SINOPSIS
Sandra dispone
sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que
renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su
marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Viernes, última hora. Las copas ya están servidas en el nuevo salón mientras las burbujas de ese fino champagne guardado para ciertas ocasiones intentan acercarse a la orilla. Hay murmullos, risas y chistes internos. Los dueños de la noche aparecen enfundados en sus trajes y de paso descubrirán a muchas caras desconocidas. Habrá felicitaciones y promesas de mejor paga. Serán todos artilugios para mantener contenta a la tropa. A lo lejos, entre sombras y en silencio alguien vacía un locker. Ya no habrá mañana. Las fauces del capitalismo lo devoraron y lo escupieron como a un pueril enemigo. Los comerciales nos inundan de imágenes felices mientras se barre la basura bajo la alfombra. Las horas transpiradas, los músculos cansados y las ideas esculpidas son parte del pasado. Serán reemplazadas por otras mentes más jóvenes pero sobre todo, más necesitadas.
Con más horas libres para estar pendiente de las urgencias patronales por un monto más ínfimo. Y aprovechando su maldita soledad para no perder tiempo con posibles inconvenientes. ¿A quién se le ocurre tener que quedarse en su casa si un hijo se enferma? ¿O participar de una reunión de padres? Ni hablar de levantar la voz por alguna injusticia. Estamos en una era donde el principal objetivo es eliminar la empatía. Ser sólo meros productos con fechas de vencimiento. Que el yo esté por encima de nosotros, sobre todo entre iguales. Y ahí estarán aquellos que miren para otro lado. Porque como alguna vez dijo Simone de Beauvoir “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos.” Cosa que acá se nota cada vez más, con gente defendiendo a sus propios explotadores. Ya es sábado. Las burbujas se evaporaron. Algunos disfrutarán de un fin de semana de descanso. Y alguien convertirá esos dos días en una eterna noche indeseable.Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE DOS DÍAS, UNA NOCHE
“Ahora, tengo que decir que no sólo soy inocente de todas esas cosas, no sólo no he cometido un crimen en mi vida; algunos pecados sí, pero nunca un crimen; no sólo he luchado toda mi vida por desterrar los crímenes, los crímenes que la ley oficial y la moral oficial condenan, sino también el crimen que la moral oficial y la ley oficial no condenan y santifican: la explotación y la opresión del hombre por el hombre. Y si hay alguna razón por la cual yo estoy en esta sala como reo, si hay alguna razón por la cual dentro de unos minutos va usted a condenarme, es por esa razón y por ninguna otra” Con estas palabras comenzaba en aquel 23 de agosto de 1927 su alegato final Don Bartolomeo Vanzetti frente a sus asesinos disfrazados de jueces y de justicia. Poco valió su muerte y la de su compañero Nicola Sacco para lograr la conquista real de su objetivo último. Poco valen las muertes para lograr ningún objetivo. Cuando la prioridad y el origen de cualquier idea no es la vida, cuando su materia prima no es el respeto hacia lo humano, a la dignidad del ser y su existencia y a su entorno como ámbito posible para su desarrollo, entonces ningún proceso puede nombrarse beneficioso ni triunfante por más que su objetivo final sea conquistado. No hay vencedores en el sometimiento. Cuando el hombre es el lobo del hombre, solo hay vencidos. La violencia no es otra cosa que el miedo al otro, a sus ideas y sobre todo a sus diferencias.
