SINOPSIS
Basada en una
historia real que explica el origen del narcotráfico en Colombia, la película
se sitúa en los años 70 cuando la juventud norteamericana abraza la cultura
hippie y con ella a la marihuana. Esto provoca que los agricultores de la zona
se conviertan en “empresarios” a un ritmo veloz. En el desierto de Guajira, una
familia indígena Wayuu se ve obligada a asumir un papel de liderazgo en esta
nueva empresa. La riqueza y el poder se combinan con una guerra fratricida que
pondrá en grave peligro a su familia, a sus vidas y a sus tradiciones
ancestrales.
EDITORIAL
No habitar este mundo es huir para siempre de la soberanía de la palabra. Huir de este mundo, es abandonar los limites, es olvidar aquel sueño del todo para saborear aquel otro gusto indefinido de la nada. Cuando muere la palabra se lleva consigo a aquel orden autoritario de lo dicho, de lo estipulado, lo convenido. Si la palabra muere, las paredes de cartón de este escenario arderían purificando su hechizo. Dios dijo, entonces hubo. En la muerte misma de la palabra moriría al fin el inventario divino. Una nebulosa sin color y sin forma tomaría las calles anestesiando los nervios furiosos que mantienen girando todavía al mundo. Sosegando definitivamente el delirio que baila en cada llama. La figura del otro caería herida de muerte quebrando de esa manera para siempre el curioso espejo, astillando con certeza el mapa profundo de la geografía de toda identidad. Seriamos semejantes no en la farmacológica igualdad sino en la soledad profunda de la diferencia.
La pura
libertad, la travesura final. La aventura prometida. Viene el otoño, se siente
en los huesos. Un vendaval furioso arrastra los cadáveres retóricos, las
pesadas significaciones chocan con violencia contra las frágiles paredes del
entendimiento. Vuelan los significados vulnerables estrellándose por primera
vez contra la razón. Los significantes descubren su música nunca dicha. Ya no
hay eco porque ya no hay quien lo escuche, ya no está ese que lo imagine, aquel
que lo nombre. Ya no hay sangre ni lazos, la chispa madre humea desangrándose
para siempre. No hay distancias y el tiempo tropieza en su carrera absurda. No
hay tu nombre sobre mi nombre, ni noche que devore el bosque. Esta sombra
espesa que se parece tanto al olvido. Una caricia helada como el último
relámpago. Una noche de tierra llena dibuja el ocaso en las fauces profundas de
nuestro paraíso.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE PÁJAROS DE VERANO
El valor de la palabra ha caído en desuso. Hoy se escuchan tantas voces que las palabras quedan vírgenes de inteligencia. Ya nada de lo dicho es eterno. Como hemos hablado muchas veces en este foro, La palabra limita, detiene, y por todo eso tranquiliza. Es gracias a ella que todo tiene un nombre. Todo a imagen y semejanza del ser humano. Según Philip. K. Dick “La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras”. En algunas culturas, esa palabra era todo. El pueblo Wayúu, conformado por nativos que representan ciertos sectores de Colombia y Venezuela, le daba a la palabra la ley más sagrada. De allí surge El Palabrero, elemento central para cumplir ésta máxima. En él reside el rol de resolver los problemas mediante la mediación o negociación de los conflictos entre diferentes clanes. Su voz es indiscutible. Será para nosotros una cultura desconocida. Pero hasta en esas culturas históricas, el poder y la ambición pueden destruir ritos ancestrales. Ciro Guerra nos había mostrado pinceladas de estos pobladores en films como La sombra del caminante y El abrazo de la serpiente. Esta vez nos adentra un poco más, especialmente en el pueblo Wayúu y con Cristina Gallego como dupla de dirección. Basada en un guión de Maria Camila Arias y Jacques Toulemonde, estamos ante una película sin género definido, porque abarca varios matices.
El
film arrancará casi al estilo documental, donde veremos a esta etnia nativa con
sus usos y costumbres, sus ritos de iniciación y la aparición del “palabrero”,
personaje central de la historia. En esa primera escena, Úrsula le dice su hija
Zaida “Si hay familia, hay prestigio. Si hay prestigio, hay honor. Si hay
honor, hay palabra, Si hay palabra, hay paz”. En ellas encontraremos en
esta cultura la importancia de las mujeres, como una especie de matriarcas de
la familia. Pero la historia no girará exclusivamente a lo relacionado con esas
costumbres sino que relatará gran parte de los hechos reales del comienzo del
narcotráfico entre fines de los ´60 y principios de los ´80. La película
trabajará un guión lineal que utilizará las elipsis narrativas para contar la
historia. Estará dividida en cinco jayeechi, típico canto guajiro para los
migrantes, al estilo
Todas las actuaciones, desde los protagonistas hasta los pequeños papeles, estarán a la altura, llevando veracidad a lo que se está contando. Será el dinero el que en un principio moverá todo. Rapayet, el protagonista, intentará casarse con Zaida pero la dote exigida por Úrsula será imposible para él. Durante un encuentro fortuito con unos hippies americanos que buscan marihuana, Rapayet encontrará el modo de tener dólares frescos y así podrá casarse con Zaida. La semilla del capitalismo ya había germinado y de repente, una parte de una sociedad se convertía en empresarios, sin estar preparados para esa batalla. A partir de ahí los directores nos mostrarán la pelea entre las viejas costumbres de las etnias y el creciente negocio narco. Lo que antes se disputaban las familias, ahora se volvía cada vez más riesgoso. El poder, la ambición y la violencia escalarán a un ritmo insostenible. Los clanes empezarán su disputa a ver quien tiene la mayor parte del negocio. Y a partir de ahí, todo se corrompe. Ni la palabra logrará salvarlos. La violencia sobre la palabra debe ser castigada anuncia el palabrero. Y como advertían desde el comienzo, sin palabras, no hay paz. Será la ruina y el film se transformará en una historia de gángsters. Dos polos opuestos que se unen de forma brillante. Será el final de la historia para los clanes pero el comienzo de otra historia más fuerte y más redituable. Y a muchos no les quedó otra opción que escapar y dejar atrás todo. Porque esos pájaros de verano se terminaron convirtiendo en los pájaros negros que terminaron destruyendo hasta la ley sagrada de las palabras.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO GUERRA
Ciro Alfonso
Guerra nació el 6 de febrero de 1981 en César, uno de los 32 departamentos que
forman
En 2015 llegó El abrazo de la serpiente,
que logró la nominación al Oscar como mejor película extranjera,
además de lograr premios o menciones en grandes festivales como Cannes, San
Sebastián o
Mientras tanto, Cristina Gallego (nacido en Bogotá en
1978) fue productora de todos los films de Ciro Guerra, quien fue su marido
durante varios años, hasta que decidieron codirigir Pájaros de Verano.
FICHA TÉCNICA
Título original: Pájaros de verano
Año: 2018
Duración: 125 min.
País: Colombia
Dirección: Ciro Guerra, Cristina Gallego
Guión: Maria Camila Arias, Jacques Toulemonde
Música: Leonardo Heiblum
Fotografía: David Gallego
Reparto: Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia
Reyes, Jhon Narváez, Greider Meza, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez
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