jueves, 5 de diciembre de 2024

LA ANGUSTIA CORROE EL ALMA - ANGST ESSEN SEELE AUF DE RAINER WERNER FASSBINDER

PROGRAMA 453 (22-11-2024)

 

SINOPSIS


En un café al que acuden los trabajadores inmigrantes, Emmi Kurowski, una viuda de unos sesenta años, conoce a Salem, un marroquí treintañero. Inducido por la dueña del bar, Salem invita a Emmi a bailar, hablan, la acompaña a casa y, al día siguiente, se queda a vivir con ella. Esta relación provoca un gran escándalo, y las vecinas visitan al propietario del edificio para denunciar a Emmi. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Nombrar a la rosa es pulverizar a la rosa y no existe mayor soledad que esa. No hay mayor soledad que ese silencio ensordecedor que distancia la palabra de aquello que nombra. En este mundo estamos inmersos. Sobre este jardín que nadie cuida juegan nuestros aturdidos sentidos. Ciegos en una caverna donde rebotan los sonidos interminablemente buscando recuperar con nostalgia aquella magia perdida. ¿Cuál será el rayo que encienda nuevamente nuestra farola de mago? ¿Cuál será la estrella, ese verso aun no escrito, que devore para siempre aquella sombra que nos separa? Siempre estuvimos solos y olvidados, perdidos en el anonimato de esta muchedumbre de gente. Nos hemos desvanecidos hasta volvernos impalpables, ausentes, sombras de una anécdota que ya nadie escucha. Porque la soledad no implica la ausencia de gente. Estar solo es la desgarradora imposibilidad de comunicarnos. Es estar inmerso en este virus de luces y sombras, es observar tu mirada vacía frente a un mensaje que jamás llegará. Quizás sea el poeta uno de los pocos que logre romper aquella barrera de soledad al destruir las palabras, al jugar con los sentidos del universo, al quebrar la lógica naturalizada. Estar solo es mirar y no encontrar diferencias, es haber perdido la inteligencia de ver matices allí donde todos ven absolutismo, monotonía y uniformidad. Es haber perdido la comunión que justifica, aunque sea por algunos segundos, nuestra existencia. 



El pensamiento, el arte y el amor sean quizás nuestras únicas herramientas contra la angustiosa soledad. Tal vez alguien deje flotando en el viento alguna idea que nos atrape y encienda nuestros sentidos y con algo de suerte, aquello nos haga mejores personas, allí, solo por un ínfimo instante, ya no estaremos solos. Quizás cualquier día de estos, escuchemos por ahí algún acorde que nos transporte a cierto lugar al que jamás hubiéramos llegado por nuestros propios medios y aquello, puedo asegurarles, se parecerá bastante a la compañía. Quizás nos animemos a perdernos en una mentira, en un te amo, en una caricia que creeremos única, y que tal vez lo sea. Quizás nos animemos a vernos en los ojos de otro y sentirnos vulnerables, sentirnos que el mundo podría acabarse en aquel instante y que aun así todo estaría bien. Quizás esa mirada, aquella construcción fantasiosa a la que llaman amor, llena de idealizaciones y de fantasmas, logre un día sacarnos de nosotros mismos y así empatizar con el otro, reconocerlo aunque sea por un intervalo fugaz y allí todo habrá valido la pena. Habrá valido el peso asfixiante de toda la soledad vivida, de toda aquella angustia sobrellevada para lograr aquellos pequeños destellos donde nuestras islas se encuentren y así reaviven nuestras almas dormidas y hagan de aquella tristeza una gema luminosa, porque como bien sabemos, la angustia, queridos amigos, corroe el alma.   

