EDITORIAL
Huellas
sobre el barro que van dejando su marca. Algunas parecen invisibles. Otras
aparecerán con el paso del tiempo. Será cuestión de afinar el ojo, y seguir la
intuición. El agua que cae hace todo menos accesible. Pastos amarillentos,
retazos de basura, y un recalcitrante hedor completan la secuencia. Rezos,
llantos, arcadas, son algunas de las reacciones ante tanta locura. El aire se
vicia de olores rancios que hace que las flores se marchiten en un segundo. Las
aves revolotean el cielo, pero sus voces no pueden cantar. La sangre empieza a
acercarse a nuestros pies. Cualquier contacto con la escena del crimen puede
resultar fatal. Las horas se hacen eternas. El tiempo se para por completo. La
historia, definitivamente, no pinta para nada bien. El llamado, algunos minutos
antes, siempre sorprende, cuando se trata de un tema tan espinoso. Uno cree que
ha visto todo, y ese, es el quid de la cuestión.
Porque siempre hay algo nuevo,
ya que el ser humano inventa hasta nuevas formas de mutilar, aunque parezca increíble.
Y después vendrá la prensa, las preguntas, los culpables, las sospechas. Pero
para eso habrá tiempo. Este es el momento de evitar miradas indiscretas. Se
forma un tumulto de gente. ¿Estará entre ellos el asesino? ¿Vendrá para
observar su propio trofeo? Fotos, de acá y de allá. De todos los ángulos. No
pueden faltar. No deben. Cada flash disparado puede ser la puerta para abrir
este cerrojo. De la víctima, y de los curiosos, sin que lo noten. Después se
analizará todo. Los perfiles psicológicos. Las últimas horas. La vida antes de
la muerte. Los pasos, piel que quizás quedó pegada en una mata de pasto. Entrar
en recovecos de nuestra mente que hasta nos asusten de nosotros mismos. Pero
todo es necesario para llegar a la última página del libro. Libro que quien
ahora yace bajo tierra no pudo terminar, porque alguien le arrancó las hojas de
prepo. Al final del día, llegarán las imágenes que las veremos una y mil veces,
durante una indeterminada cantidad de tiempo, pero que finalmente servirá para
poder dar con el elemento del crimen.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
Los
Guns y su crimen perfecto
IMPRESIONES SOBRE EL
ELEMENTO DEL CRIMEN
Las
caras surgen desde las sombras, adustas, pétreas, macilentas. El silencio de
sus bocas cadavéricas lo aturde todo. No es contemplación, es sometimiento. La
tierra gime una furia divina. El eco se opaca en el sórdido rebote que entregan
aquellos cuerpos verdosos e inertes, rígidos de tiempo, arrojados a la suerte
de los arrabales de nuestros recuerdos. La muerte se acumula sobre los sócalos
del tiempo. Y los segundos mueren en minutos, y los minutos en horas y nosotros
lo hacemos todo el tiempo, aniquilando con crueldad el estampido de cualquier
brillo. El sol ruge sus tempestuosas maldiciones, derrama su odio en el ardor cruel
de la peor de las venganzas, alcanzándolo todo, purificándolo todo. No corran…
no, no corran. Ya no hay donde correr, no hay refugio que nos proteja del
monstruo, no hay disfraz que oculte a la bestia. En el espejo vive el asesino.
Sera allí, en el otro, del cual soy reflejo, soy víctima y victimario, donde
nuestro gran amigo el poeta, el filósofo, el cineasta, el extraordinario
artista Lars Von Trier deposite la
semilla de la maldad. Su temprano film “El elemento del crimen” es una
delicada prueba de aquello. La cinta relatará el obsesivo intento de un
detective por echar luz sobre una verdad: la identidad de un cínico y morboso
asesino en serie. La estructura del relato será no lineal, y se desarrollará en
la construcción de varios raccontos, tomando como presente del tiempo narrativo
una suerte de terapia psicológica a la que el protagonista acude no solo para
liberarse de una terrible jaqueca, sino también para recordar lo sucedido en
Europa, lugar donde se desarrolló su investigación.
El film abrirá con una
serie de imágenes atormentadoras, densas, caóticas. Jamás veremos al
protagonista en el presente, solo lo conoceremos a través de la proyección de
sus recuerdos, o tal vez, sus fantasías. La fotografía se destacará en toda la
película por su cuidada e inteligente construcción. Sera una historia narrada
en colores sepias, siendo fiel a aquella convención la cual reza que el
recuerdo carece de cualquier otro tono. Su montaje será ágil y sus encuadres
provocativos. Se buscará en cada corte la alegoría, construyendo de esa manera
poderosas imágenes conceptuales. Habrá algo del montaje intelectual de Einsestein y se narrará desde la
convención del policial negro, utilizando la mayoría de sus herramientas.
