Programa
33 (28-10-2013)
EDITORIAL
Todo
empezó en una de esas mañanas de sol y aire fresco, absurda y fastidiosa, como
toda mañana. Siempre me sentí más cómodo en el refugio de la noche, bajo aquel
manto oscuro capaz de inundarlo todo con autenticas sombras en donde poder
ocultar mi ser de la ferocidad y estupidez del mundo. Ojo, no culpo ni quiero
cuestionar en este momento al mundo, solo reivindico mi intolerancia. Aquella
mañana, junto a una treintena de almas, que también saboreaban la tristeza de
aquellas primeras horas solares (o por lo menos sus rostros así lo indicaban) viajábamos
hermanados, no por decisión nuestra, sino por la amalgama que proponía el
colectivo en el que viajábamos. Bajo estas circunstancias, con seres emergiendo
desde lugares inhóspitos, iba yo escapándome entre las sabrosas páginas de un
libro. Yo creo que los libros, muchas veces funcionan como desesperadas
botellas arrojadas a un mar, con un mensaje capaz de generar una conexión entre
el autor y el que lee. Aquella magia, aquella conexión, solo sucede, si el
mensaje es leído a tiempo. De no ser así, las palabras se escabullirán entre
tus dedos como la miserable arena del tiempo, condenando al libro, quizás, al
más temible de los olvidos. Entonces, el autor muere, y el lector, un poco
también. No fue ese el destino de mi texto. Esa mañana, mis ojos llegaron a un
párrafo, que supo modificar mi existencia. Decía así: la primera ley de la
termodinámica declara que la energía del mundo es constante; la segunda, que
esa energía propende a la incomunicación, al desorden, aunque la cantidad total
no decrece. Esa gradual desintegración de las fuerzas que componen al universo,
es la entropía.
Una vez igualadas las diversas temperaturas, una vez excluida
(o compensada) toda acción de un cuerpo sobre otro, el mundo será un fortuito
concurso de átomos. En el centro profundo de las estrellas, ese difícil y
mortal equilibrio, ha sido logrado. A fuerza de intercambios el universo entero
lo alcanzara y estará tibio y muerto. Tristemente, comprendí la cantidad de veces
que por temor, por miedo (valores fundacionales que trafican las religiones
hace siglos) forcé al equilibrio a aquel caótico sistema que soy. Recordé,
amargamente, mis nefastos intentos por encajar, todos y cada uno de mis traicioneros
silencios que callaron mis ideas, mis amargas sonrisas al recibir dos monedas
de más a fin de mes, mientras veía quemarse mis aventuras, mientras veía herido
de muerte al niño que fui. Tiendo al equilibrio cuando no juego con mis hijos,
cuando no asesino al despertador para poder saborear tu cuerpo sin horarios,
cuando no me animo a explorar esas sombras que ocultan mis deseos, aunque tenga
la certeza de que ellos también me hacen quien soy. Y en ese equilibrio, esta
mi muerte, pero también está la muerte de todos ustedes. El equilibrio es la
cruz, que mata lentamente al hombre. Y digo al hombre, para alejarme lo más
posible de esa especie de mago de estampita que nos contaron en las clases de
catequesis. Esa mañana, esa triste mañana, atrapado entre la gente que poblaba
aquel colectivo, sentí mi cruz pesada, sentí ese horrendo equilibrio marchando
monótonamente sobre mis hombros cansados, sobre mis piernas arrodilladas, lo
sentí en mis parpados que se cerraban. Ese día no fui a trabajar. Desesperado,
me abrí paso entre la gente, salte de aquella pesadilla con ruedas y corrí. Corrí
sin sentido, sin dirección. Corrí lejos de las cruces, corrí rápido, dejando
atrás al equilibrio. Corrí en la maravillosa tentación del fuego, aquella a la
que el Cristo hombre también sucumbió. Aquella tentación que eligió para poder
arder de una vez y para siempre. Su última tentación que no hizo más que
llenarlo de humanidad, la ultima tentación de Cristo.-
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE CRISTO
Martin
Scorsese es un apasionado por el cine, y eso puede verse en cada una de sus películas. Puede verse en
la precisión de sus puestas de cámara, en cada uno de sus encuadres, en el
exhaustivo trabajo con sus actores. Es un director que juega su pellejo en cada
una de sus puestas, y eso, inevitablemente, le reserva un lugar en nuestra
mesa. Muchas de sus películas terminaran siendo verdaderos cuestionamientos,
profundos análisis, de aquel sector de la sociedad tantas veces excluida,
aquella basura escondida debajo de la alfombra de las buenas costumbres. Invito
a recordar. Será él quien nos cuente, la historia de Travis, un ex convicto con
delirios mesiánicos cuya intención es la de limpiar las calles de Nueva York de
la manera mas salvaje y violenta. Usara la historia de un joven boxeador, Jake
Lamotta, para contarnos sobre la presión del éxito, el manejo de las mafias,
allí aparecerá eso de: cuidado con lo que
deseas porque puede hacerse realidad… También analizara la alineación
sufrida en la vida moderna con su maravilloso film After Hour, infalible
estudio sobre la sociedad industrializada. Y entonces llegara otro gran
desafío, hablar de un personaje del que ya todo se sabe. Pero la provocación
estará en hacerlo desde un lado poco común, quizás subversivo.
