lunes, 13 de enero de 2025

LA ALDEA - THE VILLAGE DE M. NIGHT SHYAMALAN

PROGRAMA 458 (27-12-2024)

 

SINOPSIS

 

Los vecinos de una pequeña población rural de Pennsylvania viven atemorizados por culpa de unos extraños seres que habitan en los bosques circundantes. Saben perfectamente que para salvarse deben cumplir escrupulosamente ciertas reglas: evitar que vean el color rojo porque los atrae, mantenerse alejados del bosque, donde esperan agazapados la llegada de alguien, y obedecer la campana de alerta, que indica que se acercan a la aldea. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

El viento silba densamente. Hay unas ramas que parecen invocar nuevos misterios. Los lobos aúllan porque la luna llena está radiante. Hay sombras que juegan sigilosamente. Se ven tan reales, pero pueden ser parte de nuestra propia imaginación. El silencio lo envuelve todo. Cada tanto algún ruido parece llegar de una carretera muy lejana. Demasiado lejana. Si pasara algo, jamás se enterarían, pienso. Hay que amigarse con el bosque, con sus ruidos, con sus silencios, con su noche. Solo esa luna llena y las miles de estrellas llevan algo de luz. Es otoño. Las hojas secas juegan en mi contra, porque cada destello de su rompimiento quiebra la curiosa armonía del lugar. Siento mi pecho contraído y los pensamientos se transforman en miles de historias que nos contaron de chicos. Será una pelea entre mitos y verdades. ¿De qué verdad hablamos cuando decimos la palabra verdad? ¿De las que nos contaban cuando éramos niños? ¿De las que nos intentan convencer los jefes de estado? ¿De las qué nos dictan las leyes que siempre favorecen a los mismos? ¿De las qué nos venden los mártires de las iglesias? Permítanme dudar. Acaso la misma sociedad creó sus propios mitos a imagen y semejanza. Con sus leyes, con sus actos, con sus festividades, con sus tradiciones. Olvidando esas verdades de las que tanto hablan. 



Perdón, me distraigo en esos pensamientos solo para que el tiempo pase. De pronto, una sombra me vuelve a ese oscuro mundo. Ruidos de ramas y pasos que se acercan con vehemencia. Siento como una respiración cada vez más cerca de mí. No veo nada… ¿acaso me estoy precipitando hacia la locura? Acelero mis pasos mientras pienso en la maldita linterna que se quedó sin pilas, ni al peor guionista de una película de terror se le hubiese ocurrido semejante cliché. Un susurro de pronto empieza a sonar más fuerte y empieza a envolver todo. No llego a escuchar claramente lo que dice. El cansancio hace que me apoye sobre un árbol añejo, de troncos enormes. “La verdad, la verdad, le tienen miedo a la verdad… ¿A qué verdad le hacen caso? ¿Qué verdad los mueve? Quizás sean solo mentiras… oigan las palabras del bosque, ese que nunca se equivoca, háganle caso a la naturaleza, en sus voces está la verdad que están esperando”. Las palabras las sentí como si me abrazaran y me las dijeran al oído. Y como todo ser humano, desoí la voz de la naturaleza y empecé a correr sin sentido. Tanto que de repente los primeros rayos del sol iluminaban todo. Sin querer, había encontrado el camino. Y sin pensar, elegí creer mi propia verdad, siendo uno más del rebaño, que camina derechito hacia esa aldea sin magias ni emociones.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA ALDEA

 


Definir la verdad es traicionarla. Ponerla en palabras, darle una forma, un contexto, sacarla del marco hipotético y enunciarla con pedantería en términos absolutos ya es intervenirla, ya es impregnarle toda la degradación humana. La propia filosofía trabaja arduamente en la búsqueda de aquella iluminación que supone el saber, pero no con el objetivo de encontrarlo finalmente. Allí se separa del sabio, o sea de aquel que sí carga con el peso insoportable de la sabiduría, ese sol que quemará nuestra vista para al fin darnos otra. La filosofía, por su lado, se entrega al amor de la búsqueda, ese es su único objetivo, el objetivo del enamorado, el darlo todo sin esperar nada a cambio, sin llegar a completar aquello que desea con tanto afán. No busca el cierre indagado, su conocimiento pleno, sino que aquello sobre lo que duda genere más y más preguntas. Buscar la verdad sin poder definirla en palabras, supone de por si un gran conflicto. Sostenerla sobre un grupo de hipótesis temblorosas, quizás sea algo imposible. En su Metafísica, Aristóteles dice respecto de lo verdadero lo siguiente: decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es, es verdadero. Su definición comienza con el acto mismo de enunciar. De esta forma, el filósofo saca a la verdad de las cosas para colocarla en el lenguaje, el cual pretende estar describiendo a las cosas tal como son. 