Transitaremos la narración manejando la misma información que el protagonista,
lo que ayudara a generar tensión a través del suspense. Creeremos estar en casi
todo momento dentro del universo Lynchiano, atravesando sus
tinieblas, confundiendo los caminos, dudándolo todo. Pero al instante recaerá
la profundidad sobre cada tema, sobre las frases de diálogos, sobre un
encuadre, sobre una imagen que se repite y nos grita una verdad a la cara, y
caerá también aquel peso insoportable sobre el que mira, aquel voyeur que es el
espectador interpelado ahora por la obra… allí no estará otro sino Von Trier.
Alguna vez dijimos sin demasiadas vueltas que Von Trier lastima, Von Trier
duele, hoy lo repetimos con la misma admiración y con la misma certeza.
Se
buscará la verdad tanto en el protagonista como en su investigación a través
del uso del método socrático llamado Elenchos
(Eléni). Habrá reflexión y razonamiento, habrá refutación tal como Platón describiera en los diálogos
Socráticos y si alguna verdad se alcanzara, tal vez no sea otra que la que
revele la maldad humana. Vendrá a nuestra mente, con seguridad, nuestro amigo Lucien Ducasse, más conocido en los
bailongos como el Conde de Lautreamont, con aquel extenso poema llamado “Los cantos de Maldoror” y creeremos
sentir en el Elemento del Crimen la misma atmósfera agobiante que recubren los
versos de aquel poema maldito. Nos llamara la atención la elección de el Cairo
como punto del presente narrativo y no tardaremos en recordar al África como
aquel destino, aquel viaje hacia nada en el que se embarcaron la mayoría de los
escritores malditos. Viaje del que muchos no volverían. Entenderemos en África,
el inicio de la humanidad, el salvajismo más puro, la naturaleza agobiante. A
tales confines nos lleva Von Trier para reflexionar sobre el hombre y su
maldad, aquella que convirtió en un asesino al primer pez que tuvo hambre,
aquella maldad que somete al hombre por el hombre, encerrándolo y torturándolo
en la nefasta jaula de la desigualdad. Nos dirá Unamuno, que la inteligencia humana busca lo muerto, pues lo vivo
se le escapa. Lo vivo, lo que es absolutamente inestable, lo absolutamente
individual es, en rigor, ininteligible.
Lucas
Itze.-
Canción post impresiones
Sonaba
Hilda Lizarazu, en homenaje a todas las mujeres…
UNIVERSO VON TRIER
Nació
en Copenhague (Dinamarca) el 30 de abril de 1956.
Lars
von Trier fue uno de los creadores de Dogma
95, un movimiento cinematográfico con el cual se llama al regreso de
historias más creíbles en la industria fílmica, al uso mínimo de los efectos
especiales.
Empezó
a fines de los 70 con pequeñas películas en su país natal, y fue en el año
1984, cuando recién salido de la escuela de cine, empezó a ser reconocido por
la crítica. Con El Elemento del crimen,
dio comienzo a la trilogía Europa, que siguió con Epidemic en 1987 y que se cerraría con Europa en 1990.
En
1996 lanzó otra trilogía, a la que tituló Corazón Dorado, que arrancó con Rompiendo las olas, con el que terminó
de afianzarse en todo el mundo. Luego llegó Los Idiotas en 1998, y Bailarina
en la oscuridad en 2000.
Otra
trilogía iba a armar a partir del 2003, cuando con Dogville dio origen a la trilogía USA, donde el director
muestra el punto de vista del país americano. En 2005 filmó Manderlay, y se espera Washington, que
nunca vio la luz.
En
el medio filmó el documental Las cinco obstrucciones,
junto al antiguo director Jorgen Leth.
En
2007 filmó la única película que no forma parte de una trilogía: El jefe de todo esto.
Su
nueva trilogía se dio a llamar Trilogía de la Depresión y comenzó
con Anticristo en 2009, siguió con Melancolía en 2011 y en 2013 salió la
polémica Nymphomaniac.
FICHA TÉCNICA
Título
original: Forbrydelsens element (The Element of Crime)
Año:
1984
Duración:
103 min.
País:
Dinamarca
Dirección:
Lars von Trier
Guion: Lars von Trier, Niels
Vørsel
Música:
Bo Holten
Fotografía:
Tom Elling
Reparto
Michael Elphick, Esmond Knight,
MeMe Lai, Jerold Wells, Ahmed El Shenawi, Astrid Henning-Jensen, Janos
Hersko, Stig Larsson
SINOPSIS
Fisher,
un inspector de policía, regresa a El Cairo después de haber estado
investigando un asesinato en Europa. Se encuentra en un estado de confusión que
lo lleva a buscar la ayuda de un psicoterapeuta. Su objetivo es intentar
reconstruir, por medio de la hipnosis, el crimen a partir de los datos que ha
ido recopilando.
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