EDITORIAL
Varias
veces, desde este mismo espacio, hemos denunciado a la planificación como la
autora material del crimen de la existencia. Poner algún empeño en doblegar
ciertas voluntades, en esquivar con fingida astucia el caos del universo es
ciertamente absurdo y no mucho menos nefasto. Por allí andan esas personas que
al saludarnos ya eligieron nombres para nuestros hijos y peinaron nuestras aun
inexistentes canas. Pobre del caminante que los cruce, y también, por qué no,
pobre de ellos mismos. El amor de estos seres esta celosamente destinado a
aquel relato que ellos mismos diseñaron, a la perversa ejecución de sus planes
y jamás a las personas. Los veremos con tristeza intentando la ambiciosa
empresa de perpetuar el hoy, este instante que ya es olvido, en el anárquico
porvenir, en aquel lugar en el que solo cabe la esperanza. Para ellos, la
sorpresa será la condena. Ahora bien, si el fuego quema, no nos olvidemos nunca
que el frio también. Añorar al que fuimos no es más que negar el que somos.
Aquella nostalgia, ocultara nuestra visión bajo la espesa oscuridad de nuestra
propia sombra, acribillando de esa manera también al abismo de toda existencia,
negando naturalmente a la sorpresa que de aparecer, lejos de conmocionar al que
somos, morirá en la búsqueda desesperada de su correlato y posterior
comparación en blanco y negro de nuestro pasado.
Homero Manzi escribe en la
última estrofa de su poema Jardín Zoológico lo siguiente: Si yo tuviera treinta
condiscípulos y una maestra y un chocolatín, iría de nuevo al jardín. Entonces,
el purrete que llevo en mi hombría, mataría a aquel hombre que hubo en mi
niñez. Desde este espacio, mis queridos amigos, a pesar de conocer el perverso
plan de los brujos de robar tiempo a la eternidad, decidimos humildemente,
poner nuestra mirada en el hoy, llevar aquel fulgor existencial a nuestro lado,
siempre. Transitar nuestro ahora con la única intención quizás de mejorar,
aunque sea un poco, al tipo cuyo rostro el espejo nos devolvió por la mañana.
Para ello buscaremos adquirir alguna destreza, leeremos algún libro, perderemos
la razón en la desesperada búsqueda de algún acorde o agotaremos todas las
palabras en el adusto intento de escribir aunque sea una línea de un poema. Esa
es por lo menos la única manera que conocemos, de eludir aunque sea por un
instante al tiempo, que no es otra cosa que eludir a la muerte.
Lucas
Itze.-
Canción
elegida para la editorial
Otro temazo para seguir bien arriba
IMPRESIONES SOBRE 7 CAJAS
Desde
que tengo uso de razón, la importancia de las modas es una parte fundamental,
lamentablemente, de una sociedad. Recuerdo mis viejas épocas, allá por los ´90,
en donde el boom de las zapatillas había desbancado a cualquier otra prenda. En
los barrios más humildes, esos chicos que pateaban pelotas hechas con bollos de
papel, soñaban con tener esas zapatillas que veían en los comerciales. La
sociedad de consumo, era la principal proveedora de esos sueños a veces
inalcanzables. Ese sistema perverso, se empeñaba en demostrarte que si no
tenías tal o cual calzado, no estabas dentro de esa onda. Con el paso del
tiempo, esos objetos fueron cambiando. La llegada de la tecnología terminó por
confirmar esa teoría, y en este presente continuo, las redes sociales hicieron
el resto. ¿Cuántas veces escuchamos la frase: no tienen para comer pero tienen
celulares último modelo? Demasiadas. Y ahí, radica en gran parte ese problema
que muchos no pueden captar. En cada festividad, los comerciales saturan las
pantallas con las imágenes de los últimos productos tecnológicos. Y si, el que
está afuera de todo eso, es el bicho raro de la sociedad. En un lugar humilde,
un pequeño dispositivo puede ser el camino a la fama. Y quizás, en esos
canales, aparecerá alguien de repente, como por arte de magia llegando desde el
lugar más marginal imaginado... Eso es lo que anhela Víctor, el protagonista de la ópera prima de los cineastas
paraguayos Juan Carlos Maneglia y
Tana Schémbori: 7 cajas. El film,
ambientado en 2005, arranca con una recorrida a extrema velocidad del Mercado 4 de Asunción, esa mezcla local
de nuestros Mercado Central y La Salada. La cámara parará de repente y se
posará en unos ojos que reflejan una pantalla. Allí, en ese mundo donde todos
transitan de prisa, Víctor, un adolescente, se para frente a un televisor,
pensando que alguna vez, esté del otro lado de la pantalla.
