jueves, 5 de diciembre de 2024

CLIMAX DE GASPAR NOÉ

PROGRAMA 452 (15-11-2024)

 

Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

El sonido se escucha desde lejos. Mientras las luces y la música nos queman los ojos y los oídos. Y no sabemos cómo escapar de tanta locura. Sólo el agua que nos salpica brevemente nos da algo de alivio. Perfumes caros y sudores se entremezclan. Las botellas van y vienen mientras algunos líquidos se derraman por el suelo. El baño es cada vez más concurrido. Entran de una forma y salen de otra. Las miradas perdidas son testigos de esos cambios elocuentes. Gente que empuja y otros con ganas de sacarse la bronca. Alguna piña que no llega a destino. La música no para, el baile y el humo tampoco. Las gargantas se secan y obligan a consumir más. Los celulares sacan fotos que quedarán perdidas en esa nube virtual. Nadie sabrá quienes serán esos que aparecen. El baile sigue, haciendo latir los corazones con más violencia. El agua no alcanza. Los gritos no se escuchan. Sin embargo, todo parece perfecto. Ahí dentro no hay crisis. Afuera, la sociedad se desmorona. Está en una carrera virtual hacia la destrucción. La individualidad ganándole la batalla a lo colectivo. 



Hay esperanzas, aunque el pasado más rancio aparece cada vez con más fuerza. La hipocresía es parte de ese combo que estamos viviendo, donde la falta de empatía y la quita de derechos son moneda corriente. Es la otra fiesta. Esa que estamos viendo desde afuera y a la que no fuimos invitados. Vemos como ellos se regodean en su sudor, que les cae perpetuamente sobre sus mejillas. Extasiados a más no poder, buscando nuevas formas libidinosas de saciar sus placeres. Mientras tanto, nos tienen hacinados, hambreados y esperando que nuestro final sea lo más sufrido posible. Ahora, nosotros somos los bailarines de esa danza tétrica donde solo puede parar el que se muere. Nosotros somos los que pedimos un poco de agua para poder seguir. Sin embargo, nos tienen bailando de un lado a otro. Somos sus títeres perfectos. Y sus manos nos moverán hasta dejarnos sin respuestas. Mientras sus risas reboten por todas las paredes. Y los gritos de esa turba iracunda y sin sentido, los lleve al punto de la locura. A estallar en su desenfrenado clímax.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE CLÍMAX

 


Alguna vez hablamos en este mismo foro sobre la idea de paraíso y hemos llegado a la conclusión de que los únicos paraísos posibles son los paraísos perdidos. Tal vez en un dejo de melancolía, cualquiera de nosotros, podría ubicar al propio paraíso en la niñez, o en algún momento de nuestra juventud, o en cualquier tiempo pasado donde el recuerdo haya efectuado su recurso narrativo reescribiendo un pasado absolutamente ficticio. Lo cierto es que el diseño de un paraíso es siempre un problema. Nadie podrá encontrar allí lo que realmente busca. El enamorado desdichado jamás encontrará en su paraíso el objeto de su amor negado, jamás encontrará consuelo en aquel pedazo de cielo reservado para él. El engañado, tampoco hallará nunca la justicia tan preciada, y esto es así debido a que lo que uno necesita para ser infinitamente dichoso es quizás lo que a otro le produce la inefable desdicha. No es posible generar en el cielo un infortunio, un desorden cósmico solamente para complacer a un bienaventurado. La pregunta es entonces ¿qué nos queda? ¿Cómo resolvemos aquella falla de diseño del paraíso propio? La manera quizás no es otra sino la misma que se aplica para disfrutar del buen arte, la fe poética. La única posibilidad de ser feliz que tenemos cualquiera de nosotros es renunciando a la idea de veracidad. Será entonces allí que nuestro paraíso propio se empezará entonces a poblar de preciados fantasmas, de deseados reflejos de aquello que supimos amar. Será nuestro paraíso porque serán nuestras propias creaciones quienes lo pueblen. Seremos bien amados, seremos cuidados, seremos justos y serán justos con nosotros y nadie preguntará nada. 



