martes, 5 de agosto de 2025

PODERES OCULTOS - DE USKYLDIGE DE ESKIL VOGT

PROGRAMA 473 (04-07-2025)

 

SINOPSIS

 

Durante las vacaciones de verano, la familia de Ida, de 9 años, se instala en un barrio de los suburbios de Oslo. Con su hermana, la niña trata de ajustarse a su nuevo entorno y se hace amiga de otros dos niños. Lejos de los adultos, los cuatro amigos descubren que poseen poderes sorprendentes, que incluyen inocentemente en sus juegos. Mientras exploran sus nuevos talentos en un bosque y un parque cercanos, su entretenimiento comienza a adquirir poco a poco tintes inquietantes y empiezan a ocurrir sucesos extraños. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Cómo lo quería a mi amigo, con todo mi corazón. Era un amor puro y fraterno. Los dioses nos habían criado y el viento amontonado. Nos conocimos en la secundaria, éramos los dos más bien del palo oscuro, los marginados del fondo. Él era muy muy callado y le costaba todo, después descubrimos que tenía un trastorno. Yo era un pibe de 13 años que vivía en un hogar disfuncional. Mi vieja y mi viejo no se peleaban, pero en realidad no lo hacían porque directamente no se hablaban. Y yo tampoco podía interactuar mucho porque no había feedback. Entonces me la pasaba encerrado en mi cuarto escuchando Linkin Park y Rammstein flasheando con convertirme en un ser de la noche.

Cuando empecé a juntarme con Juan íbamos a su casa después de la escuela, un caserón viejo y decorado con mal gusto. Cortinas y manteles blancos con ribete azul, cuadros de frutas en las paredes. Todo muy impersonal. Se explicaba la estética porque Juan era el último de cuatro hijos, y su mamá lo había tenido a los 48 años, el hijo garrón. Y encima con problemas. Pero nosotros nos entendíamos, hablábamos el mismo idioma, por así decirlo. Resulta que un día fuimos a la Bond Street y nos metimos en la librería loca que había en la galería. Nos hacíamos los especiales leyendo Edgar Allan Poe, Bradbury, Lovecraft. Y también flasheabamos con Lavei. En esta recorrida en particular, encontramos un libro de un tal Aslan Dikaev. “Psicoquinesia: activa tu cerebro´´, así rezaba el título. Lo ojeamos y nos dimos cuenta de que tenía determinados ejercicios que aseveraban poder despertar poderes parapsicológicos. Lo compramos. Más vale.

Nos fuimos a mi casa. El cono del silencio, cómo le decía Juan. Y nos pusimos a leer el libro cebadísimos mientras tomábamos Coca-Cola como si no hubiera un mañana. La primera parte abordaba el despertar de la glándula pineal. Según parecía, el poder para activar todo el cerebro, residía en esa pequeña glándula que está en el medio de las cejas. El tercer ojo. Las instrucciones decían que uno debía ponerse un poco bizco e ir relajando la vista hasta ver claramente unas imágenes que aparecían dobles en el libro. Cuando lo logré por primera vez no lo pude creer. Hacía que las fotos duplicadas que aparecían en el libro se convirtieran en un escenario en 3D. Era un portal dimensional. A Juan le costó más, pero una vez que lo consiguió, todo lo que pasó a continuación le resultó inmensamente más sencillo que a mí. A eso le siguió la visión extrasensorial. Tuvimos que comprar un juego de cartas Zener, que es una baraja especial para comenzar a practicar no solo el ver sin ver, sino la telepatía entre ambos. Largas fueron las tardes que pasamos en el templo que era mi casa. Nunca me sentí tan agradecido por la indiferencia paterna que en mi hogar residía. Nadie nos molestaba.