La palabra como función organizadora de la verdad, de lo que es, de lo real. Sosteniendo entonces la hipótesis de que el ser no tiene forma de acceso a lo real, a lo verdadero sino a través del lenguaje, interponiendo su complejo sistema de subjetividad, creado como una delicada obra de orfebrería afectada por la propia historia, cultura, por sus propias vivencias, podemos entonces introducir a la mentira. Si el lenguaje maneja una verdad, la debe oponer objetivamente a su opuesto, una mentira. Nietzsche dirá entonces que la verdad es la mentira más eficiente. Lo verdadero, lo real, lo absoluto, será una mentira que habrá logrado su objetivo. En este sentido, podemos pensar entonces que lo verdadero no depende de un hecho comprobatorio sino del convencimiento. Dirá más adelante Federico que no hay hechos, solo interpretaciones. Por otro lado, podemos pensar en los sofistas, aquellos usureros de la argumentación, aquellos tipos que cuando se democratizó la palabra escrita cobraban para enseñar a sostener retóricamente una idea. Protágoras, tal vez junto a Gorgias uno de los sofistas más renombrados, sostenía que el hombre es la medida de todas las cosas. Nuevamente la idea de que la verdad es una creación, una construcción colectiva. El film La Aldea, del director M. Night Shyamalan, se construirá sobre esta idea de verdad. Habrá un claro paralelismo con la mitología católica del paraíso que ayudará a construir la trama. Un grupo de ciudadanos hartos de padecer los horrores de la vida en sociedad deciden aislarse en un bosque donde buscarán vivir protegiendo la inocencia, desarrollando la empatía y el autoabastecimiento. 



Lucius, será una especie de Lucifer que buscará todo el tiempo desafiar el hermetismo del paraíso creado por los mayores y para cruzar las fronteras donde habitan las fieras, los monstruos, los gigantes. Tras un accidente surgirá la urgencia real de atravesar los límites del paraíso y la encargada será Ivy, aquella pelirroja ciega que nos hará pensar en esa Lilith, la primera mujer de Adán expulsada del paraíso, y obligada a habitar en la tierra de los gigantes. El film narrará la trama de forma lineal, quebrando la temporalidad solamente dos veces a través del uso del flashback. Desde el comienzo de la cinta, se trabajará la idea de muerte. Ya en los planos de apertura, Shyamalan optará por imprimir los títulos iniciales sobre ramas desnudas otoñales. Desde el comienzo, el director, nos estará indicando que allá afuera está lo que corrompe, lo que mata, allá, atravesando el bosque. La paleta de colores se mantendrá dentro de los marrones reforzando la idea otoñal. El relato usará como temática la verdad y la muerte. Hablará de la deconstrucción de la medida hecha por el hombre, del triste descubrimiento de la palabra en la construcción de la verdad y de los absolutos. Hablará de la muerte definitiva de una mentira eficiente.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO SHYAMALAN

 


Manoj Nelliyattu Shyamalan nació el 6 de agosto de 1970, en Mahe, Puducherry, India. Su padre es un neurólogo de origen malayo y su madre es una obstetra y ginecóloga de nacida en India. Cuando tenía seis semanas, su familia emigró a Estados Unidos y fue criado como hindú en Penn Valley, Pensilvania. A los ocho años le regalaron una cámara Super-8, y a partir de entonces surgió su pasión por hacer cine imitando a su héroe de aquel entonces, Steven Spielberg. A los 17 años, había realizado ya 45 películas caseras. Estudió en la Escuela Tisch de las Artes (TSOA) de la Universidad de Nueva York. Su primer largometraje llegó en 1992 cuando estrenó Praying with Anger, una autobiografía en donde vuelve a su país luego de graduarse y se siente un extranjero en su propio país. En 1998 dirigió Los primeros amigos, una película sobre un niño de diez años que busca a Dios luego de la muerte de su abuelo. La fama internacional llegaría al año siguiente, cuando filma la película más spoileada de la historia: Sexto sentido, donde Bruce Willis interpreta a un psicólogo que intenta ayudar a un niño de 8 años con sus visiones. 6 nominaciones al Oscar, incluyendo película, director, montaje, guión original lo lanzaron al estrellato. 



