martes, 8 de julio de 2014

EL HOTEL DEL MILLÓN DE DÓLARES - THE MILLION DOLAR HOTEL

Programa 52 (18-04-2014)



EDITORIAL

Ángeles y demonios deambulan, de acá para allá, en los diferentes paisajes del universo. Disfrazados de jueces, abogados, médicos, músicos, marginales… de todo un poco. Sedientos de una inyección de amor que les permita resurgir de las cenizas.
Aunque en muchos de los casos, sean ególatras enamorados de su propia vida, sin poder ver más allá de la pelusa de su propio ombligo. En parte, todos somos egoístas, incluso a veces, es meramente necesario.
Pero este egoísmo se vuelve cruel cuando se juega con la vida misma. Cuando uno prende la tele y observa un verdadero reality show de la miseria, en una pelea encarnizada para ver quién es mejor que el otro, quien miente por una primicia, quien mata por una confesión…
No solamente ahí se ve este ego mortal, sino a cada paso, en cada esquina. Desde las señoras refinadas que pasean por los shoppings, hasta los taxistas que nos pasean cual si fuéramos de otro país.
Sin embargo, hay otro tipo de egoísmo, mucho más terrenal, más necesario. El que necesitan las personas a los que el mundo les dio la espalda. Los que no esperan nada a cambio. Los que son un relleno para la sociedad.
En los marginales, en los locos, en los deficientes mentales, conviven la desazón y la esperanza. La inteligencia y la ignorancia. La humildad y el egoísmo. La vida y la muerte…
Ellos son los que deben creer en sí mismos, porque están prácticamente solos. Porque nadie les tendió una mano, porque pasan desapercibidos para las grandes cadenas de tv, que solamente aparecerán si hay algo que venda…


Y principalmente, porque están repletos de amor para dar. Amor genuino, sin máscaras. Si uno aprende a verlos, descubrirá la ternura en sus miradas, la bondad en sus gestos, el sentimiento más real en sus palabras.
Son esos seres de luz los que nos mostrarán que queda gente que vale la pena. Que este mundo acartonado todavía tiene pequeñas grajeas del más mágico realismo. Que esa magia que perdimos luego de la adolescencia, está escondida en algún lugar, en alguna habitación.
Que son ellos a los que tenemos que ayudar para que ese salto al vacío no resulte mortal. Que siempre habrá alguien más loco para no dejarlo caer, o si eso pasa, para agarrarlo antes que toque el piso.
Por ellos tenemos que salir a pelear, a gritarle al mundo que no están solos, que todavía hay gente que cree en ellos.
Será tiempo entonces de encontrar esa gente olvidada, aprender de su fe, de su amor, de sus palabras. De reconocer que ellos no son menos que nosotros, y descubrir sus más hermosos secretos.
De salir de nuestro propio encierro de tv, para ver que allá afuera hay, en diferentes partes del mundo, grandes hoteles que acuñan los sueños de los olvidados. Aunque para algunos sean simples cuartos desahuciados. Para que alguna vez, alguien tenga el valor de registrarse y vivir un tiempo en ese mágico hotel… EL HOTEL DEL MILLON DE DOLARES

Marcelo De Nicola

Canción elegida para la Editorial


IMPRESIONES SOBRE EL HOTEL DEL MILLÓN DE DÓLARES


¿Puede la vida ser maravillosa? ¿Puede esta fría piedra muerta, perdida en el oscuro y solitario vientre del universo, brillar siquiera una vez? ¿Regalarme un simple destello que justifique toda esta soledad vivida, un tímido brillo que calme este dolor en el pecho, vivo de ausencias, de mentiras mal contadas, de indiferencias fatales, de carencias profundas? ¿Podrá esa luz llegar a mi antes de que deje de esconderme en este disfraz de tipo que trabaja 8 horas, de hombre que viste neutro, camuflándose en las masas para evitar pensar y entregarse resignado al recto cause del ser pensado?. Recuerdo momentos que interpreto como fugaces errores de este perverso plan, minúsculas fisuras que me permitieron ver más allá del triste almanaque. Allí están instantes, que por intensos, superan el espacio y el tiempo. Supieron engañara a la muerte y flotan por ahí, defendiendo cada risa, cada lagrima genuina. Ahí está el día que te conocí, ahí está el abrazo eterno con el que me sorprendiste y que me ayuda a caminar hace más de diez años. También están ellos ahí, con su inocencia intacta, con sus corazones latiendo como caballos salvajes. Está el momento que los miro y también te veo a vos, está esa tranquilidad de saber que estás también a su lado para impedir que yo lo arruine todo. Quizás esa sea la luz que espante a la muerte aunque sea por un rato. Quizás no haya más brillo que ese. Y Tom Tom, o Tom simplemente, como le gustaba que lo llamen, lo sabía. 


El no necesito demasiado para entender que lo único real entre toda la cartulina de colores que lo rodeaba era aquella tierna e inocente mirada de Elois. Fueron esos breves instantes, ese recostarse en su pecho, esos destellos que el sol dibujaba en sus cabellos al escabullirse como un ladrón por la ventana, los que llenaron de sentido aquella inexistencia que vivía Tom hacía ya tanto. ¿Y para que más entonces? ¿Por qué no tener el valor de abrazarse a esas imágenes y arder para siempre con ellas como un fuego rabioso? ¿Por qué no desarmarse definitivamente en aquellas fauces ardientes? El Hotel del millón de dólares, excelente film dirigido por nuestro amigo Wim Wenders, comenzara con un racconto. Habrá un quiebre en la linealidad del relato y comenzara narrándonos la consecuencia para ir rápido a la causa. Lo veremos a Tom correr por la azotea del edificio, no con la pesada carga de una decisión nacida de la angustia, sino con la tranquilidad de saberse concluido. La cámara nos presentará el hotel, aquel circo colmado de fenómenos, gran metáfora del mundo que nos contiene. Y entonces aparecerá ella. Hermosa, tierna, caminando con sus pies desnudos, dando sus pasos en ese pasto de baldosas y mugre. Y nos enamoraremos al instante, tanto como Tom. Al verla, quizás recordemos aquellas palabras de Caetano “Con algunos hombres era mujer y con otros quería ser feliz”. 


Ella lo eligió a Tom para compartir sus sonrisas, para preguntarse juntos si la vida puede ser maravillosa y buscar aquel brillo del que te hablaba al principio. El encontró la respuesta y decidió morir por ella, por su amor. Ella quedó ahogada en su tristeza, viendo morir sus días, desde la altura, como una bella tigresa.-

Lucas Itze.-

Canción post análisis


También escuchamos


Y nos despedimos pidiendo una pequeña ayuda



FICHA TÉCNICA

Título original: The Million Dollar Hotel
Año: 2000
Duración: 122 min.
País: Estados Unidos
Director: Wim Wenders
Guión: Nicholas Klein (Historia: Bono, Nicholas Klein)
Música: John Hassell, Bono, Daniel Lanois, Brian Eno
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Jeremy Davies, Milla Jovovich, Mel Gibson, Jimmy Smits, Peter Stormare, Amanda Plummer, Gloria Stuart, Tom Bower, Donal Logue, Harris Yulin

Argumento

Tom-Tom (Jeremy Davies) vive en El Hotel del millón de dólares, una especie de antro donde viven diferentes personajes marginales.  Entre los habitantes del hotel, se encuentra la bella Eloise (Milla Jovovich), una extraña joven de la que Tom vive locamente enamorado. La muerte de su mejor amigo, Izzy (Tim Roth), hijo de un importante empresario de tv, llevará al FBI a investigar el hecho, que tiene todos los indicios de suicidio, menos para el padre, quien al ser judío considera ese acto como una vergüenza y busca un culpable para mantener intacta su reputación.
El encargado de la investigación será el agente Skinner (Mel Gibson), que al descubrir la locura de los inquilinos, empieza a jugar con la idea de que si o si fue uno de ellos el asesino.
La muerte de Izzy revolucionará el vecindario, que se unirán para sacar provecho de unas pinturas y llevar el arte del difunto a los medios, con la cadena enemiga del padre como principal socio.


El agente Skinner intenta unir a Tom con Eloise, pero sólo para que inculpe a alguno de sus amigos para determinar el asesino y terminar el trabajo. Luego de una cena, Tom, obligado por el agente, incrimina a Geronimo (Jimmy Smits) y a este lo encierran.
En una reunión entre los habitantes del hotel, Dixie (Peter Stormare), un músico que se cree un ex beatle, surge la idea de incriminar a Tom para que Geronimo sea liberado, cosa que Eloise trata de evitarlo a los gritos.
Finalmente Dixie, consigue grabar una confesión de Tom haciéndose cargo del asesinato, y el video se hace público en los noticieros.

Eloise intenta por todos los medios ayudar a que Tom escape, cosa que también hará el agente Skinner que sabe que no es culpable, sin embargo Tom sube a la terraza del edificio y decide saltar al vacío, en busca de un mundo más justo…

TRAILER


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