lunes, 28 de noviembre de 2022

ESTACIÓN CENTRAL - BAB EL HADID DE YOUSSEF CHAHINE

PROGRAMA 390 (04-11-2022)

 

SINOPSIS

 

Un vendedor de periódicos tullido vive entre los andenes y vagones de la estación de tren de El Cairo, y se siente atraído por una atractiva vendedora de refrescos. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Entender la dinámica del mundo es siempre una tarea compleja y casi siempre destinada al fracaso. Existe, como bien sabemos, una forma, un dinamismo general, un nado sincronizado que nos maneja y manipula el deseo como hilos invisibles ajustados a nuestras extremidades. Tal es nuestra voluntad. Deconstruir aquel sistema, desmembrarlo en sus propósitos, en sus controvertidas partes, es desatar el nudo de la angustia más primitiva. La verdad libera, es cierto, pero el gran problema es que hacer luego con esa verdad. El hombre está condenado a ser libre, decía hace muy poco un amigo nuestro. Charlando con mi compañera Romina Anselmi sobre este manojo de ideas, ella reflexionaba lo siguiente:

Vivimos de una determinada manera, con costumbres aceptadas. Con reglas morales que acomodan y nos ayudan a determinar, de cierta forma, el querer, el deber y el poder ser.

La pregunta sería ¿en qué  momento normalizamos determinadas situaciones, cuándo y quién decide qué cosas son aceptadas o no? ¿Cuáles son las pautas a seguir para que una actitud o un comportamiento este dentro o fuera de lo pautado como el bien o  el mal?

Allí, entonces, entraríamos en una discusión mucho más profunda. Discutiríamos, con toda seguridad, sobre qué es  la moralidad y cuáles son las leyes que la definen y la vuelven regla fundamental en el devenir de una determinada sociedad o grupo de personas.



Para que la idea de moral sea aceptada, se la debe poner en práctica. Para poder ponerla en práctica se la delimita: esto es, se definen límites que sobrepasan esa idea, y luego para poder validar esos límites, se condena a quien los sobrepasa, como advertencia, como idea que infunde temor, como algo que está más allá y que es inquebrantable, que es casi inentendible y quizás infundamentado.

¿Será que necesitamos los  limites o que estamos tan acostumbrados/as a tenerlos marcados que no nos atrevemos a existir si no están dispuestos?

¿Cómo podemos entonces decidir o definir cuando algo está bien o está mal, si desde que nacemos estamos condenados a introducir estas normas de conducta en nuestro comportamiento?

¿Quién puede entonces decir que elegimos? ¿Realmente elegimos que nos gusta y que no?

Hablamos muy a menudo de minorías, de marginales, de los otros y otras… pero ¿quiénes son? ¿Por qué  motivo son puestos en ese lugar y vistos desde esa perspectiva?

La norma moral viene siendo puesta en discusión desde los griegos, luego varios filósofos se preocuparon por definirla y discutirla, ya que las ideas pueden servir tanto al visionario que tiene el poder y la voluntad de imponerse como también a la contrafuerza que lo contrarresta y lo boicotea. ¿De qué lado estamos? ¿Desde qué lado nos posicionamos? ¿Desde la comodidad irreflexiva que deviene de la información masticada y preelaborada o desde un analítico y critico?

 

Lucas Itze – Romina Anselmi.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE ESTACIÓN CENTRAL

 


Imaginemos un juego donde estamos todos repartidos en un bosque. Sin nada, viviendo como los primeros seres humanos. ¿Cuánto tardaríamos en ver como alguien mata a otro por un pedazo de territorio, por un poco de comida o por el amor de otro ser humano? Surgirán en ese momento los líderes, los laderos y también los rebeldes. Estarán hombres y mujeres, quizás niños. Seguramente se impongan condiciones y más de uno hará ejercicio de un autoritarismo desbordante. Los más fuertes serán los más temidos. Los débiles quedarán como carne de cañón. Adaptados a la maldita idea Darwiniana de la supervivencia del más apto, todos sabemos quienes serán los primeros en quedar de lado. Muchos años después, ciertos jerarcas nazis exterminaron millones de personas siguiendo ese manual y mal pensando en el Superhombre ideado por Nietzche. Y si hay un lugar donde esas teorías se llevaron a cabo durante siglos y se siguen llevando, es África. Allí, donde parece que ese Dios está siempre ausente, la vida pesa. El sol pega más fuerte, y la muerte está en cada esquina. Y el futuro llega de a poco, sobre todo en los países más débiles. En otros, el cambio cultural va mutando lentamente, tras siglos de historia. Allí, en la vieja Alejandría, hoy ciudad de El Cairo, vive Qinawi, un joven vendedor de diarios de la Estación de esa ciudad que tiene una discapacidad motora, quien es el protagonista de Estación Central, film del egipcio Youssef Chahine, quien además se pone en la piel de Qinawi