Vuelve a trabajar con Bruce Willis, esta vez junto a Samuel L. Jackson, para El protegido, una historia sobrenatural y con superhéroes diferentes, que daría comienzo a una trilogía que se completaría con Fragmentado y Glass, varios años después. En 2002 lanza Señales, con Mel Gibson, la historia de un pastor y unas señales extraterrestres que aparecen en su campo. En 2004 llega La Aldea, que es para muchos su última película interesante, sin contar las de las trilogías anteriormente mencionadas. En 2006 dirige La dama en el agua, donde Paul Giamatti es el encargado de un bloque de apartamentos, descubre una tarde a una ninfa (Bryce Dallas Howard) en la piscina de la urbanización. Acá las críticas empiezan a ser más fuertes. Mark Whalberg y Zooey Deschanel son los protagonistas de la pandémica El fin de los tiempos, dirigida en 2008. 



Dos años después llega El último maestro del aire, una fantasía épica que responde a Avatar y que fue un fracaso. En 2013 filma Después de la tierra, historia creada por Will Smith, quien protagoniza la cinta, un film de un futuro apocalíptico que fue liquidado por la prensa mundial. Vuelve a lo suyo en 2016 con Los huéspedes, un film de bajo presupuesto que lo devuelve a las buenas críticas. Luego de Fragmentado y Glass, en 2021 llega Viejos, una historia de anomalías temporales con Gael García Bernal. También sobre vacaciones, pero esta vez en una cabaña en lugar de una playa como la anterior, llega Llaman a la puerta, una película de suspense que tuvo buenas críticas. Su último film se acaba de estrenar este año, hablamos de La trampa, que vuelve a poner al director en el foco por las críticas negativas, tanto de la prensa como de los espectadores.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: The Village

Año: 2004

Duración: 108 min.

País: Estados Unidos

Dirección: M. Night Shyamalan

Guion: M. Night Shyamalan

Reparto: Joaquin Phoenix, Bryce Dallas Howard, William Hurt, Sigourney Weaver, Adrien Brody, Judy Greer, Michael Pitt, Brendan Gleeson, Cherry Jones, Jayne Atkinson, Celia Weston, Frank Collison.

Música: James Newton Howard

Fotografía: Roger Deakins

 

PELÍCULA COMPLETA

THE QUIET GIRL - AN CAILÍN CIÚIN DE COLM BAIRÉAD

PROGRAMA 456 (13-12-2024)

 

SINOPSIS

 

La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. Pero en esta casa donde reina el afecto y no parece haber secretos, ella descubre una dolorosa verdad. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Claro, el problema es lo que dicen las palabras. O sea, pará, te lo digo de otra forma… el problema es querer comunicar con lo que dicen las palabras. Las palabras en sí no tienen la culpa. Son fonemas perdidos en el espacio y el tiempo kantiano para no volvernos locos. Una progresión de aire sin ningún sentido que navega fingiendo un orden en su viaje hacia la nada. Muertas canciones, tristes melodías paridas no por su sonoridad, no por el placer mismo de la música, que lo haría más noble, menos hipócrita y que sería capaz de transportarte a otros lugares, de vibrar en tu cuerpo como la caricia del sol sobre un pétalo, que es paciente testigo de la húmeda muerte de la gota de rocío. La palabra… una continuidad, un acto de magia enfermizo y perverso. La palabra es el virus de los virus, y eso vos y yo lo sabemos. Lo hablamos entre copas y risas y llantos, que son las risas de las copas. Yo digo flor, digo belleza, digo delicadeza, pero ojo, pará, pará, también digo inteligencia, sabiduría y capacidad… (que palabra capacidad, eh) y después puedo decir impulso, distancia, agresividad, sangre, sexo, pensamiento, desafío, ¿me seguís? también puedo decir niñez, pasado, pasado terriblemente pasado, dolor, ultrajo, soledad, pesimismo, bestias, espantosas bestias puedo decir,  con un puño en alto bien cerrado contra esos animales que hoy cobardemente son sombra escondidas por la bravura de mi furia. Y te sigo mirando a los ojos, todavía con algo de enojo, y puedo seguir diciendo debate, reconstrucción, odio y amor. Palabras muy diversas, muy distintas, enfermas de historias cada una de ellas, palabras que se pegan a una imagen sin ningún sentido. Palabras que generan asociaciones propias. Una lengua entera que me aleja de lo que realmente quiero decirte. Digo todas esas palabras y hablo de ella. Digo dolor y hablo de ella, digo pasión y también la nombro, aunque ni ella lo sepa. El problema no son las palabras ni lo que ellas dicen. El problema es lo que las palabras callan