La otredad siempre es hostil, el primer pez cuando tuvo hambre se convirtió en un asesino me recuerda siempre mi amigo Enrique. Tristes guerras, tristes, tristes. Guevara Lynch pensaba que había que endurecerse sin perder jamás la ternura. Quizás ahí haya algún intento de respuesta. Un comienzo por lo menos. Tal vez no haya respuesta y es por eso que ese maldito hostigamiento de colonización de lo humano, de la categorización del ser, del vil sometimiento de unos sobre otros, no cesa jamás. La patria es el otro. Recuerdo aquella plaza repleta, recuerdo mis lágrimas y a aquella mujer diciendo eso que debió convertirse en el grito de guerra de todos nosotros, aquello que debió ser un mandato ineludible. Aquello tan bello, tan contradictorio y por eso tan revolucionario. La patria es todo aquello que nos unifica, que nos agrupa en la igualdad, es por cierto lo que nos diferencia del otro, de lo distinto. El otro será entonces, todo aquello que yo no soy. Fortalecernos en la diferencia, hacer propias las necesidades de ese otro como otredad misma es tal vez la rebeldía mayor. Es tal vez el acto más hermoso y arriesgado que podamos hacer en toda nuestra vida. Allí, claro, una respuesta. El film de Luc y Jean Pierre Dardenne llamado Dos días, una noche, será un gran ejemplo de aquella idea de resignificación del otro.El relato se centrará en el conflicto de Sandra quien tras sufrir una fuerte depresión y pedir una licencia laboral recibe la noticia de que sus empleadores han decidido someter a votación la continuidad de su contrato luego de entender que su trabajo puede ser absorbido por los 16 empleados restantes con el solo incremento de algunas horas extras de sus jornadas laborales. La patronal los obligará a elegir entre un bono único de 1000 euros y la continuidad del puesto laboral de Sandra. Será la protagonista entonces, la que en un fin de semana deberá convencer al resto de sus compañeros a votar por ella. Lejos de la crudeza que caracteriza la filmografía de los Dardenne, basta recordar aquellas joyas que son Rosetta, El hijo o La promesa, Dos días, una noche pondrá en manifiesto de forma sutil e inteligente aquella puja histórica del trabajador contra el trabajador, aquel enfrentamiento nefasto de pobres contra pobres. El conflicto será dosificado e irá ganando nuestro interés con el devenir del film. La fotografía por su lado será de manera indiscutible la esperada para un film de los Dardenne. La cámara en mano, tal vez una de las herramientas más características en la construcción visual de sus relatos, será deliciosa y certera. Generará tensión allí donde parecería no haberla, será voz en el silencio. Las actuaciones será el gran pilar en donde el director y guionista decidirá apoyar el relato para su desarrollo. Se trabajará sobre la idea de naturalidad y fluidez. Será un trabajo minucioso y equilibrado. Lejos de querer fomentar el tedio o de caer en una pedantería irreversible, si ustedes me lo permiten, me gustaría recurrir a algunos aspectos aún más técnicos. Tal vez esto que sigue no sea sino una falencia en el poder de síntesis de quien les habla y no un imprescindible despliegue de iluminados conceptos.
El trabajo de un guionista por lo general tiene que ver con realizar de manera eficaz aquel trayecto que va desde la historia al relato, esto es del qué voy a contar al cómo voy a hacerlo. Para realizar aquel viaje solitario, el escritor puede servirse de algunas herramientas que lo orientaran para llegar a su destino. Una de ellas es pensar en el punto de ataque del relato. Los personajes están movilizados por necesidades y deseos, ambos motores de sus acciones. Un buen punto de ataque, entonces es aquel donde algo vital del personaje está amenazado. En nuestro caso, la amenaza estaría dirigida al puesto de trabajo de Sandra, pero lo que no logra el film instalar es la urgencia o vitalidad de aquella perdida ya que desde el comienzo de la película tenemos la información de que Sandra no es el único sustento económico de su hogar. Continuemos. El motivo, la intención y objetivo son pasos inevitables que debe transitar un personaje para favorecer las necesidades dramáticas del relato. Estas están ligadas a las decisiones que debe tomar el personaje protagonista para cumplir su objetivo y lograr así un estado de serenidad en aquella lucha que implica el choque de fuerzas entre opuestos. Dos días, una noche cuenta con una protagonista cuya decisión es justamente la evasión en