SINOPSIS
Elling está
preparado para volver al "mundo real" tras un periodo de dos años en
una clínica psiquiátrica. Tutelado por los servicios sociales noruegos, él y su
compañero de habitación, un gigante bonachón llamado Kjell Bjarne, son
propuestos para ser reintegrados en la comunidad. La asistencia social les ha
concedido un apartamento en Oslo, donde se supone que han de ser capaces de
cuidar de sí mismos. Pero, para alguien a quien entrar en un restaurante le
resulta tan complicado como atravesar la Antártida, esta nueva vida está llena
de obstáculos. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
El tipo se pasaba horas mirando todo desde su antiguo ventanal. Las gotas de lluvia explotaban contra el vidrio y él se asustaba de repente. Corría un poco la ñata del vidrio, pero nuevamente se acercaba curiosamente. La gente pasaba en piloto automático. Nadie se daba cuenta de que alguien los observaba. Quizás, si era un animal asomando el hocico alguno sí se pararía. Tenía una colección de diarios donde guardaba los eventos más importantes. Desde un récord guiness de caminar sobre una cuerda hasta notas de sobrevivientes en lugares extremos. Todo eso lo emocionaba y lo compungía a la vez. Cada tanto, miraba en la tv algún documental sobre alpinistas haciendo cumbre o mochileros recorriendo desiertos o selvas de a pie. En ese pequeño cuarto encontró la manera de sentirse seguro. No había peligros a la vista. Los autos estaban lejos, los bocinazos no aturdían tanto, los gritos de la gente llegaban con menos vehemencia y la calle… la calle estaba lejos para cruzarla. Los semáforos siempre lo pusieron nervioso. Había encontrado allí una dosis de seguridad clave para su vida. Desde pequeño supo que no era “normal”. Los hospitales y los centros de salud eran el paseo más divertido en su niñez. Creció sin complicaciones, pero la adolescencia marcó un punto de inflexión. Su madurez no iba de la mano de la de los demás, pero la sociedad no estaba preparada para semejante complejo.
Empezó
por relacionarse cada vez menos hasta desaparecer casi por completo. Sus sueños
se marchitaron como una flor en invierno y el sol empezó a esconderse. Los días
se volvieron nublados y solo las lluvias parecían quererlo hacer florecer. Sus
ganas se entumecieron y se volvió todo más rígido. Cada tanto alguien
preguntaba por él. Se volvió hosco y ermitaño. Se alejó del mundo y su
habitación pasó a ser su “normalidad”. Allí se pasaba los 7 días de la semana,
los 30 del mes y los 365 del año. Sus ojos perdían contacto con la realidad. Su
mente viajaba, pero nadie la acompañaba. No tenía una familia que lo ayude a
pelear la batalla. Sus cosas, evidentemente, siempre resultaban más
importantes. Se consideraba un estorbo para ellos. Todo pasaba por su cabeza.
Como un increíble cuento que nunca vería la luz. Hasta que un día oyó gritos,
golpes y un jarrón al piso que estalló en mil pedazos. El hogar era un desfile
de insultos y entredichos. Como por arte de magia, se paró de golpe y empezó a
caminar hacia la puerta. Sin detenerse ante la reacción de los presentes,
siguió su camino hasta llegar a la vereda. Como un autómata, siguió derecho
hacia la calle. Esta vez sí esperó el semáforo y cruzó tranquilamente. Su
silueta con los minutos desapareció y su sombra se fue haciendo más pequeña. Decidió
seguir entonces hacia otra parte del mundo, embanderado en su “locura” y esa
extraña “normalidad”.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE ELLING… MI AMIGO Y YO
Hay un mundo allá afuera, dispuesto a normalizarlo todo. Hay un mundo allá afuera que no espera, que avanza de cualquier modo, saltando a defender con los codos, abriendo paso sin importar cómo, descomponiendo la materia, aniquilando el deseo, pintándolo todo de amarillo o echándole candado a cuanto esté al alcance de una mano. Hay un mundo allá afuera empachado de hostilidades de gente egoísta y apurada, de despertadores descompuestos y transportes que no transitan; de autos que no avanzan y dedos que amenazan todo el tiempo. Hay un mundo allá afuera que habla otro idioma, ¿se dieron cuenta? Un mundo de palabras que se acortan, se confunden y se pierden para siempre, o que se repiten hasta el hartazgo para también ser olvidadas. Un mundo de agravios dolorosos, de descalificaciones, de destratos y desestimaciones. Un mundo que no perdona al que sufre, al que le duele, al que dice basta, al que ya no lo soporta. Que da la espalda por puro gusto, por creerse otra cosa, sentirse otra cosa, porque es un mundo donde poco importa lo que somos, lo que hicimos con las pocas herramientas que tenemos, esas que están al alcance de todos y no se cobran por usarlas. Un mundo que prefiere siempre ser otro mundo y mira siempre para otro lado, desoyendo los gritos de su gente, enamorándose del mundo que no somos. Un mundo que no se celebra porque lo que hay nunca basta y porque nos enseñaron que festejar lo que hay, lo simple digo, lo que ya somos, es de mediocres o de conformistas.
