jueves, 20 de noviembre de 2025

SUSPIRIA DE DARÍO ARGENTO

PROGRAMA 486 (31-10-2025)

 

SINOPSIS

 

Una joven (Jessica Harper) ingresa en una exclusiva academia de baile la misma noche en que asesinan a una de las alumnas. La subdirectora del centro es la amable Madame Blank, que brinda a la nueva alumna las comodidades y facilidades necesarias para su aprendizaje. Pero, poco a poco, una atmósfera malsana se va apoderando del lugar, y la estancia de la joven se va convirtiendo en una verdadera pesadilla. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Desde los comienzos de los tiempos, la verdadera manzana que envenenó la mente del ser fue la duda. Parafraseando al relato bíblico, la serpiente no hizo más que preguntar. Instalar la búsqueda de una respuesta, sobre todo una respuesta en aquello que hasta entonces se encontraba naturalizado o se atribuía a la inmensa gracia de dios. El pensamiento pre filosófico se organizó a través del mito, la religión y la magia. Allí estaban organizadas las respuestas que el ser buscaba. La magia, por su parte no solo buscó respuestas, sino también control. Entendió bajo una rigurosa contemplación que la naturaleza poseía ciertas repeticiones y constancias a las que intento gobernar en vez de entender para utilizar a su favor. Pasado el tiempo, la filosofía iría mas allá con el pensamiento y comprendería que la belleza estaba en la pregunta y jamás en la respuesta. El movimiento del pensamiento se encontraba en seguir preguntando sobre cuestiones tales como el origen, el por qué; a diferencia del sabio, cuyo pensar era reposado, detenido, expectante, porque ya era poseedor del saber y de todas las respuestas. Pero volvamos al pensamiento pre filosófico. Pensemos en la concepción actual evolucionista, esta fue realizada en un sentido claramente fijista, es decir sosteniendo el carácter inmutable de las especies, apegándose, claramente, a la versión bíblica de la creación. Allí la respuesta a la pregunta del origen, el mito bíblico. Por aquel entonces rondaba la idea preformacionista que ayudó a asentar la explicación mítica del origen bíblico. 



Esta teoría sintetizaba la continuidad específica, interpretaba que todas las especies vivientes se habían originado durante la creación, siguiendo siempre claro la tradición judío cristiana, y lo habían hecho con las mismas características que hoy podemos observar, y que su estudio y clasificación debía responder a la exaltación de la obra divina: en la adaptación de los organismos a un medio se veía la infinita sabiduría de dios y en las descripciones de las especies conocidas se vislumbraban los arquetipos ideales concebidos por el plan divino. Desde la antigüedad la humanidad conocía la existencia de conchas marinas en lo alto de las montañas o de inmensos huesos de animales desconocidos. A estas maravillas, los distintos pueblos le dieron variadas explicaciones como por ejemplo: creaciones abortadas de la Madre Tierra o los dioses, extinciones de míticas razas de gigantes, terribles lluvias e inundaciones que cubrieron al mundo incluso en sus cimas más elevadas. Las respuestas van a ir variando según el desarrollo del pensamiento. Lo interesante es que a través del tiempo y de las ideas, el pensamiento mágico ha sabido instalarse en el inconsciente del ser. Aquella necesidad de control sobre la naturaleza, sobre la otredad, sobre la física misma se ha abierto un camino en el tiempo que jamás nadie ha podido cerrar. Quien les habla debe admitir, más que le pese, haber conocido, haber tenido algún contacto con cierta forma de la magia. Creo, y digo esto sin temor a equivocarme, que el punto culmine del amor es el momento más mágico que la existencia del ser humano pueda experimentar. Aquel momento en que nuestro ser desaparece de este plano por unos instantes y se eleva a algo superior desconocido, luminoso, carente de tiempo y espacio. Esa es tal vez la única magia que recuerde haber experimentado.   

