lunes, 9 de mayo de 2022

LA SONÁMBULA, RECUERDOS DEL FUTURO DE FERNANDO SPINER

 PROGRAMA 365 (22-04-2022)

 

SINOPSIS

 

Corre el año 2010 en Argentina, es el bicentenario de la Revolución de Mayo. Durante ese año, las autoridades realizan pruebas experimentales con una nueva sustancia química y ocurre un accidente por el cual cientos de miles de personas pierden la memoria y con ella su identidad. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Necesito otro trago de whisky. La pena me ahoga más rápidamente por la noche. Necesito escapar de esos pensamientos oscuros. La vida es tan hermosa. Pero también es tan cruel. La cabeza se estrella entre miradas y palabras. Miro la plaza y veo palomas rondando. También pañuelos que desafían a la muerte. Veo el mundo de hoy y me desespero por el mañana. A veces creo que es todo una farsa en la que somos los invitados de copetín. ¿Y si no hay mañana? ¿Qué estamos haciendo para cambiar el futuro? Ayer volví a soñar. Hacía mucho que no lograba conciliar el sueño. Pero ayer, por fin, lo logré. Y me encontré con la nada misma. Me desesperé por despertarme. Pero ese enemigo íntimo que es el despertador esta vez no sonaba. Me vi en sueños soñando sueños muertos. En un futuro siempre negro donde la alegría se evaporaba de las manos. 



Me encontré recordando pasados ajenos. Olvidando presentes quemados por el apuro del aquí y ahora. Me vi en quince años arrastrando estos harapos sin alma. Pensado en dónde iremos a buscar la esperanza ¿A esas montañas de cemento que nos amontonan como hormigas? ¿A esas pantallas donde vemos lo exitoso cada vez más lejano y las tragedias cada vez más cercanas? Me vi demacrado, hastiado del vivir sin más. De que ni siquiera en los sueños podamos ser felices. De que se borre todo de un plumazo. De que estas palabras volcadas al papel sean tan reales y a la vez tan efímeras. Me vi terminando ese último trago, para volver a ser un sonámbulo en busca de un futuro que no quiero recordar...

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA SONÁMBULA

 


¿Quién escribe el texto? ¿Quién interpreta el discurso? Alguien lo firma, con nombre y apellido. ¿Qué singularidad podrá aportarnos la categoría Lucas y de que peculiaridad se jactará el apellido Itze? Recuerdo la sorpresa compartida con mi amigo Pablo cuando descubrimos una noche entre vinos que ni siquiera nuestros nombres nos pertenecían. La identidad limita. Identificarse A asesina de manera automática al resto del abecedario. Si A no B. Reconocerme quien soy, este que escribe y que habla, este bípedo que piensa y esta atravesado por el virus del lenguaje, impide taxativamente que extienda sus extremidades y disfrute de una manera única el reverdecer de sus nuevos brotes o el canto singular de alguna ave.  Mis pies seguirán corriendo estúpidamente hasta algún final y jamás tendrán la firmeza pétrea de un árbol. Jamás. Si A no B. Tenemos una vida de soberbios caminantes, de avasallantes oradores, de simplistas razonadores como para entender que el pasado condena a una identidad. El tedio del absurdo nos explicará Camus en su libro El mito de Sísifo nace en la forzada búsqueda de una estabilidad, de una continuidad, aun bajo la pesada conciencia de que la existencia es una inestabilidad insoportable. Construimos identidad sobre la centralización narrativa de experiencias pasadas, pero también sobre la narración especulativa de lo que se continuará siendo. 



Aquella imagen que laboriosamente sostenemos de un pasado que nos excede, buscará clavar sus uñas allí en el futuro ajeno e improbable infectándolo y proyectándose. Morirá en aquella intromisión, la sorpresa. Pero claro, bien sabemos que hemos convertido este cascote solitario en un frio laberinto cuidadosamente diseñado para dar respuesta a la obsesiva organización destinada al salvajismo de la productividad. La sorpresa no tiene rentabilidad en ninguna góndola. Buscar una identidad, entonces, implica laboriosamente esquivar la sorpresa ya que tal como dijimos la construcción de una identidad se basa en la sustentación de un estado inmutable y de alguna manera constante. La búsqueda de la identidad es siempre una búsqueda de la verdad. Una búsqueda de la verdad es también una búsqueda de lo absoluto. Platón en el desarrollo de todo su pensamiento buscó sostener y argumentar la idea de la existencia de una realidad objetiva e inamovible, de un absoluto, de una realidad realmente real. La encontrará, pero no en este plano, recodaremos aquí el cuadro de Rafael, La escuela de Atenas, donde Platón es representado señalando hacia arriba. Ese será para el filósofo el lugar donde lo real resida. Sacará a la verdad, a lo real del plano corporal por ser deficiente, mutable, degradable y sensible y la ubicará allí en el mundo de las ideas, de lo incorpóreo. Aparecerá entonces el concepto de alma y le dará forma a aquella idea que ya todos conocemos como dualismo ontológico. El alma es lo verdadero y el cuerpo es la cárcel del alma. Lo sensible, lo que percibimos es solo una resonancia, un reflejo de aquello absoluto y real. Esto nos lleva a pensar en aquel universo distópico, en aquel verosímil tan delicadamente construido que nos invita a transitar Fernando Spiner en su maravillosa película La Sonámbula