El director utilizará elementos del neorrealismo italiano pero no se conformará solo con eso y virará hacia otro género. La estación será parte fundamental. Allí se desarrollará toda la película. No habrá mucho más espacio escénico que esa gigante estación. Una voz en off nos la irá presentando como si fuese un personaje más del film. Luego, dirá que es Madbouli, el vendedor de periódicos de la estación, que tomará como empleado a un joven cojo que deambula allí. No es otro que Qinawi, de quien dará ciertos datos, reflexionando sobre algo del pasado. Ya en ese comienzo el montaje de imágenes llamará la atención. Teniendo en cuenta la cinematografía del país, ya notamos que estamos ante algo distinto. La paleta de colores en blanco y negro con su tonalidad de grises servirá para que todo parezca más apagado. Los planos y los encuadres hablarán más por lo que no vemos que por lo que vemos. En el primer caso, los primeros planos y los planos detalle están excelentemente armados. Y su otro gran acierto es la música. No harán falta tantos minutos para darnos cuenta que en ese armado musical, está la idea de Alfred Hitchcock. Chahine toma lo mejor del británico y lo lleva para sus tierras. Pero no sólo será el plano musical lo importante. Sino como poco a poco el film se va transformando en una historia de cine negro. Habrá una femme fatale, rubia, que será el amor del antihéroe. Ahí empezará a jugar con todos los elementos de ese cine de género hasta que la muerte y la tragedia se cruzan. Aunque lo interesante del film, son todos los ingredientes que el director utiliza para contar la historia, ya que arma un relato coral y una crítica a la sociedad egipcia de la época. 



A lo largo de los casi 75 minutos que dura el metraje, Chahine muestra la diferencia entre pobres y ricos y será uno de los primeros en el continente negro que hable de la creación de sindicatos para defender a los trabajadores, precarizados y explotados por ese sistema capitalista que está llegando. Veremos también la crítica al racismo y a la misoginia, donde las mujeres son tratadas como objetos pese a la lenta occidentalización del país. Y en esa occidentalización, el miedo al reciente feminismo y a cualquier cultura foránea que venga a romper los moldes. Aunque sin dudas, uno de los temas más representativos, es la represión sexual. En el comienzo, veremos el cobertizo donde duerme Qinawi lleno de fotos de mujeres, ese deseo se transforma en obsesión cuando conoce a Hanouma, quien vende gaseosas en la estación. Será casi un amor platónico, claramente no correspondido. Aparecerán entonces el rechazo y las burlas al diferente, a quien no tiene las mismas armas. Todo eso se convertirá en frustración. Frustración que alguien sin educación no podrá manejar. Saldrá a la luz su lado más salvaje y en un paso todo será locura y muerte. Todo, en nombre del amor. O de lo que él entiende por amor. Lo que le faltó siempre. Una sonrisa, una caricia. La única forma de escapar de esa sociedad que esconde al diferente, que le roba las pocas sonrisas que le quedan y lo obligan una vida triste y solitaria hasta el final...

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO CHAHINE

 


