SINOPSIS
Petra von Kant,
una diseñadora de moda que acaba de separarse de su marido, vive con su
secretaria-esclava Marlene (personaje simbólicamente mudo). Cuando su amiga y
confidente Sidonie le presenta a Karin, una joven de origen humilde, se enamora
locamente de ella y le promete que va a convertirla en una famosa modelo. Sin
embargo, Karin la abandona poco tiempo después para irse con su marido que,
después de un viaje, acaba de volver a Frankfurt. Petra cae entonces en una
profunda depresión. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Que difícil es escribir sobre el amor. Hojas y hojas en las que expusimos todas nuestras conquistas y derrotas. Horas buscando amalgamar frases que intenten ser creativas, metáforas que expliquen lo que no se puede decir con palabras. Insistimos con lágrimas que estallan contra el piso, con promesas en las que juramos amor eterno, con cuadros pintados a mano como testigos silenciosos o con portazos que dejaron un golpe seco, amargo y atroz. También dijimos, hace dos semanas nomás, que el amor es imposible. Como no podía ser de otra manera, repetimos hasta el hartazgo la idea de poseer al otro para sentirnos completos. Y también lo denunciamos e interpelamos. No faltó tampoco en estas citas, alguna pregunta del poeta Oliverio o alguna frase del amigo Cortázar.
Este amor
perfecto lo hablamos sin importar géneros ni razas. Para el amor no hay nada de
eso. Solo pasión, sólo un corazón que late más fuerte. ¿Y porque seguimos
indagando sobre el amor? Porque como dijimos más de una vez, también el amor
salva. Hagamos el amor y no la guerra. El amor vence al odio. Frases que
adoptamos como mantras. Y porque siempre estamos aprendiendo sobre el amor.
Nadie es un experto en el tema. No hay una enciclopedia sobre el amor. Es jugar
las cartas, equivocarse, barajar y dar de nuevo. El amor es complejo, es dar la
vida. Por todo lo que nos hace bien. Es encontrar en el momento que uno menos
se lo espera, algo por que seguir adelante. Y las ilusiones vuelven a
encenderse. Aunque siempre nos quedarán lágrimas en el tintero porque bien
sabemos que en algún momento, el amor nos desgarrará...
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE LAS AMARGAS LÁGRIMAS
DE PETRA VON
KANT
Hace poquito charlábamos sobre aquella laboriosa tarea de desaprender lo aprendido respecto del amor. Amar es seguir el guion de aquello que naturalizamos. Heredamos un saber que normaliza las formas y las maneras que el hecho amatorio debe tomar. Debe tomar, el mandato está allí y decanta naturalmente enmarcándose bajo la complicidad del poder real dentro de lo saludable, imponiendo un límite claro, contraponiéndose ferozmente a lo degenerado, lo enfermo, lo repudiable, lo no sano, la enfermedad. Donde aparece la ley, finaliza el amor. Aquel dispositivo heredado generador de sentido geopolitizará nuestro cuerpo delimitando zonas erógenas, narrándonos, detallándonos, tal como si fuera una película, dónde ubicar al placer. El amor naturalizado de tal manera es una de las formas del virus, es parte necesaria e imprescindible del plan. La pareja monogámica, heterosexual y falocéntrica, construirá relaciones en serie como si de una producción industrial se tratara, organizará al ser y sus energías, administrará sus fuerzas y restringirá al deseo con el único y perverso objetivo de hacerlo más productivo, más manipulable e influenciable. Se institucionalizará este producto bajo la opresiva entidad de la pareja y el matrimonio delimitando de esa manera el terreno fértil de la idea de felicidad, progreso y triunfo. Somos felices cuando encontramos el amor, será uno de los axiomas tal vez más escuchados, el amor nos completa, nos realiza repetirán a modo de oscuro mantra, las publicidades, los medios de comunicación y por supuesto los pésimos poemas, instalando de esa manera un absoluto, una verdad irrevocable, una verdadera verdad.
