SINOPSIS
Tras asistir al
funeral de su madre, Jean Barlot emprende un viaje y se detiene a pasar la
noche en una pensión. Durante el sueño causa destrozos en la habitación. A la
mañana siguiente, averigua que un extraño marqués que se hospeda allí ha pagado
los desperfectos y que, además, lo invita a pasar la noche en su castillo.
Barlot acepta la invitación, pero sus fuertes convicciones morales y religiosas
sufrirán un fuerte impacto al espíar al marqués y a sus amigos. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Háblame, háblame hasta que puedas salir de esta habitación. Mírame, mírame… Reconozco en esos ojos el hastío, en la pronta independización de la oscuridad ante la luz. Se ve a la muerte acercándose lentamente entre tinieblas. ¿La ves? Está siempre detrás nuestro, pero a la vez un paso adelante. ¿Por qué cierras los ojos? Acaso no quieres encontrar la libertad… esas sábanas blancas no van a poder detenerte. ¿Acaso crees que tus manos y tus pies están atados como castigo? Mira a tu alrededor, todo se está incendiando. El mundo se está diluyendo entre sueños necios y falsas promesas. ¿A qué quieres ir allá? ¿A pelear en nombre de quién? Observa el espejo y dime que no estás mejor aquí que allá… Adentro está la libertad, no allá afuera. No… no… no… no tengas miedo. ¿Por qué tiemblas? Pastillas, electro shocks… si, eso debe ser… No me engañes! Nada de eso es verdad. Son sólo pequeños pasos para ser libre. El mundo se olvidó de vos, todavía no te diste cuenta… Existís sólo por nosotros. Si hoy tu vida terminara, nadie se enteraría. Un número más de la lista. No me preguntes más que has hecho o por qué. Saliste sorteado campeón…
Es una ruleta rusa. Te tocó
a vos. En otra vida me tocará a mí… Si es que hay otra vida. ¿Pensás que esta
es la única y nos tocó perder? A veces me pasa. ¿Querés hablarme de libertad?
No… no… perdón que me ría. En nombre de la libertad se están haciendo tantas
cosas, que ni un loco podría haber imaginado… Hoy es una palabra de moda
hermano… y nadie a ciencia cierta sabe su significado. Odian la libertad, esa
es la realidad. No hay mucha diferencia entre lo que hay afuera o lo que vemos
adentro todos los días. Pero algunos tienen menos suerte que otros. Bueno, creo
que se está terminando mi hora doctor. Ya puede mirar para otro lado. Ya dejo
de tutearlo.. bah, a veces lo hago, a veces me olvido del personaje. Me voy a
mi habitación a soñar de todos esos mundos nuevos que alguna vez hablamos. Ya
puede ser libre, como todos quieren. Salga y vea lo que es… Es el
manicomio en el que todos vivimos hoy...
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE INSANÍA
Chaplin decía que la vida es una comedia cuando se la ve en plano general pero una tragedia cuando la observamos en primer plano. Solo basta mirar un buen rato al sol para quemar estos ojos, que no son más que un dispositivo previo y heredado creador de subjetividades, para lograr ver el plan. Caminamos todos juntos por allí, con el mismo paso, pequeñas gotas en un mar planchado. Atenuados, controlados caminamos. El truco, el conejo que sale de la galera y concreta la fantasía es solo una palabra. Sí, el lenguaje es el virus. Libertad. Caminamos todos juntos a un mismo tiempo, con un mismo ritmo, atenuados y controlados, llenos de verdades, operando –definitivamente- sobre certezas heredadas previamente y, aun así, nos sentimos libres. Nótese que dije “todos juntos” y aquella elocución bastó en la cabeza de ustedes para interpelarlos conjuntamente con el discurso. Funcionó allí el truco, la ilusión de libertad en la naturalización de un absoluto. Basta con introducir la duda en nuestro sistema para transformar aquel “todos” en un “todos y todas” y ni que hablar si nos animamos a ir más a fondo para llegar a la desobediencia absoluta de un “todes”. El poder está allí agazapado en las sombras de lo cotidiano, operando en las fibras nerviosas de nuestro día a día. El poder está allí, alejando la duda para no ver las diferencias, recostándonos en la tranquilidad acogedora de la certeza, aquella que nos hace sentir parte de algo, que nos diluye en esencia dentro de la masa que nos contiene y protege de la soledad abrumadora de la existencia. Ejerzamos la duda, la contingencia, miremos al sol para deconstruir las verdades absolutas sobre la que se construye nuestro ser. ¿Quién diseña entonces nuestra libertad? ¿Cuál es la mano que marca el pulso sobre el que caminamos, cual es la voz que declara la normalidad de nuestros actos?
