SINOPSIS
En un café al que acuden los trabajadores inmigrantes,
Emmi Kurowski, una viuda de unos sesenta años, conoce a Salem, un marroquí
treintañero. Inducido por la dueña del bar, Salem invita a Emmi a bailar,
hablan, la acompaña a casa y, al día siguiente, se queda a vivir con ella. Esta
relación provoca un gran escándalo, y las vecinas visitan al propietario del
edificio para denunciar a Emmi. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Nombrar a la rosa es pulverizar a la rosa y no existe mayor soledad que esa. No hay mayor soledad que ese silencio ensordecedor que distancia la palabra de aquello que nombra. En este mundo estamos inmersos. Sobre este jardín que nadie cuida juegan nuestros aturdidos sentidos. Ciegos en una caverna donde rebotan los sonidos interminablemente buscando recuperar con nostalgia aquella magia perdida. ¿Cuál será el rayo que encienda nuevamente nuestra farola de mago? ¿Cuál será la estrella, ese verso aun no escrito, que devore para siempre aquella sombra que nos separa? Siempre estuvimos solos y olvidados, perdidos en el anonimato de esta muchedumbre de gente. Nos hemos desvanecidos hasta volvernos impalpables, ausentes, sombras de una anécdota que ya nadie escucha. Porque la soledad no implica la ausencia de gente. Estar solo es la desgarradora imposibilidad de comunicarnos. Es estar inmerso en este virus de luces y sombras, es observar tu mirada vacía frente a un mensaje que jamás llegará. Quizás sea el poeta uno de los pocos que logre romper aquella barrera de soledad al destruir las palabras, al jugar con los sentidos del universo, al quebrar la lógica naturalizada. Estar solo es mirar y no encontrar diferencias, es haber perdido la inteligencia de ver matices allí donde todos ven absolutismo, monotonía y uniformidad. Es haber perdido la comunión que justifica, aunque sea por algunos segundos, nuestra existencia.
El pensamiento, el arte y el amor sean quizás
nuestras únicas herramientas contra la angustiosa soledad. Tal vez alguien deje
flotando en el viento alguna idea que nos atrape y encienda nuestros sentidos y
con algo de suerte, aquello nos haga mejores personas, allí, solo por un ínfimo
instante, ya no estaremos solos. Quizás cualquier día de estos, escuchemos por ahí
algún acorde que nos transporte a cierto lugar al que jamás hubiéramos llegado
por nuestros propios medios y aquello, puedo asegurarles, se parecerá bastante
a la compañía. Quizás nos animemos a perdernos en una mentira, en un te amo, en
una caricia que creeremos única, y que tal vez lo sea. Quizás nos animemos a
vernos en los ojos de otro y sentirnos vulnerables, sentirnos que el mundo podría
acabarse en aquel instante y que aun así todo estaría bien. Quizás esa mirada,
aquella construcción fantasiosa a la que llaman amor, llena de idealizaciones y
de fantasmas, logre un día sacarnos de nosotros mismos y así empatizar con el
otro, reconocerlo aunque sea por un intervalo fugaz y allí todo habrá valido la
pena. Habrá valido el peso asfixiante de toda la soledad vivida, de toda
aquella angustia sobrellevada para lograr aquellos pequeños destellos donde
nuestras islas se encuentren y así reaviven nuestras almas dormidas y hagan de
aquella tristeza una gema luminosa, porque como bien sabemos, la angustia,
queridos amigos, corroe el alma.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la
editorial
IMPRESIONES SOBRE LA ANGUSTIA CORROE EL
ALMA
Alguna vez, entre estas tertulias, dijimos que el alemán Erich Fromm en su libro El arte de amar rezaba “No es el acto de amar, sino algo o alguien que amar” con lo que sintetizaba ese sentimiento. Y reconocía “que el amor no se reduce solo a esto, sino que se basa en otros elementos como la atención, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. El deseo de ver a la otra persona amada satisfecha en la realización de sí misma y de sus potencialidades se manifiesta en todas sus fuerzas”. Como también hemos dicho más de una vez en estos encuentros, existe ese oscuro mantra que reza que el amor nos completa, sin embargo, lo que buscamos es consumar el deseo. Siempre que hablemos de Rainer Werner Fassbinder hablaremos de amor, de deseo, de ausencias, de locura y del retrato de las verdades más crudas del ser humano. Alguna vez declaró "Creo que este sistema en el que vivimos no es un sistema en el que se pueda amar de verdad. Por ser, en general, un sistema de explotación es idóneo para también explotar el amor. No importa cómo suceda este amor y en todos los casos en que suceda. Es algo espantoso. Yo recomiendo el deseo de amar, pero no amar. Hay que dejar que el deseo se vuelva cada vez más grande, cada vez más claro y, entonces, es posible que ocurra algo”. Ese deseo lo convierte es un hombre apasionado y también auto destructivo, como la mayoría de sus personajes.