Juan empezó a adivinar, o mejor dicho, a ver mis cartas con tan solo 2 sesiones. Nos enfrentábamos en la mesa de mi cuarto. Mezclábamos la baraja y yo tomaba una carta sin que el la vea. Memorizaba el dibujo y después lo miraba fijamente intentando enviarle el mensaje fuerte con mi pensamiento. Y él empezó a acertar, una y otra vez. Cuando le pregunté cómo lo hacía, me dijo que tenía que hacer un poco de fuerza con la glándula y mandarla a los oídos, que, de esa forma, lo iba a poder escuchar. Me costó, pero lo escuché Damas y Caballeros, lo escuché como un grito, fuerte y claro. Me llegó ´´Estrella´´ como si fuese una piña. De ahí en más empezamos a hablar sin hablar. En la escuela, en clase, todo el tiempo. La gente pensaba que estábamos más tarados de lo normal. Había uno en particular, un gil que se llamaba Ramiro, pero quería que le dijeran Rayo. Ese nos la hacía parir, nos metía la traba, nos ponía apodos poco agradables. Hasta llegó a pegarme porque sí. Que caro que le costó después.

En fin, el tiempo pasaba y nosotros empezamos a hacer cosas cada vez más extrañas. Pasamos a la telekinesis y ya el libro nos quedaba corto. Así que fuimos a la biblioteca nacional, a buscar más data de rusos locos. Cabe aclarar que conforme aumentaban nuestras habilidades psíquicas, nuestras notas mejoraban. Era como que absorbíamos todo. La memoria era como una biblioteca gigante bien ordenada a la que podía acceder, buscar una conversación, una clase, la patente de un auto al pasar, como si fuera un archivo. En la biblioteca nacional encontramos mucha información sobre una señora llamada Nina Kulagina, famosa por su poder para mover objetos con la mente. Y algunos otros manuales que daban con el secreto. Ahora no había que hacer fuerza hacia los oídos, sino que había que sacar la pineal hacia afuera. Como imaginar unas manos que salían de la frente y movían las cosas. Fue difícil, muy difícil. Jornadas y jornadas de terminar con dolor de cabeza tratando de mover un papelito saca piojos encima de un alfiler, clavado en una goma de borrar. No sé quién de los dos lo hizo, porque estábamos los dos mirando furiosamente el mismo papelito. Pero juntos lo logramos. Ahora podíamos mover cosas.

Pasaron 2 años, y cada vez éramos más fuertes. El Rayo había tenido un sin número de accidentes inexplicables. Y creo que algo sospechaba, porque nos dejó de joder. Al menos por un tiempo. Hasta que nos metimos con la flaca que le gustaba. Esa fue la antesala a la terrible, terrible tragedia que lo rompió todo. Pero eso más adelante. Con Juan habíamos aprendido hacía mucho que lo raro no se tenía que notar. Que había que ser un poco mas normal, al menos hablar. Y tratar de hacernos amigos del resto. Y acá es cuando la cosa se complica. Corría y el tercer año de secundaria y entró Lara. Otra rara, era dark, y decía que era Wicca y que podía ver gente muerta. Entendí con el tiempo, que la gente que tiene una vida normas, no se inclina por las cosas extravagantes, porque como no tiene carencias, no necesita llamar la atención. Lara era hermosa, hija de madre soltera, se desconocía el origen del padre, pero daba mucho a cuento, porque escuché por primera vez a mis papás hablar entre ellos. Mal de alguien, pero al menos hablaban. Decían que la madre de Lara se dedicaba a la antigua profesión. Y podía ser tranquilamente cierto, porque de noche nunca estaba. De esta manera, a la tarde nos juntábamos en el cono del silencio con Juan a hacer nuestras cosas y algunas noches hacíamos pijamada en lo de Lara. Yo le decía a mamá que iba a lo de Juan y Juan decía que se quedaba en mi casa. Lara ni que mentir tenía. Ambos estábamos de acuerdo en que todavía no confiábamos del todo en la chica, así que no le contamos nada del secreto. Hablábamos de ocultismo, esoterismos y hacíamos sesiones espiritistas.



