EDITORIAL
Reflexionar
sobre el recuerdo en un país donde los personajes que hoy se quedan con tu
trabajo, tu dignidad, tu salud, tu educación, tu deseo son los mismos que lo
hicieron hace algo más de doce años, se convierte en algo, por lo menos,
difícil. De todas maneras, podemos hacer el ejercicio y aunque sea jugar por un
instante con aquel concepto. Alguien dijo que el recuerdo es un sendero
recorrido por las lágrimas, y creo coincidir con aquella idea. Una imagen vence
la erosión prudente del olvido, cuando sus detalles están esculpidos por el
filoso cincel de los sentimientos. Solo de aquella manera lograremos que valga
la pena sumergirnos en aquel tormentoso bosque plagado de oscuros reflejos que
es nuestro pasado, para ir al encuentro de aquello que insiste en volver. Cabe
destacar, como la audiencia bien lo sabe, que este programa descree por
completo del recuerdo (aunque no así de la memoria) y de aquel juego del
retorno que este propone. Como ya hemos repetido en distintas ocasiones, nadie
vuelve sino al lugar que nunca estuvo. El retorno es imposible.
Nos
sumergiremos con patético heroísmo en el empantanado camino de la anécdota para
rescatar de la lejanía inconmensurable del hoy, cierta caricia, cierto rostro.
Caminaremos las cuadras de nuestra niñez chiflando con el mayor de nuestros
esfuerzos a la impasible ventana de Cristian, arrojaremos piedras del material
que están hechos los sueños al balcón del gordo Gomez implorando verlo salir
nuevamente con aquel gesto desprolijo, suplicaremos ante el rostro atónito de
cualquier anciana que deje salir a jugar Emi aunque sea una vez más… pero todo
esto será en vano. Aquellas cuadras ya no existen o son parte del recuerdo de
algún otro. El viajante sabio sabrá detener su búsqueda a tiempo, en el
instante previo a sucumbir ante lo que Unamuno llamó el sentimiento trágico de
la vida, justo algunos pasos previos a caer ante la pavorosa angustia de
sabernos finitos. El camino estará repleto de profundas tristezas y eso tal vez
lo haga más interesante. Habrá un lugar, para la suerte de todos nosotros,
donde nos confundiremos en un único abrazo. Ese lugar, mis queridos amigos, es
el olvido.-
Lucas
Itze.-
Canción
elegida para la editorial
Uno
de los temas del film
IMPRESIONES SOBRE 2046
El
tren está esperando en la estación. Los pasos son cada vez más rápidos,
transformándose en una carrera contra el tiempo. El altavoz avisa que es el
horario de partida. En una de las ventanas, se ve su largo cabello negro, como
si estuviera ausente. Se la ve riendo a lo lejos, hablando quien sabe con quién.
Los músculos intentarán su último esfuerzo, mientras la garganta revienta algún
vidrio, en un grito tan enérgico como jamás escuchado. La bocina marcará el
punto de quiebre. Será el último ruido. Se producirá un silencio infinito.
Vendrán a la mente cientos de imágenes que pasarán como un álbum de fotos. Un
beso, una caricia, una sonrisa inmaculada. Un adiós, espontáneo como pocos.
Miles de voces escondidas tras un caparazón cobarde que no vieron la luz.
Preguntas que sólo encontrarán respuestas en conversaciones entre almohadas y
ecos de agujas de reloj. Recuerdos de amores olvidados y de desamores
inolvidables. Palabras mudas que nunca llegaron a destino, ya que se perdieron
en el subconsciente, de miedo a ser rechazadas. Será el tiempo el encargado de
curar las heridas. Nos mataremos a preguntas, tratando de explicarnos porque no
hicimos tal o cual cosa. Repasaremos ciertas escenas una y mil veces, para
tratar de cambiar un final que no estaba escrito, pero que no nos animamos a
modificarlo. Aparecerán sueños con finales felices, para despertarnos y volver
nuevamente a quedarnos sin nada. Veremos pasar los trenes, pero los vagones
siempre estarán vacíos. ¿Habremos dejado escapar algo para toda la vida o solo
disfrutamos del aquí y ahora? ¿Podremos convivir con esos recuerdos...?