Nació en Alejandría el 25 de enero de 1926. Estudió en Victoria College, en su ciudad natal. Desde temprana edad, a Chahine le fascinaba el mundo de las artes y la actuación. Con 9 años, la tragedia llega al hogar cuando su hermano mayor fallece de neumonía. En su juventud, Chahine ingresa en la Universidad de Alejandría, tras lo cual convence a sus padres para que le permitan viajar a Hollywood y estudiar interpretación. Efectivamente, pasará en Los Ángeles desde 1946 hasta 1948, con el fin de estudiar en el colegio de Pasadena Playhouse. A su regreso trabaja como aprendiz para el director de documentales italiano Gianni Vernuccio, además de conocer al que fue su mentor, Alvisi Orfanelli. Es posible dividir su producción cinematográfica en cuatro etapas: la primera comprendería 18 películas, de Papá Amin (1950) a El alba de un nuevo día (1965); la segunda, las cinco películas entre El vendedor de anillos (1965) y La gente y el Nilo (1972); en la tercera estarían las cuatro producidas en colaboración con Argelia: de El gorrión (1972) a Una historia egipcia (1982); y, finalmente, la etapa en la que se encontrarían las coproducidas con Francia, desde Adiós, Bonaparte (1985) hasta Alejandría - Nueva York (2004). En su primera etapa, en la que la época dorada del cine egipcio alcanzó su apogeo, Chahine dirigió 18 películas de todos los géneros. Las más importantes son Duelo en el valle (1956), rodada en el Alto Egipto en medio de las ruinas de época de los faraones; Duelo en los muelles (1956), ambientada en el puerto de Alejandría, y Tú eres mi amor (1957), en la que de nuevo vuelve al Alto Egipto, esta vez a Aswan. En 1958, en Egipto dio a luz Estación Central, proyectada en el Festival de Berlín, que se convirtió en un éxito rotundo a costa de fracasar ante el público en Egipto. En Gamila (1958), la argelina, Chahine expresó su postura en contra de la ocupación francesa de Argelia y de la violencia que practicaban las fuerzas de ocupación contra el movimiento por la independencia. Saladino (1963) es un film hollywoodense en cuanto a la forma, pero de contenidos propagandísticos. La película identificó simbólicamente a Nasser como el nuevo Saladino. En esta película, Chahine descubrió, quizás por primera vez en la historia del cine, la verdad de que los objetivos las causas de las guerras son siempre políticos y económicos aún si se hace uso de las religiones, como ocurrió con las Cruzadas. En este sentido, Saladino es de principio a fin un mensaje de tolerancia entre musulmanes y cristianos. 



Con El alba de un nuevo día (1965), Chahine anunció su apoyo al nuevo régimen socialista. Es un canto de amor a El Cairo. Sin embargo, nada de esto le valió ante el régimen. Se vio obligado a emigrar al Líbano, donde empezó su segunda etapa artística. En esa transición hacia sus etapas tercera y cuarta, dirigió El vendedor de anillos (1965) y Como un ídolo de arena (1967). Su conciencia política, como él mismo reconoce, no alcanzó la mayoría de edad hasta la Guerra de 1967, cuando Israel ocupó el Sinaí egipcio, Cisjordania y los Altos del Golán. Tras la derrota del ‘67, Chahine cambió completamente. Pasó entonces de las filas de los partidarios del régimen a las de la oposición. El cineasta alejandrino sabía entonces que quien vendía su libertad para conseguir algo, perdía la libertad y lo perdía todo. Eso es lo que aparece con claridad en su obra maestra La tierra (1969) y en La elección (1970). Las dos películas se podrían entender como una crítica a aquellos intelectuales que vendieron su libertad y se sumaron a los sueños de Nasser, a cuyo fracaso contribuyó el propio líder egipcio, quien a su vez había vendido la libertad en la que fue educado en su juventud. La tierra fue proyectada en la sección oficial del Festival de Cannes de 1970 y celebrada por los críticos de Francia y del mundo, y en muchos países. La gente y el Nilo (1972) fue la primera coproducción egipcio-soviética. El espíritu con que fue dirigida lo llevó a su prohibición. En realidad, la versión exhibida en 1972 fue un nuevo montaje de la película; hubo que esperar veinte años para poder verla en su versión original en Francia, en 1992, con el título El Nilo y la vida. La primera de las coproducciones realizadas con Argelia fue El gorrión. La censura prohibió la proyección de la película en Egipto entre 1972 y 1975 debido a que terminaba exigiendo ir a la guerra para liberar las tierras ocupadas por Israel, en 1967. Solo fue permitida en 1975, después de la guerra de Octubre en 1973, en la que dichas tierras fueron liberadas. Chahine pasó de El gorrión, un film sobre la corrupción que llevó a la derrota de 1967, a El regreso del hijo pródigo (1976), considerada una de sus obras maestras y que continúa siendo hasta hoy la elegía más elevada realizada sobre la época de Nasser. En 1978 alumbró Alejandría..., ¿por qué? , la primera parte del cuarteto que conforma su autobiografía, a la que se sumaron Una historia egipcia (1982), Alejandría aún y siempre (1989) y Alejandría - Nueva York (2004). En Alejandría..., ¿por qué? , ganadora del Premio Especial del jurado del Festival de Berlín de 1979, Chahine vuelve a la Alejandría de su juventud, esto es, la de la época comprendida entre ambas guerras mundiales. Habla de la tolerancia que había caracterizado a la ciudad, presentando una historia de amor entre un chico egipcio musulmán y una chica hebrea. 



