SINOPSIS
“
EDITORIAL
Habían pasado pocos días desde que le había escuchado decir a Enrique aquello de que El orden es el intento del tiempo por matar la eternidad. El viejo siempre me impresionaba con su retórica, aquel modo extravagante de hablar y de argumentar, esa gesticulación siempre exagerada, casi actoral, aquella boca desdentada y letal. La charla se había escapado sin darnos cuenta por la ventana del bar y el viejo la remató desde su silla con aquella frase. Luego de un breve silencio a dos voces, pague las copas, nos abrazábamos fríamente, y me fui. Creo que esa fue la última vez que lo vi en persona. Unas semanas más tarde me enteraría de su muerte por una nota perdida entre las últimas hojas de un diario local. Se referían a él como el artista del underground y no como el poeta que realmente era, quiero decir, que había sido. Despedían al conflictivo, al amigo de los rockeros, al drogadicto, al periodista que terminó sus días viviendo en las calles en una completa y angustiosa soledad. No hubo ni una línea dedicada al novelista, al escritor, al pensador. La nota era más un comentario breve urgido en la ansiedad de pasar pronto a la rispidez de otros temas más importantes que la merecida despedida a un prolífero colega. En aquel punto final no solo moría la nota, sino que también el viejo. Lo cierto es que una fría noche de otoño, yo caminaba por Defensa hacia el parque Lezama disfrutando del calor de la brasa de mi último cigarrillo cuando el recuerdo del viejo volvió a mi memoria en aquella frase sentenciosa sobre el tiempo. Siempre el orden de las cosas me resultó absurdo, incomprensible.
Siempre en
nombre de la lógica acepté el aburrido devenir mecánico de las circunstancias.
La vida está repleta de cosas lógicas y es por eso que la gente se ríe tan
poco, se sorprende tan poco. Uno sale a la calle y ahí encuentra lo esperable,
lo consensuado, lo convenido, lo
acordado. Uno camina por Defensa en el sentido del tránsito y llega al
parque Lezama hasta que se convenga nuevamente el sentido contrario de la calle
o el molesto traslado del citado parque a otro sitio tal vez más adecuado o de
mayor alcurnia. Siempre supe que la vida que importa, no la que pasa
inevitablemente, sino aquella que genera anécdotas, se encontraba ahí, en
aquellos sabrosos descuidos de los procuradores del orden, la breve y
esporádica ruptura del devenir cotidiano y lógico. En aquella brevedad, tal
como decía el viejo, éramos eternos. Me animé a pensar, mientras daba la última
pitada y arrojaba la colilla de mi último cigarrillo, que en aquel recuerdo,
efímero descuido del olvido, lo hacía a Enrique eterno. Tal vez pensando en el
viejo, con fuerza, concentrado de verdad, podría vencer la inabarcable distancia
que generaba su muerte. Me reí y mi carcajada retumbo entre las paredes de la
desolada calle. El viejo me hubiera cagado a pedos y me hubiera dicho enojado
tal vez que él prefería la eternidad de bulto, esa eternidad de carne y hueso y
no la boludez supina del recuerdo, halago bastardo y masturbatorio de quien lo
evoca. Seguí caminando mientras mi risa se apagaba despacio y llegue entonces a
la plaza Martín Fierro. La calle que había tomado, no era Defensa.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE EL SUR
Desmitificar al héroe es quizás el principio del fin. Cuando ese ser todopoderoso deja de serlo, automáticamente la vida traspasa su frontera. Es la muerte de la infancia y el nacimiento de la adultez. Cuando como Alicia caemos en la madriguera, el juego cambiará, y empezarán las preguntas. El recuerdo del ayer será esa puerta de entrada al pasado. Allí encontraremos esos momentos perfectos, donde el tiempo era sólo una aguja corriendo. Y serán esas imágenes del pasado, las que volverán deformadas. Allí entonces nos daremos cuenta de que no todo es como parecía. Entonces caminaremos esas veredas buscando respuestas en las baldosas flojas. Examinaremos en algún baúl guardado, esa luz resplandeciente que espantaba tinieblas. Dejaremos la persiana abierta para que la oscuridad desaparezca como cuando éramos chicos. Para que esas voces vuelvan con la frescura de la niñez. Despertarse de ese sueño y pensar que todo es como antes. Y que el héroe haga su último truco de magia. Y si lo descubrimos, se acabó todo. Será Víctor Erice, con su film El Sur, quien nos vaya mostrando esos cambios desde la perspectiva de Estrella, su protagonista. Ya desde el inicio hay que estar atentos. A medida que pasan los créditos, la pantalla estará en negro mientras de fondo hay un incesante sonido a lluvia y viento y si uno afina el oído, hasta se puede oír un tic tac sonando sin parar. De repente notamos que ese fondo oscuro no es más que una habitación en la que empieza a entrar la claridad del amanecer. Silbidos y un perro ladrando serán parte de ese trabajo minucioso de sonido.
Como un labor de orfebrería, Erice
nos empezará a mostrar esa habitación desde un plano fijo, casi como si fuera
en tiempo real. Mientras escuchamos voces que vienen de otras partes de la
casa, Estrella, una adolescente, se despertará y notará que su padre dejó bajo
la almohada un péndulo. Ella entenderá todo rápidamente. Y será su voz en off
la que iniciará luego el relato en forma de racconto. Desde ese otoño de 1957
nos iremos para atrás en el tiempo. La historia transcurre en el norte de
España, en una casona alejada de la ciudad llamada
En cuanto a lo musical, se servirá de alguna canción en particular
(en dos momentos claves del film) y algunas composiciones de Enrique Granados.
