SINOPSIS
Una joven
(Jessica Harper) ingresa en una exclusiva academia de baile la misma noche en
que asesinan a una de las alumnas. La subdirectora del centro es la amable
Madame Blank, que brinda a la nueva alumna las comodidades y facilidades
necesarias para su aprendizaje. Pero, poco a poco, una atmósfera malsana se va
apoderando del lugar, y la estancia de la joven se va convirtiendo en una
verdadera pesadilla. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Desde los comienzos de los tiempos, la verdadera manzana que envenenó la mente del ser fue la duda. Parafraseando al relato bíblico, la serpiente no hizo más que preguntar. Instalar la búsqueda de una respuesta, sobre todo una respuesta en aquello que hasta entonces se encontraba naturalizado o se atribuía a la inmensa gracia de dios. El pensamiento pre filosófico se organizó a través del mito, la religión y la magia. Allí estaban organizadas las respuestas que el ser buscaba. La magia, por su parte no solo buscó respuestas, sino también control. Entendió bajo una rigurosa contemplación que la naturaleza poseía ciertas repeticiones y constancias a las que intento gobernar en vez de entender para utilizar a su favor. Pasado el tiempo, la filosofía iría mas allá con el pensamiento y comprendería que la belleza estaba en la pregunta y jamás en la respuesta. El movimiento del pensamiento se encontraba en seguir preguntando sobre cuestiones tales como el origen, el por qué; a diferencia del sabio, cuyo pensar era reposado, detenido, expectante, porque ya era poseedor del saber y de todas las respuestas. Pero volvamos al pensamiento pre filosófico. Pensemos en la concepción actual evolucionista, esta fue realizada en un sentido claramente fijista, es decir sosteniendo el carácter inmutable de las especies, apegándose, claramente, a la versión bíblica de la creación. Allí la respuesta a la pregunta del origen, el mito bíblico. Por aquel entonces rondaba la idea preformacionista que ayudó a asentar la explicación mítica del origen bíblico.
Esta teoría
sintetizaba la continuidad específica, interpretaba que todas las especies
vivientes se habían originado durante la creación, siguiendo siempre claro la
tradición judío cristiana, y lo habían hecho con las mismas características que
hoy podemos observar, y que su estudio y clasificación debía responder a la
exaltación de la obra divina: en la adaptación de los organismos a un medio se
veía la infinita sabiduría de dios y en las descripciones de las especies
conocidas se vislumbraban los arquetipos ideales concebidos por el plan divino.
Desde la antigüedad la humanidad conocía la existencia de conchas marinas en lo
alto de las montañas o de inmensos huesos de animales desconocidos. A estas
maravillas, los distintos pueblos le dieron variadas explicaciones como por
ejemplo: creaciones abortadas de la Madre Tierra o los dioses, extinciones de
míticas razas de gigantes, terribles lluvias e inundaciones que cubrieron al
mundo incluso en sus cimas más elevadas. Las respuestas van a ir variando según
el desarrollo del pensamiento. Lo interesante es que a través del tiempo y de
las ideas, el pensamiento mágico ha sabido instalarse en el inconsciente del
ser. Aquella necesidad de control sobre la naturaleza, sobre la otredad, sobre
la física misma se ha abierto un camino en el tiempo que jamás nadie ha podido
cerrar. Quien les habla debe admitir, más que le pese, haber conocido, haber
tenido algún contacto con cierta forma de la magia. Creo, y digo esto sin temor
a equivocarme, que el punto culmine del amor es el momento más mágico que la
existencia del ser humano pueda experimentar. Aquel momento en que nuestro ser
desaparece de este plano por unos instantes y se eleva a algo superior
desconocido, luminoso, carente de tiempo y espacio. Esa es tal vez la
única magia que recuerde haber experimentado.
