miércoles, 5 de julio de 2023

LA CAJA DE PANDORA - DIE BÜCHSE DER PANDORA DE GEORG WILHELM PABST

PROGRAMA 414 (30-06-2023)

 

SINOPSIS

 

Lulú (Louise Brooks) es mujer ambiciosa y sin moral que usa a los hombres a su voluntad. Desinhibida y atractiva, el aprovechamiento de sus encantos conllevará también sus peligros. Obra mayor del expresionismo que encumbró a Louise Brooks, una joya del cine mudo que adaptó magistralmente la obra teatral "Lulu" de Wedeking. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

La bestia de lo que somos está ahí, agazapada y al acecho. La bestia de lo que somos es también lo que somos, aunque intentemos ocultarla detrás de unos buenos días o de un hasta luego. El humano está en guerra consigo mismo desde que pudo pararse derecho, desde que se levantó erguido y dio su primer paso de bípedo. Desde el primer hambre buscamos aniquilar al otro porque sabemos que ese otro no hace más que conspirar contra nuestros propios intereses. La bestia baila entre los nervios sin el bozal del instinto, atacando los hígados en la espuma de la bronca, en la angustia del fracaso tan necesario, en la noche de toda risa. Cuando amanezca, acá en el pecho, quiero darte mi inocencia, amanecer vulnerable, apagar la alarma del sol y festejar por fin, aunque sea por una vez, su peregrinación infinita. Su apagarse despacio, su paciencia de larva que sueña con colores de mariposas. Quiero que su luz agonice la sombra aquella que me sigue atada a este ser que se piensa. Que de batalla a todo aquello que no brilla y pesa y duele y ata y angustia. Quiero festejar al ser del olvido, al que surge de una risa a carcajadas, de esas que lloran los ojos. A ese del descuido, al que se olvida de los rituales que lo atan al mundo siniestro de lo esperable y lo establecido. Al que muere en la soledad organizativa del campo de concentración de cualquier almanaque. 



Quiero confundirme entre mis deberes y olvidarme para siempre de mí mismo en cualquier esquina del pensamiento. Aun así, llegado el día, logrado todo aquello, en el vertiginoso ápice de esa soñada gloria, sobre todo lo ganado, seré la bestia que somos. Es horrorosamente inevitable. Es el también yo que me duele y se carga en los hombros cansados de la vida. Haré honor a la efervescencia urgente que arde entre mis venas, a ese yo solitario en cuatro patas que ruge para ser visto, que confunde para que le teman, y que mata por un hambre que nunca supo saciar. Entonces, la oscuridad maquillará todos mis dolores de fiesta. Seré el más humano de esta tierra, seré demasiado humano para el ojo despreciable del que mira, del que invade orgásmicamente el relato ajeno, y desataré aquella batalla a muerte en mi pecho entre todos los posibles, y quedaran unos pocos, los menos interesantes, los más aptos y feroces. Se apagaran los colores, casi todos. Quedaré bien lejos mío. Lleno de faltas, atado a la vergüenza lógica de una moral. Encerrado en esta caja que me contiene, rodeado de las miserias del mundo, esperando el próximo descuido de la mano de Pandora.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA CAJA DE PANDORA

 


“La Esperanza es lo último que se pierde” dice el famoso refrán. Quizás allí descansan muchos sueños esperando un futuro mejor. La vida, concebida como tal, siempre busca el camino de la superación. Soñamos, imaginamos, queremos, esa vida sin problemas. Idolatramos ciertos personajes y queremos parecernos a ellos. Buscamos la felicidad en esos pequeños placeres de la vida que son para nosotros enormes triunfos. El camino es largo y sinuoso. Encontraremos a cada paso muchas piedras que nos harán retroceder. Y también muchos que nos quieren ver derrotados. Porque la maldad nos envuelve. Lo vemos en todos lados. La degradación humana se supera día a día y cada vez hay menos vestigios de bondad. Nos quieren robar la esperanza, quieren reforzar el maldito mito de los dioses griegos. Ellos quieren que seamos esa Pandora culpable de todos los males. La historia cuenta que Zeus, en busca de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora. Epimeteo y Pandora luego se casaron y como regalo de boda, Pandora recibió un misterioso pithos (una tinaja ovalada, hoy convertida en caja). Era fundamental no abrirlo bajo ningún concepto. Pero la curiosidad pudo más y ella lo abrió. Al abrirlo, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella. De allí también surge la frase con que empieza este texto. 



