SINOPSIS
Nick (Peter
Falk) tiene que cargar con la responsabilidad de cuidar a su mujer (Gena
Rowlands) que padece inestabilidad emocional. Lucha sin descanso para mantener
un ambiente de normalidad a pesar del anormal comportamiento de su mujer; sin
embargo, llega un momento en que la situación afecta a sus hijos, de modo que
no tendrá más remedio que tomar ciertas medidas. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Una gota de sangre recorrió el piso. El color de ese rojo intenso hacía juego con el maquillaje de los labios y de las uñas. La habitación era un remolino desordenado. Las sábanas cubrían todo el cuarto y la única lamparita que había sobrevivido a esa noche incurable parpadeaba visiblemente cansada. El plano general nos mostraba frascos vacíos y una tenue música que amenazaba con vomitar sonidos estériles. Un cuerpo yacía en el piso, masacrado por el dolor y la frustración. Ese juego de muñecas para la que había sido creada desapareció por completo. Fue objeto de voces y frases que dinamitaron su alma. Un alma sensible creada para reír, bailar y soñar. Pero esos sueños ofenden a ciertos jerarcas de un sistema tan vetusto como abominable.
Ya no había música en esos
sueños. Ya no había danzas que pudieran controlar su bello pero ahogado
corazón. Quedaron noches eternas donde el fuego consumió todo. Porque prenderse
fuego era, y esperamos que siga siendo, el terror de los mediocres. Y ella era
un incendio imposible de apagar. Aunque ciertos fuegos se apagan con agua,
algunos eligen apagarlos con alcohol. Y las llamas entonces empiezan a
ensombrecer todo. El presente se vuelve inmanejable y el futuro pende de un
hilo. Y cuando el hilo se corta, el juego se termina. Y sólo quedarán momentos
de risas hoy ya apagadas y fotos de recuerdos imborrables que atesoran esa
imperfecta pero hermosa locura ordinaria.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
editorial
IMPRESIONES SOBRE UNA MUJER BAJO
Crecer es una trampa. Pero cuidado, no hablo de crecer físicamente, lo cual claro es inevitable dentro de los parámetros interpretados como normales por la comunidad científica, sino de aquel paso terrible que implica llegar y transitar ese periodo que llaman madurez. El convertirse en un ser adulto, vamos. Podríamos denunciar en este sentido también que el mundo está perversamente diseñado de manera tal que se prioriza, se festeja, se estimula y hasta se premia valores tales como el consumo y la bendita meritocracia. Se cargan obstinadas e insoportables mochilas con la fanática idea de “ser bueno en”. Se habla del desarrollo profesional como una idea de completitud y hasta el ser se estanca y se define de manera inescrupulosa por lo que uno ha tenido la posibilidad de estudiar. Uno es médico, uno es doctor y también uno es maestro. Sin aquella posibilidad, uno pareciera no ser, pareciera que sus involuntarios días discurrieran dentro de las tinieblas indescifrables de la nada. Cuanto antes uno sea embaucado por el aroma pestilente de aquel queso macabro mayor será la recompensa prometida. El mundo gusta de aquello, lo disfruta, lo festeja y lo premia, nosotros no. Más rápido que tarde en aquel pase de manos al que llaman progreso se nos quitara sin la menor reserva nuestro tiempo, nuestras ganas y nuestra inocencia. Pero lo peor no ha sido dicho aun. Aquellos tipos de corbata con la cara más seria que el culo de un ají, esos tipos de buen hablar y afeitados, o esos otros también que intentan camuflar la frialdad de las escamas de su piel en aquel aspecto cuidadosamente desprolijo de barbas de días y jeans rotos, que posan distraídos con sus muecas sacadas del polvoriento inventario de los gestos, son ellos quienes se terminarán llevando nuestro tesoro más preciado, aquel cofre sagrado que es el último bastión: nuestro deseo de jugar, nuestro deseo de libertad. Jugar es ser libre. Jugar nos da la oportunidad de ser creativos y de usar el total de nuestra personalidad. Es en aquella oportunidad donde encontramos las herramientas para descubrirnos a nosotros mismos.
Mabel, maravillosamente interpretada por la inigualable Gena Rowlands, era consciente de todo esto. Una mujer bajo la influencia, el film de nuestro amigo John Cassavetes se aventura a hacer una lectura sobre la adultez y su papel en la sociedad. Mabel no encajará a pesar de intentar hacerlo con todas sus fuerzas, con toda su cordura. Se repetirá a modo de mantra sanador que ella es adulta. Será un personaje del que nos falte casi toda la información de su tridimensionalidad, pero ahí estará el juego. Esa será la apuesta de Cassavetes animándose a una travesura digna de nuestro querido Cortázar. Poco sabremos de Mabel pero no importará, el personaje se construirá de manera tal de enamorarnos y grabarse de esa manera en nuestra memoria. Rowlands trabajará un registro de composición casi al límite de la parodia, exagerado pero no tanto, grotesco pero sin siquiera estar cerca de serlo. Magia pura. Actuación plena y delicada, el juego mismo. Su personaje parecerá estar desconectado del universo que lo rodea. Realizará gestos opulentos, murmurará monólogos inaudibles, se reirá a los gritos cuando todos callen. Habrá solo una cosa que la traiga y que la conecte con el aquí y ahora, eso será el amor profundo a sus hijos. Claro, con ellos estará en la misma sintonía del juego. Mabel será maravillosa porque sabrá jugar. Jugará en un mundo de apariencias, repleto de sombras y convenciones. Ante todo ese cartón pintado, esos espejitos de colores, ella será verdadera en el juego, en la risa y en el baile. Aquella inocencia estará retratada con una cita a otro amigo de la casa, el señor Albert Lamorisse. Se reproducirá el famoso plano icónico del mediometraje Un globo rojo con Mabel sentada sosteniendo uno en medio de una fiesta improvisada con sus hijos. Se cuestionará todo el tiempo esta actitud de Mabel y esto a ella la alterará. Entenderá allí que lo que está en juego no se negocia. Caerá entonces sobre ella todo el peso de la sociedad con su molde mohoso de normalidad. Será terrible, digámoslo… será triste.