En la oscuridad del bosque hay un claro. La humedad se siente en todo el cuerpo, pega la ropa a la piel, cada pisada descubre un aroma nuevo con el crujir de las hojas muertas. Arboles altos, frondosos, añejos. Árboles anchos, más anchos que el largo de mis brazos que buscan abrazarlos y no alcanzan. Árboles de ramas dispersas y piel arrugada. Descubro un secreto. Descubro en cada arruga lo no dicho, la pureza misma de la vida, la vida, dentro de la vida. La apasionada historia de la quietud, el ritmo de todos los vientos, la cantidad de cantos escuchados, descubro una noche jamás vista, con estrellas interminables, proyectando las sombras de lo oscuro. Descubro casi sin quererlo, algo con agarrarse a la tierra que se diferencia por completo al estar parado. Veo el silencio. Sí, lo veo, no lo escucho. La misma muerte enamorándose de la vida sin decirse nada, haciendo el amor en una estabilidad armónica cercana al nirvana. Fluyendo en aire, conectándolo todo. Allá, a unos pasos, está él. Siendo uno con el mundo, siendo parte de todo lo que lo rodea. Esta sentado a orillas del rio que canta su camino. Él conoce la canción porque también es esa canción. Es la roca contra la que choca el agua, es el secreto que guarda esa piedra milenaria. Es el saludo de la corriente que trae el recuerdo de otros tiempos. Me acerco despacio. Me acerco a mí mismo en armonía. Me siento a mi lado regalándome el silencio que es lo mejor de todas las historias. Me quito mi sombrero roído, que retiene al mundo en mi cabeza, que contiene sus tristezas, todos sus ruidos ya conocidos. Sabe de la muerte del bosque, sabe que algo se ha roto, irreparable, allá a la distancia, sabe de la chica callada, que ya lo dijo todo.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE THE QUIET GIRL

 


Arranco estas líneas preguntando y también tratando de hacer memoria… ¿Qué gestos recordas casi sin pensar? ¿Cuántas miradas quedaron petrificadas en momentos que las palabras no hacían falta? Seguramente aparecerá un beso de buenas noches, una palmada en la espalda o un abrazo interminable. Cuánta importancia en algo tan simple como es un abrazo, a veces ni siquiera con palabras de por medio. Una vez al enorme Negro Fontanarrosa le preguntaron "¿Qué deseas para tu hijo?". Y él respondió: "Deseo que los amigos se pongan felices cuando lo vean venir". Más allá de que esa frase corresponde quizás más al terreno de la amistad, el amor es una suma de todas estas cuestiones. El amor es instransferible. El amor es la entrega completa. El amor es un abrazo, un gesto, una sonrisa o una palmada en la espalda. El amor hacia los padres, los hijos, una pareja, los amigos, un perro, un gato. Diferentes tipos de amor. Si no hay amor que no haya nada entonces dijo, valga la redundancia, otro amigo de esta casa alguna vez. Y si no hay amor, entonces… ¿Cómo se sigue? ¿Dónde colocamos entonces a los que carecen de amor? Ojo, no estamos hablando de maldad propiamente dicha. Porque quizás hasta en el peor de los monstruos podemos encontrar su amor. Quizás en otra época la falta de amor era un símbolo de valentía. 