Algo que también podemos ver en su film La angustia corroe el alma, traducción aquí del dicho árabe El miedo se come el alma. Estamos ante un melodrama con todas las letras… pero con el sello de Fassbinder. La película arranca en un bar donde una mujer de unos 60 años entra para resguardarse de la lluvia. Ahí hay unos inmigrantes tomando algo, mientras ella se pide una gaseosa. Música árabe suena de fondo. La cara de ella denota tristeza y será Selim (al que todos llaman Alí), un joven marroquí quien la saca a bailar un tango. Allí comenzará una historia de amor. El film, es un claro homenaje a "Sólo el cielo lo sabe", de Douglas Sirk. Fassbinder trabajará un guion con una estructura lineal. Como en casi toda su filmografía, los escenarios serán un mix entre lo teatral y lo audiovisual. La banda musical también se trabajará desde diferentes melodías, sonará música alemana, árabe y, como dijimos anteriormente, el tango tendrá su lugar destacado. La fotografía será naturalista con colores sobrios y apagados, que reflejan la atmósfera sombría de la película. Y si hay algo que sabía el alemán, era donde poner la cámara o como armar los encuadres. Aquí vemos un planteamiento en los planos basado en la dificultad de establecer una distancia con los personajes y sus vicisitudes dramáticas. Ya desde el comienzo, cuando Emmi y Alí llegan al edificio donde vive ella, veremos que una vecina le habla desde atrás de una ventana.
Esos planos se repetirán a lo largo del metraje. Desde atrás de una puerta, de un barrote o de un vidrio sentiremos la lejanía que están viviendo los protagonistas con el resto de la sociedad, seremos parte de ese sistema opresivo y vigilante. Utilizará como es su costumbre, muchos planos fijos para mostrar la intimidad de sus personajes. Los planos generales serán para exponer el entorno, pero también elegirá primeros planos para manifestar los sentimientos de la pareja. Habrá algunos travellings rápidos y serpenteantes, algo bastante extraño para la filmografía del alemán. La película no sólo nos contará esa relación casi utópica sino sus consecuencias. Ella, una mujer germano-polaca viuda de 60 años, con una hija y dos hijos y que trabaja como empleada de limpieza en un edificio. El, un inmigrante de poco más de 30 años, que hace dos está en Alemania, trabaja en un taller y vive con cinco compañeros en un pequeño cuarto. “Es bueno hablar con alguien. Estoy sola la mayor parte del tiempo”, le confiesa Emmi a Alí antes de invitarlo a su casa a tomar un café. Emmi muestra en su triste mirada el sufrimiento y la soledad que viene padeciendo. Será la aparición del joven marroquí quien le dé un nuevo sentido a su vida. Pero el film no hablará solo del miedo, del amor y el deseo sino también será una crítica a la sociedad alemana. Y no sólo a su sector burgués. La falta de oportunidades, además de la soledad, de las personas mayores, es algo que marca la película.
El racismo (ya sea con marroquíes, turcos, polacos o
serbios), la intolerancia, la inseguridad, el miedo y la hipocresía son los
otros elementos que vemos a través de la historia. Las vecinas, sus compañeras
de trabajo y hasta el vendedor del barrio mostrarán su peor cara. Alí, con su
poco alemán a cuestas, intentará ser siempre cortés. Ella le hablará de su
pasado nazi y hasta lo invitará al restaurant donde cenaba Hitler. Mostrará un
trasfondo de algo de moda en esos años ´70, agrandado por el ataque a los
atletas israelíes dos años antes en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. Aunque
hoy sigue vigente. Fassbinder mostrará a Alí como especie de trofeo, cuando
Emmi le exhiba su cuerpo ante sus compañeras de trabajo o Barbara, la
anfitriona del bar, lo utilice casi como un juguete sexual. Claro, Fassbinder
nos invita a recordar que durante el nazismo todos aquellos que no fueran arios
no eran humanos y por tanto serían tratados como animales… A lo largo que pasan
los minutos, se empezará a notar el aislamiento de la pareja, ya sea en un restaurant
post casamiento o en la terraza de un bar, donde todos los miran. Las buenas
intenciones de Emmi chocarán también con la cobardía de Alí en la curva
dramática de la historia. Aquí otra buena mano del director, que no idealiza la
pareja, sino que la presenta con sus miedos y con sus desatinos, como cualquier
otra. La complejidad de las relaciones siempre se impone. “Seremos ricos, Ali …
y nos compraremos un pedacito de cielo” le dice en un momento Emmi a Alí, como
si fuera un mantra. Quizás en esa unión para salvarse el uno al otro, intentaron
encontrar eso que tanto buscó Fassbinder: el deseo de amar.
