SINOPSIS
Max Renn, un aburrido operador de
televisión por cable, descubre un día una televisión "real" llamada
Videodrome. Una palpitante pesadilla de ciencia-ficción que nos muestra un
mundo en el que el vídeo puede controlar y alterar la vida humana. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Horas de mirar atónitos. La palabra zapping
retumba en tu mente. Mientras la cabeza no para de recibir imágenes e
información que no tardarán en procesarse. La tv juega con la mente humana. Y
los medios son los encargados de utilizarla para desatar su máxima ferocidad
posible. El filósofo canadiense Marshall
McLuhan en su libro El medio es el
mensaje nos decía “Los medios, al
modificar el ambiente, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de
proporciones únicas. La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra
manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando esas
proporciones cambian, los hombres cambian”. Por lo tanto, lo que importa en
sí, es el mensaje y no quien lo transporta y allí apuntaba su foco de estudio.
Además McLuhan señaló que “un medio
afecta a la sociedad en la que desarrolla un papel, no solo por el contenido
que posee, sino también por las características del medio en sí”.
Desde su
omnipresencia, los medios imponen condiciones. Ellos son los que eligen cual
tema debe mover el amperímetro de la opinión pública y cual no. Ellos marcarán
la agenda y decidirán quienes son los buenos y quienes son los malos. La caja
boba entonces, asume esos principios de modo excepcional. Nos llenarán de porquería barata disfrazadas
de realitys o programas de chimentos para tapar la realidad. Nos venderán los
espectáculos deportivos como indicio de estar conectados con el mundo. Nos
intentarán ofrecer que políticas de estado son las mejores para el país y sin
que nosotros los sepamos, también para sus bolsillos. Seremos sus conejillos de
indias. Seremos nosotros los que tendremos que encontrar en esa revolución
tecnológica que sirve y que no. Las redes sociales llegaron para quedarse y
vendernos al mejor postor. Será nuestra la capacidad de pensar por nosotros
mismos, no dejar convencernos y así gritarle al mundo que no seremos su nueva
carne…
Marcelo De Nicola.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE VIDEODROME
TV nuestra que estas en el medio,
santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en
la mente como en el cuerpo, danos hoy el morbo nuestro de cada día, etcétera,
amen. El dios cíclope de cristal, como lo definiría Mollo, sangra y allí se encuentra herido de muerte. No es que lo ha
sentenciado nuestra sociedad debido a un ataque repentino de conciencia, por
autodefensa o venganza. Es que parece haberse quedado sin piernas para competir
con la fugacidad de estos tiempos que corren tan veloces. Los productos
televisivos, durante el auge de las empresas de servicio de televisión por
cable, administraban unilateralmente el tiempo de los televidentes, ordenando
la cotidianidad del trabajador medio. Con la misma rapidez de siempre,
inyectaron en las mentes la sensación de libertad al poder acceder a ese tipo
de entretenimiento y al mismo tiempo la obligación de llegar a las 9 de la
noche para conciliar el silencio familiar alrededor de una mesa con la cena
lista, las conversaciones postergadas, y la novela a todo volumen. Así fue que
crecimos acompañados por aquel espejo que buscaba nuestra empatía, al
interpretar las realidades sociales que atravesaba un gran sector de la
sociedad.
La normalización de la miseria y la falta de oportunidades en novelas
como Gasoleros, El sodero de mi vida y otras de similares características en donde
los dueños de pequeñas empresas se veían obligados a venderlas pero que siempre
había alguien cercano conspirando en contra de su negocio para sacar tajada de
aquella situación y no porque tanto la crisis de aquella situación ficticia
como la de este lado de la pantalla eran a causa de políticas aplicadas en
detrimento del bienestar general. Los canales de noticia fueron modificando, al
paso del tiempo la forma de contar los sucesos dándole cierto marco
novelístico, sobre todo a los policiales. En donde siempre es conveniente que
el ladrón siempre sea morocho y del conurbano. Que la víctima del femicidio
haya sido vista por última vez vestida de forma provocativa. Y sangre, la mancha
roja sobre el asfalto, aun sucio por el asesinato que acaba de cometerse a
sangre fría para alimentar el morbo. Y si hubo alguien que denuncio
poéticamente ese adoctrinamiento televisivo, sexual y morboso fue David
Cronenberg. En su octavo largometraje, Videodrome,
se trabajará a lo largo de los 89 minutos esta temática. En Max, el personaje principal de esta
ciencia ficción, interpretado por James
Wood, veremos el intento de un sector que representa a una gran
corporación, aniquilar a un sector de la sociedad consumidora de contenidos
audiovisuales referidos al sexo y la violencia.