Basado en este mito Frank Wedekind escribió la novela teatral La caja de Pandora en 1904. Veinticinco años después, alguien llamado Georg Wilhelm Pabst la llevó al cine, adaptando esa novela y una anterior del mismo autor titulada El espíritu de la tierra, que se convertirá en otra obra cumbre del Expresionismo Alemán. La película estará dividida en 8 actos que servirán de elipsis y en los que irá narrando el desarrollo de la historia, que contará con los tres actos aristotélicos que servirán para crear la curva dramática del relato, bajo un guión que, a pesar de ser lineal, va generando sub tramas que hacen de ese relato algo más conjunto y sirve como ayuda para contar la historia principal. Estamos ante un film interesante en muchos aspectos, desde lo técnico hasta lo artístico. Ya desde los primeros minutos veremos cómo los juegos de luces y sombras crean una fotografía que se irá oscureciendo, yendo de la mano con lo que vemos en pantalla, desde la brillante Berlín hasta la tenebrosa Londres. Utilizará además muy bien los espacios escénicos, tanto en interior como en el exterior, con una novedosa puesta de cámaras, donde iremos desde lujosos apartamentos o teatros hasta habitaciones de mala muerte. Habrá unos encuadres que serán adelantados para la época, como también los movimientos de cámara, que incluyen desde paneos y cambios de angulaciones hasta unos travellings casi desconocidos para esos tiempos. 



Encontraremos en los planos detalle imágenes que nos ayudarán a advinar que pasará en la trama. Pese a ser una película muda, no habrá tantos intertítulos, ya que las imágenes y los gestos hablarán por si solos. El montaje también tendrá suma importancia, pese a los saltos de ejes que confluyen en una falta de raccord en algunas escenas, es decir a la continuidad entre plano y plano de una secuencia. Sin embargo, eso no influye negativamente en un film que relatará la vida de Lulú, una mujer con la mezcla perfecta entre femme fatale e inocencia. Una joven seductora, que conquista a todo el que pasa alrededor. Será la estadounidense Louise Brooks, quien le ponga no solo el rostro, sino los gestos a la desdichada protagonista. Su entrega, su sensualidad, su sonrisa y su mirar dotarán de un realismo casi mágico a la pantalla, que se resaltan bajo los esplendorosos primeros planos llevados a cabo por el director. El diseño de vestuario le dará esa aura casi andrógina a su presencia, ya de por si evitando resaltar los pechos de la actriz. Esa sensualidad, rozará niveles de un cuidado lesbianismo muy jugado para la época. Lulu será ambiciosa y voraz. Los hombres (y también ciertas mujeres, como la condesa Augusta, para muchos, la primera lesbiana del cine) caerán rendidos ante su apetito lleno de lujuria. Sin embargo, cual Pandora, esos encantos se volverán cada vez más dañinos, no solo para ella, sino para quienes la rodean. Así, de esos sueños de crecer de modo ambicioso, empieza a caer en un futuro cada vez más degradante. Un asesinato y un juicio del que podrá escapar serán las consecuencias. 



