SINOPSIS
Cuando tenía
trece años, Marcello Clerici le disparó a Lino, un adulto homosexual que
intentó seducirlo. Años más tarde, Clerici es un ciudadano respetable, profesor
de filosofía y va a casarse con Giulia. Pero ideológicamente Clerici es
fascista, tiene contactos con el servicio secreto y se muestra dispuesto a
combinar su luna de miel en París con un atentado contra un exiliado político
italiano que había sido profesor suyo. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Buenas noches, ¿cómo están? Permítanme presentarme brevemente. Yo soy Lucas Itze. Estoy casado con Romina y tengo tres hijos. Cursé la carrera de Psicología. No la termine. Cursé la carrera de Imagen y Sonido, soy guionista. Tengo un trabajo estable de 8 horas cuya paga me permite alimentar a mi familia, pagar las cuentas, hacer un deporte y mantener de manera más o menos estable el crecimiento de mis chicos. Por cierto, el nombre de mis chicos son Nahuel, Camilo y Lola Mei. Tengo dos gatos y bueno… como verán soy un humano normal. Pero… ¿qué es ser un humano normal? Volvamos unos instantes sobre nuestros pasos. ¿Cómo puedo ser algo que ni siquiera elegí yo mismo? ¿Cómo puedo definirme entonces como Lucas Itze y afirmar con tanta seguridad que yo soy aquello que es todo dado, impuesto, heredado? Naturalmente son los padres los que nos otorgan la vida, nos reciben en este universo, en estas circunstancias con un nombre y un apellido.
El inicio del ser es aquella identidad impuesta y atravesada por aquel dispositivo previo y heredado generador de subjetividades. Ser entonces es llamarse. Yo soy Lucas Itze, entonces, yo soy. “Estoy casado con Romina y tengo tres hijos”. Estoy hablando de mí, explicando lo que yo soy y para esto involucro entonces a otras personas con las que vivo, con las que culturalmente tengo una relación, que curiosamente también tiene un nombre, soy marido y soy también padre. Pareciera entonces que lo que tengo y lo que nombro me define como un ser. Pero ¿tengo una esposa? ¿Mi relación con ella empieza en la posesión? ¿Termina en la posesión? ¿Se basa tal vez en ella? ¿Por qué creí conveniente llamarla solo Romina? ¿Sus padres que le otorgaron la vida y la recibieron en este universo, en estas mismas circunstancias, similares tal vez a las mías, consideraron pertinente no otorgarle apellido? ¿Por qué decidí impersonalizarla aboliendo aquel dato que sé necesario e imprescindible para el desarrollo de la construcción de cualquier identidad? ¿Es un síntoma de la posesión el disminuir aquello poseído al carácter de cosa y por eso uno siente el poder de tener derechos sobre aquello que posee?
¿Por ejemplo, el derecho de afectar directamente sobre el desarrollo de la identidad
del otro? ¿Logrará ser Romina sin su apellido? ¿Llegará aquella
condición con tan solo un nombre? ¿Cuál de todas las Rominas que ocupan este
universo será aquella que creo que poseo? ¿La poseo? Claro que no. “Tres hijos”.
¿Por qué no hijas? ¿Por qué solo pensar de manera binaria el género de aquellos
seres a los que le otorgue la vida, a los que recibo en este universo y en
estas circunstancias? ¿Por qué no pensar en ellos como bigenero, como transgenero
o tal vez como pangeneros? ¿Por qué nombrarlos con un género impuesto
como mi nombre que ya se que no es mío? ¿Por qué naturalizar ocho horas de un
trabajo que me aliena y no me realiza, y me quita en el obsceno nombre del
siempre injusto salario la parte más productiva de mi día, de mi vida? Un
trabajo que no elijo, que me reduce desdichadamente a la miserable calidad de animal
que trabaja y por ende no me desarrollará jamás, cualquiera sea la actividad,
cualquiera sea el salario, como ser humano. Sin desarrollo posible, todo lo que
hagamos entonces, carecerá de sentido. El poder más eficiente es aquel que no
se ve. Lucas Itze es el nombre que me dieron para que intentara ser en
esta batalla feroz que esconde el sentido común. El ser normal. La
naturalización del poder en el pensamiento hegemónico, la naturalización del
poder sobre la masa que no piensa, sino que es pensada, el cómplice y peligroso
vicio del conformista.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE EL CONFORMISTA
Desde chicos nos vemos adoctrinados por el valor de la palabra normal. ¿Quién dicta que es normal y que no? Lo que escapa entonces de esa normalidad, es llamado raro o antinatural. La familia, la iglesia, el Estado y la sociedad por si misma, son los encargados de regir los ámbitos de la normalidad. Todo basado en ciertas morales y valores tan fácilmente identificables como engañosos. El punto más álgido de la cuestión llegó durante la década del ´30, con el fascismo de Hitler y Mussolini, como principales estandartes, tomando el poder. No hace falta ahondar sobre lo que significaron para el universo esos crueles personajes. Pero sí sabemos que cierta parte de la sociedad, al no ser consideradas normales para sus ideales, debían ser eliminadas. El Conformista, de Bernardo Bertolucci, nos cuenta la historia de Marcello Clerici, alguien que en esa época, quiere ser normal. El film está basado en la novela titulada bajo el mismo nombre de Alberto Moravia y publicada en 1951. Estamos ante una obra maestra en cuanto a lo visual. Una de esas películas que tienen que verse en cualquier curso sobre cine que haya. La maestría del director italiano para construir cada plano, cada posicionamiento de cámara, cada travelling y cada espacio escénico es una obra de arte. Cuenta con la perfecta colaboración de Vittorio Storaro como director de fotografía. La diferencia entre las luces y sombras de Roma y los colores intensos de París, la combinación con las ropas de época y el vestuario elegido de la década del ´30, crean una atmósfera tan real como sombría.
