EDITORIAL
¿Alguna
vez te preguntaste como sería una película de tu vida? ¿Cuántas veces tuviste
que modificar el guion a último momento? ¿Cuántas otras veces tu actriz fetiche
te dejó solo en el set, para terminar todo en un maldito monólogo? Todas esas
preguntas, traerán recuerdos, algunos pasarán de largo, como así también tantos
otros personajes. Habrá actores principales, otros secundarios que en ciertos
momentos tomarán papeles importantes, y miles de extras que serán un simple
número. Nos haremos miles de preguntas a lo largo del recorrido. Empezaremos
cuestionando todo, tratando se saber que es cada cosa, y ante cada explicación
lanzaremos una pregunta tan simple como compleja ¿y por qué? Empezaremos a
preguntarnos ¿porque a mí? con cada partida, sobre todo cuando son esas
dolorosas antes de tiempo, y hasta llegaremos a indagarnos que es el amor,
aunque nadie tenga una respuesta certera. Pese a todos los contratiempos, la
película seguirá avanzando, con aciertos y errores, pero irremediablemente
tuya. A medida que el proyecto avanza, habrá que lidiar con los malditos
productores que intentarán sacarte del camino e imponer sus ideas. Será
cuestión entonces de manejarse con la experiencia, para evitar el destrato de
las nuevas camadas, más tecnológicas, más digitales, pero también más
descorazonadas.
Jugarás como un niño con una paleta de colores, donde tendrás
que luchar para vencer a esos momentos grises que despintan el plano, para
volver siempre a los colores brillantes que personifican tu vida, lleno de
tonos de rojos intensos para explorar las pasiones más bellas y excitantes. Y
esas fotografías servirán de decorado para los momentos más importantes de tu
vida. Y cada una de esas escenas, tendrán su melodía, como no podía ser de otra
manera. La música tendrá un papel primordial, será el gran generador de
recuerdos, risas, llantos y abrazos. Una película puede no tener voces, pero si
no tiene música, es como que le falta el alma. Y lucharemos, a medida que pasan
los años para recordar esas canciones que nos marcaron la vida. La idea es que
el film, pese a todo, llegue a su desenlace. Que en ese último instante,
recordemos a todos los que alguna vez compartieron escenario. Que los llantos
se transformen en sonrisas, para no dejar indiferente a nadie, porque la indiferencia
es la peor de las humillaciones. Porque al final de todo, nadie tiene un guion
perfecto y todos intentaremos vestirnos de director sin tener idea alguna. Al
fin de cuentas, cada uno intentará escribir su propio borrador de esa película
a la que llamamos vida...
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES PARA FELLINI 8
½
Así
como alguna vez lo prometieron los dioses en aquella hoguera angustiosa que es
su reino, este camino, en algún descuido, en cualquier esquina, un día
cualquiera, se pobló de niebla, oscuridad y hastío. El sol murió estúpidamente,
como mueren los grandes héroes y el miedo comió del miedo. Basho saltó a mi cuello convidando la dulzura moribunda del beso
ausente, llenando nuestra copa de aquel bálsamo amigo del olvido, tajeando en
tres lados esta carnes que jura el dolor que sufre, que arde la pasión que
siente. Por este camino, nadie pasa. Tarde de otoño; y es un fantasma ya su
figura. La jornada fue difícil y las lágrimas inolvidables. Las preguntas
crecieron rompiendo la roca, colmando el bosque en un aullido nocturno,
agitando sus copas, deshojando cada rama. La oscuridad, mis queridos amigos,
jamás retrocede. Los pies, entonces, no tardaron en tropezar ante semejante
barullo y el polvo, en su elevación circunstancial, reveló alguna verdad. La
única manera de ser feliz, es renunciando, finalmente, al sentido de veracidad.
De nada sirve cuestionar febrilmente la promesa pronunciada, nada agrega al
caos de este lio la certificación absoluta del fuego que calcina esta carne que
muere en lo que anuncia. Agradecer las modestas limosnas de los días: el sueño,
la rutina, el sabor del agua, como aquel tipo que Jorge Luis vió cruzar la calle alguna vez. Tomar con paciencia los
escombros de ese sol caído y trabajar incansablemente en él sin dar explicaciones,
pero mejor aún: sin exigirlas tampoco.
