martes, 10 de octubre de 2023

BORDER DE ALI ABBASI

PROGRAMA 421 (01-09-2023)

 

SINOPSIS

 

Tina es una agente de aduanas reconocida por su eficiencia y por su extraordinario olfato. Da la impresión de poder oler la culpabilidad de un individuo. Pero cuando Vore, un hombre aparentemente sospechoso, pasa junto a ella, sus habilidades se ponen a prueba por primera vez. Tina sabe que Vore oculta algo, pero no logra identificar qué es. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Cuál es el límite del ser humano? Encajar en la sociedad parece ser a veces el único objetivo. El diferente siempre será mirado de reojo. Aquel que no cumpla con estándares típicos de belleza será siempre castigado. La inteligencia no tendrá rédito suficiente. Lo artificial le gana a lo real. Las amistades se miden por cantidad de likes mientras el planeta se vuelve un estereotipo. Estamos en un mundo donde el ya y el ahora son moneda corriente. Una foto interesa más que dos mil palabras. Un título importa más que el contenido. Los filtros son el Dios del mundo de hoy. El llamado clickbait está arrasando con todo. Estamos perdiendo la batalla ante el mundo virtual. Las redes condicionan y desde el anonimato se teje una cadena de odio invisible que es una epidemia sin final. Se lanzan improperios con una facilidad asombrosa. Se opina de los cuerpos, de las actitudes y de las elecciones con una animosidad que asusta. Se descree de todo lo que se dice. Todo comentario parece condicionado. Se cuecen mentiras con la rapidez de la luz. 



Total, no importa, cuando la verdad sea revelada, no va a tener el mismo enfoque y pasará desapercibida. La maldad surge como algo natural del hombre. Sólo la amarga aparición de la muerte nos volverá más sensibles. Pero durará algunas horas, cuando la noticia pase a ser otra, todo quedará en el olvido y volverán a tronar las voces de la más oscura infamia. ¿Surgirá la empatía en algún momento? Difícil predecirlo, aunque parece poco probable, ya que muchos en nombre de la libertad, sólo quieren quitarte viejos derechos conseguidos, luchas que serán pisoteadas a la primera de cambio. Pero allí estaremos algunos defendiendo nuestra trinchera una vez más. Enarbolando la bandera de la igualdad y de la resistencia. Tejiendo nuestra suerte en un bosque cada vez más oscuro. Haciendo lo imposible para volver a ser luz y que nadie pueda traspasar nuestra frontera.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE BORDER

 


Los cánones de belleza a lo largo de los tiempos se han escrito sobre los cuerpos. El capricho convenido entre dos o tres personas se ha tallado sin escrúpulos sobre la carne sometida de la sociedad. El resultado, claro, fue el que toda imposición depara: sumisión, angustia, dolor, y exclusión. Escribió un poeta amigo de esta casa: Tengo buenas y malas noticias para vos, la belleza es lo que te da felicidad. Bien sabemos que donde hay poder hay resistencia, pero cómo luchar contra un poder que se naturaliza a través de la cultura para poder perdurar en el ejercicio de su sometimiento. Carl Gustav Jung pensaba que el único propósito de la existencia humana era encender una luz en la oscuridad del mero ser. Allí estará la psicología metiendo sus narices, pero sobre todo estará la filosofía realizado aquel difícil trabajo de la deconstrucción de todo aquello que el poder naturaliza, evidenciando y visibilizando todo aquello establecido y aceptado, emancipando para echar alguna luz en todo este lio. La naturaleza sostiene, da solidez e incuestionabilidad a aquello que la gente suele llamar sentido común. Todo puede ser modificado salvo lo natural ya que es inherente a lo que somos. Sobre aquel sentido de naturaleza se construyen las sociedades, se crea su modo de pensar, de actuar, de sentir. Sobre aquellas bases nace la idea de lo bello y lo triste sobre la que escribiría nuestro amigo Kawabata. Resistir al poder es luchar contra el pensamiento de que las cosas no pueden ser de otro modo, es pelear contra aquel letargo sobre el cual la sociedad se sostiene y por el cual es manipulada. Pelear contra lo natural es anarquizar al mundo. Nada es natural, todo puede ser de otra manera, tomar otra forma, tener otro sentido. Darle a la naturaleza el carácter de inmutable es caer en una paradoja. 