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA ANGUSTIA CORROE EL 

ALMA

 


Alguna vez, entre estas tertulias, dijimos que el alemán Erich Fromm en su libro El arte de amar rezaba “No es el acto de amar, sino algo o alguien que amar” con lo que sintetizaba ese sentimiento. Y reconocía “que el amor no se reduce solo a esto, sino que se basa en otros elementos como la atención, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. El deseo de ver a la otra persona amada satisfecha en la realización de sí misma y de sus potencialidades se manifiesta en todas sus fuerzas”. Como también hemos dicho más de una vez en estos encuentros, existe ese oscuro mantra que reza que el amor nos completa, sin embargo, lo que buscamos es consumar el deseo. Siempre que hablemos de Rainer Werner Fassbinder hablaremos de amor, de deseo, de ausencias, de locura y del retrato de las verdades más crudas del ser humano. Alguna vez declaró "Creo que este sistema en el que vivimos no es un sistema en el que se pueda amar de verdad. Por ser, en general, un sistema de explotación es idóneo para también explotar el amor. No importa cómo suceda este amor y en todos los casos en que suceda. Es algo espantoso. Yo recomiendo el deseo de amar, pero no amar. Hay que dejar que el deseo se vuelva cada vez más grande, cada vez más claro y, entonces, es posible que ocurra algo”. Ese deseo lo convierte es un hombre apasionado y también auto destructivo, como la mayoría de sus personajes. 



Algo que también podemos ver en su film La angustia corroe el alma, traducción aquí del dicho árabe El miedo se come el alma. Estamos ante un melodrama con todas las letras… pero con el sello de Fassbinder. La película arranca en un bar donde una mujer de unos 60 años entra para resguardarse de la lluvia. Ahí hay unos inmigrantes tomando algo, mientras ella se pide una gaseosa. Música árabe suena de fondo. La cara de ella denota tristeza y será Selim (al que todos llaman Alí), un joven marroquí quien la saca a bailar un tango. Allí comenzará una historia de amor. El film, es un claro homenaje a "Sólo el cielo lo sabe", de Douglas Sirk. Fassbinder trabajará un guion con una estructura lineal. Como en casi toda su filmografía, los escenarios serán un mix entre lo teatral y lo audiovisual. La banda musical también se trabajará desde diferentes melodías, sonará música alemana, árabe y, como dijimos anteriormente, el tango tendrá su lugar destacado. La fotografía será naturalista con colores sobrios y apagados, que reflejan la atmósfera sombría de la película. Y si hay algo que sabía el alemán, era donde poner la cámara o como armar los encuadres. Aquí vemos un planteamiento en los planos basado en la dificultad de establecer una distancia con los personajes y sus vicisitudes dramáticas. Ya desde el comienzo, cuando Emmi y Alí llegan al edificio donde vive ella, veremos que una vecina le habla desde atrás de una ventana. 



Esos planos se repetirán a lo largo del metraje. Desde atrás de una puerta, de un barrote o de un vidrio sentiremos la lejanía que están viviendo los protagonistas con el resto de la sociedad, seremos parte de ese sistema opresivo y vigilante. Utilizará como es su costumbre, muchos planos fijos para mostrar la intimidad de sus personajes. Los planos generales serán para exponer el entorno, pero también elegirá primeros planos para manifestar los sentimientos de la pareja. Habrá algunos travellings rápidos y serpenteantes, algo bastante extraño para la filmografía del alemán. La película no sólo nos contará esa relación casi utópica sino sus consecuencias. Ella, una mujer germano-polaca viuda de 60 años, con una hija y dos hijos y que trabaja como empleada de limpieza en un edificio. El, un inmigrante de poco más de 30 años, que hace dos está en Alemania, trabaja en un taller y vive con cinco compañeros en un pequeño cuarto. “Es bueno hablar con alguien. Estoy sola la mayor parte del tiempo”, le confiesa Emmi a Alí antes de invitarlo a su casa a tomar un café. Emmi muestra en su triste mirada el sufrimiento y la soledad que viene padeciendo. Será la aparición del joven marroquí quien le dé un nuevo sentido a su vida. Pero el film no hablará solo del miedo, del amor y el deseo sino también será una crítica a la sociedad alemana. Y no sólo a su sector burgués. La falta de oportunidades, además de la soledad, de las personas mayores, es algo que marca la película. 