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE SUSPIRIA

 


Allá, en un pueblito remoto del interior, un árbol se incendiaba todas las noches. Al otro día, este estaba como nuevo. Nadie entendía que sucedía. Al principio alguien osó llamar a los bomberos, pero con el correr de los días todo se volvió más habitual. Era un árbol alejado del ruido, de las luces, de la humanidad. Allá, en el medio del campo, decidía cada noche auto incendiarse para al otro día renacer con sus gigantes ramas y brillantes hojas. Los paisanos ya ni se inmutaban por el olor a humo que llegaba desde kilómetros no tan lejanos. La casa más cercana, a uno dos kilómetros, era de doña Maruja, una anciana solitaria, criolla, bien de campo. Había quedado viuda hace años y todos sus hijos, por tal o cual motivo, también habían fallecido. Cada tanto iba al pueblo con un aspecto poco más que andrajoso y muchos, sobre todos los más chicos, salían despavoridos ante su andar. La vieja bruja la llamaban los mocosos. Pero las ideas siempre vienen de sus mayores. Un atardecer, varios niños (o no tanto), fueron a ver como ardía el árbol, con tanta mala suerte que una rama se cortó y cayó sobre uno de ellos. Matándolo en el acto. El pueblo necesitaba encontrar culpables. Y claramente el nombre que se oyó en el medio de las discusiones de los vecinos fue claro: Maruja. Se convencieron y fueron hasta esa humilde casona de campo para pedirle explicaciones. La mujer no entendía nada, y hasta confesaba que nunca había visto al árbol prenderse fuego. Eso hizo que la rabia de la multitud se volviera más cruel. Hubo golpes, torturas, pero Maruja nunca cambió su opinión. Por la noche, mientras el árbol ardía, su corazón dijo basta. En ese momento, el árbol se iluminó como nunca antes, se veía hasta desde otros pueblos. 



Los vecinos imaginaron que fue el último suspiro lo que lo llevó a eso. Nunca se supo. Y si, después de la muerte de Maruja, al contrario de lo que todos pensaban, el árbol siguió ardiendo. Fueron días, semanas, meses. Hasta que un buen día, cuando ya nadie lo recordaba, no lo hizo más. Pero la tumba de Maruja si llevaba algunas mujeres, para muchos, pecadoras, que iban a pedirle justicia, perdón o simplemente, un consejo. Esa historia me recuerda a otra de Eduardo Galeano, que nos contaba lo siguiente: El libro Malleus Maleficarum, también llamado El martillo de las brujas, recomendaba el más despiadado exorcismo contra el demonio que lleva tetas y pelo largo. Dos inquisidores alemanes, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, lo escribieron, por encargo del Papa Inocencio VIII, para hacer frente a las conspiraciones demoníacas contra la Cristiandad. Se publicó por primera vez en 1486, y hasta fines del siglo dieciocho fue el fundamento jurídico y teológico de los tribunales de la Inquisición en varios países. Los autores sostenían que las brujas, harén de Satán, representaban a las mujeres en estado natural: «Toda brujería proviene de la lujuria carnal, que en las mujeres es insaciable.» Y demostraban que «esos seres de aspecto bello, contacto fétido y mortal compañía» encantaban a los hombres y los atraían, silbidos de serpiente, colas de escorpión, para aniquilarlos. Y advertían a los incautos, citando a la Biblia: «La mujer es más amarga que la muerte. Es una trampa. Su corazón, una red, y cadenas sus brazos.» Este tratado de Criminología, que envió a miles de mujeres a las piras de la Inquisición, aconsejaba someter a tormento a todas las sospechosas de brujería. Si confesaban, merecían el fuego. Si no confesaban, también, porque sólo una bruja, fortalecida por su amante el Diablo en los aquelarres, podía resistir semejante suplicio sin soltar la lengua. 



