SINOPSIS
Melé canta en un bar, su marido Chaka está en el paro y la pareja está a
punto de romper. El patio de la casa que comparten con otras familias se ha
convertido en una sala de juicios: portavoces de la sociedad civil africana
acusan al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional de los males que
afligen a África. Y mientras se suceden las declaraciones de acusadores,
defensores y testigos, la vida en el patio continúa. Chaka no parece muy preocupado
por este deseo insólito de África de luchar por sus derechos. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Somos lo que ellos hicieron de nosotros. Somos los secuestrados por un poder que nunca dejará liberarnos. Somos el llanto de las niñeces que mueren sobre el suelo color ocre. Somos la espera eterna de un mundo menos peor. Somos los pedazos de tierra por los que pelearon durante décadas. Somos esos esclavos que llenaron Europa y otros países del primer mundo. Somos esas balsas hundiéndose para escapar del hambre. Somos esos refugiados indeseables y expulsados de cualquier sitio. Somos la foto del niño negro en brazos de una sonrisa blanca. Somos el patio trasero del mundo. Somos el comienzo de la humanidad. Somos el sol y los colores alegres porque para triste está la vida. Somos las banderas multicolores, los miles de dialectos y las decenas de religiones. Somos la selva, el desierto y la sabana.
Somos los animales más
feroces del mundo. Somos las danzas esperando que la lluvia alguna vez se
acuerde de mojar las heridas. Somos los pocos dólares que pretenden el FMI y el
Banco Mundial en nombre de un desarrollo que nunca llega. Somos los pueblos que
desaparecen luego de las privatizaciones. Somos la economía en rojo. Somos las
enfermedades que parecían extinguidas. Somos las guerras civiles para perpetuarse
en el poder. Somos las dictaduras que esparcen sangre a granel. Somos la
justicia que nunca es justa. Somos la desesperanza de vida. Somos el futuro ya
no existe. Somos Malí, Burundi, Somalia, Congo, Mozambique, Malawi, Chad,
Sierra Leona... Somos el Tercer o Cuarto Mundo. Somos África...
Marcelo De Nicola.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE BAMAKO
Hablar de democracia en un mundo tan diverso y variopinto como el que vivimos es bastante complejo. Aquel Kratos del Demos, bien sabemos que hoy es por lo menos, discutible. Podríamos pensar en su origen, en aquel momento en que la sociedad lavó sus culpas de tiranía, de hostigamiento autoritario, de imposición caprichosa y asesina de vidas de desposeídos y desposeídas sin medios ni oportunidades. Como aquella culpa que el monarca ingles intentaba borrar de sus manos junto con su esposa, y que ni siquiera todo el océano de Neptuno podía borrar. Aquella culpa simbolizada en una sangre espesa y trágica, que no se quitaría jamás. William fue certero con la imagen. Logró encerrar una verdad entre palabras que se volverían inmortales, que trascenderían al autor, para vagar por los mundos de los tiempos evidenciando como un espejo macabro la crueldad humana. El mundo, mis queridos amigos, cabe en la mano de un bebe. La sociedad, entonces, como todos y todas sabemos, lavó sus culpas y permitió a los ciudadanos elegir a sus representantes. El lobo hambriento, afilando sus fauces, vistiendo con orgullo su disfraz de oveja. Nuestro amo jugando al esclavo, con sus reglas, con sus fichas, con sus intereses sobre una mesa recién servida. Juntando las migas, miserablemente, porque en las sobras, no nos olvidemos, también hay un mundo. La gran pregunta entonces era: ¿a quién se consideraba ciudadanos en aquellos tiempos? ¿Quiénes se sentaban a la mesa de aquel banquete y quienes ni siquiera olían el humo de la madera recién encendida? Eran considerados pueblo, ciudadanos, por aquel entonces, claro, solo unos pocos. Muy pocos.
