EDITORIAL
Ella
es una muchacha de unos 25 años, avejentada, con ojos sombríos, de tez oscura,
proveniente del norte argentino. Acaba de escaparse del prostíbulo al que llegó
con 14 años de existencia. Nunca trabó una amistad, no conoció a sus padres, su
familia eran normalmente tipos armados que la trasladaban de un lado para otro
hasta que por un tiempo era alojada en alguna casa donde una comadrona le daba
de comer y atendía lo más básico para la supervivencia. Del mismo modo podrá
decirse que se cría el ganado o algunos animales que se utilizan para alguna
explotación.
No
se explica donde un ser, que fue condicionado de esa manera, logra tener algún
pensamiento relacionado a la libertad. ¿Qué digo pensamiento? ¡Debe ser una
sensación!... Esa mañana tomó a su niño de dos años, salió a hurtadillas del
viejo caserón que quedaba en el barrio de San Cristóbal y en la misma puerta
paró un taxi y voló hasta la estación de Retiro... Tal vez algún cliente, uno
de los tantos borrachos que se aparecían por el burdel, le comentó sobre el
tren que va a Tucumán, sobre el precio de sus pasajes, sobre cómo y dónde
comprarlos... Tal vez él mismo se los consiguió o tal vez alguna compañera con
un poco más de" libertad" y más antigua, con menos fuerzas para
desligarse de aquello, le facilitó un poco aquella salida...
Pasada
las 8 de la mañana zarpó la locomotora diesel rumbo a Rosario y de ahí a
Tucumán pasando por Santiago del Estero, su meta final. Subió con una pequeña
mochila improvisada, no seguramente porque lo haya pensado poco, sino porque
tal vez, no quería llevarse nada de allí... los cinco minutos de espera fueron
eternos. Varias veces creyó desvanecerse. Alguna fuerza sobrenatural la sostuvo
en pié cargando al chiquillo, hasta que por fin llamaron a abordar... Del
rectángulo, que era la sala de espera, pasó por una puerta donde era solicitado
los pasajes y documentos. Caminó por un corredor y a la izquierda se alzaba una
puerta de madera, abierta desde las dos solapas fara facilitar el acceso. Del
otro lado ya la vía y a la derecha un poco más adelante el tren... Llegó hasta
el asiento temblorosa y desde el borde del mismo, se desplomaron los dos,
dejando salir un suspiro largo, como si estuviese expulsando un espíritu que
poblaba su cuerpo sin permiso...
Cuando
el tren avanzó ya sobre los campos bonaerenses, recordó la madera floja del
viejo parquet donde de a poco fue escondiendo la plata para los pasajes y un
resto para la comida hasta encontrar alguna fuente de recursos. Recordó su última
paliza propinada por la vieja de mierda que administraba todo aquello.
Recordó
la persecución, el seguimiento que se les hizo a las otras chicas buscando
datos sobre "qué era lo que planeaba hacer con el dinero que faltaba en la
rendición de sus cuentas". Repaso todo lo que hizo antes de salir,
tratando de encontrar algún indicio, alguna huella que podía delatarla en su
lugar de destino... en ese momento se acuerda de los ojos desorbitados de su
niño, saliendo por primera vez de esa casa siniestra... Reprimió por unos
momentos sus lágrimas, hasta que no las pudo contener más. Y salieron...
torrencialmente, ahogando el llanto, al percatarse también, aunque no fuese ni
una milésima parte, de lo que estaba pasando. Rendida luego de un rato, se
durmió profundamente, como si fuese la primera vez en su vida que duerme de
verdad...
Luego
de horas, muy despacito, van abriendo sus ojos. Estos arden como arde el
despertar en la intemperie. Su protectora, apoyado un perfil sobre la
ventanilla, se aferra a él resuelta, alerta e implacable, como una leona que
descansa a la sombra de un árbol luego de proveer alimento a su manada... Entre
los brazos de su mamá el niño no se inquieta. Luego de refregarse los ojos dos
o tres veces, parece descansar despierto mientras observa a su madre, como si
por primera vez posase sus ojos sobre ella o como alguien que ha aprendido a no
exaltarse ante la belleza para no perturbarla… Su madre lo mira y por primera
vez, libremente, porque tiene ganas, porque así lo siente, porque es dueña
absoluta de su cuerpo, por primera vez, sonríe.
Christian
Soria.-
Canción
post editorial
IMPRESIONES PARA EL PATRÓN
La
farola del gran mago destella enceguecedora a lo lejos. Por allí, a nuestras
espaldas, desde lo inalcanzable, aquella lámpara sabia, nos narra el mundo.
Escucho sus voces cavernosas tronar como alaridos malditos, sus cuerpos largos
y oscuros desarman sus danzas al confrontar sus delgadas figuras con la
rugosidad filosa de la piedra. La deformidad del mundo estalla en la anécdota
breve del reflejo, sobre aquel espejo torpe y averiado en donde también me miro.