Nos enteraremos que
es un carretillero, de los muchos que abundan en el mercado, que buscan
clientes cargados para ayudarlos con sus bolsas y así ganar un poco de dinero.
Su objetivo es poder tener un celular con cámara, y es por eso que acepta el trabajo
que le ofrece un carnicero: trasladar esas siete cajas que dan nombres al film,
cuidándolas como si fuera su vida. El descubrimiento de un cuerpo mutilado en
esas cajas, será la curva dramática de la película, pero el protagonista,
buscará como único objetivo, cumplir con su tarea para realizar su sueño. La
película nos mostrará algunos travellings furiosos. La cámara estará siempre
presente y jugará un papel fundamental en el film. Correrá atrás de Víctor,
circulará junto a la carretilla, o se esconderá entre los cajones del mercado,
al igual que los protagonistas. Será un testigo privilegiado de ciertos
instantes de tensión. Por momentos, la historia será asfixiante. Los directores
lograrán plasmar en cámara esa idea de un lugar repleto de gente, con un clima
exasperante, como si fuese un mercado de la India. Jugarán con esos primeros
planos, no sólo de los protagonistas, sino también de los objetos, participes
necesarios de la historia. En ese pequeño submundo, encontraremos de todo:
comerciantes, clientes, policías, narcotraficantes. Todos serán parte de ese
engranaje singular. Todos buscarán salir beneficiados. La fotografía, con una
saturación de colores que recuerdan a ciertas películas orientales, ayudará a
pintar ese ambiente del día, y esa angustiante oscuridad de la noche. El
montaje ayudará también a toda esa espectacularidad visual.
Varios estilos
convergerán en la cinta, en lo que sería un thriller donde no faltarán las
situaciones de comedia, sazonado por pequeños personajes secundarios o con
diálogos que rozan el humor negro. La banda sonora también emerge como una
pieza importante, con esos ruidos que resuenan en todo momento. Además, para
darle más veracidad a la historia, estará hablado en muchas partes del film en
el idioma Yopará, una mezcla entre el guaraní y español. También otros
personajes utilizan sus propias lenguas, como el guaraní, el español o el
coreano. El guión nos cuenta una historia con simpleza, quizás no tan
verosímil, pero que va abriendo el juego a diferentes personajes. Quizás en el
debe podemos mencionar que el film se alarga un poco más de lo convenido, ya
que pese a sus 100 minutos de metraje, por momentos sentimos que le está dando
otra vuelta más al asunto, pero que no le resta puntos en su calificación
definitiva. El final será como suele suceder en muchos de los barrios humildes
de América Latina. Unos podrán avanzar, otros quedarán en el camino. La
balacera se llevará más de un alma, mientras otros tendrán su segunda
oportunidad, hasta quien sabe cuándo. Dejaremos ciertos dilemas morales de
lado, para ir directamente con esa última imagen, que encontrará a Víctor
cumpliendo su sueño de salir en televisión, gracias a la tecnología, quizás, el
arma más poderosa del mundo, en tiempos donde Nike es la cultura de hoy...