Basta con mirar en este mismo instante a través de cualquier ventana para darse cuenta que no hay nada más cambiante que la naturaleza. Lo natural es el perpetuo movimiento, nada está completamente quieto. Nada es definitivamente inmóvil. El ser es movimiento infinito, cómo entonces lo natural puede ser entender una cierta manera de relacionarse y no otra. Cómo lo natural puede ser un modelo de belleza y no otro. La belleza, la sexualidad, las relaciones inter e intrapersonales, son todas creaciones inherentes y propias del ser, cómo entonces podrían llegar a entenderse como modelos fijos, como entidades categóricas inquebrantables, como cánones inapelables desarrollados para la exclusión, capaces de crear los códigos de lo que está bien, de lo que es correcto y sano. ¿Cómo podríamos separar lo natural de lo humano, como podríamos pensar que aquello elegido, intervenido por el ser humano deja de ser natural? ¿No es este último acaso parte de la naturaleza? ¿Cuál es la línea que separa lo natural de lo artificial? ¿Qué naturaleza no está intervenida y que artificialidad no posee algo de natural? Hay una forma de ser del mundo, de verlo y de transitarlo que se instala como un virus en nuestro sistema nervioso y nos regala la peor de las pesadillas. La heteronormatividad está inscripta en el cuerpo y genera una estructura desde donde se naturaliza una concepción del mundo. El sexo, por ejemplo, es una escritura, nadie nace con una sexualidad, pero en su más temprano desarrollo aparecerá toda la maquinaria del poder operando sobre el deseo, sobre el modo en que nos miramos y nos elegimos, aparecerá trazando el mapa político del erotismo de nuestro propio cuerpo. Como pensar libremente entonces sobre nuestra propia identidad cuando partimos de bases tan políticamente tendenciosas. 



El enunciado performativo nos define dentro del binario. Somos lo que él dicta, lo saludable, lo natural, somos femeninos o masculinos. Esta definición respecto del género nos identifica, somos esto porque no somos aquello otro. Pero pensado en este mismo sentido, ¿la identidad no genera un hecho violento? ¿Toda definición no es de algún modo una sentencia? La identidad nos violenta porque nos exige siempre ser una sola y única cosa, nos condena a la mismidad olvidando de esa manera para siempre a los otros. Siempre que exista una política de la identidad va coexistir una política de la exclusión. Por qué no pensar aquello expuesto por Paul Beatriz Preciado de que la identidad puede ser narrativa, una identidad que se vaya transformando todo el tiempo. Sobre estas ideas se levanta aquella obra de nuestro amigo Ali Abbassi llamada Border o Criaturas Fronterizas. El director narrará un film incómodo que nos interpelará desde su comienzo. Estaremos frente a un guion que cuestionará de manera profunda y novedosa, temáticas propias de lo humano, y para hacerlo, lo hará desde la otra frontera, lo hará desde lo no humano. El relato estará guiado por el punto de vista de Tina, una oficial de aduana. Simbólicamente, el personaje principal de esta historia será una representante del estado que se encargará de impedir que entren cosas ilegales al país. Con cierta velocidad, y teniendo en cuenta lo hablado hasta aquí, podemos armar y entender aquella alegoría como la idea del poder real ejercida por una figura estatal que controla el ingreso de nuevas ideas a la región particular que cada uno somos, dejando pasar solamente las que este poder considera legales y deportando, de la misma manera, aquellas otras que pudieran traer conflictos a sus propios intereses. Allí estará la figura retórica del film. Desde este comienzo y durante todo el desarrollo de la curva dramática, el relato avanzará con el análisis metafórico de las ideas de género, identidad, belleza y poder. 