El hombre no lloraba, el hombre no tenía la capacidad de dar un abrazo cálido. Era cosas de mujeres se juzgaba. ¿Y en qué momento podían expresar sus sentimientos? ¿Sólo en la pasión salvaje de las sábanas podía funcionar? Y ahí la importancia del amor, el amor te rompe, el amor te quiebra, el amor te cambia. Vamos amigos, el amor sana. Hasta las vidas más miserables o las tragedias más inauditas han sanado con amor. No hablamos de olvido, sino de volver a empezar. De creer que no todo está perdido. Del silencio que lo envuelve todo, hasta que las lágrimas broten por una emoción contenida. Todo este monólogo quizás sirve para retratar la historia que nos cuenta Colm Bairéad en su film The Quiet Girl (La niña callada en algunos lugares). La película está ambientada en una Irlanda rural de los años ´80. Cait, de nueve años, viven con sus padres y sus numerosos hermanos en una humilde casa y tiene dificultades para adaptarse al colegio. Cuando la madre vuelve a quedar embarazada, deciden enviarla al cuidado de una prima lejana de su madre hasta que tenga familia. Con un guion lineal (y algunos flashbacks intercalados), el director nos introduce poco a poco en la vida de esta familia y en particular, de esta pequeña niña. Basada en un relato corto titulado Tres luces de la escritora irlandesa Claire Keegan y rodada con una hermosa fotografía naturalista, la paleta de colores será clave, ya que mostrará las diferencias entre ambas casas. 



En la primera será todo más lúgubre, con los grises y marrones como protagonistas. Mientras que en su segundo hogar será más bien de una tonalidad ocre y pastel, donde la pareja vista más bien colores fríos, donde el azul y los verdes se entremezclarán con el amarillo del vestido de Cait, que será lo que sobresalga entre esa paleta de colores. Que esté rodada en gaélico y no en inglés, le agrega más veracidad a lo que nos está contando. La profundidad de campo será algo habitual en el metraje donde se le dará importancia a lo que se quiere mostrar, para poder sentir o experimentar esas nuevas sensaciones de descubrimiento, y quizás ahí radica el formato en el que está rodada la película (4:3), ese rectángulo mágico que cobra vida. La música, con ese sonido de cuerdas irlandesas, le dará ese tono de emoción y tristeza que la historia genera. Las actuaciones estarán a la altura, pero será la joven Catherine Clich quien se lleve todas las miradas, siendo el film contado desde su punto de vista, sutilmente minimalista. Encontraremos unos primeros planos y planos medios con unos encuadres muy detallados y unos planos generales en el exterior para mostrar la inmensidad del campo ante la pequeñez de la protagonista. Bairéad jugará también con los espejos de agua y por momentos situará la cámara detrás de puertas o ventanas como siendo un testigo de esa familia. 



Pero, sin dudas, una de las mayores marcas serán esos planos detalle, en ciertas escenas, que sobre el final volverán a recobrar fuerza para darle un sentido más amplio a la historia. Sus nuevos cuidadores Eibhlín y Sean, serán todo lo contrario a sus padres. De estar en un lugar donde es invisible pasará a otro completamente diferente. En esa casa habrá silencios y por momentos parecerán reacios e infelices, pero habrá calidez en los gestos y en las miradas que nos mostrarán lo contrario. Allí, entre el verde de los árboles, el sol brillará por primera vez y los reflejos le alegrarán la vista y mostrará al mundo por fin su sonrisa. Allí encontrará su otro yo y comprenderá que la vida puede ser diferente, que ese cuento de hadas puede ser posible. Y también allí, habrá una historia que sólo ellos sabrán. Cait, al igual que nosotros, se enterará a través de la clásica vecina chusma de todos los pueblos. No importa de dónde seamos, la historia se repite como un mantra. La gente es metida por naturaleza, la infelicidad de ver a los otros felices los condena. Pero aquí, cuando la verdad es revelada, sale afuera el dolor y eso que estaba sepultado empieza a sanar. Es entonces cuando esas miradas perdidas pueden a volver a brillar en algo parecido a la felicidad. Aparecerán quizás esas sonrisas un tanto olvidadas y los gestos serán más elocuentes. En esa carrera Cait recordará todo ese pasado reciente y nos pondrá a pruebas a nosotros como espectadores. Y también nos servirá para confirmar que un simple abrazo, puede hacernos descubrir el tesoro de los inocentes.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO BAIRÉAD

