domingo, 25 de diciembre de 2022

TOUKI BOUKI DE DJIBRIL DIOP MAMBETY

PROGRAMA 392 (25-11-2022)

 

SINOPSIS

 

Mory, un pastor que conduce una moto decorada con cuernos de vaca, y la estudiante Anta, se conocieron en Dakar. Se sienten marginados, están hartos de Senegal y de África, por lo que sueñan con irse a París. Para conseguir el dinero para el pasaje recurrirán a diversas estratagemas. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Podemos pensar el concepto de patria como aquel lugar propio de pertenencia, aquel espacio de contención cuya dinámica no difiere demasiado al de una casa. El padre, la madre y los hermanos conviviendo unidos, compartiendo juntos una historia común, una identidad. En este sentido, tomando esta alegoría entre la casa y el concepto de patria, podemos llegar a la conclusión de que toda la gramática destinada a explicar el sentido de lo patriótico es siempre una gramática familiar. Hagamos un pequeño recorrido sobre el origen de algunas palabras relacionadas directamente a este concepto. La palabra patria, por ejemplo, es un derivado del latín pater, patris, o sea, país del padre. Pensemos ahora en el término nación. Esta palabra deviene del termino latino natíoonis, o sea lugar de nacimiento. Vayamos, por último, a la otra palabra utilizada por nosotros como parte de la gramática que remarcamos en torno a la idea de patria, vayamos pronto, entonces, al término hermandad. Esta palabra deriva del latín germanus cuyo significado es hermano, muy a diferencia de hermana, cuyo vocablo latino es soror. Construir un sentido de patria es construir un imaginario donde toda la población se sienta parte de un mismo tronco, como si de una familia se tratara. Teniendo en cuenta el recorrido etimológico recién realizado, llegamos a inferir con claridad, que aquello que nos contiene, también del mismo modo, nos excluye. Nacemos en la tierra del padre donde todos somos hermanos. 



Una gran porción de la población queda excluida frente a esta propuesta de proyecto nacional. ¿Qué sucede entonces cuando es la propia patria la que te expulsa, la que te aparta situándote en un lugar diferente al resto? ¿Podríamos entonces no tener patria? ¿La patria nos constituye de manera esencial o accidenta? O mejor aún, ¿hay algo esencial en el ser humano que nos constituya como propio? Hemos mencionado alguna vez desde este mismo foro que el concepto de patria se relaciona con todo aquello que nos identifica como propio, y que el otro es aquello que yo no soy, o sea, es todo lo que no es propio. En el mundo globalizado en el que vivimos, teniendo en cuenta que la división política de los países es un hecho moderno y cambiante, un hecho arbitrario destinado a generar unidades de ordenamiento social en función de las nuevas condiciones de trabajo y del desarrollo tecnológico y productivo que se va desplegando con los cambios de época, teniendo en cuenta todo esto, ¿podemos seguir pensando lo propio como algo cerrado y definitivo o es que en lo más propio siempre habita el otro? Este tiempo que nos toca vivir, colmado de nacionalismos esencialistas, que siempre fueron dogmáticos, violentos y excluyentes, plantearse la libertad, plantearse el verdadero sueño de ser libre e independiente, de ser autónomo, respetado y aceptado es deconstruir definitivamente una idea de patria que se reafirma en contra del otro. Esa es la única fuga posible, la fuga definitiva y radical de nosotros mismos.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE TOUKI BOUKI

 