El film optará por una estética que nos recordará con seguridad a aquel movimiento italiano llamado futurismo. Este movimiento nace a principios de 1900 en contraposición al arte oficial y de esta manera, claro, con aspiraciones a la modernidad. Su manifiesto declara el rechazo al punto de vista cultural estancado y perezoso del pasado y plantea una reivindicación de un nuevo orden moderno dominado por las máquinas, la velocidad y lo urbano. Reza el punto 11 de aquel texto: Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos, cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta. Encontramos aquí el leiv motiv que acompaña de alguna manera a la construcción estética del relato audiovisual creado por Spiner. El film trabajará sobre el collage de imágenes logrando una mixtura conceptual cargada e idílica que servirá para recrear un futuro probable. La narrativa estará dividida bajo dos decisiones fotográficas claras y concretas. El presente se narrará en un blanco y negro que nos hará pensar que pisamos terreno expresionista, mientras que las otras líneas temporales como los flashbacks y los flashfowards ostentaran el color utilizando una paleta de tonalidades cálidas que contrastaran fuertemente con el desorden caótico transmitido por la escala de grises. 



Claramente estamos frente a una estructura narrativa no lineal. El film contará la historia de una sociedad que ha perdido la memoria por culpa de una prueba experimental aparentemente fallida realizada por el estado con sustancias químicas. Los afectados, ciento de miles de personas, son rehabilitados en el centro que las autoridades han destinado a tales efectos. El mensaje es claro, ante el robo fortuito (o no) de la memoria, es el propio estado quien reafirma la identidad de quienes la han perdido y los obliga a sostenerla en el tiempo. Aparecerá entonces el tema de la memoria como una catástrofe urbana y utilizará en su narrativa herramientas propias de la literatura fantástica argentina. Habrá cierto acercamiento en este sentido a Bioy Casares, tal vez a Borges o Cortázar. La protagonista del film Eva Rey será una suerte de esperanza para esa masa que deambula en aquel ensueño de ser todo presente, carente de la memoria imprescindible para la construcción de cualquier identidad. Ricardo Piglia, co-guionista de la obra, dirá que el personaje es una especie de mito, en su construcción habita algo de Eva Duarte y el trágico personaje de Tebas Edipo



Un Edipo Rey peronista concluirá el escritor argentino. Habrá otro personaje muy interesante interpretado magistralmente por Lorenzo Quinteros en un registro que por momentos rozará lo grotesco, hablamos del doctor que dirige la clínica de recuperación. En él se representará la voz de la ciencia que ayudará a generar el armado de un verosímil científico bastante psicótico, por cierto. El doctor es la cita de la ciencia en la palabra ciencia ficción, un elemento pleno de género. La película tendrá dos partes bien marcadas, una en donde la acción se centralizará en un escenario urbano y otra en los arrabales transformándola en una road movie. Los personajes buscaran a través de su recorrido destruir aquel mundo impuesto para recuperar otro no mucho más real. El fin del mundo es una mujer que despierta se dirá cerca de la resolución del conflicto y la frase nos quedará sonando no solo por su contundencia sino también por la potencia que concentra. Pero rápidamente la tristeza volverá a llenar nuestra copa con un agrio desencanto, porque bien sabemos que despertar de las sombras, salir de la caverna, escapar de aquella prisión que creemos verdadera, es solo un juego semántico. La realidad, queridos amigos y amigas es siempre una proyección de tenebrosas y tristes apariencias.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO SPINER

 


Nacido el 27 de diciembre de 1958 en Buenos Aires, se fue a estudiar a Italia, donde se egresó en el Centro Sperimentale Di Cinematografía de Cinecittá, Roma, Italia, donde fue alumno de Gianni Amelio, Carlo Di Palma, Furio Scarpelli y Roberto Perpignani. Fue profesor en la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica. Arrancó con su primer cortometraje en el año 1983 llamado Testigos en cadena sobre un fotógrafo reportero es testigo de un asesinato frente a su apartamento, y registra el hecho con su cámara. Una visión de la vida argentina durante la dictadura militar. Luego siguió con algunos cortometrajes hasta unirse a Fito Páez para realizar el mediometraje Ciudad de pobres corazones, sobre el disco del músico rosarino. En ese año también filmó con Luis Alberto Spinetta el mediometraje Balada para un Kaiser Carabela. Luego llegó a la televisión donde dirigió capítulos de series como Cosecharás tu siembra, Zona de  riesgo, Poliladron o Bajamar, la costa del silencio. En 1998 dirigió La sonámbula, recuerdos del futuro, lo que sería su primer largometraje. Su segundo film fue Adiós querida Luna, dirigida en 2004, un film catástrofe, algo poco común en el país. En 2010 llegó el western Aballay, el hombre sin miedo, con el que ganó el Premio Especial del Jurado en Mar del Plata, además de cosechar buenas críticas. Volvió a la televisión con la serie Los siete locos y los lanzallamas, adaptación sobre ambas novelas de Roberto Arlt. Además, ha trabajado en documentales como Angelelli, la palabra viva, Regimiento 7 a casa o La Boya. Su último film llegó en 2020, titulado Inmortal, un film fantástico con Belén Blanco y Daniel Fanego.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: La sonámbula, recuerdos del futuro

Año: 1998

Duración: 107 min.

País: Argentina

Dirección: Fernando Spiner

Guion: Fabián Bielinsky, Ricardo Piglia, Fernando Spiner

Música: Leo Sujatovich

Fotografía: José Luis García

Reparto: Sofía Viruboff, Eusebio Poncela, Alejandro Urdapilleta, Lorenzo Quinteros, Patricio Contreras, Norman Briski, Gastón Pauls, Martin Slipak, Pastora Vega, Belén Blanco, Facundo Lozano, Lucrecia Capello, Pía Uribelarrea, Silvina Bosco

 

PELÍCULA COMPLETA

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