miércoles, 20 de julio de 2022

ADIÓS AL AYER - ABSCHIED VON GESTERN (ANITA G.) DE ALEXANDER KLUGE

PROGRAMA 374 (01-07-2022)

 

SINOPSIS

 

Anita G. es una joven de 22 años, que se traslada desde Alemania Oriental a la Occidental en busca de mayores expectativas de vida. Sin embargo su lugar de pertenencia más el hecho de ser judía harán que su adaptación sea imposible. Comenzará entonces a realizar actos de rebeldía, en contra de esa nueva sociedad y de las instituciones que la reglamentan. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Hay un libro que los que este programa hacemos queremos mucho, el cual decide abordar, sin servirse de la hipocresía y evitando los giros elegantes y desnaturalizados, actos que decididamente le festejamos, la temática de la otredad. El trato histórico con el otro, el distinto, el diferente, aquel otro que yo no soy pero que a su vez también es. Lucio Mansilla escribió esta obra en 1870 logrando un escrito apasionado, dinámico y sin tiempo, cualidades que caracterizan sin lugar a dudas al arte superior, aquel arte que trasciende, hablamos, claro, del texto “Una excursión a los indios Ranqueles”. Por aquellas páginas Lucio nos hablará de la hostilidad real existente en el encuentro con el otro. Hablará de aquel miedo que baila por nuestras vértebras cuando el diablo asoma sus cuernos por aquellos barrios. Cito al General Mansilla: “Entre asustarse y asustar, la decisión nunca es dudosa. Un gran capitán ha dicho que una batalla son dos ejércitos que se encuentran y quieren meterse miedo. En efecto, las batallas se ganan, no por el número de los que mueren gloriosamente, luchando como bravos, sino por el número de los que huyen o pierden toda iniciativa, aterrorizados por el estruendo del cañón, por el silbido de las balas, por el choque de las relucientes armas y el espectáculo imponente de la sangre, de los heridos y los cadáveres.” 



El otro está allí, atentando siempre contra nuestros intereses. Manipulando, agazapado como una pantera, desde el miedo, creando poder, creando significación, creando sentido. Huir, entonces, es ceder, es entregar aquel ejército que se llama ánimo, que se conoce como deseo. Correr es entregarlo todo, es dar el mando, para que el otro nos dirija, otorgarle el volante para que decida sin ningún escrúpulo nuestro destino. Bien vale esa batalla, clavar nuestros pies en la tierra con la furia más salvaje, más primaria, para no retroceder ni medio centímetro. Porque bajo aquel cielo sin estrellas nos encontrará la noche más oscura. Sobre aquella llanura echáramos nuestro cuerpo mal herido a descansar cuando los cañones avasallantes apaguen sus bocas de fuego. Desistir ante el miedo es abrazarse a aquella sensación de finitud entendiendo que el control lo tiene otro. Dios no es finito, dios no tiene miedo. Allí nos reconoceremos vulnerables, tropezaremos con los fantasmas de otro, con sus fantasías agrias y lejanas. Con esa distancia que impone la incomprensión, la injusticia y la soberbia de aquellos que huelen a tigre y miran al pasado porque en el recuerdo es en el único lugar donde sienten que su culo está seguro. Hablo de esos tipos que pasean sus miedos con resentimiento por las grandes avenidas del recuerdo y miran con desprecio a los pibes de la esquina que murmuran las canciones que todavía no han sido escritas. Contra aquellas bestias nuestras copas se vacían y las melodías resuenan con bombos de guerra, esa furia que grita ya no en silencio, sino a viva voz: Adiós, adiós al ayer.

                                                                                

Lucas Itze.-                

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE ADIÓS AL AYER

 


El pasado acecha. Todos sabemos que un pueblo sin memoria está condenado a repetir los errores del pasado. Perderse en ese laberinto es volver a perder la identidad, y sin ella, sólo somos un número más. Como dice nuestro amigo George Orwell, “Quien controla el pasado, controla también el presente”. De ahí sabemos que de eso también depende el futuro... En los años ´60 el pueblo alemán se estaba reconstruyendo luego de la Segunda Guerra Mundial. Vigilada por las potencias aliadas (Unión Soviética, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña), la guerra marcó a fuego a generaciones enteras. Y el cine no podía ser la excepción. Las pantallas se llenaron de films americanos. El cine local casi no existía. Y esos films en su mayoría demostraban el heroísmo americano o de los demás vencedores contra la humillación de los derrotados. El Manifiesto de Oberhausen, firmado por 26 directores en 1962, venía a romper con todo eso. Admiradores del neorrealismo italiano pero sobre todo, cultivados por la naciente Nouvelle Vague francesa, entendían que había otra manera de contar la historia. Recordar el pasado para cambiar el presente era una de las ideas más importantes. El lema era tan simple como directo “El cine de papá está muerto”



La idea principal partía de Haro Senft, quien un año antes había sido nominado al Oscar por un cortometraje en clave documental. A él, lo secundaban dos que luego serían los más importantes de ese manifiesto, que en su mayoría por un tema de presupuesto, eran directores de cortometrajes: Edgard Reitz y Alexander Kluge. Adiós al ayer fue, para la gran mayoría, la primera película del Nuevo Cine Alemán. El nombre elegido marcaba claramente una declaración de principios. Así nacía la ópera prima de Alexander Kluge, con su hermana Alexandra como protagonista. El film, emulando a las viejas obras mudas, abre con una frase con letras en blanco sobre un fondo negro “No nos separa del pasado un abismo sino el cambio de situación” ¿será que en ese presente el pasado todavía está latente? ¿A qué se le dice adiós? ¿Es una forma de olvidar la tragedia? Escapar de ese pasado pareció la única solución posible para la protagonista. Anita G., joven judía de 22 años, deja la Alemania socialista para iniciar una nueva vida en la Alemania Federal pero termina renegando de su presente y sufriendo por el pasado. Estamos ante un film que rompe ciertos moldes. Se romperá la condición de género y la linealidad buceará intempestivamente pero no se ahogará en flashbacks o raccontos, aunque ciertos momentos nos confundan por sus elipsis temporales. 