El Papa Honorio III había sentenciado que el sacerdocio era cosa de machos: – Las mujeres no deben hablar. Sus labios llevan el estigma de Eva, que perdió a los hombres. Ocho siglos después, la Iglesia católica sigue negando el púlpito a las hijas de Eva. El mismo pánico hace que los fundamentalistas musulmanes les mutilen el sexo y les tapen la cara. Y el alivio por el peligro conjurado mueve a los judíos muy ortodoxos a empezar el día susurrando: – Gracias, Señor, por no haberme hecho mujer… Ya en el siglo XIX, aparece el poema en prosa Levana y Nuestras Señoras del Dolor, extraído del libro Suspiria de Profundis, de Thomas de Quincey. En él se contaba la historia de tres hermanas de la costa del Mar Negro que, haciendo uso de la brujería, extendieron su reinado de terror alrededor del mundo, alcanzando gran poder a medida que dejaban un reguero de destrucción a su paso. En el siglo XIX, Mater Lechrymarum, la Señora de las Lágrimas; Mater Suspiriorum, la Señora de los Suspiros; y Mater Tenebrarum, Señora de las Tinieblas, como eran conocidas, ordenaron al arquitecto y alquimista Emilio Varelli la construcción de sus respectivas residencias, en Friburgo (Alemania), Nueva York (Estados Unidos) y Roma (Italia), desde donde controlarían la humanidad a través del dolor, las lágrimas y la oscuridad. Será la Señora de los Suspiros, la parte que Dario Argento llevará a la pantalla en 1977 (la otras llegarán en un lapso de 30 años) bajo el nombre Suspiria



El film nos cuenta la historia de Susy, quien llega desde Nueva York a Friburgo para estudiar danza en una renombrada academia alemana. Ya desde el comienzo algo nos va a llamar la atención. Del aeropuerto la imagen se va con la protagonista, con un blanco angelical. A sus costados dos mujeres de rojo la pasan por al lado. La imagen muestra la puerta de salida con una de ella cruzándola. Un afroamericano con un guitarra y luego una pareja de ancianos vestidos de verde completan la escena. Ella de blanco impoluto sale de del aeropuerto mientras la bufanda se le vuela hacia atrás formando las alas de un ángel. Lo diabólico y lo angelical quedarán marcados en el comienzo mismo del film. El sonido de la lluvia y la música de la banda Goblin empezarán a confirmar que serán parte importante durante todo el metraje. Ella desde un taxi mira la lluvia y el agua que se junta, acaso símbolo de la purificación, o de la tormenta que será una especie de pasaje ritual, el que une a los muertos de los vivos. Un bosque y la llegada a la Academia, pintada con un rojo furioso. La salida de una joven será el comienzo de una historia que se transformará en pesadilla. Argento seguirá a esa joven y ahí veremos una puesta en escena magnífica. Comenzarán los asesinatos y todo se volverá asfixiante. La fotografía de Luciano Tovoli representará a la perfección lo que Argento pretendía. La paleta de colores compuesta por los colores rojo, azul y verde, pasando por algún salmón o rosado cada tanto, logra traspasar la pantalla. La escenografía será perfecta. Habrá partes que recuerden al expresionismo, a cierta cultura pop en algunas escenas, pero también destaca todo lo relacionado a la pintura y arquitectura. 



Habrá Art Decó y Art Noveau por doquier, habrá homenajes a diferentes pintores y artistas y también encontraremos algunas palabras escondidas que nos llevarán a la literatura. La trama seguirá a Susy en busca de sobrevivir en esa academia y tratando de encontrar respuesta a los asesinatos. El guion quizás se irá por las ramas y encontraremos un final no tan a medida de las expectativas generadas. Pero seguiremos maravillados con la puesta en escena y con esas imágenes que nos llevan a preguntarnos que nos está diciendo. El símbolo de la masonería aparecerá en algunos pasajes del film y la flor de lis, otro símbolo masón, será clave en el final. También en otras religiones es importante, como en la egipcia, que es la puerta a los Jardines Colgantes de Babilonia. Aquí es la manija de la puerta donde Susy empieza a descubrir todo, en un pasillo con pinturas doradas que recuerda a un útero, donde al final está la reunión de brujas. Ella, la ingenua con buena moral descubrirá todo. Y si con la puesta en escena no alcanza, la mano del director se verá en los excelentes planos, algunos simétricos que recuerdan a Kubrick, los travellings, los excelentes planos secuencia, en esa sangre espesamente roja y, sobre todo, en los planos detalle que todo amante del terror necesita. Y también en esa sensación de perturbación e inseguridad que se esconde entre cada decorado, que logran una experiencia visual fantástica. El fuego finalmente lo consumirá todo, como en ese árbol que contamos al principio. Quien sabe, si el día después esa academia de las brujas renacería de sus cenizas.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO ARGENTO