Una de esas noches armamos una ouija improvisada y al toque funcionó. Lara decía que tenía sueños proféticos, como la vez que soñó que su abuela se acercaba a darle un beso de buenas noches, y al otro día se enteró de que la abuela había muerto. Según decía, la seguía viendo a veces de refilón, sentada en el sillón que daba al balcón, fumando sus interminables puchos. Esa noche intentamos llamarla, pero no vino ella, vinieron otros, gente que necesitaba más ayuda que otra cosa. Paramos a descansar, fumamos un porro que le choreamos a la madre de Lara y seguimos. Y esta vez rescatamos algo interesante. Vino un muerto coherente, nos mintió y nos dijo que era Oscar Wilde y nos recomendó libros, jajaja. Nos dijo que leamos a Crowley y su libro de la ley, y que busquemos el manual de Onironáutica de Allan Moore. La sesión terminó rara. El muerto dijo que se tenía que ir y las velas se apagaron todas juntas. El resto de la noche nos dedicamos a tomar birra y turnarnos para chaparnos a Lara. Pero la información quedó en nuestras mentes iluminadas y volvimos esa misma semana a la Bond Street. Encontramos el Libro de la Ley, el manual de Moor y un libro de sueños lúcidos de Jung. Con Juan los devoramos, y ahí la cosa se puso peligrosa de verdad. Ya ni teníamos que vernos en persona. Arrancamos con viajes astrales, uno tirado en la pieza de Juan y el otro en la pieza vacía del hermano que ya se había ido a vivir solo. El me visitaba, o yo lo visitaba y hablábamos o dábamos vuelta la baraja de cartas, todo en el plano inconsciente que se tornó consciente. Después, de una casa a la otra. Y a veces a lo de Lara, sin decirle. Al otro día, en la escuela, ella decía que había soñado con nosotros. “Que increíble”. Ella seguía ignorando nuestro pretendido secreto.

Y llegamos a la semana en que me empecé a asustar de verdad. Juan había estado practicando un truco nuevo. Sacó una cajita que contenía 2 libélulas. Las había atrapado en su patio y las había alimentado no sé con qué. Me dijo: ´´Presta atención. Míralas´´. Entonces vi como una se acercaba a la otra y empezaba a comérsela viva. Entendí que Juan ahora no sólo podía meterse en mi cuarto, y en mi mente, sino que con el tiempo hasta podía llegar a manipularla. A continuación, todo se tornó en una vorágine de actos nefastos. Intenté aprender el truco de Juan con los insectos, más por protección que otra cosa. Y Juan empezó a plantar semillas en Lara. Una tarde me dijo que me fijase el que Lara iba aparecer con flequillo al otro día. Y al otro día apareció con un flequillo mal cortado. Cada vez las cosas iban tomando un tenor más sádico. En broma el Rayo apareció rapado. Y Ezequiel, un pibe que nos había tocado en el grupo de un trabajo práctico, apareció desnudo. Ahí entendí que, para poder manipular a la gente, necesitaba saber en qué lugar estaban y como era dicha locación, pues habíamos hecho el trabajo práctico en la casa de Ezequiel, en su cuarto. Yo estaba aterrado, aterrado de Juan, de mí mismo. Incluso tenía miedo de pensar y que me oyera. Y él se daba cuenta. Pero cómo me quería, y yo era su único amigo, se limitaba a no decirme nada y dejarme en paz. Llegamos al antepenúltimo día de la gran catástrofe.

Lara estaba re cortada con nosotros desde hacía un tiempo. Y justo el día que Juan se enfermó, tomó valor y se acercó a decirme que quería hablarme de algo. En el recreo nos fuimos a un rincón del patio que tenía una escalera, lo más privado que pude conseguirle y me empezó a contar todo. Lloraba, lloraba a lágrima viva. Decía que estaba asustada porque soñaba que todas las noches iba un hombre a su cuarto y entre las sombras se le tiraba encima y la violaba. Decía que ella no estaba paralizada, que lo recibía sin oponer resistencia y que, hasta incluso, en el momento lo disfrutaba. Pero cuando todo culminaba, volvía en sí y se odiaba a sí misma. Pensó en un primer momento que quizás era un espíritu que se había quedado dando vueltas por la ouija, hasta hacía unos días, que entre las sombras había visto el rostro de ese ser y era estúpidamente parecido a Juan. Lloré yo también, lloré de miedo a ser descubierto, estaba muy paranoico y sabía que quizás Juan estuviera ahí mismo, como un testigo incorpóreo de cosas que nunca más iban a ser privadas. La abracé y le dije que no sabía cómo, pero que lo iba a arreglar todo.



