miércoles, 9 de octubre de 2024

EO DE JERZY SKOLIMOWSKI

PROGRAMA 445 (13-09-2024)

 

SINOPSIS

 

El mundo es un lugar misterioso, sobre todo visto a través de los ojos de un animal. En su camino, EO, un asno gris de ojos melancólicos, se topa con buena gente y otra no tan buena, conoce la alegría y la pena, y la rueda de la fortuna transforma, según el momento, su buena suerte en desastre, y su desdicha en felicidad inesperada. Pero nunca, en ningún momento, perderá la inocencia. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Hace algún tiempo que miro a la naturaleza con cierta melancolía. Camino sobre el cemento oscuro y agrietado, miro los edificios atravesar las nubes, irguiéndose imponentes como bestias petrificadas que alguna vez pretendieron robarse el sol. Las casas con sus paredes pintadas, con sus pinturas descascaradas como cavernas solitarias perdidas en la multitud apabullante de otras cavernas. Veo los negocios con sus carteles histéricos, con sus luces iluminando tristezas. Están allí comercializando los sueños, vendiendo sin descaro sus promesas. Sigo con mi vista decepcionada aquellos cables que conducen a la nada. Que se cruzan en el aire caprichosamente sin ninguna gracia, que mueren carente de toda estética, inescrupulosamente, ocultando el cielo con el aplomo de una sentencia que se repite hasta el olvido. Escucho en mi andar lento de bípedo cansado, el mecánico aullido del transporte que se amontona desesperado, fingiendo el fin de los tiempos en cada esquina, con aquella ansiedad avasallante que tose el humo negro del vértigo del que se alimenta. Busco un puente. Aquel puente que une al humano con el niño, con aquel niño que es el verdadero hijo de la naturaleza, que conserva lo salvaje, que carece de idioma, de normas y prejuicios. Aquel niño sin dioses, sin moral, sin un otro construido. 



Ese niño desbordado de deseo, con un cuerpo aun carente de discurso, virgen todavía de poder, de fronteras políticas para el placer. Vacío de absolutos, con las posibilidades intactas. Lo busco con las fuerzas que no tengo, trato de imaginarlo, de mentir, aunque sea, aquel recuerdo. De evocar por un instante aquel león que supo ser nuestro espíritu, caminando con firmeza sobre un verde pasto que jamás veremos. Conectado en plenitud con la naturaleza de la que era parte. Sin embargo, solo veo el camello que recorre con su carga extenuante este desierto de cemento repleto de fantasmagóricos espectros de almas obedientes. Nos veo caminar en círculos fingiendo destinos pomposos. Nos veo creer en el progreso, descansando el porvenir en la tecnología, creyendo aún que el futuro está allí adelante. Siento la soledad de estar todos juntos, el miedo feroz que nos une con un objetivo que ya sabemos errado. Veo en nuestros rostros el hartazgo, voy pateando las máscaras que nos sostenían como tribu. Nos veo pasar con la mirada al suelo, castigados por los palos adoctrinadores de las instituciones que dominan nuestras almas, humillan nuestra dignidad y asesinan con crueldad la disidencia y el estado de ánimo. Nos veo caminar los mismos caminos sin mirar a los costados, viendo el poder sin buscar la resistencia. Naturalizando todo, olvidando para siempre nuestro estado salvaje.  

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE EO

 


Pan y circo, vengan todos a ver como se reparten un par de migajas sobre los manteles, pero tengan cuidado de no pisarlos. Elijan luego la fila y disfruten del espectáculo más asombroso del mundo. Y tengan miedo, mucho miedo… porque hay un león enajenado suelto, buscando a sus víctimas más débiles, para así demostrar ser rey de la selva, aunque no haya ni árboles alrededor. Vengan a observar como el circo se desmorona y los antiguos malabaristas ya caen de espaldas hacia el fuego que empieza a crecer como si fuera la sucursal del infierno. A correr, a escapar y tratar de sobrevivir en este caos donde los más viejos morirán primero. A ser testigos de las borracheras de poder y el maquillaje de ocasión. De los pactos y las dádivas cobradas por unos muchos pesos. Allí están, sádicos hambreantes de un pueblo sin júbilo ni futuro. Vengan a ver como estalla la violencia frente a nuestros ojos. Cómo los palos los reciben los mismos de siempre. Vengan a escuchar los ruidos de los casquillos que estallan en el asfalto. Siéntanse como animales desfilando hacia el matadero. Mírennos con esos ojos tiernos que ya no tienen espacio en este lugar. Busquen la salida en una caricia, que tanto nos hace falta en estos tiempos. Olvidémonos por un rato de los debates sin sentido y de los discursos de odio. La violencia en las calles o en una cancha. Los gritos, las amenazas, los insultos y los bocinazos. Todo ese combo que viene incluido en el ser humano. La sociedad desamorada. La muerte del más frágil. La crueldad sin miramientos. ¿Desde dónde miramos esta sociedad satirizada? 