El director tomará ciertas libertades de la Nouvelle Vague y las usará para su conveniencia, generando una especie de rompecabezas. Utilizará las placas que servirán para separar escenas, en muchos casos con llamativas frases. De tanto en tanto, una voz en off relatará ciertas peripecias y las miradas de la joven Anita nos interpelarán más de una vez. Por ella, entenderemos también que ciertas risas son más sinceras cuando son reales. Habrá, además, un collage de escenas que compondrán la historia. Veremos relatos en clave documental frente a cámara e imágenes históricas para generar el contexto. También jugará con pinturas o dibujos que tendrán cierto significado a lo largo del film y que nos llevará a momentos surrealistas o escenas oníricas que harán más extraño todo. La fotografía en blanco y negro hará más densa esa ciudad aburrida y sin gracia. Algún tango confirmará esas sospechas. El sonido también será de importancia. Ciertas voces resonarán más cerca que otras para remarcar los puntos de vista. Por momentos la banda musical quedará muda de repente, en un corte tan abrupto como los realizados en el montaje. Nos sentiremos sofocados por ciertos primeros planos donde las caras escapan del encuadre. La cinta se compondrá en su mayoría de planos fijos aunque divisaremos algún que otro travelling con una cámara a paso lento o pequeños paneos para seguir a la protagonista. 



Y como no podía ser de otra manera, habrá cierto aroma expresionista dando vueltas por el aire. Notaremos también miradas a cámara que confirma esa salida a la calle al estilo neorrealista y habrá una libertad en la composición actoral que sin dudas ayuda a la verosimilitud de lo que estamos observando. Todo será con una clara intención estética, ideológica, moral y ética. Anita buscará escapar pero todo le resultará imposible. No solo no encontrará esa mejora en la calidad de vida tan deseada, sino que además su condición de joven judía que viene del este la ponen en una condición de perseguida eterna. Intentará trabajar o conseguir un lugar donde quedarse pero siempre se topará con dificultades que la dejan de lado. Decepción, neurosis, evasión serán algunas de las consecuencias que soportará. Ni siquiera el amor logrará salvarla de esa caída. Serán encuentros fortuitos y cuando parece que todo mejora, la vida otra vez se desmorona. ¿Llegará mañana el ayer? Nos pregunta una placa mientras ella es perseguida por unos militares. Ahí estará nuevamente el miedo al pasado, a esos años que vuelven una y otra vez y no la dejan escapar. “Todos tenemos la culpa de todo pero si todos lo supieran, la Tierra sería un paraíso”, reza una placa sobre el final, interpelándonos. Quizás ahí está una de las respuestas que tanto buscamos, en ser concientes de nuestra propia destrucción y dejar de seguir mirando para otro lado...

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO KLUGE

 


Alexander Kluge nació en Halberstadt, cerca de Magdeburgo, el 14 de febreero de 1932 y se doctoró en Derecho por la Universidad de Frankfurt en 1956. En esta ciudad trabó amistad con el filósofo Theodor Adorno, que entonces encabezaba la Escuela de Frankfurt desde el Instituto de Investigación Social, centro del que Kluge fue asesor jurídico. Tras escribir sus primeros relatos, pronto se interesó también por el cine y, en 1958, el filósofo le presentó a Fritz Lang, de quien fue asistente en sus últimas películas alemanas. En 1960 dirigió su primer corto; dos años más tarde fue uno de los redactores del manifiesto de Oberhausen, en el que se postularon las bases del llamado Nuevo Cine Alemán. Su primer largo, Adiós al Ayer, basado en su cuento "Anita G." obtuvo poco después el León de Plata en el Festival de Venecia. Desde entonces ha producido, escrito y dirigido una veintena de films. Algunos de los más reconocidos fueron Los artistas bajo la carpa del circo: Perplejos (1968), Trabajo ocasional de una esclava (1973), En peligro y máximo apuro al compromiso lleva a la muerte (1974); Ferdinando el Duro (1976), Die Patrioten (1979) y su último film (con 88 años años junto al filipino Khavn De La Cruz) titulado Orphea. De su obra escrita destacamos Procesos de aprendizaje con desenlaze mortal (1973), Nuevas historias: cuadernos 1-18 (1977) y la colección de relatos, en dos volúmenes, Crónica de los sentimientos (2000).

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Abschied von gestern (Anita G.)

Año: 1966

Duración: 88 min.

País: Alemania del Oeste (RFA)

Dirección: Alexander Kluge

Guión: Alexander Kluge

Fotografía: Thomas Mauch, Edgar Reitz (B&W)

Reparto: Alexandra Kluge, Hans Korte, Edith Kuntze-Pellogio, Palma Falck, Ado Riegler, Josef Kreindl, Käthe Ebner, Peter Staimmer

 

PELÍCULA COMPLETA

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