Faltaban dos días para la fiesta del sábado en la casa de Cristian, un pibe concheto que tenía pileta y aparentemente los padres se iban a Brasil. Casa sola, verano, lujo. Íbamos todos, invitados o no. Hacia dos días que no sabía nada de Juan, pero estaba seguro que iba a aparecer. Y así fue. No me saludó, mala señal. Se quedó en un rincón sin tomar, sin comer. Y mientras la fiesta transcurría, Lara y el Rayo empezaron a chapar en la pileta. Todo muy normal considerando el lugar y el momento. Lo anormal fue que ambos salieran de la pileta demasiado rígidos y caminaran como zombies atravesando la muchedumbre. Ni rastro de Juan. Lo empecé a buscar entre la gente, que era muchas. Había venido todo el mundo. No lo encontré por ningún lado de la planta baja. Subí por la misma escalera por la que se habían ido Lara y Rayo y empecé a fijarme en cada habitación. ¿Para qué alguien quería una casa con tantos cuartos, tantos baños? El Indio dice que el Lujo es vulgaridad, y mientras habría puerta tras puerta de esa casa laberíntica, entendí la frase por primera vez. Por fin los encontré, estaban en el cuarto el fondo de todo. Lo que vi a continuación es difícil de explicar porque pasó todo a los pedos. Lara estaba en la cama desnuda, Juan otro tanto encima de ella, penetrándola, mordiéndola, lastimándola. Y Ramiro estaba en un rincón hecho estatua observando y gritando. 

Nadie escuchaba porque la música estaba al palo. Yo me abalancé sobre Juan y lo zamarreé gritándole que qué carajo hacía. El hechizo se rompió mientras nosotros nos fajábamos tirados en el suelo de la habitación. Rayo recuperó el conocimiento y se le tiró encima a Juan con toda su corpulencia de rugbier y lo empezó a golpear mucho. Pero de la nada se detuvo, y se empezó a golpear a sí mismo, primero con los puños, después a darse la cabeza contra el placard antiguo estilo provenzal que había en la habitación, de esos que tienen espejos en las puertas. El espejo del placard estalló en mil pedazos y vi cómo se le metían en los ojos a Ramiro, pero nada hacía que se detuviera. Se estaba haciendo papilla a sí mismo. Entonces fui consciente de lo que tenía que hacer. Juan debía morir, era la persona más importante y querida en mi vida. Pero debía morir por el bien de todos. Miré los cristales rotos desparramados por el piso de la habitación y encontré con la vista uno lo suficientemente grande. Lo levanté con la mente y lo hice volar por el aire hasta la carótida de mi mejor amigo. De mi hermano. Juan me miró con los ojos llenos de traición mientras se sacaba el cacho de vidrio del cuello y se sostenía la herida. Escupía sangre y agonizaba. Lara estaba en la cama a los gritos pelados, llorando histérica y desnuda. La música se había apagado y yo estaba paralizado en el marco de la puerta. La gente subía las escaleras. Se me partía el corazón, veía como a mi amigo se le escapaba la vida, y una parte de mí se moría también con él.

Me llego un último sonido de la voz de Juan. Un último mensaje “perdón, se me fue de las manos. Con los bichos se me fue la inocencia”.