En aquel libro maravillo de nuestro amigo Zito Lema llamado Conversaciones con Enrique Pichón Riviere sobre el arte y la locura, el psiquiatra declara que: Al analizar las distintas categorías utilizadas por la ciencia del hombre para abordar el problema de la salud, de lo “normal” y lo “patológico”, de las “formas de adaptación” nos parece entrar en un terreno esquivo, ambiguo, lleno de indefiniciones o definiciones contradictorias. Entiendo que esta ambigüedad es solo aparente; en realidad se trata de la ocultación ideológica de las características del problema, para escamotear las condiciones de producción, los criterios de salud y enfermedad mental, o sea normalidad y anormalidad, y la función que el aparato u organizaciones de la salud cumple en una sociedad de clases. El análisis de los distintos criterios y definiciones de la salud y de las formas de organización y asistencia que aquellas inspiran y justifican, nos remite a sus condiciones de producción, condiciones que son históricas, económicas y políticas. Toda teoría de la salud y enfermedad implica y reenvía a una concepción del sujeto, del mundo y de la historia que lo fundamenta. Agregará más adelante Pichón Riviere lo siguiente: El criterio de salud, la norma que evalúa la forma de adaptación a la realidad, es funcional en el sistema de relaciones sociales, como lo es la norma jurídica. El criterio de salud vigente, criterio de competencia social, como condensación de ideas, es condensación de ideas de la clase dominante, funcional con sus intereses y objetivos. Y como condensación de la ideología dominante tendrá el carácter ocultante y mistificador que le confiere a esa ideología su papel en la lucha de clases. Quien rompe alguna de estas normas, la jurídica y la de salud, ligadas por su origen común (relaciones sociales, relaciones de propiedad) y una función compartida (control social) se hace acreedor a la marginación y descalificación sistemática de sus actos y pensamientos. La reclusión en el hospicio es, de hecho, una forma concreta que asume esa marginación, esa sanción. Existe la ley escrita, que constituye el orden público y expresa la voluntad de una clase en el poder y otra coherente con la anterior que implica el criterio de normalidad a partir de la cual se juzga la conducta de los sujetos. Esa ley no escrita es también expresión de intereses de clase.
Allí entonces la mano normalizadora que define quién sí y quién no. Una frontera es siempre un límite político, es siempre la manifestación activa del poder. Este es el grito que puede oírse en la maravillosa obra del director Jan Švankmajer, puntalmente en su película Lunacy, la cual dirige y guiona. El film estará basado libremente en dos cuentos de Edgar Alan Poe llamados “El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether” y “El entierro prematuro”. De allí sacará el artista el material para construir su relato. El film comenzará con una secuencia onírica recurrente donde el joven Jean Berlot sufrirá una crisis y será abordado por dos enfermeros que buscarán reducirlo con un chaleco de fuerza. Al día siguiente, ya repuesto de aquella pesadilla, se encontrará con el Marques quien se ofrecerá a llevarlo hasta su destino. Comenzará de esa manera el formato narrativo clásico del camino del héroe. Se introducirá nuestro protagonista en un universo que, por su aspecto, parecerá contarnos una verdad alternativa. Tal será el juego que planteará la película en todo momento desde su sintáxis audiovisual. Habrá autos, habrá autopistas, pero el Marques se transportará en carruaje por el campo, alejándose de aquellas verdades cotidianas y absolutas. Notaremos de inmediato una clara referencia en este personaje al Marqués de Sade. Será mediante él que el film atacará la moral cristiana, deconstruirá verdades naturalizadas e interpelará así al espectador.