Marcelo
De Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO
FASSBINDER
Nacido el 31 de mayo de 1945 en Baviera,
Alemania. Hijo de un médico militar y de una traductora, que se separaron
cuando tenía seis años. Empezó en el mundo del teatro escribiendo, adaptando y
dirigiendo obras. Su llegada al cine se da en 1966 con el cortometraje El
vagabundo. Sus primeros largos fueron en 1969: El amor es más frío que
la muerte y Katzelmacher, con la primera película logra el
premio a mejor fotografía y con la segunda el de mejor película alemana. Esa
primera época fue claramente influenciada por la Nouvelle Vague.
Empieza a interesarse en el melodrama estadounidense gracias a los films
de Douglas Sirk, a quien va a visitar a su residencia de Lugano,
Suiza. Su propósito desde ese momento fue crear unas películas «como
las de Hollywood, pero sin la hipocresía». Esta intención dio lugar a un
estilo de filmar atrevido y moderno (tan moderno como el de sus primeras
películas, pero con otra actitud). La presencia de la cámara se hace casi
visible al espectador, por los ángulos, los movimientos y los planos que hace,
consiguiendo así una anti-naturalidad que pretende distanciar al espectador y
obligarle a juzgar las historias sin manipulaciones sentimentales. Su primer
«melodrama distanciado» fue Las amargas lágrimas de Petra von Kant(1972), que fue su primer éxito internacional. A partir de ahí se
verán películas más crudas, frías y distantes. Recorrerá con su cine todo su
país, filmando en lugares tan disímiles Baviera, Baden, Fráncfort, Coburgo y
Berlín. Llevó al cine grandes obras literarias alemanas como Effi Brest (1894)
de Theodor Fontane o Berlin Alexanderplatz (1929)
de Alfred Döblin. Algunos de sus films más renombrados son Dios
de la peste, ¿Por qué le da el ataque de locura al Señor R.?, El
soldado americano (las tres de 1970), El mercader de las
cuatro estaciones, La angustia corroe el alma, La ley
del más fuerte, El
viaje a la felicidad de mamá Kuster, Ruleta china, Un
año con trece lunas, El matrimonio de María Braun, Lola, Lili
Marleen, La ansiedad de Veronika Voss y su film
póstumo Quarelle.
Alcohólico y adicto a las drogas vivió su
vida a mil por hora. Su muerte llegó tras un fallo cardíaco, al parecer
resultado de la interacción entre somníferos y cocaína, el 10 de junio de 1982
con sólo 37 años y más de 40 films en su haber. Retrató todas las clases
sociales: la burguesía en Ruleta china, los comerciantes en El mercader de las
cuatro estaciones, el proletariado sobre todo en Viaje a la felicidad de Mamá
Küster, el lumpen en El amor es más frío que la muerte, la patronal en La
tercera generación, los intelectuales en El asado de Satán, los periodistas en
La ansiedad de Veronika Voss, los artistas en Lili Marlene, los inmigrantes en
Katzelmacher. De ahí que haya sido llamado el Balzac del cine
alemán. Su estilo tuvo el perfil marcado de los grandes directores, se habla de
él como un gran director de escena, ya que cada plano estaba minuciosamente
diseñado para provocar un fuerte impacto estético en la pantalla, ya fuera por
su sobriedad o por sus retorcidas técnicas. Para eso contó con la ayuda de la
cámara Michael Ballhaus, quien luego trabajó con directores como
Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Robert Redford,
Wolfgang Petersen, Robert Redford o Barry Levinson.
La soledad, el miedo, la emancipación
femenina, los personajes oscuros, el homosexualismo, la doble personalidad (doppelgänger)
de varios de sus personajes, el abuso de drogas y la prostitución, fueron
algunos de los temas que trató un director en una época que buscaba su nuevo
mundo. La falta de su padre, también hizo que la mayoría de los personajes
fuertes sean femeninos. Además, como su ritmo de trabajo era imposible de
soportar para los productores cinematográficos, más acostumbrados a esperar la
amortización parcial de sus films antes de seguir adelante, Fassbinder acabó alternando
teatro con cine y con televisión, medio para el que rodó varias series de éxito
que luego, convenientemente cortadas en su metraje, fueron estrenadas en las
salas comerciales de exhibición. Esa pasión enfermiza por su trabajo lo
confirmó en toda una declaración de principios: “Ya dormiré cuando esté
muerto”, a lo que agregaba “Cada cual debe decidir si es mejor llevar
una vida breve pero intensa o larga y rutinaria”. Claramente el maestro alemán eligió la primera.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Angst essen Seele auf
Año: 1974
Duración: 93 min.
País: Alemania del Oeste (RFA)
Dirección:
Rainer Werner Fassbinder
Guion:
Rainer Werner Fassbinder
Reparto: Brigitte Mira, El Hedi ben Salem, Barbara
Valentin, Irm Hermann, Elma Kazlova
Música: Peer Raben
Fotografía: Jürgen Jürges