Los planos serán en su mayoría fijos, con planos generales para el exterior,
ciertos planos detalle para remarcar algunos objetos y encuadres frontales bien
armados. No abusará de los movimientos de cámara, serán pocos y en los momentos
justos, como el travelling utilizado en el Gran Hotel. La historia será narrada
desde la visión de Estrella. Verá a su padre como un héroe. Nosotros notaremos
en Agustín a un taciturno y solitario hombre, que quizás su mayor luz sea
justamente su hija. Ella no sabrá nada de su pasado, ni de ese exilio que
parece ser un tema tabú, lo que genera esa sensación de soledad y ruptura en la
familia. Esa frontera que es el camino que lleva del pueblo a la ciudad, es la
metáfora que une los dos puntos: El Sur y su pasado, y el Norte y su presente.
La comunión de Estrella será el punto de partida para la curva dramática del
film. Más adelante ella descubrirá un secreto de su padre y entonces será
cuando el héroe dejará de serlo. Una elipsis a través de esa llamada “frontera”
nos unirá otra vez con 1957. La relación estará en crisis. Como la que sufrió
el director luego de ver cercenada su película a la mitad. El productor Elías Querejeta decidió cortar la
filmación a la mitad del guión. El cierre abierto del film nos dejó, a pesar de
la excelencia del relato, con varias preguntas por responder y unos cuantos
cabos sin atar. ¿Que sería de la vida de Estrella en su viaje al Sur, habrá
sido como ella lo imaginaba? ¿Qué pasado oculto tenía Agustín allí? Las
acciones y decisiones de los protagonistas quedaron en la nebulosa por culpa de
alguien que no entendió el cuento. Y aunque, parafraseando a Solari, el cielo
de los nabos es cada vez más ancho, siempre buscaremos al Erice que nos haga
descubrir una nueva Estrella de la constelación...
Marcelo De
Nicola.-
UNIVERSO
ERICE
Nacido en Vizcaya en 1940, empezó estudiando
Ciencias Políticas para luego ir dedicándose poco a poco al cine, cuando
ingresó en
Su primera vez detrás de las cámaras para un
largometraje fue con el film Los
desafíos del año 1969, junto a los directores Claudio Guerín y José Luis Egea, donde cada uno cuenta una historia
y todas terminan con un tema en común: la violencia.
En 1973 filma El
espíritu de la colmena, ambientada en
Después de dedicarse a filmar publicidades y
programas para la tv española, llega en 1983 El Sur, sobre una familia donde la hija, desde su infancia,
sospecha que su padre tiene un pasado oculto. Nominada a
Luego intentó adaptar dos relatos de Borges, entre
ellos, La muerte y la brújula, que finalmente adaptó Carlos Saura. Vuelve a
dirigir publicidades y especiales para televisión, e inclusive dirige el
doblaje del film El último emperador.
Luego de filmar El sol del membrillo, filma un par de cortos y films con distintos
directores.
Su primer corto fue Alumbramiento en 2002, fue incluido en el film Ten Minutes Older: The Trumpet, junto a directores de la talla de Wim Wenders, Werner Herzog, Aki Kaurismaki,
Spike Lee y Jim Jarmusch. Los films hablan del tiempo como entidad
metafísica.
En 2005 filma Arroyo
de la luz, un corto estilo documental, donde el director les proyecta a un
grupo de alumnos el film ¿Dónde está la casa de mi amigo? De Abbas Kiarostami y les hace plantear el
dilema moral que trabaja la película.
Un año después sale Sea Mail, que muestra al director leyendo un fragmento de Robayyat
y en ese momento se le ocurre escribir una carta.
En 2006 dirige
En 2012 participa en el homenaje a las víctimas del
terremoto de Japón titulado
También en ese año se une a los directores Pedro Costa, Manoel de Oliveira y Aki
Kaurismaki para el film Centro
Histórico, donde cada uno ofrece una mirada a la ciudad de Guimaraes, con
cuatro historias que pasan en esa ciudad portuguesa. Luego hace el documental titulado Víctor Erice: Abbas Kiarostami. Correspondencias. Participa en 2018
en la película documental Wiara del
director polaco Michał Biegański,
donde se reúnen entrevistas a varios realizadores, incluyendo también a Abel Ferrara, Pedro Costa, Carlos Reygadas,
Apichatpong Weerasethakul y Tsai Ming-Liang. La película trata de la visión
de estos autores sobre la trascendencia, el misticismo, la espiritualidad y la
vida después de la muerte. En 2018 filma el corto Plegaria y su último trabajo
después de tres años de tanteo del proyecto, Erice rueda en Navarra, Piedra y
cielo, una videoinstalación producida por el museo de Bellas Artes de Bilbao en
torno a la obra escultórica de Jorge de Oteiza y el arquitecto Luis Vallet de
Montano en memoria del músico Aita Donostia ubicado en la cima del monte Agiña
(Lesaka).
La obra consta de dos partes, tituladas 'Espacio
Día' y 'Espacio Noche', de once y seis minutos de duración respectivamente. Las
imágenes se acompañan de un tema musical de Aita Donostia, Andante doloroso,
interpretada por el pianista Josu Okiñena, así como de dos fragmentos de la
poesía de Oteiza. Pocos films, pero a pesar de eso, uno de los directores más
importantes del cine español.
FICHA
TÉCNICA
Título original: El Sur
Año: 1983
Duración: 93 min.
País: España
Dirección: Víctor Erice
Guion: Víctor Erice. Historia: Adelaida García
Morales
Música: Varios, Enrique Granados
Fotografía: José Luis Alcaine
Reparto: Omero Antonutti, Sonsoles Aranguren, Icíar
Bollaín, Lola Cardona, Rafaela Aparicio, Germaine Montero, Aurore Clément,
María Caro, Francisco Merino, José Vivó