La estética está caracterizada
por la oscuridad e imágenes viscerales, sello característico del guionista y
director canadiense. A través del relato lineal, y con un manejo correcto de la
intensidad del desarrollo nos introduciremos en la difícil tarea de diferenciar
los hechos reales de la fantasía. La televisión, y su cuota diaria de morbo
serán la excusa perfecta para que, a través del canal que representa Max,
Videodrome ingrese como caballo de troya para romperlo todo. Podremos divisar
claras referencias a Marshall McLuhan,
al psicoanálisis freudiano, y también estarán allí Apolo y Dionisio en su
lucha eterna. Pero por sobre toda aquella desnudez, será el culo de los medios
de comunicación enfocando sus cámaras a los ladrones de a pesos, resaltando la
libertad con la que se movía por el mundo aquella niña violentada, intentando
confundir la igualdad con la caridad, sacándole fotos a las Nike del que
reclama un trabajo digno, poniéndole la pollera a Evo Morales. ¿Acaso alguna
vez pensaste que podes ser vos el que tenga que salir a reclamar? Por si
llegara ese día, ¿Cómo quisieras que te mostraran? ¿Cómo quisieras que te
llamaran?
Alan Beneitez.-
Canción post impresiones
UNIVERSO CRONENBERG
Nacido en Toronto
el 15 de marzo de 1943, de padre escritor, editor y periodista y madre
pianista, ambos eran judíos que emigraron de Lituania. Por lo que se crio
rodeado de libros y cosas que tenían que ver con el arte. En la comunidad
hebrea de Toronto conoce a Ivan Reitman
(director de Los Cazafantasmas, Space Jam, entre otras), quienes se acercan al mundo del cine. Se
gradúa en la carrera de Literatura en la Universidad de Toronto. Su primer
corto fue en 1966 y se tituló Transfer,
donde un psiquiatra y un paciente discutían en un campo de nieve. El siguiente
fue Fort he Drain, donde dos hombres
vestidos yacen en una bañera y permanecen en absoluto silencio hasta que
alguien pregunta: ¿vienes aquí a menudo? Empezó con largos de cine
experimental. El primero llegó en 1969 bajo el nombre de Stereo, su historia gira entorno a los experimentos sexuales
telepáticos que se ejercen en la Academia Canadiense para la Investigación
Erótica. Luego fue el turno de Crímenes
del futuro, sobre unas mujeres que padecen una extraña enfermedad a causa
de un cosmético. Las que no lo están, empiezan a ser secuestradas por una
secta. Después de algunos trabajos para televisión, vuelve a la pantalla grande
con su primer éxito: Shivers, sobre un
científico crea, por medio de unas modificaciones genéticas, una especie de
babosas. Cuando estos seres penetran en el cuerpo de un hombre lo convierten en
un enfermo aquejado de un insaciable instinto sexual y asesino. En 1977
sorprende al llamar a la actriz porno Marilyn
Chambers para protagonizar el film Rabid.
Acá vemos a Rose, quien sufre un accidente, y es internada en un centro
estético que tienen nuevos tratamientos. Los resultados son fatales: la chica
despierta con una fisura bajo su axila, de la cual emerge un apéndice fálico y
experimentando una insoportable sed de sangre humana. Rose la saciará gracias a
su nuevo miembro con el que penetra, para extraerles sangre, en los cuerpos de
sus víctimas. Éstas, posteriormente, caen presas de una incontrolable rabia
homicida que, poco a poco, se va extendiendo por la ciudad como una salvaje
plaga de terror y violencia. En 1979 llega Fast
Company, donde el director une dos de sus pasiones, el rock y los autos de
carrera, contando la historia de un piloto y su malvado representante. También
filma el film de terror The Brood
sobre un psiquiatra que crea una terapia especial para psicópatas pero que no
funciona en una paciente que termina desatando un descontrol total. En 1981
llega otro de sus clásicos: Scanners,
sobre seres humanos que son capaces de controlar la mente de los demás. Darryl
Revok es el jefe del grupo, pero cuando un doctor descubre otro con más
poderes, decide utilizarlo para acabar con el grupo. Se muda a Estados Unidos
para realizar La zona muerta, basada
en la novela de Stephen King, sobre un hombre que pasa cinco años en coma y
despierta con poderes extra sensoriales, por lo que la policía pedirá su
colaboración para resolver una serie de asesinatos. Ese año también filma Videodrome. En 1986 llega otro de sus
grandes clásicos: La Mosca, sobre un
científico que se utiliza a sí mismo para crear una máquina de
teletransportación. La prueba es un éxito pero empieza a sufrir extraños cambios
y descubre que una mosca se introdujo con él en la cápsula.