Las luces se transformarán en sombras y comenzará una huida hacia un final inexorable. Sentirá la opresión y el encierro cuando se encuentre lejos de su lugar. El director mostrará una crítica hacia esa Alemania, en esa época renombrada como República de Weimar, que vería su momento más dramático con la llegada de Hitler al poder apenas unos años después. Aquí, al igual que en Lulú, conviven las dos partes de un mismo sistema: el lujo de las clases altas y las miserias de la clase baja que se unen en los cabarets y se mezclan entre las prostitutas, que intentan encajar en las esferas del poder. Lulú será el hilo conductor de esos personajes que van apareciendo, en una sociedad hipócrita que busca siempre saciar sus beneficios. Ella, pese a sus dilemas morales será una víctima de ese mundo. Y quizás confiará por primera vez en alguien sin pensar en un beneficio extra. Creyendo que, por fin, la esperanza jugará una vez de su lado…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO PABST

 


Georg Wilhelm Pabst nació en Raudnitz, Bohemia, hoy República Checa, el 25 de agosto de 1885. Hijo de un ferroviario, Georg Wilhelm Pabst rechazó ejercer sus estudios de ingeniería, como deseaba su padre, y se orientó pronto hacia el más inestable campo de la interpretación. Consiguió entrar como aprendiz en una modesta compañía teatral y a los dieciocho años participó en montajes por Austria y Alemania. En 1910 emigró a los Estados Unidos e ingresó en la Compañía del Teatro Popular Alemán de Nueva York, donde alternó sus trabajos como actor con la ayudantía de dirección escénica. El elevado número de la colonia alemana residente en Nueva York hizo posible que esta compañía representara sus obras en lengua germana, y allí Pabst comenzó a labrarse una considerable reputación como director de escena. En 1914 fue enviado a Alemania para contratar nuevos actores dispuestos a incorporarse a la compañía, y de paso por París le sorprendió el estallido de la Primera Guerra Mundial. Recluido en un campo de concentración durante cuatro años, pasó por difíciles situaciones personales que dejaron una huella profunda en su posterior vida y obra cinematográfica. Una vez liberado se estableció en Viena, donde dirigió el Neuer Wiener Theater, especializado en el género "Kammerspiel". La falta de medios económicos es suplida con imaginación, y relanza la interrumpida carrera de Pabst. Sus montajes intimistas y la profundización en la psicología de los personajes le convierten en fruto apetecible para las empresas cinematográficas, en un momento en el que se está evolucionando hacia películas más densas y elaboradas. Es por ello que en 1921 Pabst funda en Berlín, con su amigo Carl Froelich, una productora que empieza sus actividades con In banne der kralle, donde el futuro cineasta interviene como actor. Tras unos cuantos trabajos como ayudante de Froelich accede a la dirección en 1923 con El tesoro, historia de la búsqueda de un tesoro que entronca con otros filmes de la época y que le permite conocer los rudimentos del medio sin grandes riesgos. Este título prefigura, no obstante, algunos rasgos que posteriormente desarrolló a lo largo de su carrera: el odio entre personas como consecuencia de la falta de dinero, el naturalismo en la descripción de los sentimientos o la imparable fuerza del amor y el erotismo. A Der schatz le seguirá Bajo la máscara del placer, donde presenta las devastadoras consecuencias físicas y morales de cualquier guerra, asunto que desgraciadamente le era muy cercano al propio Pabst, este fue uno de los primeros films de Greta Garbo