Tal como bien sabemos, Donatien Alphonse François de Sade, el verdadero Marqués, poseía una cosmovisión del mundo que se organizaba según una estructura de poder. Así entonces, encontraba que había personas que mandaban y otras que obedecían, introducirá allí la idea del sádico y el masoquista siendo el primero el encargado de ordenar aquello que el segundo obedecerá. El film expondrá todo el tiempo estas dinámicas de poder abordando la idea del dios, de la culpa cristiana e introducirá así la idea del instinto, de la naturaleza humana. La moral impuesta, dirá el verdadero Marqués de Sade, aleja al ser humano de su naturaleza y su biología. Esto puede desembocar en tristeza porque inculca al ser en valores que no son los propios, sino que son forzados por la vida en sociedad, la crianza y la educación. Se preguntará, entonces, cuánto del individuo es su yo natural y cuanto es impuesto. El film instalará esta duda tanto en el protagonista como en el espectador. Jean Berlot decidirá aceptar la propuesta del Marqués e ingresar al hospicio por él señalado. Allí todo será caos, se manejarán valores y morales diferentes a los esperados. Los internados tendrán libertades, podrán expresarse de manera artística, no habrá un orden establecido. El Marqués de Sade apuntará en su filosofía, a que a mayores experiencias de dolor tiene una persona más se llega a conocer a sí misma. Para él, será necesario reconocerse dentro de alguno de los dos grupos, sádico o masoquista, para encontrar la felicidad. Quedar en el medio, escribirá, lleva al desequilibrio y a la incertidumbre. Estará entonces aquel grupo del manicomio bien definido según estos términos, más allá de las libertades practicadas. Estarán aquellos y aquellas que obedecen de manera masoquista y estarán los que ordenan y mandan, de manera sádica. Habrá una clara referencia en todo esto a la dialéctica del amo y el esclavo planteada por el amigo Hegel, teoría que introdujimos hace poco en este mismo espacio. Veremos que en la dialéctica planteada por el filósofo se juegan todas las herramientas hasta ahora utilizadas por el director en su narrativa.
Hegel dirá que la historia humana comienza con el enfrentamiento de dos deseos, de dos consciencias deseantes. Dividirá así entre el deseo del humano y el deseo animal. El deseo del humano desea deseos, es decir desea el deseo del otro, o sea que el otro lo reconozca. De esa forma somete con el objetivo de ser reconocido como un superior. El animal, en cambio, desea cosas naturales, la materia. Para Hegel la conciencia es deseo, al desear el humano el deseo del otro, al poner el filósofo allí al deseo, expulsa a la conciencia de la inmanencia, la arroja hacia afuera, dejando así de ser una interioridad. El humano entonces desea el deseo del otro y esta lucha se resuelve entonces con el sometimiento del otro por temor a morir. El esclavo será el que de los dos tenga miedo a morir y anteponga este temor a su deseo. Será más fuerte su temor a morir que su deseo de ser reconocido. El otro, claro, funcionará de forma inversa. Su deseo será mucho más fuerte que su miedo, eso lo convertirá en el amo. Dada esta situación, el amo entiende que aquel que lo reconoce, aquel que entrega el deseo que lo hacía humano, es un mero esclavo. No es un igual, sino algo inferior. Ante esto, el amo se paraliza. El esclavo, entonces, trabajará para su amo desde su sometimiento haciendo de él un ser pasivo y ocioso entregado al goce del placer. Trabajará entonces la materia para satisfacer a su sometedor, trabajará la naturaleza transformándola, creando así la cultura. La historia humana se construirá de la mano del esclavo. La cultura para Hegel es el desarrollo del esclavo trabajando de manera creativa con la materialidad. Esta creatividad, esta sensibilidad, le devolverá aquella humanidad perdida en la entrega de su deseo y le permitirá sentirse más humano que su amo. Se llegará entonces al cuarto momento que es la conciliación de los contrarios. Los antagónicos estarán conciliados en una síntesis superadora de las contradicciones anteriores que los contendrán. Švankmajer instalará esta dinámica en toda la cinta y dará un giro menos prometedor que el pensado por Hegel. El director se centrará en la idea de que cualquier relación de poder implica sometimiento, implica una diferencia que el humano no está capacitado para soportar, y que no habrá síntesis superadora mientras haya un grupo que sostenga las cuerdas. Como dijimos alguna vez, donde hay poder hay resistencia y en aquella resistencia, todo preso es político.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