 


Nacido en Roma el 7 de septiembre de 1940, estuvo vinculado a las artes desde su niñez, ya que era hijo de un productor cinematográfico y de una fotógrafa profesional. A comienzos de su carrera se desempeñó como redactor en diversos diarios, y más adelante trabajó como guionista para cineastas como Sergio Leone, Tonino Cervi, Alfio Caltabiano y Armando Crispino, en géneros como el wéstern, el cine erótico y el cine bélico. Su debut detrás de las cámaras fue con la primera parte de la llamada “trilogía animal”, cuando en 1970 dirigió El pájaro de las plumas de cristal, sobre un joven escritor americano que está en Roma, presencia un asesinato y empieza a investigar a un asesino en serie. Fue el comienzo del director con el género llamado Giallo, que lo marcaría en toda su carrera. En 1971 llega El gato de las nueve colas, sobre otro asesinato donde un ciego es un testigo clave. La trilogía cierra con Cuatro moscas de terciopelo gris, con otra historia sobre asesinatos en las que se ve involucrado un baterista de rock. Da un paso a la comedia con el film La quinta jornada de 1973 ambientada en la Roma del Siglo XIX. Empieza a ser reconocido internacionalmente gracias al film de 1975 titulado Profundo Rojo, donde un compositor inglés presencia en Roma el brutal asesinato de una médium, e inmediatamente trata de localizar al sádico asesino. 



En 1977 filma la primera parte de la llamada Trilogía de las Tres Madres: Suspiria, que vuelve a llamar la atención de la crítica internacional. Tres años después llega la segunda parte: Inferno, que es una especie de secuela de Suspiria, donde una joven poetisa encuentra un antiguo diario en latín y descubre la existencia de las Tres Madres del Mal y empieza a creer que en su apartamento habita una de ellas. Sus films sobre asesinos en serie siguen con Tinieblas en 1982, Phenomena en 1985, con una adolescente Jennifer Connelly y Terror en la ópera de 1987, en la que para muchos fue la última gran película del director. 



En los años ´90 llegaron Ojos diabólicos, Trauma (su primer film americano, con su hija Asia Argento), El arte de matar y El fantasma de la Ópera. Ya en el siglo XXI su cine ha ido cada vez más en decadencia para los especialistas, aquí aparecen films como Insomnio (con el gran Max Von Sydow), El jugador, La madre de las lágrimas, que completa la trilogía de las Madres, Giallo (segundo film americano), Drácula 3D y su último film titulado Occhiali Neri (Dark Glasses en inglés).

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Suspiria

Año: 1977

Duración: 101 min.

País: Italia

Dirección: Dario Argento

Guion: Daria Nicolodi, Dario Argento. Libro: Thomas De Quincey

Reparto: Jessica Harper, Stefania Cassini, Flavio Bucci, Udo Kier, Miguel Bosé, Rudolf Schündler, Joan Bennett, Alida Valli.

Música: Goblin, Dario Argento, Massimo Morante, Fabio Pignatelli, Claudio Simonetti

Fotografía: Luciano Tovoli

 

PELÍCULA COMPLETA

EL REGRESO - VOZVRASCHENIE DE ANDREY ZVYAGINTSEV

PROGRAMA 485 (24-10-2025)

 

SINOPSIS

 

La vida de dos hermanos rusos, Vanya y Andrey, sufre un brusco cambio cuando de repente aparece su padre, tras 12 años ausente y al que sólo recordaban por una vieja fotografía. ¿Es realmente su padre? ¿Por qué ha vuelto después de tanto tiempo? Los chicos intentarán encontrarán respuesta a sus preguntas en una remota y solitaria isla, después de un emocionante viaje con su taciturno padre por los bellos parajes de Siberia.