Marcelo
De Nicola.-
Canción post impresiones
Otro tema que nos hace acordar al film
UNIVERSO MANEGLIA -SCHÉMBORI
Juan
Carlos Maneglia nació en Asunción en 1966. En esa ciudad se
recibió de Licenciado en Ciencias de la
Comunicación. Su primer corto lo rodó a los 11 años con una cámara súper 8
y luego no paró más. En 1991 fue becado en la Escuela Internacional de Cine y
T.V en San Antonio de los Baños,
Cuba. Durante 14 años trabajó en el Plan
de Educación Audiovisual, fundado por la Organización Católica Internacional de Cine y desarrolló un trabajo
educativo con niños, niñas y jóvenes. En esa misma línea, durante más de 8 años
fue profesor del "Cine Club"
del Colegio Cristo Rey, donde el mismo se iniciara en el campo audiovisual. Fue
titular de la cátedra de audiovisuales en la Universidad Católica de Asunción durante los años 1990 al '92. Fue
titular de la Cátedra de Dirección en el IPAC
(Instituto Paraguayo de Artes y Ciencias de la Comunicación), en la carrera de
televisión durante los años 1991 a 1994.
En la década de los 80, con una visión
muy particular y manipulando el vhs empieza a asombrar a todos con cortos de
una calidad y relato increíbles: “Presos”,
“Espejos”, “Bocetos”, “Todos conocemos el final” son algunos títulos.
Director, Editor, Guionista y Camarógrafo, logra a cortísima edad sus primeros
premios nacionales. Trabajó como director de fotografía a principios de los
´90, para los directores Agustín Nuñez
y nuestro conocido Arnaldo André.
Por
su parte, Tana Schémbori, nació en
la misma ciudad y se recibió también en la Universidad Católica de Asunción en
el área de Comunicación. Con sólo 20 años, se une a Maneglia gracias a la
miniserie televisiva La Disputa, en
lo que sería el comienzo de la dupla. A lo largo de los casi treinta años que
llevan trabajando juntos, hicieron más de una decena de cortometrajes, entre
los que se destacan una trilogía conformada por “La clase de órgano” (1990), “Artefacto
de primera necesidad” (1995) y “Amor
basura” (2000), todos con repercusión internacional. En 1996, se independizan
y unidos por su pasión hacia la ficción forman la productora “Maneglia-Schémbori Realizadores”. A
mediados del 2000, se hicieron reconocidos en su país gracias a tres series
súper exitosas: González vs Bonetti,
GvsB: La revancha y La Chuchi. En el 2009, la productora en
forma conjunta con el Ministerio de
Educación, abren la escuela de actuación con énfasis en audiovisual: TIA (Taller integral de actuación) que
tiene como objetivo la formación de actores y actrices para el cine y el medio
audiovisual.
En
2012 lanzan, después de años de idear el proyecto, su primer largometraje: 7
cajas. El film fue un éxito en varios festivales del mundo, y le da a Paraguay
un empujón necesario para que el cine del país crezca. Tana, en marzo de 2015,
fue elegida para presidir la Academia de
Artes y Ciencias Cinematográficas del Paraguay.
Este
año lanzan su segundo largometraje: Los
buscadores, que cuenta la historia de cinco personas que se embarcaran en
una búsqueda alrededor de Asunción y alrededores siguiendo un mapa que devela
donde está escondido un tesoro de plata yvyguy (así son llamados los tesoros
escondidos durante la Guerra de la Triple Alianza).
Nos despedimos con esto...
FICHA TÉCNICA
Título
original: 7 cajas
Año:
2012
Duración:
105 min.
País:
Paraguay
Director:
Juan Carlos Maneglia, Tana Schémbori
Guion:
Juan Carlos Maneglia
Música:
Fran Villalba
Fotografía:
Richard Careaga
Reparto:
Lali González, Celso Franco, Víctor Sosa, Tito Jara, Nelly Dávalos, Nicolás
García, Junior Rodríguez Rebollo, Roberto Cardoso, Luis Gutiérrez, Atil Closs,
Liliana Álvarez.
SINOPSIS
Víctor,
un carretillero de 17 años que trabaja en el Mercado 4 de Asunción, un mundo
hostil y muy competitivo, necesita conseguir dinero. Recibe entonces una
propuesta bastante insólita: transportar siete cajas cuyo contenido desconoce a
cambio de 100 dólares. Con un teléfono móvil prestado Victor emprende el viaje.
Debe cruzar tan solo ocho manzanas, pero las cosas se le van complicando
durante el trayecto. Cuando se hace de noche, Victor se da cuenta de que se ha
involucrado en un asunto demasiado peligroso