UNIVERSO SVANKMAJER
Nacido en Praga en 1934, es uno de los célebres cineastas de animación. Utiliza casi siempre en sus películas, las técnicas de Stop Motion, trabajando con marionetas y también actores reales. Varios de los grandes cineastas de la actualidad como Tim Burton, Terry Gilliam y los hermanos Quay han confesado que sus films se vieron influidos por el mundo creado por el artista checo. Algunos de los artistas que inspiraron a Svankmajer fueron Edgar Allan Poe, Lewis Carroll y el Doctor Fausto. La filmografía de Svankmajer está repleta de cortos y muy pocos largometrajes. Su primera vez detrás de las cámaras fue con el corto El último truco del Sr. Schwarcewallde y del Sr. Edgar. Sobre dos magos que compiten para ver cuál es el mejor truco. Los cortos que siguieron a continuación fueron: Johan Sebastian Bach, Juego con piedras, La fábrica de ataúdes, Et cetera, Historia Naturae, El jardín, Picnic con Weismann, El apartamento, Una tranquila semana en casa, Don Juan, El osario, Jabberwocky, El diario de Leonardo, El castillo de Otranto, La caída de la casa Usher, Dimensiones del diálogo, En el sótano, El péndulo, el pozo y la esperanza, Another Kind of Love, Juegos viriles…
Alice es su
primer largo, y después siguen los cortometrajes como Flora, Carne
enamorada, Oscuridad, luz, oscuridad, La muerte del estanilismo en Bohemia,
Comida, hasta que llega su segundo largo que es Fausto, en el
año 1994, basado en el mito del héroe alemán. En 1996 filma Los
conspiradores del placer donde una serie de personajes dan rienda
suelta a sus inimaginables placeres carnales haciendo referencia a Freud o El
marqués de Sade, y haciendo uso de la masturbación, fetichismo, bestialismo,
etc… En el 2000 filma El pequeño Otik, la historia de una pareja
que no puede tener hijos, entonces el marido decide recortar una raíz del
jardín y le da forma de niño. La esposa termina aceptando a la raíz como un
bebé, pero después de un tiempo esta empieza a cobrar vida. Sigue en 2005
con Lunacy, donde cuenta la historia de un hombre que tras asistir
al funeral de su madre, emprende un viaje y se detiene a pasar la noche en una
pensión. Durante el sueño causa destrozos en la habitación. A la mañana
siguiente, averigua que un extraño marqués que se hospeda allí ha pagado los
desperfectos y que, además, lo invita a pasar la noche en su castillo. Acepta
la invitación, pero sus fuertes convicciones morales y religiosas sufrirán un
fuerte impacto al espiar al marqués y a sus amigos. En 2010 llega Sobrevivir
a la vida, donde un hombre casado, que sueña recurrentemente que coquetea
con una mujer. Para acabar con esto, decide visitar un psiquiatra, pero
en vez de mejorar, el problema se agrava. En 2018 filmó Insect, Adaptación de la novela de Karel Capek "The Insect
Play", cuyo argumento está relacionado con la "Metamorfosis" de
Kafka. 'Insect' es una metahistoria que explora la línea que separa a los
insectos y los humanos. Lo último que ha filmado es el documental Kunstkamera, Una asombrosa variedad de
pinturas, dibujos, esculturas, grabados, objetos y materiales llenan sala tras
sala, pero este no es un museo abierto al público en general. Es el hogar de la
célebre pareja de artistas Jan Svankmajer y su difunta esposa Eva, situado en
el Castillo Horni Stankov de la República Checa.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Sílení
Año: 2005
Duración: 121
min.
País: República
Checa
Dirección: Jan Švankmajer
Guion:Jan Švankmajer. Historia: Edgar Allan Poe, Marqués de Sade
Reparto: Pavel Liska, Jan Tríska, Anna Geiserová,
Jaroslav Dusek, Pavel Nový
Fotografía: Juraj
Galvánek
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