El amor es deseo y falta, es ausencia, cómo entonces podría venir a completar aquello que ya somos. El amor es el otro y el otro, lejos de completarnos, nos interpela, nos niega desde su propia existencia. El otro es todo lo que yo no soy y esa ausencia, entonces, es también pura posibilidad. La otredad nos saca por fin de nosotros mismos. El amor, queridos amigos y amigas, es derrumbe, es el colapso final de toda estructura, de toda verdad instalada. El amor profana todo aquello que creíamos sagrado, derrumba salvajemente las siniestras estructuras erigidas por las eficaces e invisibles manos del poder. Solo en nuestra propia deconstrucción podremos dar lugar al amor y esa es una de las pocas buenas noticias que iluminan nuestra desgracia existencia. Quemar cada línea del guión, para renacer nuevos y mejores, para llenarnos de experiencias y de colores, de dulces matices. Amar es colapsar definitivamente, es abrir la existencia a la sorpresa, es asumir el riesgo de estar vivo escapando con elegancia de su estúpida burocracia y la judicialización de sus partes. Amar es parte de la aventura, es invitarse sin nostalgias absurdas, al olvido. Petra Von Kant derramó amargamente sus lágrimas por entender al amor de esta forma, pero lo hizo solo desde lo teórico, solo desde su lógica, no tuvo el valor de llevarlo a la acción, al cuerpo. Las amargas lágrimas de Petra Von Kant de nuestro gran amigo Rainer Werner Fassbinder es una obra moderna y única. Es un mensaje en una botella arrojada al mar de la conciencia. Es una película necesaria, provocativa, profunda y disruptiva. Alegórica y simbólica. Fassbinder fue al cine lo que Luis o Astor fueron a la música, lo que Antonin a las palabras, lo que Alejandra, con toda seguridad, al dolor. Rainer puso sobre la mesa aquellos temas a los que una sociedad hipócrita había decidido, y aún decide, no mirar y condenar.
Trabajó sobre su narrativa buscando una voz propia y derrumbando los cánones establecidos de su época. Deconstruyendo lo que había sido maliciosamente naturalizado. Su film Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, titulo sugerente como la mayoría de los de su filmografía, será una adaptación de una obra de teatro de su autoría, marca original que se mantendrá en el traspaso de formatos. Toda la cinta transcurrirá en una única locación, salvo una sola escena que optará por otro escenario, y recurrirá al recurso del dialogo como herramienta informativa de aquel pasado desconocido, de aquello no visto. Donde la regla sugiere una ruptura en la linealidad narrativa, un racconto o un flashback, el director preferirá el dialogo, el monólogo. Bien sabe aquel que alguna vez se ha aventurado a la elaboración textual en este registro, que el recurso de la palabra debe estar cuidadosamente nivelado para evitar de esta manera redundancias o caer en el fatídico abismo del aburrimiento. El trabajo del artista sobre aquel cuerpo destinado a ser modelado que es el actor, según términos de Robert Bresson, debe ser balanceado con celosa precisión en cuanto al desarrollo de acciones puntuales durante el devenir discursivo del texto. Fassbinder lejos de desconocer estos por menores, los resolverá con maestría trabajando en una tonalidad de interpretación intermedia entre lo teatral y lo audiovisual. Marcará acciones que apoyaran la oralidad y muchas otras que le serán indiferentes o hasta la negaran. Allí el ingenio y el ojo del artista. La fotografía será otro de los puntos fuertes de esta obra desafiante. Se trabajará desde lo visual una estética que resaltará las características típicas de la etapa renacentista en la pintura, trabajando de esta manera con una paleta oscura cargada de rojos, dorados, celestes y verdes.
Aparecerá también particularidades en el
tratamiento de la imagen típicos de esta etapa como el humanismo, que resaltará la figura humana como protagonista, la exaltación de la belleza, el naturalismo desde el trabajo sobre la
forma de los cuerpos. La estructura narrativa será lineal y estará organizada
según la idea Aristotélica de tres actos. En el primero de ellos la
protagonista expondrá su idea sobre el amor que coincidirá con lo planteado en
el comienzo mismo de esta charla. En el segundo acto pondrá a prueba su
discurso cuando llegue el amor de la mano de Karin. Caerá allí en las tinieblas profundas del amor idealizado,
avasallará el deseo del otro, se humillará intentando poseer su libertad.
Vendrá la calma con la resolución y el clímax en el tercer y último acto.
Tesis, síntesis y antítesis. Petra
llegará modificada y le hablará a aquel otro personaje del que todavía no hemos
hecho mención alguna, Marlene. Será
un personaje enigmático de tez pálida y vestida siempre de negro. Cumplirá la
función de sirvienta, bajo el peor de los tratos y no hablará jamás.