Giro hacia el costado con un gesto nuevo. Estallan mis vertebras atrofiadas en
el sufrimiento más profundo, grita el dolor desesperado en aquella punzante
sensación de la muerte del ánimo, en aquel devastador triunfo de la costumbre.
Cae mi piel agrietada por los años como una corteza seca muerta de otoño y de
olvido. Descubro entonces, a mi hermano. Veo sus cadenas que fueron las mías.
Sus raíces profundas lo invaden de quietud y preconceptos, lo llenan de
costosas ausencias. Corro hacia la lámpara que lo ilumina todo, aquella luz
brillante ciega mis ojos, la claridad me regala, al fin, una nueva falsa
mirada. Fue Platón, quien con el
séptimo libro de su República, enseñaba su farol al mundo y nos alertaba acerca
de aquella caverna alegórica en la que se instala nuestra percepción y
conocimiento. En aquel texto, el filósofo, ponía en duda la realidad y lo
verdadero, convidándonos a meditar sobre la idea de cómo percibimos al mundo y
naturalmente, sobre los papeles de los esclavos, las figuras y el fuego. Filosofar
y meditar, es quizás salir de la caverna, es estrenar una mirada nueva, que más
adelante, nos revelara con seguridad, la existencia de otras cavernas más
amplias y complejas.
Pirandello,
alguna vez esbozó aquella idea de que somos islas que flotan en el rio
tormentoso del tiempo, carente de cualquier clase de comunicación entre ellas.
Veo a los habitantes de aquellas islas, tal como lo hacía Platón, encadenados,
prisioneros de esa parcialidad distorsionada que es la realidad percibida. ¿Será
tal vez el lenguaje aquella cadena poderosa, aquel virus atroz que enferma los
sentidos de nuestro organismo? Veo la estrechez de la caverna de Hermógenes, aquel humilde protagonista
del film “El Patrón, radiografía de un
crimen”, y pienso con temor en las piedras y sombras que maquillan estos
ojos con que te miro. El relato cinematográfico, estará armado sobre una
estructura no lineal y esto jugará a favor del suspense del film. Al quebrar la
temporalidad narrativa con el uso de raccontos, se trabajará de manera eficaz
la dosificación del crecimiento del conflicto, así como también el flujo de la
información manejada tanto por los personajes como por los espectadores,
favoreciendo de esa manera, el desarrollo del ya mencionado suspense. Sobre
este concepto, se pronunció Hitchcock
alguna vez, explicando su diferencia con la sorpresa. A grandes rasgos, el
maestro del género, contaba que ambos términos se diferencian por el diferente
uso de la información en el relato y daba un ejemplo bastante parecido al
siguiente: Imagine usted que estamos en esta mesa hablando de trivialidades y
entonces, una bomba hace que estallemos por los aires. Allí la sorpresa.
Ahora
imaginemos que el público, antes de nuestra llegada, ve entrar a alguien que
sigilosamente coloca una bomba debajo de la mesa. Al ingresar nosotros, cada
segundo de nuestra charla nimia será resignificada por la urgencia provocada
por la inminente bomba. Allí, entonces, el suspence. La película “El patrón”
contará con un grupo de actuaciones excelentemente construidas, personajes
tridimensionales que se irán desarrollando de manera inversa, presentando
primero la consecuencia para luego detenerse en la narración de su causa. Nos
urge destacar la caracterización del personaje de Hermógenes Saldivar,
interpretado visceralmente por Joaquín
Furriel quien logra una interpretación de las que el cine casi se ha
olvidado. Hermógenes, a través del recorrido de su curva dramática, lo perderá
todo. Tal vez, la pérdida que más nos dolerá será la de su identidad. Perderá
primero su nombre, lo llamaran Santiago y luego aquel papel que nos hace
visibles ante el estado, su documento de identidad. Sin identidad, nos costará
pensar en la justicia y sin justicia, mis amigos, jamás habrá verdad. Hermógenes
partirá finalmente rumbo a su provincia y habrá sabor a triunfo en todo
aquello. En esta caverna desde donde les hablo, sin embargo, el sabor final
será otro. Quedará quizás cierta idea de mal menor resonando por los rincones. Quedará
quizás la tristeza de saber las varias y complejas formas que puede tener
finalmente, el matadero.-
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
FICHA TÉCNICA
Título
original: El patrón, radiografía de un crimen
Año:
2014
Duración:
99 min.
País:
Argentina
Director:
Sebastián Schindel
Guión:
Sebastián Schindel, Nicolás Batlle, Javier Olivera (Libro: Elias Neuman)
Música:
Lucas Kohan
Fotografía:
Marcelo Iaccarino
Reparto:
Joaquín Furriel, Mónica Lairana, Guillermo Pfening, Luis Ziembrowski, Victoria
Raposo, Germán De Silva, Andrea Garrote,
SINOPSIS
El
patrón, radiografía de un crimen, se enfoca en un hecho criminal real sobre un
hombre rural que llega a Buenos Aires en busca de trabajo y termina explotado
por un siniestro patrón que lo obliga a vender carne podrida y que lo somete a
una verdadera esclavitud, en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires y en el
siglo XXI
TRAILER