jueves, 19 de octubre de 2023

FITZCARRALDO DE WERNER HERZOG

PROGRAMA 425 (05-10-2023)

 

SINOPSIS

 

Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", un excéntrico y megalómano hombre de negocios obsesionado con la ópera, ha ido perdiendo su prestigio y su fortuna en absurdas empresas sin futuro. Su último proyecto consiste en construir un teatro de ópera en un poblado peruano a orillas del Amazonas; para conseguir el capital necesario para financiar tan magna empresa se dedica al comercio del caucho. Su extravagante plan exige sacar del río un gran barco fluvial y transportarlo hasta la cima de un monte. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Será por nuestros sueños que destruimos todo a cada paso? ¿O por simple ambición? Acechamos al mundo desde nuestra propia creación. Nos transformamos en los habitantes de un planeta que grita sus miedos y sus angustias. Nos creemos los mismos dioses que hemos inventado y más. Y hasta iremos en busca de otro planeta porque este ya lo estamos terminando de aniquilar. Esa locura tan nuestras nos invita a ir por todo. Sabernos finitos nos obliga a que el “como sea” se transforme en religión. Y así, mutilamos civilizaciones de miles de años. Y en nombre de esos dioses creados por nosotros mismos, o mejor dicho, de los dioses que nos convienen. ¿Quién nos juzgará? Será la propia naturaleza enviando sus fuerzas imposibles de detener. Serán el fuego y el agua los aliados para ponernos en penitencia. Y ahí ni el poder ni el dinero podrán cambiar el rumbo. 



Para la naturaleza, el burgués será igual que el nativo y el oro no servirá para nada. Asistiremos al entierro de nuestra especie más temprano que tarde. Rociaremos con nafta cada músculo para que se desgarre por dentro. Exhumaremos sus almas para que se alcen hasta el cielo como símbolo del perdón divino. Un perdón que esperamos cuando ya lo hemos arruinado todo. Cuando abrazamos esa idea estúpida de sentirnos impunes. ¿Habrá tiempo para volver a intentarlo? ¿Para pensar que solo somos simples humanos y cumplir con lo que la naturaleza nos legó? ¿A ser sólo un cuerpo que habita y un corazón que ama? La batalla está casi perdida y parece imposible. Quizás ese sea nuestro último logro, la conquista de lo inútil.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post editorial

 


IMPRESIONES SOBRE FITZCARRALDO

 


La palabra, evidentemente, nos excede. Huir de la dictadura que aquel virus impone, bien sabemos, roza lo inocente. Estamos sometidos a ser dentro del texto, dentro de lo dicho, estamos condenados a no ser más que palabras. Nada existe fuera del texto, sostenía Jaques Derrida. Lo innombrable es categóricamente disuelto en su entidad. No hay verdad que no pueda ser enunciada, somos estrictamente hablados por el lenguaje. ¿Pero cuál es esa voz que nombra lo real? Si el lenguaje es un sistema social creado con leyes particulares, ¿cómo es entonces que algo tan preciado como lo real pueda definirse en tal inestable ecosistema? ¿Cómo puede existir una verdad, en un mundo formado de palabras abstractas cuya única relación con aquello que nombra deviene de la arbitrariedad? ¿Quién da valor a aquellas sombras que enuncian? ¿O será que la verdad es simplemente una aproximación alegórica, un simple reflejo de la cosa? Nadie llega a conocer nada, nadie llega verdaderamente a la cosa. Las palabras nos llevan por caminos sin salida que satisfacen nuestra ociosa ansiedad de conocimiento, pero, en definitiva, todo puede ser siempre definido de otro modo. La verdad, es un ejército de metáforas en permanente estado de combate, aseguraba un amigo de este programa, y, como bien sabemos, una batalla por el sentido es siempre una batalla por el poder, es siempre una cuestión política. 