Digamos un pequeño manojo de hombres selectos. Hombres, las mujeres no participarían hasta una cantidad vergonzosa de tiempo después. Entre los selectos, estarían las personas adultas que fueran ciudadanos naturales, con el servicio militar terminado. Un grupo infinitamente pequeño eligiendo el destino de las inmensas masas postergadas, olvidadas y sometidas. La democracia creció, pero siempre lo hizo sobre esta misma línea. La población aumentó, pero la proporción de desigualdad se sostuvo. Aquel número fue, es y será innegociable. Aquel 1% que concentra las riquezas ha hecho de las democracias de los distintos países un chiste mal contado. Esos tipos son secuestradores impunes, matones de traje que someten la voluntad de naciones enteras. Juegan a los dados con la suerte de niños y niñas, con su salud, con su educación, con su futuro. Ante esta realidad, ¿Cómo podemos entonces hablar de democracia sin, por lo menos, sonrojarnos? Reformas previsionales, ajustes en el gasto público, recortes en salud, suba de la mortalidad infantil, crisis sanitaria, recortes en educación, privatización de empresas estatales, desempleo, precarización laboral, son solo algunos de los resultados de un sistema perverso que sociabiliza las perdidas y privatiza las ganancias. De un sistema que expulsa sin ningún remordimiento a las personas quitándole su condición humana, bajo el neutro disfraz del porcentaje, detrás de la desenfocada lente de la estadística. Entendemos a África aún sin vivir en África. Entendemos su pena, su sufrimiento, aún sin siquiera estar cerca de ellos. Bamako, del director Abderrahmane Sissako, es una película política.
Es la voz, no solo de un país,
sino de todo un continente que argumenta contundentemente, con cifras precisas,
utilizando su mismo juego numerológico, el abuso sistemático a su soberanía,
sus riquezas y sus comunidades. Bamako
raspa, como el grito de cualquier torturado. El film poseerá una estructura
lineal que ayudará a desarrollar un conflicto que crecerá lenta pero
dosificadamente. Los caracteres vivirán en carne propia cada dato que el guión
exprese. Habrá solo verdad en sus interpretaciones. Sissako trabajará en todo el metraje una fotografía que destacará
el color ocre propio de aquellas tierras africanas. El lenguaje audiovisual
estará al servicio del drama, eso será evidente. Encontraremos alegorías y
distintas figuras retóricas compuestas en imagen. Habrá una sencilla pero
inteligente puesta de cámara que ayudará a marcar la diferencia entre el
mostrar y contar a través de una imagen, aquella semántica visual de la que nos hablaba nuestro amigo el fotógrafo Carlos Bosch. Bamako será una radiografía dolorosa del sometimiento y el
vaciamiento dentro del continente. Desmantelará con argumentos claros y contundentes
la maquinaria de la codicia que se replica de diferentes maneras, pero con un
mismo sistema a nivel mundial. Bamako
nos dirá de manera descarnada, que los mafiosos que secuestran países y
hambrean a los pueblos, aún cobrando su botín, jamás devuelven a sus víctimas.
Serán muchas las sensaciones que nos invadan al transitar esta obra. Entre
ellas, quizás coincidamos en las siguientes ideas: la rentabilidad no puede
estar por encima de la calidad de vida humana. Las necesidades básicas no se
negocian. Donde hay una necesidad, hay un
derecho. La soberanía se defiende. La libertad se
construye. El costo de una vida, no puede ser nunca más importante que su valor.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO SISSAKO
Abderrahmane Sissako nació en Kifa,
Mauritania, el 13 de octubre de 1961. Poco después de su nacimiento, la familia
de Sissako emigró a Malí, el país de su padre, donde completó parte de su
educación primaria y secundaria. Sissako regresó brevemente a Mauritania, la
tierra de su madre, en 1980. Luego se fue a Moscú, donde estudió cine en
el Instituto Federal de Cine de 1983 a 1989. Sissako
se estableció en Francia a principios de los años 1990. Su primer corto fue en
1991 y se tituló Le jeu y lo realizó con la ayuda del Instituto
del Cine del Estado Ruso. Dos años después realiza otro corto: Oktyabr,
que sigue a Idrissa, estudiante africano en
Su nombre empezó a ser reconocido en festivales
cuando dirigió en 2002 Heremakono,
la historia de un joven de Mauritania que quiere irse a España, en un pueblo
donde ya no puede ni siquiera hablar la lengua de quienes viven allí. Ganó el
premio a Mejor Película en nuestro BAFICI, además de ser alabada en Cannes. En
2006 filma Bamako, la historia de
una pareja que vive en esa ciudad de Malí mientras África se desangra entre
acusaciones al Banco Mundial y al FMI de los males de sus pueblos. Luego
realizó algunos cortos para diferentes films de episodios y por último llegó su
película más reconocida: Timbuktu,
que fue nominada a los Oscars, BAFTA y arraso en los César franceses.
FICHA TÉCNICA
Título original: Bamako
Año: 2006
Duración: 118 min.
País: Malí
Dirección: Abderrahmane
Sissako
Guión: Abderrahmane
Sissako
Fotografía: Jacques
Besse
Reparto: Aïssa Maiga,
Tiécoura Traoré, Maimouna Helene Diarra, Habib Dembélé, Djénéba Koné, Hamadoun
Kassogué, William Bourdon, Roland Rappaport, Danny Glover, Elia Suleiman
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