El film estará
estructurado bajo aquella idea Bressoniana
del cinematógrafo en contraposición
del concepto común del cine. Dirá Bresson que el cine busca la expresión inmediata y definitiva mediante mímica,
gestos y entonaciones de voz. En cambio el cinematógrafo
es decir la verdad sobre lo real, es
permitir que lo real diga la verdad al provocar las condiciones de su encuentro
por parte del espectador. En esta operación el cineasta actúa como una especie
de mediador inspirado. En estos mismos términos trabajará Cassavetes. Priorizará el encuentro con lo real, con la chispa
según términos de Bresson, antes que cualquier defecto que las leyes de la
composición o el montaje condenen. Esto aportará inmensamente al sentido de
verdad del relato, de las interpretaciones actorales, logrando una conexión con
el drama que nos acompañará durante las dos horas y media del film. Será una
película larga pero dinámica, dolorosa pero sin golpes bajos. Alguna vez en
este programa comentamos aquella historia de Sir James Barrie narrada por él mismo en la biografía escrita sobre su
madre Margaret Ogilvy. A raíz de
este film, creo que vale la pena volver sobre ella. En la biografía Barrie escribe lo siguiente: el horror
de mi infancia es que yo sabía que se acercaba el tiempo en que debería renunciar a mis juegos y eso me
parecía intolerable. Resolví seguir
jugando en secreto. Mabel, como en su momento Barrie, optó por aquella alternativa
para que la sociedad deje de lastimar y perseguir aquella niña que solo quería
seguir jugando. Los que este programa integramos entendemos al deseo de jugar
de la misma manera. Aún con todo nuestro cansancio encima nos repetimos cada día
que seguiremos jugando a pesar de todas la miradas miserables que por ello nos
condenen. Continuar jugando, sacudiéndonos los años de los hombros, es haberle
encontrado algún sentido a todo esto. Es la travesura que nos prometimos aquel día,
es escaparle a la mediocridad absoluta de seguir viviendo con el único fin de
acumular bienes y prestigio. Mabel no quería crecer para no resignarse a ser lo
que los demás querían que sea. No quería crecer para no perder jamás la
sorpresa y el asombro, para no olvidar nunca su capacidad lúdica. Bajo aquella
consigna nos encontraremos siempre, jugando con todas nuestras fuerzas, aunque
debamos hacerlo en el más absoluto de los secretos.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO CASSAVETES
Nació el 9 de diciembre de 1929, hijo de inmigrantes griegos, cursó sus estudios en la famosa Academia de Artes Dramáticas donde se graduó en 1950. Luego empezó a actuar en películas y series de televisión (Doce del patíbulo y El bebé de Rosemary como las más importantes). En 1954 se casaría con Gena Rowlands, quien sería clave en su vida y en sus films. El de origen humilde, ella de familia adinerada y ambos conflictivos, lo que reflejarían en varios films. En 1959 debuta como director con Shadows, que tuvo que ser financiado en Europa porque en su país no lo querían hacer, luego del Premio de la crítica en Venecia, empieza a lograr reconocimiento en su país.
En 1961 dirige Too Late Blues sobre un grupo musical de jazz y su tercer film es Un niño espera, con Judy Garland como una profesora para chicos deficientes mentales. En 1968 llega otra de sus obras notables: Faces, sobre la desintegración de un matrimonio. Es nominado al Oscar como mejor guión original. Dos años después llega Maridos, la historia de tres hombres que acuden al entierro de un amigo y luego se dan cuenta que la juventud se les ha ido de las manos. En 1971 sigue con una historia de amor titulada Minnie and Moskowitz, nombre de ambos protagonistas intepretados por Gena Rowlands y Seymour Cassel. Es el comienzo de la era dorada según los críticos. Siguió con Una mujer bajo la influencia y más adelante filma The Killing of a Chinese Bookie, la historia de un ex combatiente que tiene una deuda de juego y sus acreedores le aconsejan que pague la deuda con un asesinato. En 1977 llega Opening Night, otro trabajo excluyente de Gena Rowlands como una actriz que se toma a fondo sus papeles en Broadway. La misma Gena le dio vida a Gloria y le vale el premio Oscar por interpretar a la ex novia de un gangster que se tiene que hacer cargo del hijo de sus vecinos asesinados. La película gana el León de Oro en Venecia.
En 1984 dirige
el melodrama Torrentes de amor,
donde actúa junto a su esposa y dos años después llega su inimaginable último
film, Big Trouble, un film que no
fue de su autoría pero que se posicionó como una exitosa comedia donde un
agente de seguros planea con una cliente matar a su alocado marido, que
recuerda un gran duelo cómico entre Peter
Falk y Alan Arkin.
Sorprendentemente, Cassavetes falleció el 3 de febrero de 1989 con sólo 59 años
por una cirrosis hepática y nos dejó con ganas de ver que más tenía en mente
uno de los padres del cine independiente americano.
FICHA TÉCNICA
Título original:
A Woman Under the Influence
Año: 1974
Duración: 155 min.
País: Estados Unidos
Dirección: John Cassavetes
Guion: John
Cassavetes
Música: Bo
Harwood
Fotografía: Mitch
Breit
Reparto: Gena
Rowlands, Peter Falk, Katherine Cassavetes, Fred Draper, J. P. Finnegan,
Matthew Labyorteaux, Angelo Grisanti