SINOPSIS
Entre 1990 y
2003, Timothy Treadwell, camarero, actor ocasional y ex-alcohólico, pasó
catorce veranos conviviendo con los osos grizzly. Él mismo grabó con su cámara
de vídeo sus estancias en Alaska y su obsesiva relación con los plantígrados
(unas cien horas). Werner Herzog usó parte de este material. El último verano,
uno de los osos atacó a Timothy y a su novia Annie. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Estamos
destinados a la destrucción de nuestra propia casa. En tiempos ancestrales, la
tierra era sagrada. La evolución tecnológica fue creando sociedades más
nómades. Empezaron las luchas por los territorios, derramando sangre de a pie.
Más adelante esas peleas se realizaron por agua y por aire. Ya no había
escondites secretos. Los árboles fueron cayendo y con ellos los ecosistemas.
Miles de especies desaparecieron. El ser humano, narcisista por naturaleza, se
convirtió en la principal amenaza de su propia especie. Y de todo el universo.
Surcaron mares, desiertos y no se conformaron sólo con el planeta Tierra.
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE GRIZZLY MAN
Arrebatarle a la vida nuestra muerte es quizás el acto de desobediencia más grande que pueda imaginarse. Sobre las colinas de aquella travesura pasean sus ojos los hambrientos lobos de la moral. Aquellas bestias perfectas, adoctrinadoras del deseo, celosas de nuestro cuerpo, oscuras hechiceras de nuestra razón vigilan con obsesión el perverso encauce de nuestra naturaleza, la eficacia viral de la palabra corroyendo incansablemente la fértil pradera de nuestro pensamiento, elaborando complejos túneles sobre el laberíntico destino de nuestro sentir. Hacerse de la propia vida es hacerse entonces de la propia muerte. ¿Pero es posible hoy aquella aventura? Estamos históricamente atravesados por una cantidad innumerable de sistemas, de modos confluyendo simultáneamente en aquello que decimos que somos, en aquel ser que es siendo aquel que en esencia fue. ¿Dónde entonces ir a buscar lo natural, aquel puente tan anhelado con el niño, con lo salvaje, aquello originario carente de toda cultura? Dejar de lado nuestra propia historia y dar la batalla correcta podría ser parte de la respuesta. Timothy Treadwell lo intentará con gran esmero en el documental dirigido por Werner Herzog llamado Grizzly Man. El film estará construido mediante un exquisito trabajo de orfebrería en lo que a su montaje se refiere. Herzog diseñará el guión del metraje sobre la selección de cien horas de grabación realizadas por el propio Timothy durante los trece veranos que pasó en el parque nacional y reserva Katmai en Alaska conviviendo con los osos Grizzly u osos grises, subespecie del oso pardo más grande del planeta.
El relato estará narrado por el propio director y constará con una serie de entrevistas a personas allegadas al Treadwell que darán fiel testimonio de su estadía y rutina en la reserva. Vale decir, de manera rápida y sincera, que todo lo que sucederá en el documental será descabellado y hasta por momentos carente de cualquier tipo de sentido. Se plagará la pantalla de personajes pintorescos dignos de un film de los hermanos Cohen o tal vez del propio David Lynch. La pesadumbre y la tensión generada por la película solo se podrá llevar adelante si uno piensa que está ante una oscura broma, ante una ficción macabramente guionada. El devenir del relato nos demostrará sin demasiada urgencia lo contrario, confirmando de la manera más fría la veracidad de lo que allí en la pantalla sucede. Los personajes pintorescos y las tramas de objetivos pocos coherentes tomarán un peso insoportable para el espectador. El propio director aconsejará en un momento de la película desechar aquel documento que registra el ataque que dará una espantosa muerte a nuestro protagonista y su novia por resultar desagradablemente macabro y lúgubre. Solicitará en este sentido la destrucción misma del documento y optará finalmente por no incluirlo dentro del documental. Será esta una decisión no solo artística sino también correcta. Lejos de buscar el sensacionalismo, Herzog se concentrará en narrar al personaje con sus contradicciones y sus propias luchas internas.