Hablará del resentimiento de los excluidos y de la necesidad humana de vivir en comunidad. Hablará de aceptar las reglas y de ser funcional a ellas, de la necesidad de ser hablados y escritos y de la urgencia de tener un pasado que nos contenga. El film tendrá una estructura lineal y su fotografía trabajará sobre colores fríos. Todo será el verde del bosque y cielos opacos de nubes. Todo será blanco y pálido como la luz de un trueno. Todo será animal y desesperante. Notaremos la predominancia del uso de cámara en mano, apoyando de esta manera la idea del encuentro con lo salvaje que esta historia relata y el uso continuo del plano detalle. Se trabajará desde cámara no lo general sino lo particular. Allí estará la historia que Abassi narra. No en los poblados caminos del centro del pensamiento, sino allá lejos, por aquellos pasillos donde pocos transitan, por esos caminos donde los pastos aún están verdes porque nadie los pisa. La película contará con un trabajo extraordinario de maquillaje y de actuación siendo ésta última particular por correrse justamente de los parámetros comúnmente acostumbrados para producciones de este tipo. El relato hará este juego todo el tiempo, dosificando la fantasía con el correr su conflicto, exponiendo nuestros propios prejuicios escritos en la sometedora narrativa de nuestro ser.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO ABBASI

 


Ali Abbasi nació en 1981 en Teherán, República de Irán. Estudió en la Universidad Politécnica de Teherán hasta 2002, cuando se trasladó a Europa para estudiar en la Real Academia de las Ciencias de Suecia en Estocolmo. Tras graduarse en artes en 2007 se inscribió en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca, graduándose en 2011 y presentando el cortometraje M for Markus, un mediometraje experimental con tintes surrealistas donde una detective de policía femenina, descubre un cuerpo mutilado en una escena del crimen. Su búsqueda de un asesino la lleva a conocer al joven e inocente Markus, hacia el que se ve fuertemente atraída. Su relación con el muchacho provoca que su vida cambie drásticamente, adentrándose en un mundo onírico y grotesco. Su primer largometraje llegó en 2016 bajo el título Shelley, que cuenta la historia de Louise y Kasper, una pareja danesa, que viven en una casa de campo en medio del bosque, lejos de la vida moderna, la tecnología e incluso la electricidad. El mayor sueño de Louise es ser madre, pero ella no puede tener hijos. En su desesperación, decide hacer un pacto con su asistenta de hogar Elena, que acepta llevar al hijo de Louise como madre de alquiler a cambio de una gran suma de dinero. Pero la vida que crece en su interior toma forma demasiado rápido, afectando las vidas de todos como una fuerza maligna. La paranoia y el horror rondan el inminente nacimiento. 



En 2018 filma en Suecia Border, con la que logra el Premio en la sección Un Certain Regard a mejor película en Cannes. Además, fue nominada al Oscar como mejor maquillaje. Su último film llegó el año pasado y fue Araña sagrada, ambientada en Irán de 2001. Una periodista de Teherán se sumerge en los barrios con peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar una serie de femicidios. Pronto se dará cuenta de que las autoridades locales no tienen ninguna prisa por resolver el asunto. Los crímenes son obra de un solo hombre, que asegura purificar la ciudad de sus pecados y que ataca a prostitutas por la noche. Este año dirigió algunos capítulos de la serie The Last of Us.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Gräns

Año: 2018

Duración: 101 min.

País: Suecia

Dirección: Ali Abbasi

Guion: Ali Abbasi, Isabella Eklöf. Novela: John Ajvide Lindqvist

Reparto: Eva Melander, Eero Milonoff, Viktor Akerblom, Jörgen Thorsson, Ann Petrén.

Música: Christoffer Berg, Martin Dirkov

Fotografía: Nadim Carlsen

 

PELÍCULA COMPLETA

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