Desde los ojos de un simple burro, imaginó el octogenario cineasta polaco Jerzy Skolimowski en el film EO. Conoceremos entonces a EO (interpretado por seis asnos), que significa la transcripción onomatopéyica del rebuzno de un asno, quien vive en un circo, siendo explotado, pero también cuidado y amado por la joven Kassandra, con quien hace algunos números. Un grupo de ambientalistas irán a protestar y el ayuntamiento decidirá el traslado de EO, y todo se transformará en una especie de road movie siguiendo sus peripecias. Sin dudas, el film será un gran homenaje al film Al azar de Baltasar, de Robert Bresson, aunque está no tendrá un aura Bressoniana, sino más bien será en modo fábula. El guion escrito por el director junto a Eva Piaskowska trabajará un estilo no lineal debido a algunos flashbacks de los recuerdos del protagonista con su cuidadora. Estaremos ante un film con muy poco diálogo, donde tanto la banda sonora como la musical tendrán un papel preponderante. Sentiremos la respiración de EO como si estuviéramos con él. La música nos sumergirá y nos adentrará en la historia, pero también estarán bien aprovechados los silencios. La película estará contada casi de manera episódica, a medida que nuestro animal va cambiando de lugar: del circo a una granja de caballos, a un bosque, al mercado negro, a ser el talismán de un club de fútbol (o el culpable, depende la hinchada) y hasta a salir del país en algún momento. El director trabajará muchos los planos desde la mirada subjetiva del burro, desde esos ojos vemos el mundo que lo rodea. Al haber poco diálogo, las imágenes tendrán que hacer el resto. Ahí aparecerá la mano de Michal Dymek, que pondrá una maravillosa fotografía al servicio del director. Gracias a esa mezcla, notaremos el estado emocional de EO, la belleza de sus momentos libres y ese rojo furioso como señal de alerta a lo largo del metraje. 



Además de la cámara subjetiva, tendremos varios planos generales y algunos planos interiores muy bien logrados, principalmente en el comienzo, cuando nuestro asno se encuentre mirando caballos galopando en campo abierto, en ese contraste entre encierro y libertad. No será una película cien por ciento de oda a los animales sino de una crítica al ser humano. A su crueldad y a su falta de empatía. Sin importar la clase social. Notaremos la miseria en todos los escalafones. Veremos la explotación animal en sus diferentes estados. Nos terminaremos preguntando si, explotado y todo, EO no era más feliz con Kassandra en el circo, alguien que lo cuidaba y quería. Quizás ese número de resucitación con su compañera era el momento donde su vida valía la pena. Habrá algo satírico y grotesco, en una crítica no sólo a la Polonia actual sino a la Europa en general, nacionalismo, elitismo, trabajadores, todos están bajo la mirada del cineasta polaco, pero desde la altura y los ojos del asno. En ellos veremos la tristeza y el desconcierto, con esas lágrimas que caen sobre su pelaje gris. Y la historia nos interpela y nos pregunta ¿Cuán salvajes somos para manipular tanta inocencia? En la Antigua Roma los emperadores usaban el pan y el espectáculo de los circos para mantener a la población feliz y distraída. Ambos eran gratis y servían para que la población se olvide de los asuntos importantes. El Pan y Circo sigue hasta hoy desde diferentes maneras. Y siguiendo con los dichos, todos los caminos conducen a Roma, hasta donde llegó EO sobre el final del film. Quizás para demostrar que, aunque pasen los siglos, los salvajes seremos siempre los mismos, encargándonos de perpetuar este circo romano…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO SKOLIMOWSKI

 


Jerzy Skolimowski, nació en Łódź, Polonia, hijo de María y Stanisław Skolimowski, arquitecto de profesión. En varias ocasiones a lo largo de su vida, ha reconocido haber tenido una vida marcada por la guerra, pues cuando era pequeño fue testigo de sus brutalidades, habiendo tenido, incluso, que ser rescatado de los escombros de una casa en Varsovia, destruida por una bomba. Su padre, miembro de la resistencia polaca, fue ejecutado por los nazis. Cuenta Skolimowski que su madre escondió en la casa a una familia judía y recuerda que se le insistió en que fuera amable con los nazis para mantener las apariencias. Después de la guerra, su madre fue designada como agregada cultural en la embajada polaca en Praga. Entre sus compañeros en el colegio de Poděbrady, una ciudad balneario cercana a Praga, estaban los futuros directores de cine Milos Forman e Ivan Passer, así como Václav Havel. Skolimowski estaba considerado como un alumno problemático en el colegio pues habitualmente estaba involucrado en todas las travesuras. En el colegio estudió etnografía, historia y literatura y se dedicó al boxeo, que fue también el argumento de un documental de larga duración, la que puede considerarse su primera película. Su interés por el jazz y su relación con el compositor Krzysztof Komeda, le pusieron en contacto con el actor Zbigniew Cybulski y con los directores Andrzej Munk y Roman Polanski