El racismo (ya sea con marroquíes, turcos, polacos o serbios), la intolerancia, la inseguridad, el miedo y la hipocresía son los otros elementos que vemos a través de la historia. Las vecinas, sus compañeras de trabajo y hasta el vendedor del barrio mostrarán su peor cara. Alí, con su poco alemán a cuestas, intentará ser siempre cortés. Ella le hablará de su pasado nazi y hasta lo invitará al restaurant donde cenaba Hitler. Mostrará un trasfondo de algo de moda en esos años ´70, agrandado por el ataque a los atletas israelíes dos años antes en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. Aunque hoy sigue vigente. Fassbinder mostrará a Alí como especie de trofeo, cuando Emmi le exhiba su cuerpo ante sus compañeras de trabajo o Barbara, la anfitriona del bar, lo utilice casi como un juguete sexual. Claro, Fassbinder nos invita a recordar que durante el nazismo todos aquellos que no fueran arios no eran humanos y por tanto serían tratados como animales… A lo largo que pasan los minutos, se empezará a notar el aislamiento de la pareja, ya sea en un restaurant post casamiento o en la terraza de un bar, donde todos los miran. Las buenas intenciones de Emmi chocarán también con la cobardía de Alí en la curva dramática de la historia. Aquí otra buena mano del director, que no idealiza la pareja, sino que la presenta con sus miedos y con sus desatinos, como cualquier otra. La complejidad de las relaciones siempre se impone. “Seremos ricos, Ali … y nos compraremos un pedacito de cielo” le dice en un momento Emmi a Alí, como si fuera un mantra. Quizás en esa unión para salvarse el uno al otro, intentaron encontrar eso que tanto buscó Fassbinder: el deseo de amar.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO FASSBINDER

 


Nacido el 31 de mayo de 1945 en Baviera, Alemania. Hijo de un médico militar y de una traductora, que se separaron cuando tenía seis años. Empezó en el mundo del teatro escribiendo, adaptando y dirigiendo obras. Su llegada al cine se da en 1966 con el cortometraje El vagabundo. Sus primeros largos fueron en 1969: El amor es más frío que la muerte y Katzelmacher, con la primera película logra el premio a mejor fotografía y con la segunda el de mejor película alemana. Esa primera época fue claramente influenciada por la Nouvelle Vague. Empieza a interesarse en el melodrama estadounidense gracias a los films de Douglas Sirk, a quien va a visitar a su residencia de Lugano, Suiza. Su propósito desde ese momento fue crear unas películas «como las de Hollywood, pero sin la hipocresía». Esta intención dio lugar a un estilo de filmar atrevido y moderno (tan moderno como el de sus primeras películas, pero con otra actitud). La presencia de la cámara se hace casi visible al espectador, por los ángulos, los movimientos y los planos que hace, consiguiendo así una anti-naturalidad que pretende distanciar al espectador y obligarle a juzgar las historias sin manipulaciones sentimentales. Su primer «melodrama distanciado» fue Las amargas lágrimas de Petra von Kant(1972), que fue su primer éxito internacional. A partir de ahí se verán películas más crudas, frías y distantes. Recorrerá con su cine todo su país, filmando en lugares tan disímiles Baviera, Baden, Fráncfort, Coburgo y Berlín. Llevó al cine grandes obras literarias alemanas como Effi Brest (1894) de Theodor Fontane o Berlin Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin. Algunos de sus films más renombrados son Dios de la peste¿Por qué le da el ataque de locura al Señor R.?,  El soldado americano (las tres de 1970), El mercader de las cuatro estacionesLa angustia corroe el almaLa ley del más fuerteEl viaje a la felicidad de mamá KusterRuleta chinaUn año con trece lunasEl matrimonio de María BraunLolaLili MarleenLa ansiedad de Veronika Voss y su film póstumo Quarelle