Nadie traerá la duda para arruinar nuestra fiesta. No hay peor imbécil que el que no disfruta de un buen engaño, que el que busca la verdad aunque esta signifique el fin de nuestra alegría. Clímax, la agitada película de nuestro amigo Gaspar Noé, crea su propio paraíso musical en un relato frenético y atrapante. El film comenzará por el final, denunciando a los pocos segundos de iniciada la cinta que lo que se acaba de ver es un relato sobre un hecho real. Luego, sobre la pulcra pureza inmaculada de un plano cenital de nieve blanca irrumpe la muerte, la sangre, lo oscuro que quiebra todo aquel equilibrio. La estructura narrativa será no lineal y trabajará el racconto como herramienta de ruptura temporal. Pasaremos luego a una especie de casting de bailarines visualizado desde una televisión, donde encontraremos a su alrededor mucha información sobre lo que será el film. De un lado veremos lomos de películas en vhs y del otro, libros. Habrá películas de los años 80 que tratarán temáticas que luego se verán en el film y habrá libros que manejarán una intención similar. Se destacará entre las películas, Suspiria de Darío Argento. Con el correr de la cinta llegaremos a la conclusión de que Clímax es un gran homenaje a su cine y en especial a esa película en particular. Arrancará un plano secuencia que narrará una coreografía en donde los bailarines recrearán la imagen de portada de Suspiria, para luego seguir bailando con distintos estilos y formas. La fotografía será oscura y el director demostrará durante todo el relato un excelente manejo de cámara, en particular de los planos secuencias y de las angulaciones cenitales. Notaremos también un excelso gusto en la composición de planos y en la capacidad de transmitir a través de ellos sensaciones al espectador. 



El público pasará por los mismos estados de ánimos que cada uno de los personajes del film transita. Sentiremos el ritmo, sentiremos la euforia, sentiremos el vértigo y también el terror del encierro y sentiremos, claro, la paranoia. La estructura estará dividida en dos partes muy claras, la vida y la muerte; el paraíso y el infierno. La primera parte será todo danza y festejo, Daddy, esa especie de dios que los hará mover como marionetas y los observará desde lo alto, será el encargado de marcar el ritmo de aquella creación, de ese paraíso de bailarines, moda y coreografías. Los veremos trabajar en conjunto, proponiendo y aceptando el juego del otro. Luego, todo se convertirá en un averno oscuro y cruel. Daddy verá desde su lugar morir a su creación, librará todo al libre albedrio, los dejará a su suerte en aquel mar de drogas, sexo y muerte. Habrá sacrificios humanos, un aborto, habrá incesto, habrá racismo, nazismo, habrá el sacrificio de un niño. Desde la fotografía se trabajarán los rojos y los verdes para acentuar la intención de cada uno de los distintos momentos en toda aquella locura. Todo terminará en muerte y destrucción. Tal como dijimos al comienzo, entrometerse en el paraíso de otro, siempre tiene algún costo. Finalmente las puertas de aquel infierno se abrirán y lo primero que veremos será al Can Cerbero, aquel perro mitológico que custodia las puertas del averno, representado por un perro que entrará ladrando sostenido por policías y bomberos. La muerte habrá arrasado con casi toda aquella creación, quedaran cuerpos tirados, quemados, algunos aún alucinando y Daddy estará allí, durmiendo en paz, soñando tal vez otro mundo, otra suerte echada sobre el paño verde de la vida. La pregunta que nos queda será: ¿Habrá valido la pena aquel sacrificio?

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO NOÉ



Gaspar Noé nació en Argentina el 27 de diciembre de 1963, hijo del pintor y escritor Luis Felipe Noé. Estudió cine en Francia y se radicó allá. Arrancó con los cortometrajes Tintarella di Luna, de 1985, y Pulpe Amère, de 1987. En 1991 se empezó a hacer conocido en el mundo con su cortometraje Carne, que fue premiado en Cannes. Su primer largo fue una secuela de Carne, el carnicero protagonista de ese film se convertiría en Sólo contra todos, con las que obtuvo muy buenas críticas. Pero sin dudas el film que lo marcaría como un artista único y polémico, que lo hizo entrar por la puerta grande de Cannes fue Irreversible, con la famosa escena de la violación de 9 minutos que escandalizó al mundo. Las críticas fueron diversas, pero a partir de ahí logró lo que suele pasar con grandes cineastas: ser amado u odiado pero nunca pasar desapercibido.


 

En 2009 llegó otro film por demás interesante como Enter the Void, donde vuelve a demostrar un manejo de la cámara y un modo de contar historias exquisitas. Su próximo film no podía ser menos polémico: Love, con secuencias de sexo explícito, volvió a poner al argentino en boca de todos. En 2018 apareció Climax, esta vez donde se inserta en el mundo de las drogas y vuelve a mostrar todo su talento para filmar. Sin dudas, su película mejor catalogada hasta la fecha. Lo último que ha hecho es el mediometraje Lux Æterna donde dos actrices, Béatrice Dalle y Charlotte Gainsbourg, cuentan en un plató historias de brujas. Lux Æterna es también un ensayo sobre el cine, sobre el amor por el cine y la histeria en un set de rodaje. Su último film es Vortex, donde narra la historia de una pareja de ancianos, donde él tiene problemas del corazón y ella empieza a sufrir de Alzheimer. Con Darío Argento como protagonista.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Climax

Año: 2018

Duración: 95 min.

País: Francia

Dirección: Gaspar Noé

Guion: Gaspar Noé

Reparto: Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacob, Kiddy Smile, Claude Gajan Maull

Música: Varios

Fotografía: Benoît Debie

 

PELÍCULA COMPLETA

No hay comentarios:

Publicar un comentario