Socavar en nuestra simpleza y hacer un
templo sobre aquella piedra. Escapar de la verdad, como de cualquier otra
trampa. Sobre el murmullo de estas ideas nos toparemos seguramente con Guido Anselmi, aquel personaje
existencialista que recorre a su manera la curva dramática propuesta por
Federico Fellini en aquel que fue su
octavo film llamado “Ocho y medio”.
La cinta trabajará sobre el desarrollo de un conflicto interno el cual se
manifestará inicialmente, en un bloqueo artístico que padecerá Guido, un
exitoso director cinematográfico. Veremos allí la presión de la industria sobre
sus cansados hombros, veremos los intereses individuales salir al camino a
devorarlo todo con su hambre de lobo. La estructura del film evitará la
linealidad y utilizará los Raccontos
y las Visiones Oníricas como recursos narrativos para la construcción del relato.
La fotografía acompañará la idea de sofocamiento a través del uso de tamaños de
cuadros cortos, también lo hará intencionando la iluminación, que generará
grandes sombras en las tomas más abiertas o simplemente, a través del manejo
del peso mismo de los objetos dentro del encuadre. Todo girará entorno del
surrealismo y el grotesco utilizando imágenes alegóricas, donde descubriremos
aquel trabajo exquisito del inconsciente de la condensación y el desplazamiento,
en donde se buscará la ruptura de aquella significación Sousseriana del significado y el significante.
El film será osado
al plantear un héroe que evade más de lo que acciona, aun así el conflicto
crecerá dosificadamente a través del trabajo interno del protagonista.
Compensará esta posible deficiencia el star system, la inconfundible figura de
Marcello Mastroianni agregará al
personaje cierta mística, cierto magnetismo sobre el cual el relato varias
veces se apoyará para resolver situaciones. Guido estará en crisis desde el
comienzo del film, tal será el punto de ataque elegido por los guionistas.
Navegará por los ríos torrentosos y oscuros de los recovecos de su mente, haciéndose
las preguntas correctas, deteniéndose cauteloso para no pasar más allá de las
fronteras de aquella aventura. Entenderá finalmente, luego de cuestionar la
moral, la religión y hasta el mismo amor, que la vida es una fiesta. Quienes
este programa hacemos, creemos, no sin un dejo de angustia, que la felicidad es
una construcción de sustento efímero, que necesariamente debe conspirar contra
las estructuras establecidas. Serán para nosotros, entonces, mas venturosos
aquellos días donde las aguas agitadas venzan definitivamente el concreto de
quienes fuimos. La triste verdad, mis amigos, es que pasaremos la mayor parte
de nuestros días rodeados de taxistas o cajeras de supermercados y no de
aquellas personas o circunstancias que nos hagan felices. Los destellos serán
breves, pero intensos. De nosotros depende nuestra suerte.-
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
El rock, ¿será la octava maravilla?
¿Y si los días de la semana fuera ocho?
Nos fuimos con algo de Paul McCartney
UNIVERSO FELLINI
Considerado
uno de los mayores exponentes del cine mundial, Federico Fellini nació en Rimini,
el 20 de enero de 1920. Desde chico fue admirador de Charles Chaplin y de los cómics estadounidenses, sobre todo de Winsor McCay. Antes de terminar el
secundario, empieza a colaborar en periódicos y revistas como dibujante. Por
ejemplo de la tira de Flash Gordon, cuando
el gobierno fascista prohíbe la importación de cómics estadounidenses y los
autores italianos han de continuarlas para no defraudar a sus lectores. En 1939
empieza a escribir para la revista Marc´Aurelio
con notable éxito y terminó escribiendo guiones para actores italianos de la
época. En 1941 llega a la radio y sus guiones empezaron a tomar mayor
protagonismo. En 1945 conoce a Roberto Rosellini
y comienza a trabajar con él en su película más representativa: Roma Ciudad Abierta. Para esa época
participó de los guiones de otros directores de la época como Pietro Germi, Luigi Comencini y Alberto Lattuada,
con quien co-dirigió su primer film en 1950: Luces del varieté, donde narra las vicisitudes de un grupo de
artistas. Dirige su primer film en 1952, de nombre El Jeque, basada en una historia de Michelangelo Antonioni y co-guionada por Tullio Pinelli y Ennio Flaiano. Sigue en 1953 con Los
Inútiles, donde solo 5 jóvenes de una pequeña ciudad son los que no
trabajan y son la vergüenza de la comunidad. Nominada al Oscar como mejor guion
original. Un año después presenta La
Strada, ganadora de la mejor película extranjera. En 1955 dirige El Cuentero y dos años después logra su segundo Oscar con Las noches de Cabría.