Es a partir de su matrimonio con la joven y culta Gertrude Hennings cuando dio el salto definitivo que le situó en poco tiempo como uno de los artistas fundamentales del cine mundial. Luego desarrolla un proyecto inspirado en las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud, Misterios de un alma. Dicha doctrina estaba en su momento de apogeo, y de hecho varios discípulos directos de Freud participaron como asesores en el rodaje de una película que planteaba un argumento audaz para la época, como lo serían otros muchos de los posteriores materiales con los que trabajó Pabst: la influencia de los celos en la impotencia sexual masculina. Luego llegó El Amor de Jeanne Ney. Con Crisis, en 1928, inició una trilogía erótica de fama mundial que le afianzaría como uno de los cineastas de universo más atormentado y escéptico. Su negativa visión de la sociedad y su ideología socialdemócrata se mezclan para crear unos largometrajes donde los ricos salen malparados y la pobreza es vista como algo que conduce de manera inexorable a la prostitución carnal o moral. La liberación sexual de las mujeres es uno de los escasos elementos positivos que aparecen en el horizonte, aun siendo un arma de doble filo si se utiliza mal, puesto que, como en La caja de Pandora, podrían esparcirse mayores desgracias por el universo. Esa trilogía se cerró con Diario de una perdida. Aunque ocasionalmente Pabst volvió al filme de género, caso de Prisioneros de la montaña, protagonizada por la que más tarde sería realizadora nazi Leni Riefensthal, su obra fue volviéndose más ambiciosa tanto en lo económico como en su deseo de golpear con agresividad las conciencias de una sociedad podrida. Si Cuatro de infantería marca uno de sus mayores éxitos de crítica y de taquilla, no le queda atrás La comedia de la vida, basada en una obra teatral de Bertolt Brecht, con quien mantuvo fuertes discrepancias durante la fase de preparación que llevaron finalmente a que éste renunciara a participar en el proyecto. La sátira implacable de instituciones como la iglesia, la justicia o la policía y el humor corrosivo contra el capitalismo y la moral hipócrita suscitó una polémica de considerable alcance en Europa. Carbón, en cambio, apenas tuvo fortuna en las taquillas aunque Pabst firmaba con ella una de sus obras más perfectas. Pero el público empezaba a cansarse de las películas de agitación política y se decantaba, incluso los más humildes trabajadores, por comedietas o dramas sensibleros. Este fracaso le empuja a emprender la aventura fuera de Alemania, primero en Francia (donde rueda La Atlántida y una de las mejores versiones jamás realizadas de Don Quijote) y después en Estados Unidos, donde contratado por la Warner Bros consume su tiempo sin apenas oportunidades de trabajo, donde solo rueda una casi desconocida El secreto de una noche. Desilusionado, retorna a Europa y peregrina de Francia a Italia o Austria buscando productores interesados en financiar las películas de un cineasta que en los años veinte y treinta había conseguido cuantiosos éxitos críticos y de público. 



En Francia filmó trabajos como Salónica, nido de espías, El drama de Shangai, La esclava blanca y La ley sagrada. El ascenso del nazismo provoca su retorno a Alemania, donde intenta al principio trabajar ofreciendo su visión política socialdemócrata y más tarde se da cuenta de que debe moderar sus planteamientos para evitarse problemas. Rueda bajo estos condicionantes una serie de películas históricas (Comediantes, Paracelsus) que en parte incomodan al régimen de Hitler pero que por otro lado son instrumentalizadas como símbolo de las presuntas libertades de las que gozan los creadores en Alemania. Cansado de batallar, marchó de nuevo a otros países como Austria o Italia, donde cada vez con mayores dificultades logró sobrevivir haciendo un cine insustancial en el que se reconoce con dificultades la grandeza creativa de un mito como Pabst. Allí filmó sus últimos films como El proceso, Sombras misteriosas, La conciencia acusa o Cose de Piazzi. Ya de vuelta en Alemania llegaron sus últimas películas: Sucedió el 20 de julio, El último acto (el primer largometraje que muestra a Hitler, sobre sus últimos días), Rosas para Bettina y Los bosques de mis sueños. Falleció en Viena el 29 de mayo de 1967 a los 81 años.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Die Büchse der Pandora

Año: 1929

Duración: 133 min.

País: Alemania

Dirección: Georg Wilhelm Pabst

Guion: Ladislaus Vajda. Teatro: Frank Wedeking

Música: Peer Raben

Fotografía: Günther Krampf

Reparto: Louise Brooks, Fritz Kortner, Alice Roberts, Carl Goetz, Gustav Diessl, Frank Lederer.

 

PELÍCULA COMPLETA

No hay comentarios:

Publicar un comentario