En este contexto así planteado, con la mano ya servida de esta manera, ¿Cómo entonces podríamos apropiarnos del lenguaje? ¿Cómo podríamos revelarnos ante el poder indiscutible de lo dicho, y peor aún, ante el determinismo absolutista de lo repetido? ¿Cómo llegar al otro, a ese otro que por ser hablado nos huye, ese otro que se nos escapa en la incertidumbre propia de los interminables reflejos de un laberinto de espejos? El otro es entonces, un imposible. ¿Pero no es aquella imposibilidad que el otro representa una invitación al propio abismo? Lo imposible es el límite de la experiencia, todo lo que lo exceda se desarrollará siempre en el plano de lo no experimentado, de la no experiencia. Transitar lo imposible es salir del código. Es un ataque directo a lo establecido, es destrozar por completo el paradigma de lo real, es desafiar directamente a aquello que llamamos poder. Derrida, definía a la filosofía como una experiencia de lo imposible y con ello se apartaba de los lugares hegemónicos que sostenían la utilidad de la filosofía en sus términos tradicionales. Apartarse de aquellos límites instituidos, es entender definitivamente que no hay verdades comprobadas pero sí mentiras evidentes, es entonces, darle lugar a lo imposible. Pero aclaremos algo, lo imposible no implica solamente la ausencia de posibilidad. Lo imposible es el anhelo último de nuestra condición finita que tiene que vérselas toda su existencia con aquella imposibilidad. En ese anhelo, sobre esa condición, se erige Fritzcarraldo. Klaus Kinski, bajo la pluma y dirección de nuestro querido amigo Werner Herzorg, construye un personaje que narrará un relato sobre lo imposible. 



En aquella simpleza se esconde la gema preciosa de esta película. Alrededor de aquello tan cotidiano, tan humano, ronda la historia que esta súper producción intenta soslayar interponiendo subtramas tan llamativas como confusas, fotografiando maravillosos colores de manera tal que parecieran jamás visto por el ojo humano, relacionando otredades tan distantes que las creeremos opuestas. El relato expondrá los objetivos del héroe naturalmente dentro del primer acto. Volveremos con seguridad sobre ellos porque creeremos no haberlos entendidos. Allí empezará a jugar con nosotros Herzog. Aquello que creeremos absurdo, será la conquista de lo inútil, será el relato de lo imposible, porque el propio Werner es, claro, el director de lo imposible. Basta revisar su filmografía, tanto de ficción como la de documental, para entender rápidamente la constante de esta temática, la obsesión minuciosa sobre la narración de esta dificultad. Es entonces de esta manera que este valioso director nos demuestra su batalla contra el poder, contra los límites establecidos por las instituciones, contra las bases normalizadoras de la narrativa de toda experiencia. El modo de trabajo de este artista sobre lo real, sobre la verdad representada en pantalla, es una de las particularidades de su estilo. Herzog trabajará en locaciones reales, con actores y actrices autóctonos, evitando en la medida de lo posible, el uso de efectos especiales, dato no menor al hablar justamente de una película que se plantea como eje temático la acción de cruzar un barco de varias toneladas sin ser desarmado por encima de una montaña. 



Lo imposible estará presente a cada instante, en cada escena de Fritzcarraldo. La fotografía del film será otra de las maravillas que esta obra expone. Habrá encuadres que serán dignos de ser detenidos para contemplar con detenimiento su perfecta composición, el equilibrio exacto en la distribución de los objetos dentro del cuadro, y por supuesto, claro, la iluminación barroca que nos recordará sin duda a las obras desafiantes del artista Caravaggio. El protagonista será un tipo que a pesar de todas las dificultades, dejará su vida en la búsqueda de su deseo. En demostrar que otra realidad, que otra manera de significación, siempre es posible. Eso lo convertirá en un temerario dentro de un mundo de cobardes que piensan solo hasta donde otros le permiten. Como bien sabemos, queridos amigas y amigos, el que arriesga poco, siempre gana poco. ¿Dónde guardaran sus deseos esos tipos que transitan solo lo posible, que no huyen de sus propias prisiones por temor al sueño de aquello que les juraron inalcanzable? Recuerdo aquel grito de otro tipo temerario, ese que nos decía con furia: seamos libres que lo demás no importa nada, cuando el poder había depositado nuestra libertar en el plano, justamente, de lo imposible. Por esos tipos, existen estas obras y estos directores. Por aquellos personajes que siguen adelante cuando aquello que les muestran como  realidad no les basta.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO HERZOG

 