En 1988 dirige Inseparables (Dead Ringers), la
historia de dos gemelos que comparten todo, hasta que la llegada de una mujer se
convierte en un espiral de perversión, drogas y locura. El film fue un éxito y
fue nominado en los grandes festivales. En 1991 adapta la novela de uno de sus
escritores preferidos: hablamos de William
Burroughs y El almuerzo desnudo,
la historia de un escritor que empieza a sufrir fuertes alucinaciones luego de
perder a su mujer. Por tercera vez consecutiva trabaja con Jeremy Irons, esta
vez en Mr. Butterfly, donde se da un
cambio rotundo a lo que venía filmando. Aquí cuenta la historia real de René
Gallimard, un diplomático francés destinado en China en los años 60, y Song
Liling, una fascinante y misteriosa diva de la ópera que consigue ocultarle
durante muchos años un oscuro secreto. Filma otro clásico en 1996: Crash, basada en una novela de J.G. Ballard. Tratar sobre un grupo de
personas que experimentan sinforofilia, una excitación sexual con los
accidentes de autos.
En 1999 llega EXistenZ,
sobre un juego en el que los usuarios no distinguen lo virtual de lo real. El
nuevo siglo trajo a Spider, un film
ambientado en los 60 donde sigue la vida de un hombre que estuvo en un
psiquiátrico e ingresa a un asilo, donde recordará parte fundamental de su
infancia. Vuelve al éxito con el film Una historia
violenta, sobre un hombre que luego de evitar un robo es llamado héroe
nacional. Aunque luego recibe una extraña visita que asegura conocer su
pasado. Es una de las cintas de más alto
presupuesto y de mayor recepción masiva que ha filmado a la fecha. Él ha dicho
que la decisión de dirigirla fue motivada por haber tenido que bajar su salario
debido al bajo presupuesto del filme Spider. Para demostrar que seguía en ascenso, dos años
después vuelve a juntarse con Viggo Mortensen en Promesas del este. Un trhiller sobre mafiosos que fue uno de los
grandes éxitos del año 2007, con guion de un tal Steven Knight, quien años después escribiría Peaky Blinders.
Otra vez con Viggo, filma Un método peligroso, la turbulenta relación de Carl Jung, con su
mentor, Sigmund Freud y la psiquiatra Sabina Spielrein. Después de esos años en
el Reino Unido, vuelve a Canadá para filmar Cosmópolis, adaptación de la novela de Don DeLillo, la historia de un joven multimillonario que quiere ser
asesinado, mientras el capitalismo está a punto de llegar a su fin. Lo último
que filmó fue Polvo de estrellas, un
cuento moderno sobre la obsesión por la popularidad y una sátira a la industria
del cine. Saliendo de su filmografía, podemos mencionar que Cronenberg ha
contratado a Howard Shore para
componer la banda sonora en prácticamente todas sus películas. Otros
colaboradores regulares incluyen a su hermana, la diseñadora de vestuario Denise Cronenberg, al actor Robert Silverman, al director de arte Carol Spier, al editor Ronald Sanders, al editor de sonido Bryan Day y, de 1979 a 1988, el
director de fotografía Mark Irwin.
Desde Dead Ringers (1988), Cronenberg ha trabajado con el director de
fotografía Peter Suschitzky en cada
una de sus películas. A la par de la lealtad que muestra con sus colaboradores
clave, Cronenberg continúa siendo un cineasta de tierra canadiense
incondicional, ya que casi todas sus películas –incluyendo las de grandes
estudios hollywoodenses The Dead Zone y The Fly– han sido filmadas en su
provincia natal de Ontario (con excepción de M. Butterfly y Spider, las cuales
fueron filmadas en su mayor parte en China e Inglaterra, respectivamente, así
como de Rabia, que aunque fue filmada en Canadá, sus locaciones fueron en los
alrededores de la ciudad de Montreal). Sus películas recientes han sido
financiadas, al menos parcialmente, por Telefilm Canada y Cronenberg es un
partidario de que los proyectos fílmicos sean apoyados por los gobiernos,
argumentando que "cada país necesita
un sistema de fondos gubernamentales con el fin de tener un cine nacional
frente a Hollywood". Para finalizar, es uno de los principales
exponentes de lo que se ha denominado horror corporal, el cual explora los
miedos humanos ante la transformación física y la infección. Inaugura y
abandera el concepto de la "nueva carne", eliminando las fronteras
entre lo mecánico y lo orgánico. En sus películas, usualmente se mezcla lo psicológico
con lo físico. Junto a John Carpenter
y a Wes Craven se le ha llegado a
considerar dentro de un grupo denominado de "las tres C" del cine de horror contemporáneo.
FICHA TÉCNICA
Título original: Videodrome
Año: 1983
Duración: 88 min.
País: Canadá
Dirección: David
Cronenberg
Guion: David
Cronenberg
Música: Howard
Shore
Fotografía: Mark
Irwin
Reparto: James
Woods, Deborah Harry, Sonja Smits, Jack Creley, Peter Dvorsky, Leslie Carlson,
Lynne Gorman