En 1960 llega
otro de sus clásicos: La Dolce Vita,
con el que obtiene 4 nominaciones al Oscar, aunque no fue nominada como mejor
película. Si se lleva la Palma de Oro en Cannes.
En 1962 junto a Vittorio Da Sica, Luchino Visconti y Mario Monicelli
dirigen la comedia satírica Bocaccio ´70.
Luego del éxito de 8 y ½, en 1965 lanza Julieta
de los espíritus que gana el Globo de Oro como mejor película extranjera.
Se une a Louis Mallé y Roger Vadim para dirigir un cuento de Edgar
Allan Poe en lo que se llamó Historias Extraordinarias, de 1968 y un
año después sale Satiricón. Tres
años después filma Roma y en 1973 se
lleva otro Oscar por la recordada Amarcord.
En 1976 dirige a Donald Sutherland quien protagoniza Casanova. Vuelve a coincidir con Marcello Mastroianni en el film La
ciudad de las mujeres de 1979, año que dirigió el falso documental político
Ensayo de Orquesta. En 1983 llegó
para lo que muchos fue su última gran obra, Y la nave va sobre la Primera Guerra Mundial. Dos años después
dirige Ginger y Fred, otra vez con
sus dos actores fetiche, su esposa Giulietta Massina y Marcello Mastroianni.
En 1987 lanza Entrevista y en 1990
dirige su último film: La voz de la luna,
con Roberto Benigni. En 1993 recibe
el Oscar Honorifico y meses más tarde, durante una operación por una
angioplastia, sufre un derrame cerebral en Zúrich. Dos meses después es
trasladado a Roma, ya que su mujer también estaba internada allí y es donde
sufre el segundo derrame y queda en coma. La vida de este talentoso director se
apagó el 31 de octubre de 1993 y a su funeral, asistieron 70 mil personas. Su
esposa Giulietta falleció 4 meses después por un cáncer de pulmón. Entre tantos
homenajes, uno de los más importantes es el del Aeropuerto de Rimini, su ciudad, que lleva su nombre.
FICHA TÉCNICA
Título
original: 8½ (Otto e mezzo)
Año:
1963
Duración:
140 min.
País:
Italia
Director:
Federico Fellini
Guion:
Tullio Pinelli, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Brunello Rondi
Música:
Nino Rota
Fotografía:
Gianni di Venanzo
Reparto:
Marcello Mastroianni, Claudia
Cardinale, Anouk Aimée, Sandra Milo,
Rossella Falk, Barbara Steele,
Mario Pisu, Guido Alberti, Madeleine LeBeau, Caterina Boratto, Annibale Ninchi, Giuditta Rissone, Eddra Gale,
Tito Masini, Nadine Sanders,
Georgia Simmons, Hazel Rogers, Riccardo Guglielmi, Giulio Paradisi, Maria Antonietta
Beluzzi, Polidor, Maria Wertmuller, Rossella Como, Nino Rota
SINOPSIS
El
director de cine Guido Anselmi se encuentra en una crisis. Su productor espera
de él una nueva película y Anselmi no tiene idea de lo que va a filmar. De
momento, decide hacer una película utópica y hace construir una inmensa rampa
de lanzamiento de cohetes. Pero Anselmi tiene también dificultades en su vida
privada. Su salud no está bien del todo y por ello se encuentra en un
balneario. Además, tiene una relación con la pequeño burguesa Carla, su esposa
Luisa le dice la verdad sobre su egoísmo, sus mentiras y su pedantería. Sus
imágenes ideales se le esfuman de las manos. Guido se hunde en imágenes de su
infancia, en sueños y en pesadillas que se mezclan con la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario