jueves, 19 de octubre de 2023

FITZCARRALDO DE WERNER HERZOG

PROGRAMA 425 (05-10-2023)

 

SINOPSIS

 

Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", un excéntrico y megalómano hombre de negocios obsesionado con la ópera, ha ido perdiendo su prestigio y su fortuna en absurdas empresas sin futuro. Su último proyecto consiste en construir un teatro de ópera en un poblado peruano a orillas del Amazonas; para conseguir el capital necesario para financiar tan magna empresa se dedica al comercio del caucho. Su extravagante plan exige sacar del río un gran barco fluvial y transportarlo hasta la cima de un monte. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Será por nuestros sueños que destruimos todo a cada paso? ¿O por simple ambición? Acechamos al mundo desde nuestra propia creación. Nos transformamos en los habitantes de un planeta que grita sus miedos y sus angustias. Nos creemos los mismos dioses que hemos inventado y más. Y hasta iremos en busca de otro planeta porque este ya lo estamos terminando de aniquilar. Esa locura tan nuestras nos invita a ir por todo. Sabernos finitos nos obliga a que el “como sea” se transforme en religión. Y así, mutilamos civilizaciones de miles de años. Y en nombre de esos dioses creados por nosotros mismos, o mejor dicho, de los dioses que nos convienen. ¿Quién nos juzgará? Será la propia naturaleza enviando sus fuerzas imposibles de detener. Serán el fuego y el agua los aliados para ponernos en penitencia. Y ahí ni el poder ni el dinero podrán cambiar el rumbo. 



Para la naturaleza, el burgués será igual que el nativo y el oro no servirá para nada. Asistiremos al entierro de nuestra especie más temprano que tarde. Rociaremos con nafta cada músculo para que se desgarre por dentro. Exhumaremos sus almas para que se alcen hasta el cielo como símbolo del perdón divino. Un perdón que esperamos cuando ya lo hemos arruinado todo. Cuando abrazamos esa idea estúpida de sentirnos impunes. ¿Habrá tiempo para volver a intentarlo? ¿Para pensar que solo somos simples humanos y cumplir con lo que la naturaleza nos legó? ¿A ser sólo un cuerpo que habita y un corazón que ama? La batalla está casi perdida y parece imposible. Quizás ese sea nuestro último logro, la conquista de lo inútil.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post editorial

 


IMPRESIONES SOBRE FITZCARRALDO

 


La palabra, evidentemente, nos excede. Huir de la dictadura que aquel virus impone, bien sabemos, roza lo inocente. Estamos sometidos a ser dentro del texto, dentro de lo dicho, estamos condenados a no ser más que palabras. Nada existe fuera del texto, sostenía Jaques Derrida. Lo innombrable es categóricamente disuelto en su entidad. No hay verdad que no pueda ser enunciada, somos estrictamente hablados por el lenguaje. ¿Pero cuál es esa voz que nombra lo real? Si el lenguaje es un sistema social creado con leyes particulares, ¿cómo es entonces que algo tan preciado como lo real pueda definirse en tal inestable ecosistema? ¿Cómo puede existir una verdad, en un mundo formado de palabras abstractas cuya única relación con aquello que nombra deviene de la arbitrariedad? ¿Quién da valor a aquellas sombras que enuncian? ¿O será que la verdad es simplemente una aproximación alegórica, un simple reflejo de la cosa? Nadie llega a conocer nada, nadie llega verdaderamente a la cosa. Las palabras nos llevan por caminos sin salida que satisfacen nuestra ociosa ansiedad de conocimiento, pero, en definitiva, todo puede ser siempre definido de otro modo. La verdad, es un ejército de metáforas en permanente estado de combate, aseguraba un amigo de este programa, y, como bien sabemos, una batalla por el sentido es siempre una batalla por el poder, es siempre una cuestión política. 



En este contexto así planteado, con la mano ya servida de esta manera, ¿Cómo entonces podríamos apropiarnos del lenguaje? ¿Cómo podríamos revelarnos ante el poder indiscutible de lo dicho, y peor aún, ante el determinismo absolutista de lo repetido? ¿Cómo llegar al otro, a ese otro que por ser hablado nos huye, ese otro que se nos escapa en la incertidumbre propia de los interminables reflejos de un laberinto de espejos? El otro es entonces, un imposible. ¿Pero no es aquella imposibilidad que el otro representa una invitación al propio abismo? Lo imposible es el límite de la experiencia, todo lo que lo exceda se desarrollará siempre en el plano de lo no experimentado, de la no experiencia. Transitar lo imposible es salir del código. Es un ataque directo a lo establecido, es destrozar por completo el paradigma de lo real, es desafiar directamente a aquello que llamamos poder. Derrida, definía a la filosofía como una experiencia de lo imposible y con ello se apartaba de los lugares hegemónicos que sostenían la utilidad de la filosofía en sus términos tradicionales. Apartarse de aquellos límites instituidos, es entender definitivamente que no hay verdades comprobadas pero sí mentiras evidentes, es entonces, darle lugar a lo imposible. Pero aclaremos algo, lo imposible no implica solamente la ausencia de posibilidad. Lo imposible es el anhelo último de nuestra condición finita que tiene que vérselas toda su existencia con aquella imposibilidad. En ese anhelo, sobre esa condición, se erige Fritzcarraldo. Klaus Kinski, bajo la pluma y dirección de nuestro querido amigo Werner Herzorg, construye un personaje que narrará un relato sobre lo imposible. 



En aquella simpleza se esconde la gema preciosa de esta película. Alrededor de aquello tan cotidiano, tan humano, ronda la historia que esta súper producción intenta soslayar interponiendo subtramas tan llamativas como confusas, fotografiando maravillosos colores de manera tal que parecieran jamás visto por el ojo humano, relacionando otredades tan distantes que las creeremos opuestas. El relato expondrá los objetivos del héroe naturalmente dentro del primer acto. Volveremos con seguridad sobre ellos porque creeremos no haberlos entendidos. Allí empezará a jugar con nosotros Herzog. Aquello que creeremos absurdo, será la conquista de lo inútil, será el relato de lo imposible, porque el propio Werner es, claro, el director de lo imposible. Basta revisar su filmografía, tanto de ficción como la de documental, para entender rápidamente la constante de esta temática, la obsesión minuciosa sobre la narración de esta dificultad. Es entonces de esta manera que este valioso director nos demuestra su batalla contra el poder, contra los límites establecidos por las instituciones, contra las bases normalizadoras de la narrativa de toda experiencia. El modo de trabajo de este artista sobre lo real, sobre la verdad representada en pantalla, es una de las particularidades de su estilo. Herzog trabajará en locaciones reales, con actores y actrices autóctonos, evitando en la medida de lo posible, el uso de efectos especiales, dato no menor al hablar justamente de una película que se plantea como eje temático la acción de cruzar un barco de varias toneladas sin ser desarmado por encima de una montaña. 



Lo imposible estará presente a cada instante, en cada escena de Fritzcarraldo. La fotografía del film será otra de las maravillas que esta obra expone. Habrá encuadres que serán dignos de ser detenidos para contemplar con detenimiento su perfecta composición, el equilibrio exacto en la distribución de los objetos dentro del cuadro, y por supuesto, claro, la iluminación barroca que nos recordará sin duda a las obras desafiantes del artista Caravaggio. El protagonista será un tipo que a pesar de todas las dificultades, dejará su vida en la búsqueda de su deseo. En demostrar que otra realidad, que otra manera de significación, siempre es posible. Eso lo convertirá en un temerario dentro de un mundo de cobardes que piensan solo hasta donde otros le permiten. Como bien sabemos, queridos amigas y amigos, el que arriesga poco, siempre gana poco. ¿Dónde guardaran sus deseos esos tipos que transitan solo lo posible, que no huyen de sus propias prisiones por temor al sueño de aquello que les juraron inalcanzable? Recuerdo aquel grito de otro tipo temerario, ese que nos decía con furia: seamos libres que lo demás no importa nada, cuando el poder había depositado nuestra libertar en el plano, justamente, de lo imposible. Por esos tipos, existen estas obras y estos directores. Por aquellos personajes que siguen adelante cuando aquello que les muestran como  realidad no les basta.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO HERZOG

 


Nació en Munich el 5 de septiembre de 1942, creció en el seno de una familia muy pobre. Herzog creció sin radio ni cine, en pleno contacto con la naturaleza, en una granja, alejado del mundo moderno. Según afirma el propio director, no tuvo conocimiento de la existencia del cine hasta los once años, la misma fecha en la que vio por primera vez un coche. A los 17 años hizo su primera llamada telefónica. A los trece años se trasladó a Múnich para iniciar sus estudios secundarios. Su familia se alojó provisionalmente en una pensión donde, casualmente, se alojaba Klaus Kinski, actor que en un futuro sería clave en su carrera cinematográfica. Durante su adolescencia, pasó por una etapa de gran fervor religioso, llegando a convertirse al catolicismo, lo que provocó discusiones con sus familiares, ateos convencidos. Por esta época empezó a realizar sus primeros largos viajes a pie. Hacia los quince años atravesó media Europa, desde Múnich hasta Albania. También hizo caminando el viaje que lo llevó a Grecia. Hacia los 17 años decidió dedicarse al cine. Para pagarse sus películas, trabajó en diversos oficios, que combinaba con sus estudios secundarios y más tarde universitarios. Se matriculó en Historia, Literatura y Teatro en Múnich. Hacia 1960 obtuvo la beca Fulbright para el Seminario de cine de la Universidad de Duquesne, en Pittsburgh (Estados Unidos). Su primer film fue un corto documental titulado Heracles en 1962, donde hacía un paralelismo entre Heracles y los musculosos fanáticos del gimnasio. Su primer filme de ficción fue Signos de vida (1968). Las películas posteriores confirmaron su carácter visionario y su atención por lo irracional y por las realidades marginales, rasgos bien visibles en títulos como También los enanos comenzaron pequeños (1970), protagonizada por enanos, o documentales como Fata Morgana y Tierra de silencio y oscuridad (1972). El éxito internacional le llegó con Aguirre, la ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972), poderoso film en el que su actor-fetiche Klaus Kinski interpreta al conquistador español Lope de Aguirre. 



El film lo consolidó como uno de los más importantes directores de Nuevo Cine Alemán, junto a Wim Wenders, Rainer W. Fassbinder, Volker Schlöndorff y Reinhard Hauff. El director consolidaría su reputación con el asombroso documental El gran éxtasis del escultor de madera Steiner (1973-1974). Le siguieron Corazón de cristal (1976), La Balada de Bruno S. (1997), Nosferatuvampiro de la noche (Nosferatu, Phantom der Nacht, 1978), en la que recreó la clásica versión fílmica de Drácula rodada en 1922 por Friedrich Wilhelm Murnau, Woyzeck (1979), basada en una pieza teatral inconclusa de Georg Büchner, y Fitzcarraldo (1982), historia de un excéntrico empresario del caucho obsesionado en construir una ópera en plena selva amazónica. De sus últimos títulos cabe destacar Donde sueñan las hormigas verdes (1984), Cobra verde (1987) y Grito de piedra (1991).  Werner Herzog ha dirigido también montajes teatrales, en especial de óperas: Doctor Fausto (1985), Lohengrin (1987) y Juana de Arco (1989). En la década de los noventa realizó documentales para el cine y la televisión: En las puertas del infierno (1992), The Transformation of the World Into Music (1994), Little Dieter Needs to Fly (1997) y Mein liebster Feind (1999). Ya en el siglo XXI llegaron documentales como obras de ficción entre las que encontramos The White DiamondLa salvaje y azul lejaníaGrizzly ManRescate al amanecer, Hijo mío, hijo mío ¿que has hecho?, la remake de Un maldito policía, La cueva de los sueños olvidados, Hacia el infierno, Meeting Gorbachov o Fireball, visitantes de mundos oscuros, su último documental.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Fitzcarraldo

Año: 1982

Duración: 157 min.

País: Alemania del Oeste

Dirección: Werner Herzog

Guion: Werner Herzog

Música: Popol Vuh

Fotografía: Thomas Mauch

Reparto: Klaus Kinski, Claudia Cardinale, Paul Hittscher, Miguel Ángel Fuentes, José Lewgoy.

 

PELÍCULA COMPLETA

 

martes, 10 de octubre de 2023

LAMB DE VALDIMAR JÓHANNSSON

PROGRAMA 424 (22-09-2023)

 

SINOPSIS

 

Una pareja sin hijos descubre un misterioso recién nacido en su granja de Islandia. El potencial de crear una familia les trae mucha alegría, pero también podría destruirles. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

El mal es un límite. El infierno, por ende, también lo es. ¿Pero cuál es ese límite? ¿Cómo será esa línea que nos separa de lo que somos, ese abismo donde habita la no experiencia? Porque después de todo, cruzar un límite nos arroja de lleno al plano de aquello que jamás hemos experimentado. ¿Cómo se sentirá el peso de ese paso final, de aquel veredicto diabólico? Suponemos que la geografía del infierno es por lo menos pequeña. La vida infernal jamás podría imaginarse o conjeturarse bajo el cobijo de las grandes amplitudes o de las extravagantes puestas. La maldad es más bien corta. Una acción, un objetivo, un pensamiento y al girar la esquina, el aliento fétido de una tristeza inagotable, el helado río de lágrimas sin ningún tipo de consuelo nos recibirá para otorgarnos nuestro juicio final. Un infierno que golpee preciso, que nos enseñe el verdadero rostro del dolor sin prefacios ni preludios inoportunos. Así de drástica y directa debe ser la estepa infernal. Es importante aclarar, que el único infierno posible es el individual; con el tormento de nuestros propios miedos comiéndonos el cuerpo lentamente, como aquel Prometeo quien, tras haber robado el fuego, fuera condenado y encadenado desnudo en las montañas del Cáucaso, donde un buitre le desgarra de día su hígado, que insiste en regenerarse por completo todas las noches. La acción infernal carece bajo estricto mandato e inquebrantables reglas, de tramas complejas, de líneas de transiciones llevaderas, y de recorridos dramáticos pomposos y desarrollados. La acción infernal no requiere narrativa. Es acción pura, es ser siendo. 



Es el instante apabullador, ese ápice vertiginoso que no precisa de sorpresa alguna, porque bien sabemos que el peor de los infiernos es aquel que ya conocemos. Ese dolor atemorizante que entendemos y desarrollamos como límite, que nos declara inapelablemente humanos. Los pecados, queridos compañeros y compañeras, se pagan en vida. El infierno, entonces, nos reafirma en nuestra condición humana, en nuestra insoslayable naturaleza de límite, de espectro arrojado al inefable perímetro gris que separa al significante del significado, que divide de manera inexplicable y arbitraria a la idea de la cosa, nos asienta, inexorablemente, en la monstruosa condición de entes arrojados a esta desoladora mixtura indefinible que no es ni infierno ni paraíso y, por supuesto, mucho menos purgatorio. Es a ese pequeño espacio sin tiempo que, tal vez, seremos arrojados por mucho que mintamos benevolencias o por mucho que peinemos buenas intenciones. El sufrimiento siempre es tanto que nos cabe entonces la duda sobre si ya no habremos sido, en definitiva, librados a nuestra suerte infernal. Que esta vida absurda que vivimos, que estos amores para siempre que se terminan todo el tiempo, que estos amaneceres que no temen con seguir adelante ante la fría ignorancia de nuestras derrotas, no son ya el diseño mismo del averno para nosotros reservado. La verdad, es que nunca lo sabremos, porque es en ese mismo paño donde se discute aquel conflicto eterno entre la razón y la fe, el gran debate humano por la trascendencia. El infierno o el paraíso nos alcanzaran de cualquier modo. aunque ante su aparición no sepamos ponerle ningún nombre. Llegado el momento, pagaremos, porque, si de algo estamos seguros es que lo único que nos queda siempre es pagar. Saldaremos la cuenta que debamos y nos iremos sin ninguna urgencia, con lo que nos quede dignidad sobre los hombros, en busca, claro, del próximo bar.           

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LAMB

 

Aceptar el dolor puede llegar a ser imposible. Convivimos con él, tratamos de ocultarlo y mantenerlo al margen de nuestra vida. “Si nuestra existencia no tiene por fin inmediato el dolor, puede afirmarse que no tiene ninguna razón de ser en el mundo. Porque es absurdo admitir que el dolor sin término que nace de la miseria inherente a la vida y que llena el mundo, no sea más que un puro accidente y no su misma finalidad. Cierto es que cada desdicha particular parece una excepción, pero la desdicha general es la regla”. Así abre su libro Los dolores del mundo el filósofo Arthur Schöpenahuer. Allí, afirma también que las alegrías y los placeres no dejan huella como si lo deja el dolor. Para entenderlo, vayamos a esta parte del texto. “Sentimos el dolor, pero no la ausencia de dolor; sentimos el cuidado, pero no la falta de cuidados; el temor, pero no la seguridad. Sentimos el deseo y el anhelo, como sentimos el hambre y la sed: pero apenas se ven colmados, todo se acabó, como una vez que se traga el bocado cesa de existir para nuestra sensación. Todo el tiempo que poseemos estos tres grandes bienes de la vida, que son salud, juventud y libertad, no tenemos conciencia de ellos. No los apreciamos sino después de haberlos perdido, porque también son bienes negativos. No nos percatamos de los días felices de nuestra vida pasada hasta que los han sustituido días de dolor… A medida que crecen nuestros goces, nos hacemos más insensibles a ellos: el hábito ya no es placer. Por eso mismo crece nuestra facultad de sufrir: todo hábito suprimido causa una sensación penosa. Las horas transcurren tanto más veloces cuanto más agradables son; tanto más lentas cuanto más tristes, porque no es el goce lo positivo, sino el dolor, y por eso se deja sentir la presencia de éste. El aburrimiento nos da la noción del tiempo y la distracción nos la quita. Esto prueba que nuestra existencia es tanto más feliz cuanto menos lo sentimos, de donde se deduce que mejor valdría verse libre de ella”. Un poco pesimista el pensamiento de nuestro amigo alemán, pero no por eso correctamente cierto. 



La pérdida, entonces nos hunde en un dolor eterno. La vida se transforma en una rutina gris, una autopista sin sorpresas que se transita de manera automática. Sólo un milagro parecerá confrontar ese dolor y regalar nuevas emociones. En ese mundo de miradas perdidas, días grises y paisajes enormes, habitan María e Ingvar, los protagonistas del film Lamb, del islandés Valdimar Jóhannsson. Ya desde los primeros minutos, tenemos que afinar el oído y la vista y prestar atención a lo que vemos. Y también a lo que no vemos. Si se dejan llevar por el palabrerío pensarán que están ante una película de terror, pero no les hagan caso. Como siempre decimos, abrazamos a esas personas que rompen con los géneros y transitan por diferentes vertientes. Jóhannsson forma parte del estilo de nuevos directores como Ari Aster o Robert Eggers, con quienes los emparenta ese Folk Horror que viene dando que hablar en los últimos años. La película abarcará una comunión entre la historia bíblica, la mitología nórdica y cierto surrealismo en medio de la naturaleza más agreste. El guión estará firmado por el director junto a Sjon, un poeta, artista y escritor islandés, creador de parte de la banda musical de Björk en Bailarina en la oscuridad de Lars Von Trier y guionista del reciente film The Northman (justamente de Eggers). Unos suspiros, unos pasos que acechan, será lo primero que oiremos, mientras la imagen es todo blanco en medio de una tormenta de nieve. Unos caballos corriendo cuando la cámara se acerca aparecerán a continuación. Una oveja, con cuernos de carnero (el Anticristo según la iconografía cristiana), será la próxima imagen. La primera referencia bíblica. Veremos un establo, otros pasos que se escuchan, animales nerviosos y una radio que ora las plegarias porque ya es Navidad… Segunda referencia y así podemos seguir enumerando varias más. El guion será lineal y el film estará contado en capítulos. 



Luego de la aparición del letrero sobre el primero en cuestión, conoceremos a los protagonistas. Una pareja de pastores en medio de la inmensidad rural, entre vegetación y montañas, aislados de todo. Un lugar silencioso salvo por los ruidos de la naturaleza, tanto qué durante los primeros diez minutos, la voz en esa radio será la única que conoceremos. En uno de los primeros diálogos habrá una charla sobre viajes en el tiempo y ahí, en esas miradas, intuiremos que hay algo escondido en su alma. Por momentos la atmósfera se hace irrespirable, pero no sabemos porque… El film trabajará una fotografía sobria, una paleta de colores fríos, donde predominan los verdes y azules opacos y también el uso de grises. Esta ayudará a sentir ese invierno continuo del paisaje. La inmensidad de este se verá a través de planos generales. El director utilizará planos detalle y también planos y contraplanos entre los protagonistas, no solo humanos sino animales (nunca una mirada de una oveja dolió tanto…). La cámara se transformará además en un observador obsesivo. Habrá grandes interpretaciones de Noomi Rapace y Hilmir Snær Guðnason, la pareja protagonista, gracias a sus gestos y sus miradas. La banda sonora, como anunciamos al comienzo, será clave para escuchar pequeños sonidos que nos mantengan alerta todo el tiempo. La música acompañará sutilmente sin estridencias. El nacimiento de un pequeño cordero y la adopción de la familia como propio, serán la clave en la curva dramática de la película. 



La aparición de este nuevo ser, más el regreso de Petur, el hermano de Ingvar, trastocarán la pacífica vida familiar. Y aquí la frase “Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo” se transforma en lo opuesto. Habrá desde allí una tensión latente. Mientras pasan los minutos, el director nos irá revelando ciertos secretos guardados. Entenderemos por que ciertas charlas, ciertas miradas tristes y, sobre todo, ciertas actitudes. Desde la alegoría bíblica, se mencionará al diablo como el creador del caos. Desde el punto más terrenal, será una respuesta de la naturaleza en venganza de los humanos que intentan apropiarse de lo suyo. Desde la mirada humana, estaremos ante una madre que busca erradicar su dolor y volver a crear una familia, sea como sea. Se unirán dos mundos, lo real y lo desconocido, el amor y el miedo, lo maravilloso y lo temible y porque no, el pasado y el presente. Y ya no importa que de todo lo que veamos es real. Lo cierto es que el caos empieza a reinar y el infierno se vuelve más presente que nunca. Quizás, y rememorando a Tarkovski, de quien el film tiene también marcada influencia, se necesitará un sacrificio para liberarse. Y por fin animarse a sonreírle al cielo, para escapar de ese infierno.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO JÓHANNSSON

 


Valdimar Jóhannsson nació en el norte de Islandia el 28 de abril de 1978. Ha trabajado en varios proyectos detrás de cámara, ya sea en iluminación, fotografía o técnico de efectos visuales. Varios de esos trabajos fueron en Hollywood y en su país, entre los que se destacan Rogue One, La vida secreta de Walter Mitty, la serie LazyTown, Amundsen, Juego de Tronos y Prometheus. En 2003 realizó su primer cortometraje titulado Pjakkur. Presentó su cortometraje Dolor en 2008 en el Festival Internacional de Cine de Reykjavík. Del 2013 al 2015 participó en el programa de Doctorado de Béla Tarr llamado Film Factory en Sarajevo. El primer largometraje de Valdimar fue Lamb (2021), que dirigió y escribió. Lamb arrasó en los Premios Edda 2022, ganando 12 premios, incluidos Mejor Película y Mejor Guión por Valdimar. Lamb también ganó el Premio Un Cierta Mirada a la Originalidad en Cannes, el Premio de Cine del Consejo Nórdico y fue preseleccionado para el Premio de la Academia a la Mejor Película Internacional.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Lamb

Año: 2021

Duración: 106 min.

País: Islandia

Dirección: Valdimar Jóhannsson

Guion: Sjón Sigurdsson, Valdimar Jóhannsson

Música: Þórarinn Guðnason

Fotografía: Eli Arenson

Reparto: Noomi Rapace, Hilmir Snær Guðnason, Björn Hlynur Haraldsson

 

PELÍCULA COMPLETA

ELLING... MI AMIGO Y YO DE PETTER NAESS

PROGRAMA 423 (15-09-2023)

 

SINOPSIS

 

Elling está preparado para volver al "mundo real" tras un periodo de dos años en una clínica psiquiátrica. Tutelado por los servicios sociales noruegos, él y su compañero de habitación, un gigante bonachón llamado Kjell Bjarne, son propuestos para ser reintegrados en la comunidad. La asistencia social les ha concedido un apartamento en Oslo, donde se supone que han de ser capaces de cuidar de sí mismos. Pero, para alguien a quien entrar en un restaurante le resulta tan complicado como atravesar la Antártida, esta nueva vida está llena de obstáculos. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

El tipo se pasaba horas mirando todo desde su antiguo ventanal. Las gotas de lluvia explotaban contra el vidrio y él se asustaba de repente. Corría un poco la ñata del vidrio, pero nuevamente se acercaba curiosamente. La gente pasaba en piloto automático. Nadie se daba cuenta de que alguien los observaba. Quizás, si era un animal asomando el hocico alguno sí se pararía. Tenía una colección de diarios donde guardaba los eventos más importantes. Desde un récord guiness de caminar sobre una cuerda hasta notas de sobrevivientes en lugares extremos. Todo eso lo emocionaba y lo compungía a la vez. Cada tanto, miraba en la tv algún documental sobre alpinistas haciendo cumbre o mochileros recorriendo desiertos o selvas de a pie. En ese pequeño cuarto encontró la manera de sentirse seguro. No había peligros a la vista. Los autos estaban lejos, los bocinazos no aturdían tanto, los gritos de la gente llegaban con menos vehemencia y la calle… la calle estaba lejos para cruzarla. Los semáforos siempre lo pusieron nervioso. Había encontrado allí una dosis de seguridad clave para su vida. Desde pequeño supo que no era “normal”. Los hospitales y los centros de salud eran el paseo más divertido en su niñez. Creció sin complicaciones, pero la adolescencia marcó un punto de inflexión. Su madurez no iba de la mano de la de los demás, pero la sociedad no estaba preparada para semejante complejo. 



Empezó por relacionarse cada vez menos hasta desaparecer casi por completo. Sus sueños se marchitaron como una flor en invierno y el sol empezó a esconderse. Los días se volvieron nublados y solo las lluvias parecían quererlo hacer florecer. Sus ganas se entumecieron y se volvió todo más rígido. Cada tanto alguien preguntaba por él. Se volvió hosco y ermitaño. Se alejó del mundo y su habitación pasó a ser su “normalidad”. Allí se pasaba los 7 días de la semana, los 30 del mes y los 365 del año. Sus ojos perdían contacto con la realidad. Su mente viajaba, pero nadie la acompañaba. No tenía una familia que lo ayude a pelear la batalla. Sus cosas, evidentemente, siempre resultaban más importantes. Se consideraba un estorbo para ellos. Todo pasaba por su cabeza. Como un increíble cuento que nunca vería la luz. Hasta que un día oyó gritos, golpes y un jarrón al piso que estalló en mil pedazos. El hogar era un desfile de insultos y entredichos. Como por arte de magia, se paró de golpe y empezó a caminar hacia la puerta. Sin detenerse ante la reacción de los presentes, siguió su camino hasta llegar a la vereda. Como un autómata, siguió derecho hacia la calle. Esta vez sí esperó el semáforo y cruzó tranquilamente. Su silueta con los minutos desapareció y su sombra se fue haciendo más pequeña. Decidió seguir entonces hacia otra parte del mundo, embanderado en su “locura” y esa extraña “normalidad”.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE ELLING… MI AMIGO Y YO

 


Hay un mundo allá afuera, dispuesto a normalizarlo todo. Hay un mundo allá afuera que no espera, que avanza de cualquier modo, saltando a defender con los codos, abriendo paso sin importar cómo, descomponiendo la materia, aniquilando el deseo, pintándolo todo de amarillo o echándole candado a cuanto esté al alcance de una mano. Hay un mundo allá afuera empachado de hostilidades de gente egoísta y apurada, de despertadores descompuestos y transportes que no transitan; de autos que no avanzan y dedos que amenazan todo el tiempo. Hay un mundo allá afuera que habla otro idioma, ¿se dieron cuenta? Un mundo de palabras que se acortan, se confunden y se pierden para siempre, o que se repiten hasta el hartazgo para también ser olvidadas. Un mundo de agravios dolorosos, de descalificaciones, de destratos y desestimaciones. Un mundo que no perdona al que sufre, al que le duele, al que dice basta, al que ya no lo soporta. Que da la espalda por puro gusto, por creerse otra cosa, sentirse otra cosa, porque es un mundo donde poco importa lo que somos, lo que hicimos con las pocas herramientas que tenemos, esas que están al alcance de todos y no se cobran por usarlas. Un mundo que prefiere siempre ser otro mundo y mira siempre para otro lado, desoyendo los gritos de su gente, enamorándose del mundo que no somos. Un mundo que no se celebra porque lo que hay nunca basta y porque nos enseñaron que festejar lo que hay, lo simple digo, lo que ya somos, es de mediocres o de conformistas. 



Que hermoso debe ser poder mirarnos a nosotros mismo, a esto que hoy somos, lo que ya somos, a esto que hicimos de lo que hicieron de nosotros y perdonarnos. Y creer que está bien, que lo que somos está realmente bien, creérnoslo de verdad, sentirlo con fuerza en la carne. Poder mirarnos y gustarnos, y sentirnos de una vez por todas completos, para quitarnos esa maldita ansiedad de ir por todo, porque bien sabemos que en definitiva ir por todo es lo mismo que ir por nada. Poder actuar desde la calma, desde la tranquilidad y la confianza en nuestra creatividad y en nuestras decisiones. De permitirnos explorarnos sin distraernos con la estupidez de ir a buscar respuestas afuera. En modelos ajenos y distantes. Visitar nuestro abismo es el desafío, pero conocernos es la respuesta. Hay un mundo allá afuera que promete el progreso a costa de estándares, de modelos que se repiten, de verdades absolutas que atropellan su existencia contra esa democracia que nos costó vidas y la sangre de tantos amigos y amigas. Porque en este mundo no deberían convivir jamás estas dos cosas juntas; porque si hay alguien que posea una verdad absoluta, una forma de ser que sea la correcta, una forma de desear que sea la natural, de relacionarse con el propio cuerpo y su sexo, si eso existiera, sería absurda cualquier tipo de democracia o de intento de consenso. Si hay una verdad y alguien asegura tenerla, entonces al otro, a la otredad, automáticamente, se la convierte en un ser sin identidad, sin capacidad de ser, se lo condenada a la desapropiación de su propia autonomía. Hay un mundo allá afuera, que se parece bastante a todo esto que digo. 



Es el mundo que excluye lo diferente en el nombre banal de la moral, de la salud mental, de la seguridad y el orden social. Miseria. Este es también el mundo en el cual el director Petter Naess plantea su interesante relato llamado Elling. El film combinará de manera armoniosa el drama con la comedia, los dos géneros por excelencia. El relato estará narrado desde el punto de vista de su protagonista Elling, quien sufre de trastornos psicológicos los cuales le complican el desarrollo de su sociabilidad. Elling prefiere estar solo luego de la muerte de su madre. Él mismo se definirá como “un nene de mamá”. El gran conflicto de Elling será interno, será lograr romper esa relación edípica que le impide sentirse seguro por sus propios medios, que le impide conocer el mundo, ese de allá afuera. La puesta de cámara acompañará el punto de vista y la visión de las cosas del protagonista de manera correcta. Será prolija tanto como él, será clásica y sin sobre saltos, como Elling. Pero también responderá a sus crisis, ya que las anticipará con un movimiento casi imperceptible típico de cámara en mano. Algo lo sacudirá de su realidad y su cuerpo se llenará de pánico y allí comenzará el ataque, y allí también, estará la cámara para narrarlo y hacernos sentir esa molestia que crece, ese encierro en un cuerpo que siente y que teme. Luego de la presentación del personaje, vendrá la comedia con el contrapunto generado por el coprotagonista de la historia, Kjell Bjarne. Serán dos personalidades con problemas psiquiátricos diferentes y hasta opuestos, que en definitiva, terminaran completándose. El relato utilizará la herramienta de la voz en off de Elling quien narrará, en ciertas situaciones, sus sensaciones personales, sus impresiones fóbicas, sus miedos. 



Esta herramienta, ayudará a remarcar un aspecto no menor de la personalidad de Elling, el cual será su pasión por la escritura. Gracias a esta voz, él se dará cuenta de que tiene herramientas para enfrentar al mundo de allá afuera, a ese mundo de hostilidades que no hace más que pedirle a gritos que sea normal. A ese mundo de allá afuera que prefiere excluirlo y no aceptarlo con sus diferencias. La estructura narrativa será lineal ya que respetará minuciosamente la prolijidad que describe a su héroe. Todo tendrá su lugar, su tiempo y su desarrollo, hasta los propios cambios, las propias superaciones. Las cosas se acomodarán en el mundo de Elling y su amigo, pero lo harán sin perder la esencia particular de los personajes. Su mundo empezará a vibrar con algunas semejanzas con el de allá afuera y ellos comenzarán a sentirse a gusto en la comunión con las demás personas. Pero lo harán sin perder su lugar, Elling seguirá siendo aquel nene de mamá que se oculta en las sombras de una noche que se niega a terminar. Pero estará bien, habrá encontrado su sitio de pertenencia, a pesar de todo. Quizás la respuesta a muchas de nuestras angustias se encuentre ahí, en el hecho de permitirnos disfrutarnos, finalmente, en el lugar en el que ya nos encontramos.          

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO NAESS

 


Petter Næss nació en Oslo, Noruega el 14 de marzo de 1960. En 1980, empezó su trayectoria profesional como asistente de producción y realización en el departamento de teatro de la Norsk Rikskringkasting. En 1985, debutó primero en el teatro, después en el cine y finalmente en la televisión. En 1996, fue nombrado director del Oslo Nye Teater. Su primera película dirigida fue la comedia Absolutt blåmandag ("Resaca absoluta") en 1999, una comedia sobre una pareja que se separa debido a la adicción al alcohol del protagonista. Su segundo largometraje, Elling (2001), adaptación cinematográfica de Brødre y blodet ("Hermanos de sangre"), el tercer volumen de la popular tetralogía epónima de Ingvar Ambjørnsen. Petter Næss también dirigió la versión teatral de la novela un año antes de la película, que cosechó gran éxito. Los dos actores que interpretaron a los protagonistas en el film fueron los actores originales de la obra de teatro, debido a que Næss no encontró ningún actor que le convenciera para ambos roles protagónicos. El gran recibimiento que obtuvo Elling hizo que fuera nominada al Óscar en la categoría de Mejor Película de Lengua Extranjera en 2001, con el actor y productor estadounidense Kevin Spacey comprando los derechos para realizar una adaptación teatral en Estados Unidos. En 2004 filma Just Bea, sobre una adolescente que se enamora del chico más popular de la escuela. 



En 2003, el director de cine firmó un contrato con la 20th Century Fox para la producción de tres películas, la primera de ellas, Crazy in Love (cuyo título original en noruego es "Mozart y la ballena"), estrenada en la gran pantalla en 2005. En esa llegada a Holywood cuenta la historia de amor de dos jóvenes con síndrome de Asperger. Vuelve a Noruega para filmar Love Me Tomorrow, la secuela de Elling en 2005. Más adelante llegan los films Gone wih the Woman, Hoppet, filmada en Suecia, Shameless y Perdidos en la nieve, sobre la segunda guerra mundial, con Florian Lukas y Rupert Grint. Sus últimos trabajos fueron las series Maglerne, El tiempo de la felicidad y el film Nothing to Laugh About, sobre un cómico que encuentra en el humor una herramienta contra una grave enfermedad.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Elling

Año: 2001

Duración: 85 min.

País: Noruega

Dirección: Petter Naess

Guion: Axel Hellstenius. Novela: Ingvar Ambjørnsen

Música: Lars Lillo Stenberg

Fotografía: Svein Krøvel

Reparto: Sven Nordin, Per Christian Ellefsen, Marit Pia Jacobsen, Jorgen Langhelle, Per Christensen.

 

PELÍCULA COMPLETA

LA CASA DE JACK - THE HOUSE THAT JACK BUILT DE LARS VON TRIER

PROGRAMA 422 (08-09-2023)

 

Estados Unidos, década de 1970. Seguimos a Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Varias veces en este mismo espacio hemos hablado sobre aquella idea de nuestro amigo Unamuno, que decía que el sentimiento trágico de la vida reside en entender y ser consciente de que nuestra existencia es finita. Vamos, que un día cualquiera, sin saber dónde, cuándo ni de qué manera, vamos a morirnos. Es en aquella compresión de la finitud de nuestro ser que agoniza, donde nace la angustia más profunda de todas, aquella que se lleva consigo el sentido de toda esta aventura. La angustia de sabernos atravesados por el tiempo y que nuestra función de permanencia este supeditada a aquella macabra variable tan acotada. Pensémoslo de este modo, la condición humana está estructurada en el segmento de la existencia de su ser por dos hechos absolutamente irracionales, azarosos e ilógicos y por eso, claro, también trágicos y angustiantes: nacer y morir. Venimos a este universo huérfanos de toda consulta y moriremos en la absoluta frialdad de la soledad y de lo efímero. Morir es siempre un acto solitario y sorprendente. Es aquella sorpresa de desconocer el trágico dato final la que agrega algo de macabro a toda esta historia. La que desdibuja la sonrisa de mi boca susurrándome al oído que la fiesta va a terminar. Y lo que es peor, claro, la que nos asegura a su vez, que también terminara para todos nuestros seres queridos. Que diferente seria conocer el cuándo o el dónde. Que delicado de su parte sería el tener la posibilidad de prepararse uno para aquella cita, de poder organizar de alguna manera aquellas cosas del vivir para dejarlas atrás de una vez para siempre. Que gesto de buen gusto el poder darnos la posibilidad de ese abrazo final, de decir esa palabra nunca dicha. 



¿Pero qué importancia tiene nuestra vida si después de todo, tal como dice el poeta, la eternidad solo busca un paso en nosotros? ¿Qué importancia tiene nuestras lágrimas de finitud, nuestra tristeza intima de saber que nada de lo que somos o de lo que hemos hecho perdurara en el tiempo? La desazón de comprender que todo morirá cuando nuestros ojos se cierren definitivamente para siempre. ¿A quién puede importarle esta tristeza? ¿Por cuánto tiempo puede importarle a ese puñado de tipos que mentirán un recuerdo, que nos traicionarán definitivamente con su olvido? Tal vez morir, después de todo, y digo esto con profunda humildad, sea la única esperanza verdadera. Aquella necesidad de eternidad solo se saciará en la muerte. Será en la muerte donde siempre seremos, en ningún otro lugar. En ningún otro estado. Allí estará nuestro único gran consuelo. La dulce muerte como gran oportunidad para evadirnos finalmente de todas nuestras absurdas responsabilidades. La bella muerte que purifica y que enloquece y enferma los cuerpos. ¿Habrá arquitecto para semejante obra o estaremos arrojados finalmente a la suerte de la locura a la que nosotros mismos hemos contribuido? ¿Quién será el agente purificador que nos aleje para siempre de esta pesadilla sin sentido, quién nos rescatará de este infierno de tiempos diferidos donde la vida nos urge enceguecedora y apurada mientras que la muerte nos llega tan callando, tan lentamente que es invisible ante la torpeza de nuestros sentidos? Habrá una única mano destinada a cada uno de nosotros, que nos quite el último de los suspiros. Su violencia desgarradora firmará para siempre la fugacidad de nuestro destino y aquel instante divino, aquel ápice desesperante ya sin tiempo, será el punto final del verso entre los versos que supimos crear.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA CASA DE JACK

 


La perversión parece infinita. El mundo gira alrededor de ciertos dioses y diablos que están cortados por la misma tijera. La muerte no es ajena a todo esto. Busca en ellos sus más cercanos compañeros. La soberbia aparece como uno de los pecados capitales. Los dioses de carne y hueso suelen empatizar con ella. Y empatizan porque allí se sienten a gusto. Encontraron la mejor forma de embarrarse de frases cruelmente verdaderas. Escupieron el asado sin importar quién sea el invitado de turno. Se emborracharon de rabias y pasiones vulgares para gritarles a esos acartonados personajes cuál es la verdad. Ellos se sienten mejores que nadie, porque en cierto punto lo son. El egocentrismo los nubla, los provoca y también los irrita. Siempre blanco o negro, nunca gris, dijo alguien nacido en una villa que llegó a la cima del mundo. Ellos aman a su manera y muestran el odio de los jerarcas de turno. Esos jerarcas que no se animan a mirarlos a la cara, que los echan de la fiesta porque están mal vestidos o porque alguna verdad los ofendió súbitamente. ¿Cómo será estar en la cabeza de un egocéntrico con visión de genio? ¿Cómo será soportar el mundo enfrentando amores y odios? Ahí aparece de nuevo la perversidad… pero en modo de espía. Ellos saben que los demonios están en cada camino. Saben qué ante el pequeño paso en falso, los disparos llegarán desde todas las direcciones. Pero ellos, también, saldrán a provocarlos más y mejor que nunca. No se esconderán en su habitación o en su hotel de lujo. Bajarán nuevamente al barro y se enfrentarán cara a cara. Las esquirlas los astillarán de alguna manera, de eso no cabe duda. Pero el provocador, el genio, el egocentrista tiene algo que muchos mortales no tienen, hablamos de la osadía y la valentía. Vamos muchachos, hablamos de tener los huevos (o los ovarios) bien puestos y bancarse la que venga. 



Y ahí es cuando nosotros, simples mortales, los aplaudimos de pie. Por jugársela a todo o nada. Por dejar la gloria acumulada en la mesita de luz y tirarse de nuevo a la pileta, sabiendo que igual puede estar vacía. Porque en cierto punto, el narcisismo es un arte. La mezcla de soberbia, egocentrismo, narcisismo y perversión sería una especie de pintura de Pollock, si lo relacionamos con el arte. Y cuando todo está en el mismo envase, todo es más trágico, más delirante, más inhumano. Porque en realidad, ese es el fiel espejo que refleja la sociedad, aunque nos hagan pensar otra cosa. Y en ese combo aparecerán ciertos nombres que harán que el caos reine. Que su virtud, además de esas condiciones innatas, es mostrar esa sociedad tan temida. Es exponer como el ser humano puede ser dios, el diablo y la muerte al mismo tiempo. Es llorar de tristeza en los 107 pasos finales de una penitenciaría o congraciarse con las idioteces de una comunidad. Es sacarle la careta a nuestro otro yo. En definitiva, es descubrir cada vez algo nuevo cuando Lars Von Trier nos muestra su universo. Porque egocéntrico, soberbio, narcisista y también genial es Jack, el asesino en serie del film La casa de Jack. Que no es otra cosa que el espejo del mismo Von Trier. El film comenzará con una charla en off entre dos personajes. Luego el director diseccionará la película, como su personaje a sus víctimas. Contará con 5 episodios y un epílogo. Matt Dillon se pondrá en la piel de un ingeniero que soñaba con ser un arquitecto para diseñar la casa de sus sueños. 



Pero fracasó y se convirtió en un asesino que mata en defensa del arte, tanto buscará la perfección que se autodenominará Sr. Sofisticación. Una mujer que lo trata de cobarde será lo primero que veamos en esos raccontos. El segundo será más premeditado, pero mostrará su trastorno obsesivo compulsivo, otra cualidad que posee el bueno de Lars. El tercer incidente será atroz, recordando ciertas escenas del cine de Haneke. Jack dará muerte a su mujer y a sus hijos y a uno de ellos le practicará taxidermia para convertirlo casi en un muñeco de circo. En el cuarto incidente aparecerá ese Lars misógino y sexual que nos tiene acostumbrados. El quinto y último será su obra maestra, matar con una misma bala a varias personas a la vez. Pero al igual que el director, su personaje no es perfecto… y él se ríe de ellos. Siempre decimos que una película del danés no deja indiferente a nadie. Tendrá, como acostumbra, un guión perfecto con unos diálogos brillantes. La cámara se moverá con el mismo nerviosismo del personaje, ya que se acercará y se alejará en el primer plano de manera dinámica. Veremos las marcas de la casa en cada encuadre. Gozará de una fotografía con unos rojos remarcables, pero también con esos azules fríos y ese gris cuando empiece a estallar todo para volver a ese rojo infernal al final. Será arte puro. “Sin amor, no hay arte” dice uno de sus personajes. Y si hay alguien que ama el arte no hay duda que es Lars. Cada fotograma tendrá algo para decir. Evocará a diferentes pintores y los mezclará con la violencia. Habrá tiempo hasta para alguna imagen animada. Y en el medio, la confesión. 



Llegarán imágenes de Hitler, Stalin, Mao o Mussolini demostrando la maldad del ser humano, entre guerras y campos de concentración. Mencionará el árbol de Goethe, donde el poeta escribió alguna de sus obras, un roble que terminó al lado del campo de concentración de Buchenwald. E inmediatamente, como riéndose de que lo acusen de nazi, aparecerán personajes de sus películas, con todo el sufrimiento a cuestas, desde la Bess de Breaking The Waves hasta la Grace de Dogville, pasando también por Nimphomaniac, Medea, Melancolía o Anticristo. Durante el quinto incidente, Jack cometerá un último error y será entonces el momento en que conoceremos a Verge, interpretado por Bruno Ganz, esa voz que venimos escuchando desde el principio. Jack intentará convencer a Verge que en verdad no es solo un asesino en serie, sino también un artista, pero éste último sólo estará limitado a ser su Caronte. Así se conectará La Divina Comedia de Dante como su guía a través del infierno y el purgatorio en una imagen que rememora la pintura de La barca de Dante de Delacroix. Jack intentará no caer, pero será en vano. El fuego lo consumirá todo y sólo ciertas almas podrán escapar del infierno.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO VON TRIER

 


Nació en Copenhague (Dinamarca) el 30 de abril de 1956. Lars von Trier fue uno de los creadores de Dogma 95, un movimiento cinematográfico con el cual se llama al regreso de historias más creíbles en la industria fílmica, al uso mínimo de los efectos especiales. Empezó a fines de los 70 con pequeñas películas en su país natal, y fue en el año 1984, cuando recién salido de la escuela de cine, empezó a ser reconocido por la crítica. Con El Elemento del crimen, dio comienzo a la trilogía Europa, que siguió con Epidemic en 1987 y que se cerraría con Europa en 1990. En 1996 lanzó otra trilogía, a la que tituló Corazón Dorado, que arrancó con Rompiendo las olas, con el que terminó de afianzarse en todo el mundo. Luego llegó Los Idiotas en 1998, y Bailarina enla oscuridad en 2000.



Otra trilogía iba a armar a partir del 2003, cuando con Dogville dio origen a la trilogía USA, donde el director muestra el punto de vista del país americano. En 2005 filmó Manderlay, y se espera Washington, que nunca vio la luz. En el medio filmó el documental Las cinco obstrucciones, junto al antiguo director Jorgen Leth. En 2007 filmó la única película que no forma parte de una trilogía: El jefe de todo esto. Su nueva trilogía se dio a llamar Trilogía de la Depresión y comenzó con Anticristo en 2009, siguió con Melancolía en 2011 y en 2013 salió la polémica Nymphomaniac. En 2018 dirigió hasta ahora su último film, titulado La casa de Jack, con Matt Dillon y Bruno Ganz. En los años ´90 creó la miniserie El reino, sobre un hospital que esconden secretos demasiado terribles que van saliendo a la luz. El año pasado volvió con la tercera temporada luego de 25 años.

 

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: The House That Jack Built

Año: 2018

Duración: 150 min.

País: Dinamarca

Dirección: Lars von Trier

Guion: Lars von Trier

Fotografía: Manuel Alberto Claro

Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Siobhan Fallon, Sofie Grabol.

 

PELÍCULA COMPLETA