Alcohólico y adicto a las drogas vivió su vida a mil por hora. Su muerte llegó tras un fallo cardíaco, al parecer resultado de la interacción entre somníferos y cocaína, el 10 de junio de 1982 con sólo 37 años y más de 40 films en su haber. Retrató todas las clases sociales: la burguesía en Ruleta china, los comerciantes en El mercader de las cuatro estaciones, el proletariado sobre todo en Viaje a la felicidad de Mamá Küster, el lumpen en El amor es más frío que la muerte, la patronal en La tercera generación, los intelectuales en El asado de Satán, los periodistas en La ansiedad de Veronika Voss, los artistas en Lili Marlene, los inmigrantes en Katzelmacher. De ahí que haya sido llamado el Balzac del cine alemán. Su estilo tuvo el perfil marcado de los grandes directores, se habla de él como un gran director de escena, ya que cada plano estaba minuciosamente diseñado para provocar un fuerte impacto estético en la pantalla, ya fuera por su sobriedad o por sus retorcidas técnicas. Para eso contó con la ayuda de la cámara Michael Ballhaus, quien luego trabajó con directores como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Robert Redford, Wolfgang Petersen, Robert Redford o Barry Levinson



La soledad, el miedo, la emancipación femenina, los personajes oscuros, el homosexualismo, la doble personalidad (doppelgänger) de varios de sus personajes, el abuso de drogas y la prostitución, fueron algunos de los temas que trató un director en una época que buscaba su nuevo mundo. La falta de su padre, también hizo que la mayoría de los personajes fuertes sean femeninos. Además, como su ritmo de trabajo era imposible de soportar para los productores cinematográficos, más acostumbrados a esperar la amortización parcial de sus films antes de seguir adelante, Fassbinder acabó alternando teatro con cine y con televisión, medio para el que rodó varias series de éxito que luego, convenientemente cortadas en su metraje, fueron estrenadas en las salas comerciales de exhibición. Esa pasión enfermiza por su trabajo lo confirmó en toda una declaración de principios: “Ya dormiré cuando esté muerto”, a lo que agregaba “Cada cual debe decidir si es mejor llevar una vida breve pero intensa o larga y rutinaria”. Claramente el maestro alemán eligió la primera.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Angst essen Seele auf

Año: 1974

Duración: 93 min.

País: Alemania del Oeste (RFA)

Dirección: Rainer Werner Fassbinder

Guion: Rainer Werner Fassbinder

Reparto: Brigitte Mira, El Hedi ben Salem, Barbara Valentin, Irm Hermann, Elma Kazlova

Música: Peer Raben

Fotografía: Jürgen Jürges

 

PELÍCULA COMPLETA

CLIMAX DE GASPAR NOÉ

PROGRAMA 452 (15-11-2024)

 

Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

El sonido se escucha desde lejos. Mientras las luces y la música nos queman los ojos y los oídos. Y no sabemos cómo escapar de tanta locura. Sólo el agua que nos salpica brevemente nos da algo de alivio. Perfumes caros y sudores se entremezclan. Las botellas van y vienen mientras algunos líquidos se derraman por el suelo. El baño es cada vez más concurrido. Entran de una forma y salen de otra. Las miradas perdidas son testigos de esos cambios elocuentes. Gente que empuja y otros con ganas de sacarse la bronca. Alguna piña que no llega a destino. La música no para, el baile y el humo tampoco. Las gargantas se secan y obligan a consumir más. Los celulares sacan fotos que quedarán perdidas en esa nube virtual. Nadie sabrá quienes serán esos que aparecen. El baile sigue, haciendo latir los corazones con más violencia. El agua no alcanza. Los gritos no se escuchan. Sin embargo, todo parece perfecto. Ahí dentro no hay crisis. Afuera, la sociedad se desmorona. Está en una carrera virtual hacia la destrucción. La individualidad ganándole la batalla a lo colectivo. 



