EDITORIAL
Hace
algún tiempo, un amigo de esta casa, el filósofo Monteigne, señalaba que la persecución de la cosa, ya es la cosa.
La vida es un gran suceso de esperas, de vísperas que nunca alcanzan lo que
prometen, de dilaciones que culminan convirtiéndose en nuevas dilaciones.
Consumiremos la mayor parte de nuestro ánimo en esperar, más que en disfrutar
lo esperado. Tendrá el café el sabor de
tu boca si al beber el ultimo sorbo, mis labios se refugian entre los tuyos. La
ternura y la belleza alumbraban este camino nueve meses antes de poder
acariciar tu pequeñísima mano. La noche abrumará nuestros sentidos con la
oscuridad de su manto cuando luego de la espera ya no haya nada y la ausencia
astille toda esperanza. Entonces allí,
la persecución de la cosa ya no será la cosa, sino un padecimiento
independiente.
En este sentido, entonces, entenderemos que el resultado de la
espera, aunque fugaz, aunque breve,
resignificará el tiempo esperado. Una muerte heroica, compensará de
alguna manera la crueldad de una vida miserable. El deseo, será placer y una
traición revelara al fin todo lo falso. Cabe destacar, entonces, mis queridos
amigos, aquel fango del azar en donde confluyen todas nuestras esperas y de la
que depende en consecuencia la resignificación de todo aquel tiempo dedicado a
su sentencia. No será otra cosa más que la suerte la que ilumine u oscurezca
cada uno de los pasos que demos sobre los grises baldosones de la vida. No
habrá amuletos ni dioses capaces de doblegar la ferocidad de aquel dictamen.
Estaremos solos, caminando bajo la pesada angustia de sabernos arrojados al sin
sentido oscuro y perverso del universo. La jornada será difícil y los paraísos
tal vez imposibles. Buena suerte es
lo único que nos deseo.-
Lucas
Itze.-
Canción
elegida para editorial
IMPRESIONES PARA MATCH
POINT
Ella
sale con tiempo sabiendo que el tráfico puede ser una complicación inesperada.
En lugar de viajar con su auto, prefiere pedir un taxi para quedarse tranquila
y disfrutar del paisaje. Llegando al peaje empieza a encontrar la autopista un
poco congestionada. El chofer empieza a darle charla para que el tiempo pase
más rápido, aunque ella prefiere que su reloj se detenga. Una vez pasado el
peaje, el caos. Los autos están apiñados y parecen no querer moverse. Avanzan a
paso de hombre, como un soldado que camina sigiloso en tierras enemigas. El
tiempo se acorta, huye despavorido. Después de minutos eternos de espera,
parece que el camino vuelve a abrirse. Un pequeño accidente fue el culpable del
atraso. El chofer acelera lo más que puede. Llegan a destino. Baja las valijas
a la carrera y entra en quinta velocidad en busca de su terminal. La entrada
para el vuelo está cerrada. Por más ruegos, el avión saldrá en horario, pero
ella no estará en él. Una hora después, está haciendo tiempo para tomar el
próximo, que para su tranquilidad, saldrá en tres horas y cuenta con lugares.
De repente, empieza a notar que la gente del aeropuerto empieza a caminar más
rápidamente. Las caras de angustia se van transformando. Los gritos y llantos
se escuchan a metros de distancia. El celular suena, es un mensaje de texto que
escupe una frase que duele: decime que no te subiste al avión. Ella estalla en
un llanto eterno...
Él
está en una oficina que no es la suya, día de reuniones, bastante caótico para
un viernes, y encima lejos de casa. De repente, el celular suena. Llega la
noticia que esperaba hace nueve meses. Se disculpa, y aunque las caras de sus
colegas eran de pocos amigos, sale a paso raudo en busca del primer taxi que
encuentre. Sube. En el camino, no podrá evitar la emoción de contarle al
taxista la buena nueva, quien le responde que a partir de ahora, no va a poder
dormir más. No importa, en este momento, sueños son los que sobran. Baja del
auto como un rayo. Se acerca a una ventanilla y pide un boleto para el primer
vuelo que salga. La chica le guiña el ojo, y le confiesa que en el próximo
avión a despegar, queda justo un asiento, parece que los planetas se alinean.
Luego de hacer los trámites correspondientes, sube al avión y ve la primera
foto, es igual a ella. Se sienta y se duerme, del stress que lo acorrala. De
repente, un ruido, seguido de un movimiento brusco. Se escuchan gritos por
todos lados, mientras el agarra el celular con fuerzas. El golpe es devastador.
El sueño será eterno.
Dos
historias, distintos finales. ¿Cuestiones de azar o el maldito llamado destino?