la toma decisiones. Sandra buscará todo el tiempo bajar los brazos y evitar la confrontación, lo que tal vez nos haga dudar de su motivo, de la fortaleza en su intención o la solidez de su objetivo. Por último, permitámonos dudar de la construcción de la unidad de opuestos.La unidad de opuestos es aquella en que la conciliación para evitar el enfrentamiento se hace imposible. La ciencia y la superstición, la democracia y la dictadura, son opuestos que se unen en una contienda en la que quedará solamente uno en pie. La unidad de opuestos se da porque por razones dramáticas ninguno de los dos puede evitar la decisión de enfrentarse. Aquí interfiere la construcción de la tridimensionalidad del personaje también. Si volvemos al caso de Sandra, su fuerza opositora que será su dignidad se irá construyendo muy de apoco con el transcurrir del drama, al punto de generar situaciones en donde la propia protagonista desista de continuar con su batalla. Tal vez esto nos haga dudar de la construcción del conflicto dramático también, ya que esta construcción está íntimamente ligada al armado de los personajes y claro, de su unidad de opuestos. Los personajes responden a una necesidad dramática, sin acción no hay conflicto, sin conflicto no hay drama y sin drama, por supuesto, no hay relato. Una correcta construcción del conflicto obliga a nuestros personajes a accionar, a tomar las decisiones que los hagan movilizar a través de la curva dramática. Si el personaje carece de las herramientas o del interés para enfrentar el conflicto aparecerá la posibilidad de evitar el enfrentamiento y aquel será el fin del relato. En aquel punto, nos quedaremos sin película. Sandra coqueteará todo el tiempo con aquel fin, con evitar la lucha, por escapar de la crisis y así también del drama. ¿Concluiremos luego de todo esto que Dos días, una noche es una mala película? La respuesta contundente es no, lo único que todo esto demuestra es que no hay guiones de hierro, y que las reglas están hechas para ser quebradas. No existe el manual que nos indique como hacer una buena película, y si existiese no sería de nuestro interés aquella lectura. Los que esta mesa ocupamos tenemos la convicción de que sí existe en cambio el arte bien hecho y el arte mal hecho. Hay un arte inteligente y complejo, repleto de matices exquisitos, capaz de interpelarnos y de ser interpelado a su vez, repleto de decisiones valientes e inesperadas. Ese es el arte que queremos para nosotros y ese también es el arte de los Dardenne. Este film servirá para volver a pensar en aquella batalla absurda que implica el otro y nos ayudará a reflexionar que nunca una decisión es binaria. Siempre optaremos porque la decisión sea con el otro adentro, incluyéndolo, sumando derechos, esa será nuestra única batalla porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO DARDENNE
Los hermanos Dardenne nacieron en
Lieja con casi tres años de diferencia. Empezaron filmando documentales en la
década del ´70 y ya en 1987 filman su primer largo: Falsch, sobre
un sobreviviente del exterminio judío en
Se da a conocer al mundo en 1996 cuando
filman
En 1999 vuelve a la ficción con Rosetta, Palma
de Oro en Cannes, además del premio a mejor actriz para Emilie Dequenne,
además de nominaciones en varios festivales. Tres años después filman la
aclamadísima El Hijo, la historia de un carpintero que acoge chicos
de la calle, hasta que llega Francis, alguien con quien mantendrá un terrible
secreto que no quiere creer. Oliver Gourmet gana el premio al
mejor actor en Cannes.
En 2016 llegó La chica sin nombre, la
historia de una médica que un día, al cierre de su consultorio, escucha el
timbre pero decide no abrir. Al otro día, se entera por la policía que una
chica ha sido asesinada, y sus pensamientos empezarán a hacerse miles de
preguntas. Nominada en Francia a mejor película extranjera.
Su último trabajo es El joven Ahmed, que gira en torno a un joven belga que planea
asesinar a su maestro en nombre de su religión, con el que ganaron
FICHA TÉCNICA
Título original:
Deux jours, une nuit (Two Days, One Night)
Año: 2014
Duración: 96 min.
País: Bélgica
Dirección: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Guion: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Fotografía: Alain Marcoen
Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili
Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée, Batiste Sornin, Alain Eloy, Myriem
Akeddiou, Fabienne Sciascia, Olivier Gourmet