Tras el premio obtenido en el Festival de Berlín, Chahine logró su segunda recompensa importante con la participación de Una historia egipcia, la segunda parte de su autobiografía, en el Festival de Venecia de 1982. Con la llegada del Partido Socialista al gobierno francés en 1982 y de la mano de la política del ministro de Cultura Jacques Lang, que cambió el cine en Francia y en Europa, Chahine inició la etapa a la que pertenecen las ocho coproducciones con ese país realizadas entre 1985 y 2004. Chahine tuvo que pagar un precio por la larga relación de desencuentros entre Egipto y Francia cuando, en su primera coproducción, Adiós, Bonaparte (1985), establecía una relación de amistad entre el protagonista y un general francés debido al deslumbramiento que le producían al egipcio los aparatos científicos modernos que veía en la casa del general. También, le cuestionaron la elección para el título de una palabra francesa que significaba, además de “despedida”, “hasta pronto”. El cineasta egipcio cumplió 60 años mientras dirigía El sexto día (1986), la segunda película de su nueva etapa y la más francesa de todas sus producciones de ese período. En ella expresa por primera vez sus obsesiones acerca de la muerte, a través de un viaje que la protagonista realiza con su nieto, enfermo de cólera, en un barco por el Nilo que se dirige a Alejandría con la esperanza de ver el mar y alcanzar la curación antes de que llegue el sexto día, en el que mueren los afectados por ese mal. El film supuso un fracaso en Egipto y en Francia, con el que tuvo que cargar Chahine el mismo año que lloró el suicidio de Dalida, la protagonista de la película. Con Alejandría, aún y siempre (1989), se situaba en el campo de los partidarios de la libertad y la democracia en Egipto. Después, se volvió hacia el pasado lejano con la película El emigrante (1994), con la que se enfrentó por segunda vez en su carrera a la prohibición de uno de sus films, esta vez por estar inspirado en el profeta Yusuf. La prohibición fue en el mismo año en el que Naguib Mahfuz sufrió un atentado. Del dolor sentido por ambos sucesos nació El destino (1997), una película sobre la vida del filósofo árabe-andaluz Averroes, que narra cómo tuvo que enfrentarse a los extremistas islámicos, quienes lo declararon infiel y quemaron sus libros, y cómo éstos llegaron a Egipto. 



Después vino El otro (1999), en el que dio rienda suelta a su rabia por el deseo de los Estado Unidos de dominar el mundo. A los 75 años dirigió Silencio..., se rueda (2001), en la que cultiva el musical, una de sus grandes pasiones. Finalmente, llega Alejandría - Nueva York (2004), la cuarta parte de su autobiografía y en la que narra lo que le hubiera gustado que pasara y nunca sucedió. Su última película, El Caos (codirigida con Jalid Yusuf) se estrenó en 2007. Con ella volvió a practicar una crítica mordaz de la actualidad con un tema político relacionado con los cambios producidos en la última década y que dieron lugar a una merma en la estructura política y social en todos los niveles. En junio de 2008 fue víctima de una hemorragia cerebral que lo dejó en coma y del que no volvió a salir hasta su muerte, el 27 de julio de 2008.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Bab el hadid (Gare Centrale)

Año: 1958

Duración: 77 min.

País: Egipto

Dirección: Youssef Chahine

Guion: Mohamed Abu Youssef, Abdel Hay Adib

Música: Fouad El-Zahry

Fotografía: Alevise Orfanelli (B&W)

Reparto: Farid Shawqi, Hind Rostom, Youssef Chahine, Hassan el Baroudi, Abdel Aziz Khalil, Naima Wasfy, Said Khalil, Abdel Ghani Nagdi, Loutfi El Hakim, Abdel Hamid Bodaoha, F. El Demerdache, Said El Araby, Ahmed Abaza, Hana Abdel Fattah, Safia Sarwat, Asaad Kellada

 

PELÍCULA COMPLETA 

No hay comentarios:

Publicar un comentario