Camila Dubisky.- 


Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE PODERES OCULTOS

 


El bien y el mal están ahí, siempre al acecho. Es la disputa entre esas dos fuerzas opuestas lo que dividen lo moral cuando nos hacemos adultos. ¿En qué momento uno empieza a reconocer lo bueno de lo malo? ¿El niño es malo por naturaleza hasta que va aprendiendo con el paso de los años? La crueldad es algo que aparece en esos momentos de los primeros pasos. Esos desafíos que tienen que ser acompañados por adultos que les indiquen cual es el camino correcto. La muerte para cierta edad todavía es un juego. Y los juegos de niños a veces pueden ser peligrosos. El mal además suele estar asociados con el poder. A más maldad, más poder. Eso nos enseñaron las historias de súper héroes, que tenían al villano ejerciendo el poder para el famoso lado oscuro. Y en esos mundos de niños, los secretos también son parte de esas andanzas. Y los adultos como meros espectadores. Algo que suele evidenciarse en el film noruego Poderes Ocultos (o The Innocents como se tradujo al inglés), del director y guionista Eskil Vogt. No hace falta nieve pero ya sabiendo que es cine nórdico, con un par de escenas nos lleva a recordar esa hermosa película sueca de la que hablamos hace un tiempo: Criaturas de la noche (o Déjame entrar) de Thomas Alfredson. Pero la diferencia será lo que se cuenta y como. El film sueco era un film sobre vampiros y tenía su historia romántica y poética. Aquí estamos ante una historia de dos hermanas (una de ellas autista) que se van a vivir a unos edificios de arquitectura brutalista en un pueblo de noruego y empiezan a conocer a algunos niños del vecindario. En especial a Ben y Aisha



El film arranca con un plano detalle que se enfoca sobre la nariz y los ojos de Ida, una niña de aproximadamente 9 años. El despertar en la ruta, mientras su madre maneja, será resignificado más adelante como el despertar de esas preguntas sobre lo bueno y lo malo, ya que en esa primera escena lo primero que hace es pellizcar a su hermana Anna, más grande, quien es autista y no puede casi comunicarse. Quizás por celos ante la atención que recibe su hermana, o malestar debido a la mudanza al nuevo vecindario, lo cierto que las primeras actitudes de Ida suelen ser bastante crueles. Eso en principio se irá intensificando cuando conozca a Ben, uno de los chicos del vecindario. El mostrará sus poderes, como mover una piedra con la mente, para luego empezar a mostrar más crueldad lo que hará que ella empiece a despegarse. También descubrirá con el tiempo que tiene poderes que puede utilizarlos de algún modo. La dicotomía entre lo bueno y lo malo, lo natural y lo salvaje o la crueldad y la inocencia lo expondrá en los personajes de Ida y Ben por un lado, y de Aisha (una niña con manchas en la piel en la cara y que es capaz de comunicarse telepáticamente) y Anna por otro. El guion tomará la postura de mostrar más que decir, pero, sobre todo, de no explicar. Y también será interesante que, como decimos siempre, los diálogos sean escasos y se cuente mucho a través de imágenes, gestos y miradas. La trama de la película irá in crescendo pero muy lentamente, bien al estilo nórdico. A diferencia del cine comercial mainstream, no aparecerán escenas de terror de golpe, sino todo se masticará con tranquilidad. La música será fundamental para entender que es lo que está por venir. Los sonidos estarán bien conectados con las imágenes que vemos que nos hacen sentir inmersos en ese mundo de niños. 