Hay esperanzas, aunque el pasado más rancio aparece cada vez con más fuerza. La hipocresía es parte de ese combo que estamos viviendo, donde la falta de empatía y la quita de derechos son moneda corriente. Es la otra fiesta. Esa que estamos viendo desde afuera y a la que no fuimos invitados. Vemos como ellos se regodean en su sudor, que les cae perpetuamente sobre sus mejillas. Extasiados a más no poder, buscando nuevas formas libidinosas de saciar sus placeres. Mientras tanto, nos tienen hacinados, hambreados y esperando que nuestro final sea lo más sufrido posible. Ahora, nosotros somos los bailarines de esa danza tétrica donde solo puede parar el que se muere. Nosotros somos los que pedimos un poco de agua para poder seguir. Sin embargo, nos tienen bailando de un lado a otro. Somos sus títeres perfectos. Y sus manos nos moverán hasta dejarnos sin respuestas. Mientras sus risas reboten por todas las paredes. Y los gritos de esa turba iracunda y sin sentido, los lleve al punto de la locura. A estallar en su desenfrenado clímax.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE CLÍMAX

 


Alguna vez hablamos en este mismo foro sobre la idea de paraíso y hemos llegado a la conclusión de que los únicos paraísos posibles son los paraísos perdidos. Tal vez en un dejo de melancolía, cualquiera de nosotros, podría ubicar al propio paraíso en la niñez, o en algún momento de nuestra juventud, o en cualquier tiempo pasado donde el recuerdo haya efectuado su recurso narrativo reescribiendo un pasado absolutamente ficticio. Lo cierto es que el diseño de un paraíso es siempre un problema. Nadie podrá encontrar allí lo que realmente busca. El enamorado desdichado jamás encontrará en su paraíso el objeto de su amor negado, jamás encontrará consuelo en aquel pedazo de cielo reservado para él. El engañado, tampoco hallará nunca la justicia tan preciada, y esto es así debido a que lo que uno necesita para ser infinitamente dichoso es quizás lo que a otro le produce la inefable desdicha. No es posible generar en el cielo un infortunio, un desorden cósmico solamente para complacer a un bienaventurado. La pregunta es entonces ¿qué nos queda? ¿Cómo resolvemos aquella falla de diseño del paraíso propio? La manera quizás no es otra sino la misma que se aplica para disfrutar del buen arte, la fe poética. La única posibilidad de ser feliz que tenemos cualquiera de nosotros es renunciando a la idea de veracidad. Será entonces allí que nuestro paraíso propio se empezará entonces a poblar de preciados fantasmas, de deseados reflejos de aquello que supimos amar. Será nuestro paraíso porque serán nuestras propias creaciones quienes lo pueblen. Seremos bien amados, seremos cuidados, seremos justos y serán justos con nosotros y nadie preguntará nada. 



Nadie traerá la duda para arruinar nuestra fiesta. No hay peor imbécil que el que no disfruta de un buen engaño, que el que busca la verdad aunque esta signifique el fin de nuestra alegría. Clímax, la agitada película de nuestro amigo Gaspar Noé, crea su propio paraíso musical en un relato frenético y atrapante. El film comenzará por el final, denunciando a los pocos segundos de iniciada la cinta que lo que se acaba de ver es un relato sobre un hecho real. Luego, sobre la pulcra pureza inmaculada de un plano cenital de nieve blanca irrumpe la muerte, la sangre, lo oscuro que quiebra todo aquel equilibrio. La estructura narrativa será no lineal y trabajará el racconto como herramienta de ruptura temporal. Pasaremos luego a una especie de casting de bailarines visualizado desde una televisión, donde encontraremos a su alrededor mucha información sobre lo que será el film. De un lado veremos lomos de películas en vhs y del otro, libros. Habrá películas de los años 80 que tratarán temáticas que luego se verán en el film y habrá libros que manejarán una intención similar. Se destacará entre las películas, Suspiria de Darío Argento. Con el correr de la cinta llegaremos a la conclusión de que Clímax es un gran homenaje a su cine y en especial a esa película en particular. Arrancará un plano secuencia que narrará una coreografía en donde los bailarines recrearán la imagen de portada de Suspiria, para luego seguir bailando con distintos estilos y formas. La fotografía será oscura y el director demostrará durante todo el relato un excelente manejo de cámara, en particular de los planos secuencias y de las angulaciones cenitales. Notaremos también un excelso gusto en la composición de planos y en la capacidad de transmitir a través de ellos sensaciones al espectador. 