 

EDITORIAL

 

La lluvia golpea las chapas, alguna gota se cuela por algún ínfimo agujero. ¿A qué sabe el miedo por las noches? A soledad y a ausencia, que son las protagonistas para que este aparezca de tanto en tanto. Y cuando los rayos y truenos empiezan a elevar su voz, todo se vuelve más estremecedor. Será que, desde que esa sombra que siempre se colaba detrás de la puerta antes de dormir, desapareció, todo cambió. Hoy esa sombra nos envuelve en sueños. Esa aparición casi espectral calmaría a las fieras. Los dioses volverían a bailar durante las noches. Pero sabemos que no es así. Que las noches de luna llena siempre serán ambiguos. Que los miedos serán parte insobornable hasta que haya que enfrentarlos con furia. ¿Cuándo y cómo? Nadie sabe. Que por momentos habrá días de sonrisas donde el sol brillará a lo ancho de nuestro propio mundo. Hasta que el sepia de algunas viejas fotos transforme todo ese brillo en algo monocromático. 



Ausencia. Que palabra tan simple y tan fuerte a la vez. Del miedo hablamos muchas veces, incluso en estas mismas líneas. Pero de la ausencia no. Queremos evitarla, apagarla, llamarla por otro nombre. La falta de… Y ausencia no siempre significa muerte. Estamos rodeado de muerte, pero también de ausencia. Ausencia de empatía, ausencia de humanidad, ausencia de esperanza. Nos transformamos en seres autómatas que cumplen una rutina vacía que se reinicia cada veinticuatro horas. ¿Qué miedo no? El verdadero temor a transformarnos en lo que nunca quisimos. Robotizados. Ausencia de pasión, en definitiva. Mientras esos pensamientos vuelan un ruido nos descoloca. No para de sonar. La alarma que nos grita que nace un nuevo día. No hay rastros de la lluvia. Tampoco del sol. Solo sombras que no son las esperadas. Y la ausencia de lo impredecible, otra vez de regreso.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE EL REGRESO

 


Cuando abrí la puerta de casa, la mirada de mamá no era la misma. Estaba sentada sola, junto a la mesa de la cocina. Todavía quedaban platos y cosas por lavar y el orden de la casa no era el de siempre.  Mamá estaba sentada, con una mirada que no era la suya. Pesada, cansada, distraída. Una mirada que no habitaba el aquí y el ahora, sino más bien cierto pasado, cierto momento de su vida, cierto recuerdo que nada tenía que ver con aquella cocina, con aquellos quehaceres, conmigo entrando. Me saludó con un gesto lejano, el ceño fruncido y los labios ligeramente apretados, como reteniendo algo que debería haber dicho hace mucho tiempo. Quise ir a abrazarla pero estaba transpirado y sucio de jugar. Mucho tiempo después entendí lo cobarde de aquella acción. Me llevó tiempo perdonar a aquel chico de doce años que no supo tramitar sus emociones, que no supo acompañar el sufrimiento contenido de su mamá, que él, interiormente, había sabido leer. Porque yo sentí la angustia en sus ojos, pero la llame enojo, sentí el llanto reprimido en su boca y me juré ver algo no dicho, solo eso.  Es el día de hoy que pienso que aquel abrazo no hubiera cambiado nada, pero hubiera significado tanto. Para ella, para mí, para lo que vendría luego. Nos hubiera acercado de otro modo, hubiera sido un grito desesperado diciendo acá estoy, suframos juntos, pasemos esto juntos. No estás sola, sé que tengo solo 12 años pero entiendo de lágrimas, de soledades y abandonos. También me crié en esta casa donde aprendimos a dar vuelta la cara cuando las cosas dolían. 