Recién cumplidos los 20 años, Skolimowski ya podía ser considerado escritor, habiendo publicado algunos libros de poemas y de cuentos. Pronto Skolimowski conoció a Andrzej Wajda, director de la entonces denominada 'Escuela Polaca', quien le mostró el guion de una película sobre la juventud, escrito por Jerzy Andrzejewski, el autor de la novela Cenizas y diamantes. A Skolimowski no le gustó el guion y lo rechazó. En cualquier caso, en respuesta al reto de Wajda, produjo su propia versión que a la postre se convirtió en la base de su película Los brujos Inocentes (1960), dirigido por Wajda, con Skolimowski en el papel de boxeador. Skolimowski se matriculó en la Escuela Nacional del Cine en Łódź con la intención de evitarse el largo aprendizaje necesario para poder graduarse como director de cine. Para ello hizo uso de las películas depositadas en la Escuela, que estaban a su disposición para la práctica de los estudios, y tras los consejos iniciales de Andrzej Munk, filmó durante algunos años siguiendo la pauta de rodar escenas muy seguidas. Así, no obstante haber sacado unos resultados muy pobres en los trabajos del curso, Skolimowski, consiguió terminar el rodaje antes de terminar los estudios. Tras terminar sus estudios, Skolimowski empezó a colaborar con Polański, escribiendo los diálogos del guion de Cuchillo en el agua (1962). Entre 1964 y 1984 completó seis películas semiautobiográficas: Marcas identificatorias, ninguna, 1964, Walkover (1965), La barrera (1966), ¡Arriba las manos! (rodada en 1967 y estrenada en 1981), Trabajo Clandestino y El éxito es la mayor venganza, y otras dos entregas La partida, rodada en Bélgica (1967) y Deep End, en Reino Unido, basadas en sus propios guiones originales. 



La barrera ganó el Gran Premio del Festival Internacional de Cine de Bérgamo. La partida ganó el Oso de Oro en el XVII Festival Internacional de Cine de Berlín. Entre 1970 y 1992, mientras vivía y trabajaba en varios países, rodando en varios de ellos:  Las Aventuras de Gerard, El grito y Trabajo clandestino (con Jeremy Irons) en Reino Unido, El rey, la reina y el caballero en Alemania, El éxito es la mayor venganza en Francia y Torrentes de primavera en Italia. Cuando Skolimowski volvió a Polonia para filmar Arriba las manos, la tercera película de la trilogía de Andrzej y la cuarta del sexteto de sus películas polacas. Los temas antiestalinistas de Arriba las manos que contenía esta película hizo que se prohibiera su exhibición, provocando además la expulsión de Skolimowski de la Polonia comunista. Skolimowski entonces se restableció en Londres, donde residió en el mismo edificio que Jimi Hendrix.  Como actor ha trabajado no sólo en Polonia, sino también en el cine anglosajón, tanto británico como estadounidense, bajo dirección de cineastas tan prestigiosos como Volker Schlöndorf, Taylor Hackford, Julien Schabel o David Cronenberg, gracias a su perfecto dominio del inglés. Durante algo más de quince años abandonó la dirección cinematográfica y se retiró para dedicarse a la pintura, realizando exposiciones en Londres, París y Varsovia. En los últimos años volvió al ruedo en su país natal con films como Cuatro noches con Anna, Essential Killing, 11 minutos y EO, hasta ahora su último film. También apareció como actor en una de las películas de Avengers, interpretando a Georgi Luchkov, interrogador de Romanoff y co escribió uno de los últimos films de Polanski: The Palace.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: EO

Año: 2022

Duración: 88 min.

País: Polonia

Dirección: Jerzy Skolimowski

Guion: Jerzy Skolimowski, Eva Piaskowska

Reparto: Sandra Drzymalska, Isabelle Huppert, Lorenzo Zurzolo, Mateusz Kosciukiewicz, Lolita Chammah, Tomasz Organek, Agata Sasinowska, Anna Rokita, Michal Przybyslawski, Gloria Iradukunda, Piotr Szaja, Andrzej Szeremeta

Música: Pawel Mykietyn

Fotografía: Michal Dymek

 

PELÍCULA COMPLETA

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