Lucas
Itze.-
Canción elegida para la
editorial
IMPRESIONES
SOBRE SUSPIRIA
Allá, en un pueblito remoto del interior, un árbol se incendiaba todas las noches. Al otro día, este estaba como nuevo. Nadie entendía que sucedía. Al principio alguien osó llamar a los bomberos, pero con el correr de los días todo se volvió más habitual. Era un árbol alejado del ruido, de las luces, de la humanidad. Allá, en el medio del campo, decidía cada noche auto incendiarse para al otro día renacer con sus gigantes ramas y brillantes hojas. Los paisanos ya ni se inmutaban por el olor a humo que llegaba desde kilómetros no tan lejanos. La casa más cercana, a uno dos kilómetros, era de doña Maruja, una anciana solitaria, criolla, bien de campo. Había quedado viuda hace años y todos sus hijos, por tal o cual motivo, también habían fallecido. Cada tanto iba al pueblo con un aspecto poco más que andrajoso y muchos, sobre todos los más chicos, salían despavoridos ante su andar. La vieja bruja la llamaban los mocosos. Pero las ideas siempre vienen de sus mayores. Un atardecer, varios niños (o no tanto), fueron a ver como ardía el árbol, con tanta mala suerte que una rama se cortó y cayó sobre uno de ellos. Matándolo en el acto. El pueblo necesitaba encontrar culpables. Y claramente el nombre que se oyó en el medio de las discusiones de los vecinos fue claro: Maruja. Se convencieron y fueron hasta esa humilde casona de campo para pedirle explicaciones. La mujer no entendía nada, y hasta confesaba que nunca había visto al árbol prenderse fuego. Eso hizo que la rabia de la multitud se volviera más cruel. Hubo golpes, torturas, pero Maruja nunca cambió su opinión. Por la noche, mientras el árbol ardía, su corazón dijo basta. En ese momento, el árbol se iluminó como nunca antes, se veía hasta desde otros pueblos.
Los vecinos imaginaron que fue el último suspiro lo que lo llevó a eso. Nunca se supo. Y si, después de la muerte de Maruja, al contrario de lo que todos pensaban, el árbol siguió ardiendo. Fueron días, semanas, meses. Hasta que un buen día, cuando ya nadie lo recordaba, no lo hizo más. Pero la tumba de Maruja si llevaba algunas mujeres, para muchos, pecadoras, que iban a pedirle justicia, perdón o simplemente, un consejo. Esa historia me recuerda a otra de Eduardo Galeano, que nos contaba lo siguiente: El libro Malleus Maleficarum, también llamado El martillo de las brujas, recomendaba el más despiadado exorcismo contra el demonio que lleva tetas y pelo largo. Dos inquisidores alemanes, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, lo escribieron, por encargo del Papa Inocencio VIII, para hacer frente a las conspiraciones demoníacas contra la Cristiandad. Se publicó por primera vez en 1486, y hasta fines del siglo dieciocho fue el fundamento jurídico y teológico de los tribunales de la Inquisición en varios países. Los autores sostenían que las brujas, harén de Satán, representaban a las mujeres en estado natural: «Toda brujería proviene de la lujuria carnal, que en las mujeres es insaciable.» Y demostraban que «esos seres de aspecto bello, contacto fétido y mortal compañía» encantaban a los hombres y los atraían, silbidos de serpiente, colas de escorpión, para aniquilarlos. Y advertían a los incautos, citando a la Biblia: «La mujer es más amarga que la muerte. Es una trampa. Su corazón, una red, y cadenas sus brazos.» Este tratado de Criminología, que envió a miles de mujeres a las piras de la Inquisición, aconsejaba someter a tormento a todas las sospechosas de brujería. Si confesaban, merecían el fuego. Si no confesaban, también, porque sólo una bruja, fortalecida por su amante el Diablo en los aquelarres, podía resistir semejante suplicio sin soltar la lengua.