Buscará centrarse en el relato honesto de alguien que no encaja dentro de los parámetros morales de una sociedad rígida y estereotipada y como consecuencia de esto, decide dar la batalla correcta, que no es otra en este caso que la difícil batalla contra uno mismo. No habrá necesidad de mostrar al monstruo en el desenlace final del drama, de develar el aspecto terrorífico de la bestia porque concluiremos con el devenir de la cinta que la bestia siempre estuvo enfrente nuestro. Timothy será el resultado de lo peor de nuestra cultura. Sera el mitómano para encajar, será el drogadicto para soportar y será el alcohólico para no sentir más. Buscará emancipar todo su dolor en la búsqueda de lo natural, del gran origen salvaje, lejos de sus pares, de aquel otro hostil incomprensible e inabarcable. La naturaleza no será dócil ni cederá su voraz camino ante su presencia. En cambio, lo llenará de vida otorgándole la más salvaje y horrenda de todas las muertes.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO HERZOG
Nació en Munich
el 5 de septiembre de 1942, creció en el seno de una familia muy pobre. Herzog
creció sin radio ni cine, en pleno contacto con la naturaleza, en una granja,
alejado del mundo moderno. Según afirma el propio director, no tuvo
conocimiento de la existencia del cine hasta los once años, la misma fecha en
la que vio por primera vez un coche. A los 17 años hizo su primera llamada
telefónica. A los trece años se trasladó a Múnich para iniciar sus estudios
secundarios. Su familia se alojó provisionalmente en una pensión donde,
casualmente, se alojaba Klaus Kinski,
actor que en un futuro sería clave en su carrera cinematográfica. Durante su
adolescencia, pasó por una etapa de gran fervor religioso, llegando a
convertirse al catolicismo, lo que provocó discusiones con sus familiares,
ateos convencidos. Por esta época empezó a realizar sus primeros largos viajes
a pie. Hacia los quince años atravesó media Europa, desde Múnich hasta Albania.
También hizo caminando el viaje que lo llevó a Grecia. Hacia los 17 años
decidió dedicarse al cine. Para pagarse sus películas, trabajó en diversos
oficios, que combinaba con sus estudios secundarios y más tarde universitarios.
Se matriculó en Historia, Literatura y Teatro en Múnich. Hacia 1960 obtuvo la
beca Fulbright para el Seminario de cine de
El film lo consolidó como uno de los más importantes directores de Nuevo Cine Alemán, junto a Wim Wenders, Rainer W. Fassbinder, Volker
Schlöndorff y Reinhard Hauff. El director consolidaría su reputación con el
asombroso documental El gran éxtasis del
escultor de madera Steiner (1973-1974). Le siguieron Corazón de cristal (1976),
Werner Herzog ha
dirigido también montajes teatrales, en especial de óperas: Doctor Fausto (1985), Lohengrin (1987) y Juana de Arco (1989). En la década de los noventa realizó
documentales para el cine y la televisión: En
las puertas del infierno (1992), The
Transformation of the World Into Music (1994), Little Dieter Needs to Fly (1997) y Mein liebster Feind (1999). Ya en el siglo XXI llegaron
documentales como obras de ficción entre las que encontramos The White Diamond, La salvaje y azul lejanía, Grizzly
Man, Rescate al amanecer, Hijo mío,
hijo mío ¿que has hecho?, la remake de
Un maldito policía, La cueva de los sueños olvidados, Hacia el infierno,
Meeting Gorbachov o Fireball, visitantes de mundos oscuros, su último
documental.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Grizzly Man
Año: 2005
Duración: 104
min.
País: Estados
Unidos
Dirección: Werner Herzog
Guion: Werner Herzog
Música: Richard
Thompson
Fotografía: Peter
Zeitlinger
No hay comentarios:
Publicar un comentario