Buscar la libertad es siempre una ilusión compleja. Soñar con ese destino ideal nos hace dejar de lado todo lo bueno para centrarse en lo malo. La pobreza, la modernidad y la sociedad capitalista empujan a la gente a buscar un lugar mejor. Los sueños empiezan a perseguirse. La pelea entre lo tradicional y lo novedoso empieza a ser moneda corriente. El exilio surge como única salida. Esos barcos enormes, como sinónimo de salvación. Los que tienen suerte viajarán así. Otros morirán en las orillas intentando llegar en balsas que se destruyen a la primera ola. Ousmane Sembéne es considerado el “padre del cine africano”. En los años ´60, filma La negra de... la historia de una joven senegalesa que se va a trabajar como sirvienta de sus jefes a Francia. Sufrirá el racismo, la tragedia se hará presente y el film se convertirá en uno de los primeros en mostrar ciertas realidades ocultas. Será la puerta de entrada del cine de “la África negra” al mundo. Ya en los comienzos de la década del ´70, un joven de 28 años daría la otra puntada. Una década importante para el cine de ese continente que empezaba a emerger. Con un presupuesto de 30 mil dólares y solo dos cortos encima, Djibril Diop Mambéty sorprendió con su ópera prima titulada Touki Bouki (El viaje de la hiena). Allí veremos otra vez la idea de libertad. El sueño de escapar de esa pobreza que arruina generaciones. Y otra vez esa París idealizada como destino soñado. El de Mory, un pastor que tiene una moto decorada con cuernos de vaca y el de Anta, una joven estudiante que quiere también un estilo de vida mejor. La película mostrará fuertes imágenes de un matadero al principio. Costará mantener la mirada. Serán metáforas entrelazadas a lo largo del metraje. Dominador y dominado. La tradición contrastará con la modernización de ese país neocolonialista. Estará siempre presente esa dicotomía. Lo viejo y lo nuevo. Lo rural y lo urbano. Y los amantes como parte de esa historia, también uniendo sus diferencias de clase. 



El film beberá de algún sorbo de la Nouvelle Vague, encontraremos ciertos parecidos al Sin Aliento de Godard y también se transformará en una road movie delictiva, esa especie de Bonnie and Clyde del subdesarrollo. Aunque el objetivo de ellos, como mencionamos anteriormente, sean otros. La banda musical será otro elemento destacado, ya que conjugará el son de los tambores africanos, con el jazz y algún pop melódico como el que repiquetea en nuestros oídos luego de que termine el film, hablamos de París París de Josephine Baker. Por su parte, la banda sonora también logrará una amalgama de sonidos ambientales que nos acercará a ese continente tan lejano y a la vez extraño para nosotros. El guión no será lineal y elegirá las elipsis para dinamitar el tiempo. Habrá algo de realismo mágico que dejará al espectador con las preguntas dando vueltas en su cabeza. Que será cierto y que no, será algo que cada uno develará por su cuenta. El bocado tendremos que masticarlo nosotros. Para construir ese universo, será de gran ayuda el montaje, seco y directo, excelentemente diseñado, novedoso para lo que ofrecía el cine continental en esa época. La fotografía será bastante lograda, combinará los marrones y grises del poblado con los colores vivos típicos de los atuendos del lugar. También se asemejará en cierta forma al neorrealismo italiano, por el uso de actores no profesionales en la mayoría de sus papeles y por la mezcla de ficción por un lado y escenas de corte documental por otro. Los planos generales de esa aridez nos sofocan como a sus protagonistas. 



La intercalación de imágenes mostrará rituales, amuletos, matanza de animales y transpiración en los rostros como firma de un continente. La cámara por momentos seguirá a Mory como si fuera una mochila en su parte trasera, mientras anda en esa moto que es tan protagonista como los seres humanos. El guión se irá dosificando lentamente. Habrá una crítica política y social. Mory piensa en irse y volver como un rey. De ser un pastor a ser “Monsieur Mory”, en una idea meramente narcisista. Ese desprecio del que se va es algo muy común que Mambéty lo reseña más de una vez, esa idealización foránea de que todo lo de afuera es siempre mejor. Y ahí aparecerán también el abandono de los jóvenes a las tradiciones y el futuro como una incógnita. También será un adelantado a su época gracias a un personaje central en el desarrollo de la trama. Hablamos del homosexual al que Mory le robará dinero y ropa para comprar los ansiados pasajes a París. El director mostrará de que lado está parado y su consecuente respeto por la igualdad. Y las metáforas de fondo, el mar como liberación tanto en lo sexual como en lo personal. Porque ahí está la salida. Y será la diferencia entre lo fantástico y lo real lo que quedará entre tinieblas. Entre simbolismos quedarán marcadas ciertas preguntas. Fantasía que aparecerá con ellos desfilando, quizás como una imagen de lo que será. Y la importancia de la sociedad a esas apariencias, vitoreando a quienes antes mortificaban. Sobre el final, el círculo se cerrará, aunque las preguntas seguirán ahí. La moto del protagonista robada y casi destruida, como otro símbolo de esa civilización en parte ausente. Mientras en el barco estará esa gnete de bien, blanca y radiante, haciendo chistes sobre las máscaras africanas y hablando de lo inculto de sus habitantes. A ese barco subirán lleno de sueños para encontrar esa ansiada libertad sin saber que serán los nuevos esclavos de ese mundo globalizado. Aunque allá abajo, otros elegirán quedarse para que ciertas tradiciones, nunca sean conquistadas.