Reaccionará solo a los relatos de Petra. Llorará, se sorprenderá, pero jamás
opinará. Terminará sus trabajos de diseño, redactará sus cartas y solo la
mirará. Mientras no esté en escena se la oirá tipear animosamente. Solo eso
sabremos de Marlene. Eso, y que toda la obra está dedicada a ella, a la
que se volvió Marlene aquí rezará una placa al comienzo de la cinta. Habrá algo común entre los dos
personajes, ¿será tal vez Marlene un alter ego de Petra? ¿Será la verdadera
narradora de la obra? ¿La autora trabajando desde la oscuridad propia del acto
creativo con aquel puñado de personajes que toman vida y autonomía? ¿Será la
imagen de la artista como medio necesario entre la idea y la obra? Lo que es
seguro es que Marlene será ausencia, y la ausencia, siempre enamora.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO FASSBINDER
Nacido el 31 de mayo de 1945 en Baviera, Alemania. Hijo de un médico militar y de una traductora, que se separaron cuando tenía seis años. Empezó en el mundo del teatro escribiendo, adaptando y dirigiendo obras. Su llegada al cine se da en 1966 con el cortometraje El vagabundo. Sus primeros largos fueron en 1969: El amor es más frío que la muerte y Katzelmacher, con la primera película logra el premio a mejor fotografía y con la segunda el de mejor película alemana. Esa primera época fue claramente influenciada por la Nouvelle Vague. Empieza a interesarse en el melodrama estadounidense gracias a los films de Douglas Sirk, a quien va a visitar a su residencia de Lugano, Suiza. Su propósito desde ese momento fue crear unas películas «como las de Hollywood, pero sin la hipocresía». Esta intención dio lugar a un estilo de filmar atrevido y moderno (tan moderno como el de sus primeras películas, pero con otra actitud). La presencia de la cámara se hace casi visible al espectador, por los ángulos, los movimientos y los planos que hace, consiguiendo así una anti-naturalidad que pretende distanciar al espectador y obligarle a juzgar las historias sin manipulaciones sentimentales. Su primer «melodrama distanciado» fue Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972), que fue su primer éxito internacional. A partir de ahí se verán películas más crudas, frías y distantes. Recorrerá con su cine todo su país, filmando en lugares tan disímiles Baviera, Baden, Fráncfort, Coburgo y Berlín. Llevó al cine grandes obras literarias alemanas como Effi Brest (1894) de Theodor Fontane o Berlin Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin. Algunos de sus films más renombrados son Dios de la peste, ¿Por qué le da el ataque de locura al Señor R.?, El soldado americano (las tres de 1970), El mercader de las cuatro estaciones, La angustia corroe el alma, La ley del más fuerte, El viaje a la felicidad de mamá Kuster, Ruleta china, Un año con trece lunas, El matrimonio de María Braun, Lola, Lili Marleen, La ansiedad de Veronika Voss y su film póstumo Quarelle.
Alcohólico y adicto a las drogas vivió su vida a
mil por hora. Su muerte llegó tras un fallo cardíaco, al parecer resultado de
la interacción entre somníferos y cocaína, el 10 de junio de 1982 con sólo 37
años y más de 40 films en su haber. Retrató todas las clases sociales: la
burguesía en Ruleta china, los comerciantes en El mercader de las cuatro
estaciones, el proletariado sobre todo en Viaje a la felicidad de Mamá Küster,
el lumpen en El amor es más frío que la muerte, la patronal en La tercera
generación, los intelectuales en El asado de Satán, los periodistas en La
ansiedad de Veronika Voss, los artistas en Lili Marlene, los inmigrantes en
Katzelmacher. De ahí que haya sido llamado el Balzac del cine
alemán. Su estilo tuvo el perfil marcado de los grandes directores, se habla de
él como un gran director de escena, ya que cada plano estaba minuciosamente
diseñado para provocar un fuerte impacto estético en la pantalla, ya fuera por
su sobriedad o por sus retorcidas técnicas. Para eso contó con la ayuda de la
cámara Michael Ballhaus, quien luego trabajó con directores como
Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Robert Redford,
Wolfgang Petersen, Robert Redford o Barry Levinson.
La soledad, el miedo, la emancipación femenina, los
personajes oscuros, el homosexualismo, la doble personalidad (doppelgänger)
de varios de sus personajes, el abuso de drogas y la prostitución, fueron
algunos de los temas que trató un director en una época que buscaba su nuevo
mundo. La falta de su padre, también hizo que la mayoría de los personajes
fuertes sean femeninos. Además, como su ritmo de trabajo era imposible de
soportar para los productores cinematográficos, más acostumbrados a esperar la
amortización parcial de sus films antes de seguir adelante, Fassbinder acabó
alternando teatro con cine y con televisión, medio para el que rodó varias
series de éxito que luego, convenientemente cortadas en su metraje, fueron
estrenadas en las salas comerciales de exhibición. Esa pasión enfermiza por su
trabajo lo confirmó en toda una declaración de principios: “Ya dormiré
cuando esté muerto”, a lo que agregaba “Cada cual debe decidir si es
mejor llevar una vida breve pero intensa o larga y rutinaria”. Claramente
el maestro alemán eligió la primera.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Die Bitteren tränen der Petra von
Kant
Año: 1972
Duración: 124 min.
País: Alemania del Oeste (RFA)
Dirección:
Rainer Werner Fassbinder
Guion: Rainer
Werner Fassbinder. Obra: Rainer Werner
Fassbinder
Fotografía: Michael Ballhaus
Reparto: Margit
Carstensen, Hanna Schygulla, Irm Hermann, Eva Mattes, Katrin Schaake, Gisela
Fackeldey
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