SINOPSIS
El oscarizado
guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico,
Fabietto Schisa (Filippo Scotti), en el turbulento Nápoles de los años ochenta.
En "Fue la mano de Dios", hay lugar para alegres sorpresas, como la
llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de
imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se
entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. Sorrentino vuelve a la ciudad
que lo vio nacer para contar su historia más personal: un relato sobre el
destino y la familia, los deportes y el cine, el amor y la pérdida.
(FILMAFFINITY)
EDITORIAL
El olor a tierra mojada todavía persistía en sus narices. El barro era un pasajero más debajo de sus suelas. Se sentía el gusto a ese último pucho mientras la tumba se cerraba. La soledad era abrumadora. La vida ya no era la misma. La veía como una prisión injusta. ¿Se podría escapar de eso? El ruido del tren sonó como un despertador, corrió por las vías hasta encontrarse con ese vagón que lo abrazó por primera vez. Todos los mundos se unieron ahí dentro. Vendedores ambulantes y postulantes de abogacía. Músicos callejeros y psicólogas inmaculadas. Bebedores de cervezas y secretarias ejecutivas. Había de todo para observar en un viaje largo, de esos que ya no se hacen más. Pasar por pueblos que hoy son sombras de lo que fueron. Las grandes ciudades se unían entre vagones y asientos exclusivos. El sol del atardecer lo hundió en el sueño más profundo. De pronto estaba en un atril aplaudido por todos. Los fotógrafos se abalanzaban a su paso. Las mujeres más bellas que jamás imaginó hacían fila para saludarlo. Y de esos ojos alguna que otra lágrima empezó a caer. Aparecía en el fondo la sonrisa de su padre, con esa musculosa blanca bien de los ´50. Las manos de su madre amasando quien sabe qué. Los gritos de los vecinos de enfrente, siempre terminando con amenazas que nunca se cumplían. La pelota de cuero que, aunque mojada, nadie debía esquivar, para no ser el hazmerreír del barrio. Las primeras miradas sin querer queriendo, los primeros amores, las primeras vergüenzas.
El primer
baile, el último abrazo. Los desconocidos que en segundos eran los mejores
amigos. Los celos y la vuelta del colegio. La lluvia que hacía a las calles más
pobres, inundadas, chapoteando entre barro y baldosas flojas que tenían más
años que los abuelos del lugar. La policía que amenazaba por cualquier cosa y
recibía algún vuelto que quedaba por ahí. El mundo que parecía pequeño, pero a
la vez gigante cuando el mar apareció antes sus ojos. Las navidades que
parecían interminables, las mismas anécdotas de siempre y algún integrante
fugaz que las fotos lo destacarían de por vida. Los perros de la cuadra siempre
esperando alguna migaja. Aparecían como en fotogramas el ferretero, el
almacenero, el afilador de cuchillos, el vendedor de helados que hacía feliz
cada verano. Tiempo olvidado. Tiempo que se fue y ya no volverá. Caras gastadas
de sudores y sangre. Cuando esos ojos se abrieron treinta años después y el
barro se juntó con el oro y esas historias de damas bellas y fotógrafos
hambrientos se hicieron realidad. Los olores y las máscaras eran distintas pero
su interior seguía siendo el mismo. El champagne y los autos de lujo eran su
nuevo portal. Las grandes marcas le regalaban los mejores relojes, trajes y
zapatos, que generalmente donaba por ahí. La prensa se hacía eco de las
hazañas, pero disfrutaba más cualquier caída. Así de rancios suelen ser.
Entonces necesitaba volver a ser. Y así, de vez en cuando se daba una vuelta por
sus esquinas para recordar ese mundo que casi no existía. Muchos se
sorprendían, pero en el fondo seguían debatiendo si hizo un pacto con el Diablo
o si
fue la mano de Dios…
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE FUE LA MANO DE DIOS
Estamos solos. Estamos solos y tristes, pero vamos, eso ya lo sabemos. Eso, hoy, tal vez no sea lo peor, lo más terrible. Se ve en nuestras caras, en nuestra forma de caminar. Se oye en las charlas que tenemos en los bares, algunas canciones lo alertan. Hemos apagado el reloj. Ya nadie espera nada en ninguna parte. Ya nadie ejerce aquel ensayo del futuro que es la esperanza, nadie la practica. La realidad, que es nuestro aquí y ahora, ese instante vertiginoso en el que verdaderamente somos, se ha vuelto un lugar inhabitable. No registrar el ahora, no poder habitarlo, es siempre una mala noticia. El viento se lleva aquella frase que resuena en nuestra cabeza a otros oídos. Nuestro cuerpo resuena con aquel decir maldito. Así no se puede vivir más, ese es el mantra que atraviesa hoy nuestra existencia, eso es lo primero del día. En uno de sus últimos poemas escrito en el año 1971, Alejandra, dejó tal vez su más crudo anuncio, su botella arrojada al mar, su grito desesperado. En aquel verso abatido, que ella escribió desde la sala 18 del hospital Pirovano, Pizarnik dijo: Yo, por mi parte, no puedo más. Un año más tarde, en 1972, dejaría escrito en una pizarra la frase: No quiero ir nada más que esta el fondo, para luego quitarse la vida con una sobredosis de seconal.