Entiendo de dolores, porque a mi corta edad también las cosas duelen. También me duele el viejo. Porque él sí era bravo. Él sí quería un machito y me obligaba a serlo. Eso duele mamá también. Duele la falta de sensibilidad, duele el no poder equivocarse, el puto peso de ser el mejor o sino no intentarlo. ¿Sabes cómo duele? Duele que el viejo no haya estado nunca y en su puta vida haya tenido un gesto de cariño. Porque no le salía, porque lo criaron así, porque antes no se acostumbraba, por lo que fuere. Pero no lo tenía, no estaba. La caricia nunca llegaba. El cuento nunca se leía, el buenas noches me lo terminaba siempre imaginando. Te vi ahí sentada con tu mirada en otro mundo casi y no sabes todo lo que te entendí, pero mis palabras no me salieron, no me alcanzaron. Yo, que fui grande de chico, porque el viejo tenía sus arranques y tenía que salir yo a mediar, a levantar el plato de comida roto del piso, a desviar sin que te dieras cuenta su ira para mí, solo porque tenía miedo de que te lastimara. Yo que fui grande de chico, no tuve palabras, no me salieron. Hice lo que me enseñaron, lo que naturalizamos: callarnos, mirar para otro lado y hablar de otro tema. Entonces entré a propósito con las zapatillas con barro para que me retes y ahí salió la furia. Te levantaste y me agarraste de la remera y empezaste a gritarme. Cada vez más fuerte, gritabas tanto que la voz se te distorsionaba, y yo lloré, pero no lloraba por los gritos, para nada, lloraba porque sabía que de alguna manera te estaba ayudando.  Me insultaste, por primera vez en doce años, y me revoleaste al piso. Caí boca abajo y me sequé rápido las lágrimas, no quería cargarte también con eso. Quería ser fuerte, quería ser el hombre. Ahora que el hombre se había ido para siempre, porque esta vez se notaba que era en serio, me tocaba a mí ser el hombre. Y los hombres no lloran. O por lo menos eso fue lo que se enseñaba en casa. Esa era la idea de hombre que yo tenía. 



El que no tenía miedo, no lloraba, no sentía, no jugaba, traía la plata y al que el resto debíamos proteger su humor como si de cristal se tratara. Me levanté del suelo, me acomodé la remera, me quité las zapatillas y las tiré fuera de la casa. Te me acercaste con un trapo de piso y lo recuerdo como si fuera hoy, me miraste a los ojos y me dijiste: ahora vos vas a limpiar toda esta mierda. Mal o bien, ahora si estabas estas aquí y ahora. Naturalizar la violencia es un error que venimos cometiendo hace tiempo. Hablo de la violencia hacia los demás, pero también hacia nosotros mismos. Destruimos nuestro ego creando dioses de cartón, aferrándonos a promesas que se desvanecen a la vuelta de la esquina. Y con todo eso construimos una vida. Y la vivimos como podemos, como nos sale. Andréi Zviáguintsev en su film El Regreso, tocará estos temas de manera sutil y creativa. La escena planteada al comienzo de esta charla, bien podría haber sido parte de la película. Ese es el verosímil de “El Regreso”, allí es donde se juega el conflicto de este drama, esas son sus cartas. Tras 12 años de ausencia, el padre de familia volverá a casa sin explicaciones ni motivo alguno. No habrá sorpresa en la madre, quien naturalizará el hecho escondiendo todo reproche, alejando bien lejos cualquier pregunta. Los chicos, Iván y Andrei, sí preguntarán, sí se sorprenderán y desconfiarán de aquel hombre en todo momento. Chequearán si aquella persona es su padre con la única foto antiquísima que poseen con su rostro y que guardan cual si de un tesoro se tratara. Todo indicará que sí, pero al ser tan vieja la foto no habrá ninguna certeza. Los chicos propondrán una salida para ir a pescar y allí comenzará el road movie