Que hermoso debe ser poder mirarnos a nosotros mismo, a esto que hoy somos, lo que ya somos, a esto que hicimos de lo que hicieron de nosotros y perdonarnos. Y creer que está bien, que lo que somos está realmente bien, creérnoslo de verdad, sentirlo con fuerza en la carne. Poder mirarnos y gustarnos, y sentirnos de una vez por todas completos, para quitarnos esa maldita ansiedad de ir por todo, porque bien sabemos que en definitiva ir por todo es lo mismo que ir por nada. Poder actuar desde la calma, desde la tranquilidad y la confianza en nuestra creatividad y en nuestras decisiones. De permitirnos explorarnos sin distraernos con la estupidez de ir a buscar respuestas afuera. En modelos ajenos y distantes. Visitar nuestro abismo es el desafío, pero conocernos es la respuesta. Hay un mundo allá afuera que promete el progreso a costa de estándares, de modelos que se repiten, de verdades absolutas que atropellan su existencia contra esa democracia que nos costó vidas y la sangre de tantos amigos y amigas. Porque en este mundo no deberían convivir jamás estas dos cosas juntas; porque si hay alguien que posea una verdad absoluta, una forma de ser que sea la correcta, una forma de desear que sea la natural, de relacionarse con el propio cuerpo y su sexo, si eso existiera, sería absurda cualquier tipo de democracia o de intento de consenso. Si hay una verdad y alguien asegura tenerla, entonces al otro, a la otredad, automáticamente, se la convierte en un ser sin identidad, sin capacidad de ser, se lo condenada a la desapropiación de su propia autonomía. Hay un mundo allá afuera, que se parece bastante a todo esto que digo.
Es el mundo que excluye lo diferente en el nombre banal de la moral, de la salud mental, de la seguridad y el orden social. Miseria. Este es también el mundo en el cual el director Petter Naess plantea su interesante relato llamado Elling. El film combinará de manera armoniosa el drama con la comedia, los dos géneros por excelencia. El relato estará narrado desde el punto de vista de su protagonista Elling, quien sufre de trastornos psicológicos los cuales le complican el desarrollo de su sociabilidad. Elling prefiere estar solo luego de la muerte de su madre. Él mismo se definirá como “un nene de mamá”. El gran conflicto de Elling será interno, será lograr romper esa relación edípica que le impide sentirse seguro por sus propios medios, que le impide conocer el mundo, ese de allá afuera. La puesta de cámara acompañará el punto de vista y la visión de las cosas del protagonista de manera correcta. Será prolija tanto como él, será clásica y sin sobre saltos, como Elling. Pero también responderá a sus crisis, ya que las anticipará con un movimiento casi imperceptible típico de cámara en mano. Algo lo sacudirá de su realidad y su cuerpo se llenará de pánico y allí comenzará el ataque, y allí también, estará la cámara para narrarlo y hacernos sentir esa molestia que crece, ese encierro en un cuerpo que siente y que teme. Luego de la presentación del personaje, vendrá la comedia con el contrapunto generado por el coprotagonista de la historia, Kjell Bjarne. Serán dos personalidades con problemas psiquiátricos diferentes y hasta opuestos, que en definitiva, terminaran completándose. El relato utilizará la herramienta de la voz en off de Elling quien narrará, en ciertas situaciones, sus sensaciones personales, sus impresiones fóbicas, sus miedos.