Hace algún tiempo, luego de dar una clase magistral, le preguntaron a Fernando Birri para qué servía la utopía. El cineasta aguardó un segundo y respondió: Esa pregunta me la formulo todos los días. La utopía está allí en el horizonte. Yo sé que no la alcanzaré nunca. Yo sé qué si camino diez pasos, ella se alejará diez pasos, si camino 20, ella se encontrará 20 pasos más lejos. Tengo la certeza de que nunca jamás la alcanzaré. ¿Vos me preguntas para qué sirve? La utopía sirve para eso… para seguir caminando. La realidad hoy nos encuentra de pie, sí, pero inmóviles. Y esa es quizás la peor de nuestras traiciones, el gran síntoma de toda esta enfermedad. Si no caminamos, si ya no nos movemos, si ya no nos movemos con y no nos conmovemos, si no sacudimos el polvo de lo que somos de los anchos hombros de la existencia, ¿Cómo haremos que la espera se convierta al fin en esperanza? ¿Cómo haremos de esta realidad un refugio amable para nuestros días? En el libro O lo uno o lo otro, más específicamente en Diario de un seductor, Søren Kierkegaard escribe las siguientes líneas: No pertenecía al mundo de la realidad, pero sus relaciones con él eran muchas. A penas la realidad perdía su poder estimulador se encontraba desalmado y el espíritu del mal se encontraba a su lado. Los seres humanos eran para él solamente un estímulo, un acicate. Yo también me siento arrastrado en aquella zona nebulosa, en aquel mundo de ensoñación, donde nos asustamos a cada instante de nuestra propia sombra.
Este párrafo de Kierkegaard bien podría describir parte del perfil del personaje de Fabietto Schisa, joven protagonista del film Fue la mano de Dios, dirigido y guionado por Paolo Sorrentino. El film nos hablará justamente de la esperanza cuando ya no esperamos nada. Hará un paralelismo bellísimo entre el personaje y su ciudad natal, entre la Nápoles olvidada por su propia patria y su vida personal en un momento particular. La fotografía que trabajará el metraje será en su mayoría naturalista hasta volverse barroca en sus momentos más dramáticos. El balance compositivo de cada uno de los planos será destacable en todo el film. El director sabrá colocar la cámara poéticamente, economizando movimientos, pero lo que logrará sobre todo será transmitir la belleza invaluable de las locaciones napolitanas. Habrá allí un desafío complejo, el mostrar la tristeza de lo bello. La angustia ancestral de Adán al tomar consciencia de sí mismo dentro de un paraíso armado en exclusiva para él. El silencio de la palabra, su ineficacia, ante tal despertar. Fabietto sufrirá una tragedia familiar a una edad muy temprana. Claro que no hay edad ideal para transitar una tragedia, pero es verdad, o quizás más probable, que a una edad avanzada el hecho nos encuentre mejor parado, con otras herramientas. A los 15 años, la cosa cambia. Sufrir una perdida estructural en aquel período, afecta con certeza al desarrollo emocional de cualquier persona.
Fabietto dejará de ser hijo en el
momento que más necesita a sus padres. El universo, que para él era aquella
zona nebulosa, aquel mundo de ensoñación, donde nos asustamos a cada instante
de nuestra propia sombra, aquel que nos describía Kierkegaard hace un rato, se volverá distante y hostil. El mundo le
exigirá certezas a él que solo tiene preguntas, a él que solo acuna miedos y
que ya no cuenta con ningún papá o mamá que espante con palabras tiernas a los
fantasmas que lo atormentan. El relato tendrá una estructura lineal y contará
con algunos flashes oníricos que servirán para describir el universo emocional
del personaje. El punto de vista narrativo será el de joven Fabietto, por lo que el director nos hará
recorrer la curva dramática a través de sus ojos. Espiaremos a Patrizia con su
picardía, observaremos con fascinación a su hermano que intentará realizarse en
la actuación, soñaremos al conocer a Armando, su amigo contrabandista, con
lanchas recorriendo el mar a toda velocidad y nos perderemos en su sonrisa
cuando se desarme a carcajadas junto con su padre. El guionista, tal como lo
adelantamos antes, trabajará el paralelismo de los puntos de quiebre de la
ciudad de Nápoles al llegar Diego Armando Maradona y el generado tras la
tragedia sufrida por Fabietto. Se confrontará
la espera con la esperanza, la visualización de un futuro prometedor con el
estatismo más pétreo y angustioso. Pero Fabietto
lo resolverá, se dará cuenta que podrá volver a ser feliz a pesar de todo,
podrá volver a caminar, pero sabiendo que ahora lo hace con sus propios pasos,
podrá salir con inteligencia, con instinto, con ternura, pero sobre todo podrá
amigarse con la realidad, gracias aquello, tan especial, que todo
el mundo tiene.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO SORRENTINO
Nacido en mayo de
1970, nació en Nápoles, en el sur de Italia.