 


Nacido en Dublín, Irlanda en 1981, empezó a filmar sus primeros cortometrajes en el año 2003. Luego de varios cortos y algunos documentales, llegó su ópera prima con la que sorprendió a propios y extraños, hablamos de The Quiet Girl en el año 2022, basada en una novela de Claire Keegan y con la que obtuvo una nominación al Oscar como mejor película en lengua extranjera.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: An Cailín Ciúin

Año: 2022

Duración: 95 min.

País: Irlanda

Dirección: Colm Bairéad

Guion: Colm Bairéad. Historia: Claire Keegan

Reparto: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh, Carolyn Bracken.

Música: Stephen Rennicks

Fotografía: Kate McCullough

 

PELÍCULA COMPLETA

miércoles, 8 de enero de 2025

LA SUSTANCIA - THE SUBSTANCE DE CORALIE FARGEAT

PROGRAMA 454 (29-11-2024)

 

SINOPSIS

 

'Tú, pero mejor en todos los sentidos'. Esa es la promesa, un producto revolucionario basado en la división celular, que crea un alter ego más joven, más bello, más perfecto. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Desde siempre, hemos crecido con estereotipos no sólo de belleza sino de diferentes doctrinas. Por sexo, raza o religión nos han querido adoctrinar hasta el hartazgo. La década del ´90 y la globalización contribuyeron a generar esa falsa idea de felicidad. Las supermodelos aparecían entonces como los ejemplos a seguir. Las publicidades sobre la pérdida de peso a base de pastillas de dudoso procedimiento, aumentaban cada día más. Situación que llevó a la aparición con más frecuencia de enfermedades como bulimia o anorexia. La televisión mostraba cuerpos esbeltos, llenos de pómulos inflados y máscaras en rostros de lo que alguna vez fueron. Las operaciones empezaron a sucederse y los cirujanos se llenaron de plata. El snobismo se transformaba en algo turbio pero duradero. Había que pertenecer al mundo del boliche del momento y el champagne rodeado de las noches más excéntricas. La vejez empezaba a ser un crimen. A ciertas edades ya tenían la etiqueta de descartable. El nuevo siglo trajo ciertos cambios y también nuevos estándares de belleza. Por fin todo empezó a cuestionarse. Pero duró un suspiro. Llegaron las redes sociales y todo lo que estaba oculto bajo la alfombra, salió a la luz. La basura se diseminó por todos lados. La exposición se transformó en algo constante y los filtros empezaban a ocultar las verdaderas caras. Y eso contribuyó también a los discursos de odio. Cualquier persona puede opinar de cualquier tema desde el más absoluto anonimato. Una cacería de brujas virtual que empezó a modificar las realidades de los seres humanos. 



La búsqueda de likes se transformó en un objetivo inmediato. Y la rapidez del consumo, donde veo todo, pero nada al mismo tiempo. Videos de cinco minutos pasaron a ser eternos, mientras la lectura comprensiva empezó a brillar por su ausencia. Copiar y pegar sin buscar un mínimo argumento. Entonces… ¿Qué aprendimos de los errores del pasado? Absolutamente nada. Los viejos siguen siendo descartables, los que tienen plata volverán a intentar rejuvenecerse de alguna manera y los que quedan entraran en un limbo hasta que hayan cumplido su función en este mundo. Mientras tanto, los jóvenes bregarán por lo individual por sobre lo colectivo y el grito de “sálvese quien pueda” empezará a ser moneda corriente. El cuerpo seguirá siendo objeto de consumo, de burla y de análisis misóginos, por partes de cualquier sexo, porque la crítica está a la orden del día. ¿Seremos capaces algún día de mirar con los mismos ojos a todo el mundo? ¿Llegará el día que la tecnología sirva para que el planeta no se vuelva tan individualista? ¿Podrán los seres especiales, esos que más sufren esa falta de empatía, ser felices en esta condenada sociedad? Seguimos teniendo la esperanza de que todo mejore, aunque desde los más altos cargos gubernamentales estén empeñados en demostrar lo contrario. Quizás sea hora de probar una nueva sustancia que nos libere de esta hipocresía maldita…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES PARA LA SUSTANCIA

 


Hemos aprendido, no sin algo de dolor, que el tiempo es el peor enemigo del deseo. Lo hemos aprendido porque el tiempo ha pasado para nosotros también. Aquel tipo que el lunes por la mañana se miraba al espejo desafiante, mientras engominaba su pelo, que perfumaba sus ambiciones con pequeñas gotitas de algún perfume francés, que vestía su traje con una actitud positiva, con determinación y entusiasmo, que acomodaba su corbata con una confianza imbatible y se miraba al espeje orgulloso por su capacidad de adaptación y su certero liderazgo frente a cualquier grupo; el miércoles es el mismo que desayuna un antiácido, se mira al espejo con cierta culpa, con algún dejo de vergüenza, tal vez con algo de asco y empujado por un fuerte conformismo, intenta alisar la camisa con la palma de su mano y desplazar su triste humanidad hasta el transporte público. El tiempo trabaja sobre el deseo adormeciéndolo, acostumbrándolo, domesticándolo. Pasan los años y nuestros deseos se acomodan traicioneramente a nuestras falencias. Está claro que el deseo no se cumple, no es su objetivo. No es una necesidad que haya que satisfacer por cuestiones biológicas. En el siglo XVII Spinoza escribió que el deseo es la esencia del hombre. Por su naturaleza infinita, es quizás lo que mejor nos caracteriza, pero sobre todo, es lo que mueve nuestras vidas. 



Podríamos hablar entonces de una realización semántica del deseo, de una realización de sentido. Podemos pensar en el sueño como una consumación del deseo pero de manera inconsciente. Prefiero quedarme con la idea de sentido que quizás se aproxima más al mundo vivido, al consciente, al universo de palabras que nos rodea. Ese deseo, que se fue construyendo como huella mnémica durante nuestra vida, que fue moldeado por nuestros traumas, por distintas situaciones que atravesamos, envejece de la manera más traidora. Sigue cumpliendo con su deber utópico de ayudarnos a seguir caminando, a seguir intentando alcanzar aquel horizonte imposible, pero, entendiendo cruelmente las falencias de nuestros cuerpos, nos lleva a ir a menos, a conformarnos con menos, a naturalizar ese menos para que el desencuentro con lo real, con lo bello, ya no sea tan fatal. Un amigo de esta casa escribió alguna vez: mi mentira de amor vale más, que el horror que usted llama verdad. Uno llega a cierta edad en donde reconoce con alguna amargura que aquella mujer que siempre le había parecido deseable hoy ya no lo es. Automáticamente cae sobre nosotros, y ya con amargura plena, la insoportable idea de que uno mismo ya no es tan deseable como solía serlo. Y es allí cuando la traición, el engaño, cuando la trampa se hace carne. Es exactamente allí cuando el deseo deja de apuntar a aquello que nos resulta más bello para conformarse con lo que hay, con aquello que solamente ha notado nuestra existencia, o simplemente ha sido amable con nosotros. Sepan ustedes, aquellos y aquellas que están del otro lado, que quienes hacemos este programa cultivamos todos los días la convicción de seguir fracasando con aquello que nos resulta más bello antes que anotarnos un poroto miserable con lo que tengamos a mano