El Papa Honorio III había sentenciado que el sacerdocio era cosa de machos: – Las mujeres no deben hablar. Sus labios llevan el estigma de Eva, que perdió a los hombres. Ocho siglos después, la Iglesia católica sigue negando el púlpito a las hijas de Eva. El mismo pánico hace que los fundamentalistas musulmanes les mutilen el sexo y les tapen la cara. Y el alivio por el peligro conjurado mueve a los judíos muy ortodoxos a empezar el día susurrando: – Gracias, Señor, por no haberme hecho mujer… Ya en el siglo XIX, aparece el poema en prosa Levana y Nuestras Señoras del Dolor, extraído del libro Suspiria de Profundis, de Thomas de Quincey. En él se contaba la historia de tres hermanas de la costa del Mar Negro que, haciendo uso de la brujería, extendieron su reinado de terror alrededor del mundo, alcanzando gran poder a medida que dejaban un reguero de destrucción a su paso. En el siglo XIX, Mater Lechrymarum, la Señora de las Lágrimas; Mater Suspiriorum, la Señora de los Suspiros; y Mater Tenebrarum, Señora de las Tinieblas, como eran conocidas, ordenaron al arquitecto y alquimista Emilio Varelli la construcción de sus respectivas residencias, en Friburgo (Alemania), Nueva York (Estados Unidos) y Roma (Italia), desde donde controlarían la humanidad a través del dolor, las lágrimas y la oscuridad. Será la Señora de los Suspiros, la parte que Dario Argento llevará a la pantalla en 1977 (la otras llegarán en un lapso de 30 años) bajo el nombre Suspiria.
El film nos cuenta la historia de Susy, quien llega desde Nueva York a Friburgo para estudiar danza en una renombrada academia alemana. Ya desde el comienzo algo nos va a llamar la atención. Del aeropuerto la imagen se va con la protagonista, con un blanco angelical. A sus costados dos mujeres de rojo la pasan por al lado. La imagen muestra la puerta de salida con una de ella cruzándola. Un afroamericano con un guitarra y luego una pareja de ancianos vestidos de verde completan la escena. Ella de blanco impoluto sale de del aeropuerto mientras la bufanda se le vuela hacia atrás formando las alas de un ángel. Lo diabólico y lo angelical quedarán marcados en el comienzo mismo del film. El sonido de la lluvia y la música de la banda Goblin empezarán a confirmar que serán parte importante durante todo el metraje. Ella desde un taxi mira la lluvia y el agua que se junta, acaso símbolo de la purificación, o de la tormenta que será una especie de pasaje ritual, el que une a los muertos de los vivos. Un bosque y la llegada a la Academia, pintada con un rojo furioso. La salida de una joven será el comienzo de una historia que se transformará en pesadilla. Argento seguirá a esa joven y ahí veremos una puesta en escena magnífica. Comenzarán los asesinatos y todo se volverá asfixiante. La fotografía de Luciano Tovoli representará a la perfección lo que Argento pretendía. La paleta de colores compuesta por los colores rojo, azul y verde, pasando por algún salmón o rosado cada tanto, logra traspasar la pantalla. La escenografía será perfecta. Habrá partes que recuerden al expresionismo, a cierta cultura pop en algunas escenas, pero también destaca todo lo relacionado a la pintura y arquitectura.
Habrá Art Decó y
Art Noveau por doquier, habrá homenajes a diferentes pintores y
artistas y también encontraremos algunas palabras escondidas que nos llevarán a
la literatura. La trama seguirá a Susy en busca de sobrevivir en esa academia y
tratando de encontrar respuesta a los asesinatos. El guion quizás se irá por
las ramas y encontraremos un final no tan a medida de las expectativas
generadas. Pero seguiremos maravillados con la puesta en escena y con esas
imágenes que nos llevan a preguntarnos que nos está diciendo. El símbolo de la
masonería aparecerá en algunos pasajes del film y la flor de lis, otro símbolo
masón, será clave en el final. También en otras religiones es importante, como
en la egipcia, que es la puerta a los Jardines Colgantes de Babilonia.