Se servirá también de obras como La caverna de Platón y sobre todo, en La vocación de San Mateo, la famosa pintura de Caravaggio. Bertolucci elegirá ciertas metáforas visuales para retratar la época. Veremos al protagonista en diferentes espacios gubernamentales gigantes, donde en su pequeñez notamos el poder del Estado sobre los ciudadanos. Algo que también notamos en el manicomio donde está internado el padre del protagonista, a quien le escuchamos decir una frase que resume el sentir del director: “Si el Estado no toma como modelo la imagen del individuo, ¿cómo el individuo tomará alguna vez como modelo la imagen del Estado?”. Masacre y melancolía, la frase sub siguiente, es claramente lo que está viviendo tanto el país como su hijo. El film estará trabajado sobre un guión que contará con repetidos flashbacks donde iremos conociendo al protagonista. Abrirá en el presente, en París, en un hotel. El director nos irá entregando información de forma dosificada. Sabremos que Marcello es un profesor de filosofía que tiene contactos secretos con el poder italiano y le ordenan matar a su antiguo profesor, alguien a quien admiraba, que está exiliado en Francia. Retrocederemos hasta su adolescencia con un intento de abuso incluido hasta su matrimonio con Giulia. Antes de la boda deberá confesarse. El dialogo con el cura será de una calidad notable.
Marcello confesará sus pecados incluidos un crímen pero el cura solo se
interesará por su experiencia homosexual como lo más aberrante. Allí el
protagonista pronunciará la frase “yo quiero ser normal”. ¿Será tener mujer e
hijos para olvidar a ese adolescente confundido? El film no será una crítica
política sino un fiel reflejo de cómo se comporta cierta parte de la sociedad.
Estará la madre como la típica burguesa que sólo piensa en si misma, adicta a
la morfina, que prefiere que su esposo muera para no tener gasto en hospitales,
como un claro ejemplo del miedo a ese socialismo igualitario. Además
encontraremos en Ítalo, el amigo ciego de Marcello, la metáfora perfecta sobre
un país hundido pero que no lo quieren ver. El inicio de la curva dramática se
dará con el encuentro entre víctima y victimario. Y ahí serán las mujeres de
ambos quienes demostrarán que siempre es importante dejar la normalidad e ir
por todo. Serán ellas el centro de la fiesta sin importar el que dirán. Y será
él que no tenga las agallas y se quede sin palabras. Porque hay miles de
Marcello´s a nuestro alcance. Sonriéndoles a los jefes de turno, opinando lo
que dice la mayoría, refugiados en sus familias de telenovela, repitiendo
frases que escuchan en la televisión. Allí encuentran la forma de pasar
desapercibidos, empapados en la monótona normalidad. Carentes de expresividad e
indoloros ante cualquier tipo de empatía. Y sumamente cobardes para amar...
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO BERTOLUCCI
Bernardo
Bertolucci nació el 16 de marzo de 1941 en Parma, Italia. Su padre fue el
famoso poeta Attilio Bertolucci, por
lo que fue criado en un ambiente artístico. Attilio conoció a Pier Paolo Pasolini a quien le ayudó a
publicar su primera novela y luego Pasolini le agradeció contratando a su hijo
Bernardo como ayudante de cámara para el film Acattone en 1961. Con 15 años realiza dos documentales, hasta que
en
Tarda cuatro para filmar la larguísima
(mas de 5 horas) Novecento, un
recorrido político y social por
En 1990 filma Refugio para el amor, una adaptación de una novela de Paul Bowles, sobre una pareja que viaja a África en busca de nuevas experiencias. En 1993 dirige Pequeño Buda, sobre un niño que vive en Seattle hasta que un día llegan monjes budistas que dicen que el niño es la reencarnación de un lama. En 1996 llega Belleza robada, con una joven Liv Tyler que viaja a Toscana a la casa de unos excéntricos amigos. En 1998 vuelve a sus pagos para rodar Cautivos del amor, sobre una joven africana que está exiliada en Italia. Vuelve al Reino Unido para filmar en 2003 Soñadores, un viaje erótico entre dos hermanos que invitan a un joven americano que conocieron en un cine.
Su
último film llegó en 2012, bajo el nombre Yo
y vos, la historia de un joven que decide pasar sus días en el sótano de su
casa, mientras sus padres piensan que se va a esquiar. Siendo una película
menor, fue una gran despedida para el artista que falleció el 26 de noviembre
de
FICHA TÉCNICA
Título original: Il conformista
Año: 1970
Duración: 108 min.
País: Italia
Dirección: Bernardo Bertolucci
Guion: Bernardo Bertolucci. Novela: Alberto Moravia
Música: Georges Delerue
Fotografía: Vittorio Storaro
Reparto: Jean-Louis Trintignant, Stefania
Sandrelli, Dominique Sanda, Gastone Moschin, Enzo Tarascio, Fosco Giachetti,
José Quaglio, Pierre Clémenti, Yvonne Sanson, Orso Maria Guerrini, Giuseppe
Addobbati, Christian Aligny, Antonio Maestri, Milly, Luciano Rossi, Alessandro
Haber, Pierangelo Civera, Massimo Sarchielli, Umberto Silvestri, Carlo Gaddi,
Luigi Antonio Guerra, Furio Pellerani