Creo que allí se diferencian los caminos. Creo que según como uno resuelva aquel dilema la vida tomará un sentido u otro. El film La Sustancia de la directora Coralie Fargeat trabajará este tema de manera cruda y salvaje. Hay veces que uno debe dejar la sutilidad de lado y enfrentar ciertas verdades (de haberlas) con la ferocidad y claridad que el concepto a debatir requiere. La Sustancia requiere de aquel salvajismo del que la directora se sirve para narrar una historia. Hablará durante algo más de dos horas, sobre un tema ya tratado varias veces en el cine pero siempre de manera poética (o tal vez desde un punto de vista teórico) pero jamás reflejando la crudeza sobre el cuerpo de quien lo padece. El film tratará varios temas relacionados con el cuerpo femenino, el paso del tiempo, el concepto de belleza y su relación con la continuidad laboral. Todo sucederá en Hollywood, la gran picadora de carne de artistas, el gran sueño para el trabajador audiovisual, pero también su gran pesadilla. La cinta hará excelentes referencias a otros films, ya sea desde la similitud de planos, la temática o directamente, la repetición de escenarios y arte. Estaremos frente a una película profundamente Lyncheana. Se respirará su atmosfera, habrá personajes secundarios que hasta podríamos ubicarlos en la cafetería de Mulholland Drive o tal vez de Twin Peaks. De hecho todo el film será un extraño homenaje a El crepúsculo de los dioses del director Billy Wilder, película que retomará David Lynch para realizar la ya mencionada Mulholland Drive. Por supuesto estarán las referencias a nuestro querido Stanley Kubrick, desde los escenarios, desde la presencia de ciertos personajes, habrá también menciones claras a El Resplandor y 2001 odisea del espacio



En este punto la directora disentirá con la síntesis alcanzada a través de la tesis planteada por el director la cual refiere directamente al Zaratustra Nietzscheano, según la cual refiere que el hombre es un puente hacia el superhombre hacia el salvajismo, hacia el niño. Todos recordaremos el final de 2001 odisea del espacio graficando en imágenes esta idea. La directora Fargeat llegará a una síntesis similar, pero la superación de lo humano la ubicará también en la vuelta al salvajismo pero no de la mano del niño sino de la bestia. Allí estará su conclusión. Su tesis bien podría ser Hollywood, o tal vez el mundo, tolera a la mujer hasta cierta edad, o también, la belleza es lo que te da felicidad; la antítesis podría enunciar que la ciencia puede devolvernos aquella juventud perdida, y claro, la síntesis podría ser que buscando la juventud, la belleza eterna, el ser tiende a la bestia. El relato en cierto momento virará al género Gore y allí comenzará la preponderancia de primerísimos primeros planos y planos detalles. Aparecerán también los homenajes a David Cronenberg y a nuestro queridísimo Tarantino, rememorando aquella escena inolvidable de la jeringa de adrenalina clavándose en el pecho de Uma Thurman. Es interesante recordar, para transitar la curva dramática propuesta por el film, la idea que maneja la filosofía del termino sustancia, según la cual esta es la parte más esencial de una entidad, aquello que existe por sí mismo y que soporta accidentes y atributos. Algo de esto deberemos tener presente durante el relato. Podemos preguntarnos también lo siguiente: si nuestro aparato psíquico tiende al placer, ¿por qué se da entonces la repetición de lo penoso, de aquello que nos causa dolor? Una posible respuesta tal vez sea que en aquella pena hay también una ganancia de placer pero de otra índole. Recordemos aquí la idea del masoquismo o la famosa alegoría del amo y el esclavo de Hegel, ambas trabajadas hace algunos programas atrás. En el dolor, entonces, también habrá goce, también existirá placer. Quizás el gran dilema moral que plantea el film será el siguiente: ¿Cuánto dolor estamos dispuestos a soportar para satisfacer nuestro deseo?

Lucas Itze.-   

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO FARGEAT

 


Nació el 24 de noviembre de 1976 en París, Francia.  Estudió en el Instituto de Estudios Políticos de París y después estudió en La Fémis, una escuela de cine en París. Mientras estaba allí, fue seleccionada para participar en Atelier Scénario, un taller de escritura de guiones de un año. Mientras asistía a La Fémis, Fargeat y su grupo de amigos directores crearon un colectivo llamado La Squadra, donde todos intentaron crear y editar sus largometrajes juntos, enfrentando dificultades similares ya que cada uno quería crear películas de horror. Su primer cortometraje fue El telegrama del año 2003. En 2014 estrenó otro corto llamado Reality + y tres años después salió a la luz su primer largometraje: Revenge, un film gore sobre una venganza tras un abuso sexual. En2024 estrena La sustancia, siendo uno de los films más polémicos y vistos del año.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: The Substance

Año: 2024

Duración: 140 min.

País: Reino Unido

Dirección: Coralie Fargeat

Guion: Coralie Fargeat

Reparto: Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Gire Abrams, Tom Morton.

Música: Raffertie

Fotografía: Benjamin Kracun

 

PELÍCULA COMPLETA