Aquí es la manija de la puerta donde Susy empieza a descubrir todo, en un
pasillo con pinturas doradas que recuerda a un útero, donde al final está la
reunión de brujas. Ella, la ingenua con buena moral descubrirá todo. Y si con
la puesta en escena no alcanza, la mano del director se verá en los excelentes
planos, algunos simétricos que recuerdan a Kubrick, los
travellings, los excelentes planos secuencia, en esa sangre espesamente roja y,
sobre todo, en los planos detalle que todo amante del terror necesita. Y
también en esa sensación de perturbación e inseguridad que se esconde entre
cada decorado, que logran una experiencia visual fantástica. El fuego
finalmente lo consumirá todo, como en ese árbol que contamos al principio. Quien
sabe, si el día después esa academia de las brujas renacería de sus cenizas.
Marcelo De Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO
ARGENTO
Nacido en Roma el 7 de septiembre de 1940, estuvo vinculado a las artes desde su niñez, ya que era hijo de un productor cinematográfico y de una fotógrafa profesional. A comienzos de su carrera se desempeñó como redactor en diversos diarios, y más adelante trabajó como guionista para cineastas como Sergio Leone, Tonino Cervi, Alfio Caltabiano y Armando Crispino, en géneros como el wéstern, el cine erótico y el cine bélico. Su debut detrás de las cámaras fue con la primera parte de la llamada “trilogía animal”, cuando en 1970 dirigió El pájaro de las plumas de cristal, sobre un joven escritor americano que está en Roma, presencia un asesinato y empieza a investigar a un asesino en serie. Fue el comienzo del director con el género llamado Giallo, que lo marcaría en toda su carrera. En 1971 llega El gato de las nueve colas, sobre otro asesinato donde un ciego es un testigo clave. La trilogía cierra con Cuatro moscas de terciopelo gris, con otra historia sobre asesinatos en las que se ve involucrado un baterista de rock. Da un paso a la comedia con el film La quinta jornada de 1973 ambientada en la Roma del Siglo XIX. Empieza a ser reconocido internacionalmente gracias al film de 1975 titulado Profundo Rojo, donde un compositor inglés presencia en Roma el brutal asesinato de una médium, e inmediatamente trata de localizar al sádico asesino.
En 1977 filma la primera parte de la llamada Trilogía de las Tres Madres: Suspiria, que vuelve a llamar la atención de la crítica internacional. Tres años después llega la segunda parte: Inferno, que es una especie de secuela de Suspiria, donde una joven poetisa encuentra un antiguo diario en latín y descubre la existencia de las Tres Madres del Mal y empieza a creer que en su apartamento habita una de ellas. Sus films sobre asesinos en serie siguen con Tinieblas en 1982, Phenomena en 1985, con una adolescente Jennifer Connelly y Terror en la ópera de 1987, en la que para muchos fue la última gran película del director.
En los años ´90 llegaron Ojos diabólicos, Trauma (su primer film americano, con su hija Asia Argento), El arte de
matar y El fantasma de la Ópera.
Ya en el siglo XXI su cine ha ido cada vez más en decadencia para los
especialistas, aquí aparecen films como Insomnio
(con el gran Max Von Sydow), El jugador, La madre de las lágrimas, que completa la trilogía de las Madres, Giallo (segundo film americano), Drácula 3D y su último film titulado Occhiali Neri (Dark Glasses en inglés).
FICHA TÉCNICA
Título original: Suspiria
Año: 1977
Duración: 101 min.
País: Italia
Dirección: Dario Argento
Guion: Daria Nicolodi,
Dario Argento. Libro: Thomas De Quincey
Reparto: Jessica Harper,
Stefania Cassini, Flavio Bucci, Udo Kier, Miguel Bosé, Rudolf Schündler, Joan
Bennett, Alida Valli.
Música: Goblin, Dario
Argento, Massimo Morante, Fabio Pignatelli, Claudio Simonetti
Fotografía: Luciano Tovoli
