Su comienzo fue en el año 1998, con un corto titulado L'amore non ha confin. La historia de un sicario que es enviado a realizar un encargo y allí se lleva la sorpresa de encontrarse con un amor de juventud. Su primer largo fue en 2001, L'uomo in più. Habla de Nápoles en los años 80. Época de bonanza en la Italia del éxito fácil. Dos hombres comparten el mismo nombre, la misma fecha de nacimiento: uno es futbolista, el otro cantante. Sus destinos se cruzan por azar en tiempos de decadencia para ambos. En 2004 dirige Las consecuencias del amor, la historia de un hombre que lleva ocho viviendo en la habitación de un hotel suizo. Ocho años sin trabajar, fumando en silencio, sentado en el vestíbulo o en el bar del hotel. Una atroz rutina, esperando eternamente a que ocurra algo. Observa cómo transcurre la vida sin expresar ningún sentimiento ni emoción. No tiene a nadie. Está solo. ¿Cuáles son los secretos inconfesables de Titta?
En 2006 llega El amigo de la familia, donde Geremia, un sastre y usurero de avanzada edad, es un hombre repulsivo y tacaño que vive en una casa destartalada con su madre enferma. Su relación con el dinero es morbosa y obsesiva, y suele usarlo para entrometerse en los asuntos de los demás, fingiendo ser un buen amigo de la familia. Un día, un hombre le pide dinero prestado para la boda de su hija, de la que el avaro se enamora a primera vista. El film fue nominado a la Palma de Oro en Cannes Dos años después llega otro gran éxito con Il Divo, Film sobre uno de los personajes más controvertidos de la política italiana: Giulio Andreotti, que fue jefe del gobierno en siete ocasiones. Narra las presuntas relaciones de Andreotti con la mafia siciliana, los delitos por los que fue procesado en los años 90 y absuelto por falta de pruebas. Una de las mejores películas italiana de los últimos años para la crítica. En 2011 llega Un lugar donde quedarse, donde Sean Penn es un excéntrico músico que vive en Dublin, y se tiene que volver a Nueva York por la muerte de su padre y descubre que su progenitor buscaba vengarse de una humillación. Su hijo intentará cumplir lo que su padre no pudo. En 2013 se termina de hacer conocido en el mundo gracias a La Gran Belleza, con la que logró el Oscar a mejor película extranjera.
En el año 2015 estrenó Youth (La juventud), la historia de un director de orquesta y
otro de cine que se encuentran en un hotel de los Alpes. El primero ha
abandonado la carrera musical, pero le llega una propuesta de un emisario de la
Reina Isabel para que vuelva a tocar: dirigir un concierto en el Palacio de
Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe. Con actores de la
talla de Michael Caine, Harvey Keitel y Rachel Weisz. Al año siguiente dirigió
la serie El joven Papa con Jude Law y luego de varios cortometrajes, volvió a
hacer un largo con la biografía Silvio (y los otros), basada en la vida de
Silvio Berlusconi y en algunos lugares dividida en dos partes (Loro 1 y 2).
Luego llegó el tutno de Fue la mano de Dios y este año estrena la epopeya de
Parthenope, otra vez con Nápoles como protagonista. Se dice que para el año que
viene habría un rodaje con Jennifer Lawrence, que sería un biopic de la
superagente de Hollywood Sue Mengers.
FICHA TÉCNICA
Título
original: È stata la mano di Dio
Año:
2021
Duración:
130 min.
País:
Italia
Dirección:
Paolo Sorrentino
Guion:
Paolo Sorrentino
Reparto:
Filippo Scotti, Toni Servillo, Teresa Saponangelo, Luisa Ranieri, Marlon
Joubert, Renato Carpentieri, Massimiliano Gallo, Betti Pedrazzi, Biagio Manna,
Ciro Capano, Enzo Decaro, Sofya Gershevich, Lino Musella
Música:
Lele Marchitelli
Fotografía:
Daria D'Antonio