                       

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO MAMBÉTY

 


Nació el 23 de enero de 1945. Perteneciente a la etnia wolof, nació en el seno de una familia musulmana en Colobane, cerca de Dakar, la capital del Senegal. Hijo de un clérigo musulmán y miembro de la tribu Lebou, Mambéty rodó en su ciudad natal algunas de sus películas. Su interés por el cine comenzó con el teatro y después de graduarse en la escuela de interpretación de Senegal, trabajó como actor en el Teatro Nacional Daniel Sorano de Dakar hasta que fue expulsado por motivos disciplinarios.

En 1969, a la edad de 24 años, sin formación reglada en rodaje, Mambéty dirigió y produjo su primer cortometraje, Contras’ City (Ciudad de Contrastes), un documental de ficción que muestra la ciudad de Dakar mientras se desarrolla en off una conversación entre un senegalés (el propio director Djibril Diop Mambéty) y una francesa. Al año siguiente, Mambéty hizo un mediometraje, Badou Boy, que cuenta las aventuras de Badou Boy, un joven caradura, mientras recorre las calles de Dakar montado en un autobús. Retratos humorísticos de viajeros, persecución de la policía, a la que llaman “el dragón negro”. Una crónica de la vida cotidiana en el Dakar popular. El film ganó el premio Silver Tanit en el Festival cinematográfico de Cartago en 1970 en Túnez. El primer largometraje técnicamente sofisticado y cargado de símbolos que rodó Mambéty fue Touki Bouki (1973), que recibió el Premio de la crítica en Cannes y el Premio del Jurado en el Festival cinematográfico de Moscú, atrayendo hacia el director senegalés la atención internacional. A pesar del éxito de la película, pasaron veinte años hasta que Mambéty rodara otro largometraje. Durante ese tiempo rodó un corto en 1989, Parlons Grandmère (Hablemos abuela), un documental sobre el cine en África Occidental, sobre todo en Burkina Faso, con apariciones de Idrissa Ouedraogo, uno de los más reconocidos del continente. Hyènes (1992) es la segunda y última película de Mambéty, sobre una senegalesa que viene del exterior, llena de dinero. Una adaptación del The visit de Friedrich Dürrenmatt conceptuada como continuación de Touki Bouki. 



En el momento de su muerte, el director había estado trabajando sobre una trilogía de películas cortas llamadas Contes des Petites Gens (Cuentos de Personas Pequeñas). El primero de los cortos fue Le Franc (1994), sobre un hombre que gana la lotería para no perder el billete lo pega con pegamento en la puerta de su casa, pero cuando tiene que ir a reclamar el premio no puede despegar el billete así que arranca la puerta y va todo el camino con ella hasta donde debe buscar el premio. Luego seguiría el segundo, La Petite Vendeuse de Soleil (La niña que vendía Sol), sobre una niña que empieza a vender periódicos, algo prohibido para las mujeres. Pero no lo pudo terminar de editar ya que lo sorprendió una temprana muerte por cáncer de pulmón a la edad de 53 años en un hospital parisino. Recibió un premio póstumo en 1999. Su muerte nos dejó sin uno de los talentos más reconocidos de África pese a su escasa filmografía.

 

FICHA TECNICA

 

Título original: Touki Bouki (Journey of the Hyena)

Año: 1973

Duración: 90 min.

País: Senegal

Dirección: Djibril Diop Mambéty

Guión: Djibril Diop Mambéty

Fotografía: Georges Bracher

Reparto: Magaye Niang, Mareme Niang, Aminata Fall, Ousseynou Diop, Christoph Colomb, Ndou Labia, Mustapha Ture

 

PELÍCULA COMPLETA

 

 

 

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