¿En qué basamos la suerte? A veces, un simple segundo puede cambiar toda una
historia, en cualquier ámbito, y cuando sucede, le echamos la culpa a la
suerte, como suele suceder en el deporte. Si la pelota da en un palo y sale
para afuera, o si camina por la cornisa de la red y tenemos que esperar de qué
lado cae. Y así nos abre el telón Woody
Allen. El genio neoyorkino, nos deja esa picante frase inicial: "Aquél
que dijo "más vale tener suerte que talento", conocía la esencia de
la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de
la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control... Y así, nos
deja pensando, tanto que tenemos que retomar el film, mientras una pelota de
tenis se tambalea en la red, pero cae del lado perdedor. La acción transcurre
en Londres, y por primera vez el director escapa de su Nueva York amada para un
recorrido por las grandes ciudades europeas que luego continuará en Barcelona,
Roma y París. De a poco, nos presenta los personajes, a Chris Wilton, un joven ex tenista irlandés que dejó ese mundo y
ahora se gana la vida como profesor de tenis y a Tom, un joven de buena
posición económica que será su alumno. De entrada ambos se llevarán tan bien,
que hasta le presentarán a Chloe, la hermana de Tom, con quien quieren unirlo.
El protagonista empieza a encontrar en ellos lo que siempre quiso: poder,
dinero y ambición. Hasta que aparece ella, Nola
Rice, en una presentación deslumbrante que enamora a cualquiera, en el
papel de la nueva musa de Allen, la bella Scarlett
Johansson. Como era de esperar, y acá el maestro no utilizó ningún truco,
entre ellos nace un furtivo romance con un pequeño detalle, ella es la novia de
su amigo, y el ya sale con la hermana... Allen nos irá llevando de a poco por
la curva dramática del personaje. Durante el metraje, nos dará algunos indicios
de ciertas secuencias que vendrán a continuación. Uno de los más notorios es
cuando vemos a Chris leyendo Crimen y
Castigo de Fiodor Dostoievski,
donde el autor se termina tuteando con el escritor ruso, ya que los genios
hablan el mismo idioma. El guión es la piedra basal, con diálogos en los que no
hace falta ni agregar una coma. La fotografía rebosa de colores claros y
fuertes, pese a ese gris con el que se lo conoce a Londres, en gran parte, para
resaltar la belleza de Nola. El montaje y los encuadres rozan la perfección,
mientras que la música forma una parte fundamental del film. Allen, jazzero
empedernido, deja este género que utiliza en la mayoría de su filmografía para
adentrarse en una ópera hitchcockiana en la escena clave de la película.
Mientras Chris está planeando el asesinato de Nola, ya embarazada, la música
irá in crescendo, dándonos a entender que algo va a suceder.
Con el hecho
consumado, quedará la investigación policial, donde no faltará el humor negro
propio del director, pero sobre todo, quedarán preguntas, en nuestra cabeza y
también en la del protagonista. Este empezará a sentir culpa por el crimen, se
despertará en el medio de la noche y verá a los fantasmas que lo acosarán,
aunque todo quedará en la conciencia de él, y en la moral de los que vimos el
film. El azar vuelve a aparecer en ese final, donde uno de los anillos que el
protagonista arroja, no cae al río. Otra vez Allen se burla de nosotros, dando
un giro justo, culpando a un narcotraficante muerto que justo tenía el anillo
para darle una vida más a Chris. Por lo tanto, el director vuelve a jugar con
la suerte, y al igual que el protagonista, nos pregunta para que sirven la
honradez, la humildad, o las buenas acciones, si todo está definido, en gran
medida, por el azar. Incluso va más allá en esa dura frase del sueño, donde
cita a Sófocles diciendo “no haber nacido es el mejor premio”, en un lindo
cachetazo para esa aristocracia que cree que sólo los que tienen dinero pueden
traer hijos al mundo, quizás, razón por la cual se obvia el embarazo luego de
la muerte de ella… Así Chris empieza a encajar perfecto en ese universo, de
ética comprada y moral de plástico, donde ni siquiera la llegada de un hijo lo
llena de absoluta felicidad, para que toda la vida se transforme en una ruleta
de un falso genio amor.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
post impresiones
La suerte del irlandés, ya lo dijo el amigo Lennon
Un crímen perfecto
Nos despedimos así
FICHA TÉCNICA
Título
original: Match Point
Año:
2005
Duración:
120 min.
País:
Reino Unido
Director:
Woody Allen
Guion:
Woody Allen
Música:
Varios
Fotografía: Remi Adefarasin
Reparto: Jonathan Rhys Meyers,
Scarlett Johansson, Emily Mortimer, Matthew Goode, Brian Cox, Penelope Wilton, Alexander Armstrong, Ewen Bremner, James Nesbitt, John Fortune, Rupert
Penry-Jones
SINOPSIS
Chris
Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con
escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew
Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana
Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una
atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la
pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a Chris a cometer acciones que
determinarán su vida y la de los demás para siempre.
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