Nació en Munich el 5 de septiembre de 1942, creció en el seno de una familia muy pobre. Herzog creció sin radio ni cine, en pleno contacto con la naturaleza, en una granja, alejado del mundo moderno. Según afirma el propio director, no tuvo conocimiento de la existencia del cine hasta los once años, la misma fecha en la que vio por primera vez un coche. A los 17 años hizo su primera llamada telefónica. A los trece años se trasladó a Múnich para iniciar sus estudios secundarios. Su familia se alojó provisionalmente en una pensión donde, casualmente, se alojaba Klaus Kinski, actor que en un futuro sería clave en su carrera cinematográfica. Durante su adolescencia, pasó por una etapa de gran fervor religioso, llegando a convertirse al catolicismo, lo que provocó discusiones con sus familiares, ateos convencidos. Por esta época empezó a realizar sus primeros largos viajes a pie. Hacia los quince años atravesó media Europa, desde Múnich hasta Albania. También hizo caminando el viaje que lo llevó a Grecia. Hacia los 17 años decidió dedicarse al cine. Para pagarse sus películas, trabajó en diversos oficios, que combinaba con sus estudios secundarios y más tarde universitarios. Se matriculó en Historia, Literatura y Teatro en Múnich. Hacia 1960 obtuvo la beca Fulbright para el Seminario de cine de la Universidad de Duquesne, en Pittsburgh (Estados Unidos). Su primer film fue un corto documental titulado Heracles en 1962, donde hacía un paralelismo entre Heracles y los musculosos fanáticos del gimnasio. Su primer filme de ficción fue Signos de vida (1968). Las películas posteriores confirmaron su carácter visionario y su atención por lo irracional y por las realidades marginales, rasgos bien visibles en títulos como También los enanos comenzaron pequeños (1970), protagonizada por enanos, o documentales como Fata Morgana y Tierra de silencio y oscuridad (1972). El éxito internacional le llegó con Aguirre, la ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972), poderoso film en el que su actor-fetiche Klaus Kinski interpreta al conquistador español Lope de Aguirre. 



El film lo consolidó como uno de los más importantes directores de Nuevo Cine Alemán, junto a Wim Wenders, Rainer W. Fassbinder, Volker Schlöndorff y Reinhard Hauff. El director consolidaría su reputación con el asombroso documental El gran éxtasis del escultor de madera Steiner (1973-1974). Le siguieron Corazón de cristal (1976), La Balada de Bruno S. (1997), Nosferatuvampiro de la noche (Nosferatu, Phantom der Nacht, 1978), en la que recreó la clásica versión fílmica de Drácula rodada en 1922 por Friedrich Wilhelm Murnau, Woyzeck (1979), basada en una pieza teatral inconclusa de Georg Büchner, y Fitzcarraldo (1982), historia de un excéntrico empresario del caucho obsesionado en construir una ópera en plena selva amazónica. De sus últimos títulos cabe destacar Donde sueñan las hormigas verdes (1984), Cobra verde (1987) y Grito de piedra (1991).  Werner Herzog ha dirigido también montajes teatrales, en especial de óperas: Doctor Fausto (1985), Lohengrin (1987) y Juana de Arco (1989). En la década de los noventa realizó documentales para el cine y la televisión: En las puertas del infierno (1992), The Transformation of the World Into Music (1994), Little Dieter Needs to Fly (1997) y Mein liebster Feind (1999). Ya en el siglo XXI llegaron documentales como obras de ficción entre las que encontramos The White DiamondLa salvaje y azul lejaníaGrizzly ManRescate al amanecer, Hijo mío, hijo mío ¿que has hecho?, la remake de Un maldito policía, La cueva de los sueños olvidados, Hacia el infierno, Meeting Gorbachov o Fireball, visitantes de mundos oscuros, su último documental.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Fitzcarraldo

Año: 1982

Duración: 157 min.

País: Alemania del Oeste

Dirección: Werner Herzog

Guion: Werner Herzog

Música: Popol Vuh

Fotografía: Thomas Mauch

Reparto: Klaus Kinski, Claudia Cardinale, Paul Hittscher, Miguel Ángel Fuentes, José Lewgoy.

 

PELÍCULA COMPLETA

 

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