La composición de planos estará bien pensados y logrados, sobre todo en esos planos picados y contra picados que muestran el poder que tienen sus personajes y quien es el que lleva las de ganar. Utilizará planos secuencia para mostrar los espacios habitacionales y planos generales para mostrar el sitio en donde viven. La composición fotográfica también será interesante, ya que por momentos jugará con luces y sombras para que todo sea vea en el mismo encuadre. La fotografía será en muchos casos de colores fríos, sobre todo cuando empiece a llevarse la curva dramática de los personajes. Mención especial para el casting. Recordando una vieja frase de Alfred Hitchcock que decía “no trabajes con niños ni con perros”, aquí los cuatro protagonistas muestran una gran habilidad y resultan creíbles, pero el premio honorario recae en Alva Brynsmo Ramstad, la joven que encarna a Anna, que por momento nos hace pensar que su condición de autista es real. La curva dramática se empezará a definir cuándo Ida empiece a diferenciar lo que es un juego de lo que no. Lo que se plantea la película no es porque tienen poderes especiales, sino que uso le dan. Allí empieza la pelea entre lo moral y lo inmoral. Como decíamos antes, los adultos sólo son una extensión de esos niños y la película está contada desde el punto de vista de ellos, quienes a lo largo del metraje irán tomando sus decisiones y entendiendo como funciona todo. Para mostrar que esa niñez sigue intacta ellos sufrirán, se lastimarán y llorarán, porque, a fin de cuentas, no son súper héroes, sino que siguen siendo niños. La pregunta entonces que girará a lo largo del film y también cuando terminemos de verla, es entender que esos chicos cuando sea adultos sabrán distinguir el bien y el mal, y algunos decidirán ejercer lo segundo. Lo más aterrador, entonces es que detrás de esas mentes humanizadas, podemos encontrar a esos niños monstruos en cada esquina, dispuestos a todo.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO VOGT

 

Eskil Vogt nació en Oslo, el 31 de octubre de 1974. Vogt estudió en la academia de cine francesa La Fémis. Empezó con algunos cortometrajes en su país y luego en Francia. Más adelante se convirtió en colaborados de Joachim Trier, uno de los directores más importantes de Noruega en estos momentos. Participó en la mayoría de los guiones del director desde sus comienzos. En 2006 escribieron Vivir de nuevo, sobre dos escritores que intentan llegar al éxito, uno lo consigue mientras el otro empieza a padecer trastornos psiquiátricos que lo terminan dejando internado un tiempo. Fue nominada a mejor película en Nueva York y en los Premios del cine Europeo. En 2011 llegó Oslo, 31 de agosto (segunda parte de lo que se conoce como Trilogía de Oslo). La historia de un joven que está en un proceso de desintoxicación que no encuentra el rumbo. Nominada a los Premios César como mejor película extranjera. Su primera película detrás de cámara fue Blind, en el año 2014, que narra la historia de una mujer llamada Ingrid, que tras quedarse ciega decide volver a su hogar en busca de tranquilidad. Logró el mejor guion en el prestigioso Festival de Sundance y varios premios en otros festivales. 



Vuelve con Trier para escribir Más fuerte que las bombas, sobre el hijo de una fotógrafa de guerra que vuelve a sus pagos para reencontrarse con su familia, con Jesse Eisenberg, Gabriel Byrne e Isabelle Huppert, logra el premio a mejor película en Estocolmo. En 2017 llega Thelma, sobre una chica que no se considera normal y tiene poderes sobrenaturales. Gana el premio especial del Jurado en Sitges. En 2021 logra una nominación a mejor guion original en los Oscar gracias al film La peor persona del mundo, con el que cierran la trilogía de Oslo, film sobre una joven que piensa que su vida es un desastre existencial. Múltiples premios y nominaciones alrededor del mundo. Luego filma su segundo largometraje propio: Poderes ocultos, que obtiene muy buenas críticas. Su último guion fue Copenhagen Does Not Exist, dirigida por Martin Skovbjerg, donde una joven llamada Ida desaparece sin dejar rastro. Su novio se deja encerrar voluntariamente para ser interrogado por el padre y el hermano de Ida, pero Sander no cuenta toda la verdad. En el 2025 se espera Valor sentimental, nuevamente dirigida por Trier.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: De uskyldige

Año: 2021

Duración: 113 min.

País: Noruega

Dirección: Eskil Vogt

Guion: Eskil Vogt

Reparto: Rakel Lenora Fløttum, Sam Ashraf, Alva Brynsmo Ramstad, Kadra Yusuf, Ellen Dorrit Petersen

Música: Pessi Levanto

Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen

 

PELÍCULA COMPLETA

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