La trama se centrará en el viaje del supuesto padre con los dos chicos. Todo tomará un tinte de thriller Hitchcockiano en donde encontraremos citas a distintos directores como por ejemplo Polanski, Truffaut o el mismísimo Antonioni. Sobresaldrá todo el tiempo la fotografía que vestirá al relato. El director optará por una paleta de colores virada a las tonalidades verdes, lo que reforzará la idea de naturalizar, de lo natural puesto en discusión, de la naturaleza como escenario. La puesta de cámara, los movimientos, la inteligencia de los encuadres, la perfección en las simetrías y en el balance compositivo nos recordará a otro Andrei, hablo de Tarkovski, y aquí no puedo evitar que venga a mi mente la famosa frase del pensador argentino Emiliano Iadevito: “Tenemos que dejar de robar con Tarkvoski por dos años”. En este caso, el hurto es preciso y el director logra apropiarse de la técnica para generar momentos únicos de encuadres pictóricos, entre ellos reconoceremos hacia el final La Lamentación sobre Cristo Muerto de Andrea Mantegna, encuadre que simulará de manera casi exacta a la pintura. La cinta nos regalará actuaciones naturales, orgánicas y memorables. Finalmente, la trama se ahogará en aquel lago dejándonos con preguntas, con subtramas sin resolver. Habrá una travesura final en el cierre del film donde se utilizará el recurso de un collage de fotos, que intentarán responder de alguna manera las dudas al espectador. A mi humilde criterio, responderán las equivocadas, responderán aquellas que habían funcionado a modo de MacGuffin en el relato y que no importaban develar. Quedará en nosotros flotando la violencia ejercida sobre la infancia, ejercida de diversas formas, no solo físicamente, sino también, y sobre todo, psicológicamente. Quedará en nosotros aquel adulto cómplice que dejará ir a los chicos con casi un extraño en un viaje hacia la nada, si, hablo aquí de la madre.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO ZVYAGINTSEV

 


Andrey Zvyagintsev nació en Novosibirsk el 6 de febrero de 1964. Luego de concluir sus estudios, se anotó en la Escuela de actores de Novosibirsk. Empezó trabajando en teatros de su provincia para luego ser extra en diferentes series y películas rusas de los años ´90. Más adelante, la productora independiente REN TV lo contrató como director. Y Sviáguintsev dirigió varios episodios de la serie de televisión El cuarto oscuro, lo que le abrió las puertas a la dirección de largometrajes. En 2003 dirige su primer largometraje, titulado El regreso, con el que logra un sorpresivo León de Oro en Venecia y el premio revelación del Cine Europeo. Luego con el mismo actor de su film anterior, dirige Destierro, la historia de un matrimonio con dos hijos que emprenden un destierro voluntario que terminará en pesadilla. 



Luego vendrán dos cortometrajes (Apocrypha y Mystery) para dar paso en el 2011 a Elena, un drama moral donde una mujer de avanzada edad debe elegir entre un saludable marido y un hijo alcohólico cuya enfermedad está llevando a la familia directamente a la pobreza. Premio especial del Jurado en Cannes. En 2014 llega Leviatán, la historia de un hombre que tiene un taller mecánico en un pueblito costero de Rusia, que vive con su mujer y su hijastro. Todo cambia cuando el alcalde del pueblo quiere apropiarse de la casa y el taller, por lo que el protagonista intentará retener su lugar a toda costa. Nominada al Oscar, al Globo de Oro y mejor guión en Cannes



Su último film fue Sin amor, estrenado en 2017, que cuenta la historia de una pareja que atraviesa un divorcio debe aunar fuerzas para encontrar a su hijo, desaparecido tras una de sus peleas. Nominada al Oscar, Globo de Oro y Gran Premio del Jurado en Cannes. En julio de 2021 se anunció la preparación de su primera película en inglés, que se titularía What Happens, pero dos meses después contrajo la enfermedad asociada al virus COVID-19 y tuvo que ser trasladado a Alemania e inducido al coma para salvar su vida. Sus pulmones llegaron a estar afectados en un 92%. Finalmente, y mes y medio después, logró salir del coma y superar la fase más aguda de la enfermedad

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Vozvrashchenie (The Return)

Año: 2003

Duración: 105 min.

País: Rusia

Dirección: Andrey Zvyagintsev

Guion: Vladimir Moiseenko, Alexandre Novototsky

Reparto: Vladimir Garin, Ivan Dobronravov, Konstantin Lavronenko, Natalia Vdovina, Galina Popova.

Música: Andrey Dergatchev

Fotografía: Mikhail Krichman

 

PELÍCULA COMPLETA