El público pasará por los mismos estados de ánimos que cada uno de los personajes del film transita. Sentiremos el ritmo, sentiremos la euforia, sentiremos el vértigo y también el terror del encierro y sentiremos, claro, la paranoia. La estructura estará dividida en dos partes muy claras, la vida y la muerte; el paraíso y el infierno. La primera parte será todo danza y festejo, Daddy, esa especie de dios que los hará mover como marionetas y los observará desde lo alto, será el encargado de marcar el ritmo de aquella creación, de ese paraíso de bailarines, moda y coreografías. Los veremos trabajar en conjunto, proponiendo y aceptando el juego del otro. Luego, todo se convertirá en un averno oscuro y cruel. Daddy verá desde su lugar morir a su creación, librará todo al libre albedrio, los dejará a su suerte en aquel mar de drogas, sexo y muerte. Habrá sacrificios humanos, un aborto, habrá incesto, habrá racismo, nazismo, habrá el sacrificio de un niño. Desde la fotografía se trabajarán los rojos y los verdes para acentuar la intención de cada uno de los distintos momentos en toda aquella locura. Todo terminará en muerte y destrucción. Tal como dijimos al comienzo, entrometerse en el paraíso de otro, siempre tiene algún costo. Finalmente las puertas de aquel infierno se abrirán y lo primero que veremos será al Can Cerbero, aquel perro mitológico que custodia las puertas del averno, representado por un perro que entrará ladrando sostenido por policías y bomberos. La muerte habrá arrasado con casi toda aquella creación, quedaran cuerpos tirados, quemados, algunos aún alucinando y Daddy estará allí, durmiendo en paz, soñando tal vez otro mundo, otra suerte echada sobre el paño verde de la vida. La pregunta que nos queda será: ¿Habrá valido la pena aquel sacrificio?

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO NOÉ



Gaspar Noé nació en Argentina el 27 de diciembre de 1963, hijo del pintor y escritor Luis Felipe Noé. Estudió cine en Francia y se radicó allá. Arrancó con los cortometrajes Tintarella di Luna, de 1985, y Pulpe Amère, de 1987. En 1991 se empezó a hacer conocido en el mundo con su cortometraje Carne, que fue premiado en Cannes. Su primer largo fue una secuela de Carne, el carnicero protagonista de ese film se convertiría en Sólo contra todos, con las que obtuvo muy buenas críticas. Pero sin dudas el film que lo marcaría como un artista único y polémico, que lo hizo entrar por la puerta grande de Cannes fue Irreversible, con la famosa escena de la violación de 9 minutos que escandalizó al mundo. Las críticas fueron diversas, pero a partir de ahí logró lo que suele pasar con grandes cineastas: ser amado u odiado pero nunca pasar desapercibido.


 

En 2009 llegó otro film por demás interesante como Enter the Void, donde vuelve a demostrar un manejo de la cámara y un modo de contar historias exquisitas. Su próximo film no podía ser menos polémico: Love, con secuencias de sexo explícito, volvió a poner al argentino en boca de todos. En 2018 apareció Climax, esta vez donde se inserta en el mundo de las drogas y vuelve a mostrar todo su talento para filmar. Sin dudas, su película mejor catalogada hasta la fecha. Lo último que ha hecho es el mediometraje Lux Æterna donde dos actrices, Béatrice Dalle y Charlotte Gainsbourg, cuentan en un plató historias de brujas. Lux Æterna es también un ensayo sobre el cine, sobre el amor por el cine y la histeria en un set de rodaje. Su último film es Vortex, donde narra la historia de una pareja de ancianos, donde él tiene problemas del corazón y ella empieza a sufrir de Alzheimer. Con Darío Argento como protagonista.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Climax

Año: 2018

Duración: 95 min.

País: Francia

Dirección: Gaspar Noé

Guion: Gaspar Noé

Reparto: Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacob, Kiddy Smile, Claude Gajan Maull

Música: Varios

Fotografía: Benoît Debie

 

PELÍCULA COMPLETA