Esta herramienta, ayudará a remarcar un aspecto no menor de la personalidad de Elling, el cual será su pasión por la
escritura. Gracias a esta voz, él se dará cuenta de que tiene herramientas para
enfrentar al mundo de allá afuera, a ese mundo de hostilidades que no hace más
que pedirle a gritos que sea normal. A ese mundo de allá afuera que prefiere
excluirlo y no aceptarlo con sus diferencias. La estructura narrativa será
lineal ya que respetará minuciosamente la prolijidad que describe a su héroe.
Todo tendrá su lugar, su tiempo y su desarrollo, hasta los propios cambios, las
propias superaciones. Las cosas se acomodarán en el mundo de Elling y su amigo, pero lo harán sin
perder la esencia particular de los personajes. Su mundo empezará a vibrar con
algunas semejanzas con el de allá afuera y ellos comenzarán a sentirse a gusto
en la comunión con las demás personas. Pero lo harán sin perder su lugar, Elling seguirá siendo aquel nene de
mamá que se oculta en las sombras de una noche que se niega a terminar. Pero estará
bien, habrá encontrado su sitio de pertenencia, a pesar de todo. Quizás
la respuesta a muchas de nuestras angustias se encuentre ahí, en el hecho de
permitirnos disfrutarnos, finalmente, en el lugar en el que ya nos
encontramos.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO NAESS
Petter Næss nació en Oslo, Noruega el 14 de marzo de 1960. En 1980, empezó su trayectoria profesional como asistente de producción y realización en el departamento de teatro de la Norsk Rikskringkasting. En 1985, debutó primero en el teatro, después en el cine y finalmente en la televisión. En 1996, fue nombrado director del Oslo Nye Teater. Su primera película dirigida fue la comedia Absolutt blåmandag ("Resaca absoluta") en 1999, una comedia sobre una pareja que se separa debido a la adicción al alcohol del protagonista. Su segundo largometraje, Elling (2001), adaptación cinematográfica de Brødre y blodet ("Hermanos de sangre"), el tercer volumen de la popular tetralogía epónima de Ingvar Ambjørnsen. Petter Næss también dirigió la versión teatral de la novela un año antes de la película, que cosechó gran éxito. Los dos actores que interpretaron a los protagonistas en el film fueron los actores originales de la obra de teatro, debido a que Næss no encontró ningún actor que le convenciera para ambos roles protagónicos. El gran recibimiento que obtuvo Elling hizo que fuera nominada al Óscar en la categoría de Mejor Película de Lengua Extranjera en 2001, con el actor y productor estadounidense Kevin Spacey comprando los derechos para realizar una adaptación teatral en Estados Unidos. En 2004 filma Just Bea, sobre una adolescente que se enamora del chico más popular de la escuela.
En
2003, el director de cine firmó un contrato con la 20th Century Fox para la producción
de tres películas, la primera de ellas, Crazy
in Love (cuyo título original en noruego es "Mozart y la
ballena"), estrenada en la gran pantalla en 2005. En esa llegada a
Holywood cuenta la historia de amor de dos jóvenes con síndrome de Asperger. Vuelve
a Noruega para filmar Love Me Tomorrow,
la secuela de Elling en 2005. Más adelante llegan los films Gone wih the Woman, Hoppet, filmada en Suecia, Shameless y Perdidos en la nieve, sobre la segunda guerra mundial, con Florian Lukas y Rupert Grint. Sus últimos trabajos fueron las series Maglerne, El tiempo de la felicidad y el film Nothing to Laugh About, sobre un cómico que encuentra en el humor
una herramienta contra una grave enfermedad.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Elling
Año: 2001
Duración: 85
min.
País: Noruega
Dirección:
Petter Naess
Guion: Axel
Hellstenius. Novela: Ingvar Ambjørnsen
Música: Lars
Lillo Stenberg
Fotografía:
Svein Krøvel
Reparto: Sven Nordin, Per Christian Ellefsen,
Marit Pia Jacobsen, Jorgen Langhelle, Per Christensen.
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