vivimos hoy es muy fácil opinar sobre alguien sin conocerlo, sólo por estar del lado contrario, no sólo ideológicamente, sino hasta por cuestiones de camiseta. Y ahí me viene a la mente una vez más el futbol, porque esa Alemania que se reunificaba después de la caída del Muro, se abrazaba en gloria y júbilo un año después, cuando nuestro Goyco no pudo con ese único y maldito penal, y los que antes se enfrentaban casi a muerte, festejaban juntos ese título mundial…
Creo que es hora de hacer nuestra propia Revolución, de tener nuestro propio noviembre,  derribar nuestros muros, tomar todo lo bueno y dejar atrás lo malo. Que el capitalismo deje de entrometerse en nuestras vidas, y deje de llevarse todo por delante. Que los que menos tienen, tengan las mismas posibilidades que los que más tienen. Que las grandes empresas dejen lugar a esas empresas familiares que después de años tuvieron que vender todo, hasta sus recuerdos.
O simplemente, que todo sea un poco más justo, decirle adiós al capitalismo, como alguna vez algunos dijeron Good Bye, Lenin!

Marcelo De Nicola

Canción elegida para la Editorial


IMPRESIONES SOBRE GOOD BYE LENIN!



Socialismo, una historia de amor. Así podríamos llamar a Good Bye, Lenin! Film de Wolfgang Becker, película que estamos tratando hoy. Amor de un hijo a una madre y amor de una madre a su país.
Pero mejor, vamos a repasar un poco del cine alemán. Este ha sido, históricamente, de lo mejor de Europa. Ya desde los viejos años veinte nos aparecen films como El Gabinete del Doctor Caligari de Robert Wiene en 1920 o Nosferatu de Murnau en 1922, título que pasaron a la historia de ese modo de hacer cine que se llamó Expresionismo Alemán (que se basaba mucho en temas fantásticos y dramas sociales, con escenografías abstractas y deformes y una iluminación a base de luces y sombras que llevaban al espectador a una sensación de tensión dependiendo la iluminación del personaje u objeto donde debía centrarse la atención). Los últimos films de este modo de hacer cine en esa época vinieron otra vez de la mano de Murnau con Fausto y del austríaco Fritz Lang con Metrópolis, en los años  26 y 27 respectivamente.
A partir de ahí el cine alemán fue tendiendo más al realismo, pero la llegada de Hitler al poder, llevó a que sus cineastas se pusieran al servicio del nuevo régimen y que los grandes se fueran a probar suerte a Hollywood, para así darle punto final a una época dorada.
Muchos años después llegó otro grupo de cineastas llamativamente geniales, la corriente se llamó Nuevo cine alemán y a partir de los 60, nombre como Werner Herzog con Aguirre, la cólera de Dios o Fitzcarraldo, Wim Wenders con El cielo sobre Berlín o la hermosa París, Texas, Volker Schoklondorf con El joven Torless o el Tambor de hojalata y Rainer Fassbinder con Todos nos llamamos Alí o El matrimonio de María Braun llevaron al cine alemán otra vez a lo más alto del mundo.


Con unas reminiscencias a la Nouvelle Vague francesa y con temas como la soledad, la depresión, el pasado y el futuro del país estos cineastas se abrieron paso a partir de los sesenta y algunos hasta nos siguen dando lecciones en la actualidad.
En este siglo XXI, varias películas alemanas aparecieron de la mano de nuevos directores, podemos nombras al pasar La vida de los otros de Henckel von Donnersmarck, La caída o El experimento, ambas de Oliver Hirschbiegel, Los EduKadores de Hans Weingartner, Al otro lado o Contra la pared de Faith Akin y Corre Lola Corre o Perfume, ambas de Tom Tykwer, por citar sólo algunas.
Así, en este boom alemán, llegó Good Bye, Lenin! de Wolfgang Becker. El director nos cuenta en esta película lineal una historia de una familia que vive en la Berlín Oriental del año 1989. La historia empieza en el verano del 78, con recuerdos de la infancia del protagonista, rememorando sus videos caseros y su amor por la astronomía, furor en esa época gracias al primer alemán oriental en el espacio, Sigmund Jähn.


Con un muy buen guión (escrito por Becker junto a Bernd Lichtenberg), con grandes detalles de la historia alemana, y muchas imágenes de archivo sobre lo que iba pasando en esa época, el director nos introduce en la vida de Alex (una genial interpretación del hispano-alemán Daniel Brühl), alguien que duda entre las ideologías socialistas de su madre, o las historias capitalistas que vienen del otro lado del Muro. Luego de un enfrentamiento con la policía, su madre sufre un infarto, y luego de ocho meses despierta del coma, con un país unificado, y sin el muro en el medio… pero ella no lo tiene que saber
La música compuesta por Yann Tiersen (el mismo de Amélie) nos sumerge paso a paso y nos adentra cada vez más en la historia. En esos meses hospitalarios, Alex se enamora de Lara, una enfermera soviética (buen trabajo de la actriz rusa Chulpan Kamatrova) y además lidia con su hermana (intepretada por María Bello de correcto trabajo) y su pequeña sobrina.


Con bastante tacto, originalidad y más que nada, mucha ironía sobre el poder Occidental (la escena de Coca Cola se roba los aplausos), el director nos revuelve el alma con las imágenes de esa hermosa Berlín oriental que ya no existe. También miramos con alegría y hasta un poco de ternura, ese falso noticiero (con un genial Florian Mayer como “presentador”), que Alex le pasa día a día a su madre, donde también, como él, soñamos que el mundo sea así, un poco más justo.
La película nos muestra lo que uno es capaz de hacer por una madre. En ese complejo de Edipo que tenemos desde que nacemos… La madre, para un hombre, siempre es nuestro primer amor. Es la primera mujer de la que nos enamoramos, con la que reímos, lloramos y peleamos. Y uno es capaz de todo por ella, incluso, de revivir un país que ya no existe más.


Será por eso que uno cada vez que ve esta película, recuerda que hay que agradecerles por siempre que nos hayan traído al mundo, y que hayan luchado por la vida que creían justa, como hizo Christianne, la madre de Alex, a pesar de alguna mentira de la que se arrepentirá toda su vida. Porque ellas, como nosotros, no son perfectas, pero siempre sabrán la verdad, porque como dice la canción de Pink Floyd, ella siempre te esperará, pero también sabrá dónde has estado. Ahora los dejo con esta hermosa canción llamada Mother, mientras le voy a dar un abrazo a mi vieja…

Marcelo De Nicola

Tema elegido para el análisis 


No podía faltar esta crítica al sistema


Y nos despedimos con:


FICHA TÉCNICA

Título original: Good Bye, Lenin!
Año: 2003
Duración: 118 min.
País: Alemania
Director: Wolfgang Becker
Guión: Wolfgang Becker & Bernd Lichtenberg
Música: Yann Tiersen
Fotografía: Martin Kukula
Reparto: Daniel Brühl, Katrin Saß, Chulpan Khamatova, Maria Simon, Jürgen Vogel, Michael Gwisdek, Burghart Klaußner, Alexander Beyer, Florian Lukas, Hanna Schwamborn

Sinopsis

Berlín, octubre de 1989. Unos días antes de la caída del Muro, la madre de Alex, una mujer orgullosa de sus ideas comunistas, entra en coma. Cuando despierta ocho meses después, su hijo hará lo posible y lo imposible para que no se entere de que está viviendo en una Alemania reunificada y capitalista. Su objetivo es convertir el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre viva cómodamente creyendo que nada ha cambiado.

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