Su personaje
será Cristo y su punto de vista será el hombre.
“La ultima tentación de
Cristo”, como sus Films anteriores, vuelve a meter el dedo en la llaga de las
buenas costumbres, vuelve a agitar el gran avispero de la sociedad, la cual no
tardara en responder con aquella bofetada retrograda que es la censura. Este relato
no estará basado en los evangelios, centrara su argumento, en aquella deliciosa
discusión filosófica entre el espíritu y la carne. Humanizara
a Cristo de tal manera, que lograra, que los que solo creemos en nosotros
mismo, hagamos empatía automáticamente con aquel personaje. Porque lo veremos
dudar, lo veremos padecer como hombre y no como deidad. Veremos en sus lágrimas
su pánico a la muerte, sentiremos aquel peso salvaje de tener que salvar al
mundo. Nos daremos cuenta de sus errores, seremos conciente de aquel torbellino
que vivencia su espíritu. Finalmente, “La ultima tentación de Cristo”,
resultara ser un film que lograra evangelizar más que aquellos bofes de carne
podrida hollywoodenses, que invaden las pantallas para saciar el hambre de los
fieles en las fanáticas semanas de pascuas.
El bajo presupuesto destinado para
el film, no lograra afectar en lo más mínimo a la potencia del relato. Contara
con paisajes naturales realmente bellos, tendrá una fotografía tipo Rembrandt
muy cuidada y elaborada. Oiremos diálogos inteligentes y secuencias capaces de
alborotar a más de una sotana. Recuerdo aquella secuencia tan llena de un amor verdadero, un amor
realmente humano, en la que
Cristo decide formar una familia. Entonces, abrazados a sus
hijos y a su señora, él dice algo así como: me siento realmente feliz porque
estoy donde quiero estar… Luego, al ver arder a su pueblo, al recibir a los
apóstoles, quienes vienen a recriminarle su deserción, volverá a ser aquel
Cristo, aquel hijo de dios que deberá morir por nosotros. Volverá esa maldita
carga, y entonces, volverá también la cruz. Aquí Scorsese ,
jugara una ficha más, la última ficha, y nos recordara aquel cuadro maravilloso
de Dalí llamado Cristo de San Juan de la Cruz.
Lucas
Itze.-
Canción post análisis
Les dejamos también un Mensaje...
Y nos fuimos rezando por vos
FICHA
TÉCNICA
Título
original: The Last Temptation of Christ
Año:
1988
Duración:
164 min.
País:
Estados Unidos
Director:
Martin Scorsese
Guión:
Paul Schrader (Libro: Nikos Kazantzakis)
Música:
Peter Gabriel
Fotografía:
Michael Ballhaus
Reparto:
Willem Dafoe, Harvey Keitel, Barbara Hershey, Victor Argo, Juliette Caton,
Verna Bloom, Harry Dean Stanton, Randy Danson, Roberts Blossom, David Bowie,
Irvin Kershner, Andre Gregory, Leo Burmester, Peggy Gormley, Tomas Arana, John
Lurie, Gary Basaraba, Michael Been, Paul Herman
Sinopsis
Jesús,
un carpintero de Nazaret, decide atender la constante llamada de Dios. Pero
cuando está a punto de completar su misión, debe hacer frente a la mayor de las
tentaciones y realizar un sacrificio para salvar a todos los hombres.
Trailer
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