Amores,
desamores, olvidos, recuerdos, un poco de todo eso es lo que nos trae el gran
cineasta Wong Kar-Wai en su film 2046. La película iniciará con una voz
en off hablando de un futuro lejano, en un planeta conectado por una enorme red
ferroviaria, y a donde todas las almas solitarias intentan llegar a ese lugar
misterioso que es 2046. Salvo Tak,
el único que decidió volver. Pronto, nos daremos cuenta que él es el
protagonista de una novela que está escribiendo Chow, el verdadero protagonista del film. Los entendidos del cine
del director de origen chino, veremos en Chow a alguien que reconocemos de
films pasados, como Días Salvajes,
pero sobre todo, Deseando amar, pero
sin ser una secuela propiamente dicha. Aquí, el amor de Chow con Su Li-Zhen se ha acabado. De ella,
quedarán sólo los recuerdos. El volverá a Hong Kong luego de años trabajando en
Singapur, y se encontrará con Lulú,
un antiguo amor. Al salir, se dará cuenta que la habitación es la 2046, mismo
número de sus aventuras pasionales con Su Li-Zhen. El querrá alquilar esa
habitación, pero no podrá. Más tarde, se enterará que Lulú fue asesinada luego
de su encuentro. Tendrá que conformarse con la habitación 2047, que está
conectada a la 2046 por un pasillo en común. Allá pasará sus días, intentando
borrar los recuerdos. Será ahí donde se cruce con varias preciosas mujeres, a
quienes seducirá, como una especie de gigoló moderno, para no quedarse con
ninguna. La historia no será lineal, ya que se moverá por diferentes líneas de
tiempo. Veremos a Chow a partir de 1966, pero también recordaremos cosas del
pasado, y sobre todo, nos adentraremos en el futuro, en ese 2046 multicolor,
con las androides más bellas que se recuerden.
También habrá algunas imágenes
de archivo, para situarnos en ese contexto histórico. El director demostrará
una vez más porque es llamado un poeta visual. Cada fotograma estará
perfectamente encuadrado. Jugará con los colores de una forma brillante.
Veremos la perfecta sintonía entre la vestimenta de algunos protagonistas, y
las cortinas o paredes que conforman el hotel. Por momentos, la pantalla
quedará casi toda verde, en otros momentos, se disfrazará todo de rojo. Algunos
encuadres darán la sensación de que la cámara es el ojo del espectador, como si
estuviera espiando que es lo que pasa más allá de la mirilla. También jugará
mucho con las cámaras, a veces ralentizando la escena, mientras suena alguna
ópera de fondo, como en ese comienzo dividido entre el hotel y el club de
baile. Recurrirá mucho la profundidad de campo y los planos cortos, mezclado
con ciertas luces fuera de foco, como el humo del cigarro que se superpone con
la luz del televisor, demostrando que el director elige con paciencia como
jugar con todo lo que tiene a mano. Las habitaciones pequeñas y los pasillos
angostos se conjugarán con la frialdad de Chow para encerrar sentimientos.
Solo
veremos la terraza del hotel en los momentos donde la hija del dueño del hotel
va a llorar de tristeza, como el lugar ideal para sacar las emociones afuera.
En algunos casos, Kar-Wai mostrará lo justo y necesario, focalizará quizás más
en los sonidos, que en las imágenes, recordando una escena donde se ven los
pies de la vecina sobre una pila de libros, mientras se escucha gritos de
placer de fondo. La fotografía y la música, entonces, serán fundamentales para
que el film sea completo. Shigeru
Umebayashi y Peer Raben serán
los encargados de mezclar óperas con canciones como Perfidia y Siboney, en un
español que queda sonando de fondo en nuestras mentes. Kar-Wai también utiliza
distintos idiomas, según los protagonistas, como el mandarín, el cantonés o el
japonés, lo que hace todo mucho más real. Real como los recuerdos, esos que
vienen a la mente de Chow cada tanto y que no puede olvidar, aunque pase el
tiempo. Elegirá ese camino. Preferirá pasiones de una sola noche, evitando que
el tiempo lo deje otra vez sin nada. Ese tiempo que dicen que cura todo, pero
no es más que una simple frase de fantasía. Ese que se escurrió una vez,
mientras el tren se alejaba, y nos dejó con miles de preguntas sin responder,
esperando que alguien nos saque de ese refugio que es la soledad.
Marcelo
De Nicola.-
Canción post impresiones
La
mañana me encuentra sospechando en el aire ¡contaminado!,
¡Vías
muertas de un expreso que quedó en el pasado!
Nos
despedimos con todo
FICHA
TÉCNICA
Título
original: 2046
Año:
2004
Duración:
120 min.
País: Hong Kong
Director: Wong Kar-Wai
Guion: Wong Kar-Wai
Música: Peer Raben, Shigeru
Umebayashi
Fotografía: Christopher Doyle,
Lai Yiu Fai, Kwan Pun Leung
Reparto: Tony Leung Chiu
Wai, Zhang Ziyi, Faye Wong,
Gong Li, Kimura Takuya, Lau Ka
Ling, Chang Chen, Maggie Cheung, Ah Ping
SINOPSIS
Un
escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo
sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con
dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo
propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba.
Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que
viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo allí. Se marchó
voluntariamente. Quería cambiar.
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