EDITORIAL
Todo
parece distante y efímero, pero todo es aquí y ahora. El futuro, aquel muro
oscuro que se levanta en los arrabales de la cárcel del tiempo, no es más que un
envenenamiento del pasado, una prolongación que apuesta con triste ingenuidad a
cierta justicia del ordenamiento del mundo. Aparecerá entonces, aquella curiosa
forma de organización del movimiento que son los planes, y lanzará sus feroces
perros a la captura de aquel caos de los sentidos, de aquellos estímulos sin
destino que deberían gobernar esa nave de velas rojas que navega el salvaje
océano del mañana. El futuro, entonces, carecerá ya de peligro, la sorpresa
será el triste resultado del error de un cálculo. El mañana, se organizará bajo
las reglas del pasado, creando así, la ilusión del tiempo. Hoy, es siempre
todavía, toda la vida es hoy, nos dirá Machado
ofreciendo con humildad su lucidez. Paul
Auster, por su lado, hablará en el libro “La Invención de la Soledad” de aquella ilusión, refiriéndola a un
plano social y no tardará en remarcar lo siguiente: No hay nadie menos cínico
que un mago.
Tanto él como todos los demás saben que lo que hace es una farsa,
así que la función del truco no es exactamente la de engañar al público, sino
la de complacerlos en su deseo de ser engañados. En el transcurso de unos pocos
minutos, la relación causa y efecto se vuelve imprecisa, y se contradicen las
leyes de la naturaleza. Tal como lo expresaba Pascal en sus Pensamientos “Es
imposible tener causas fundadas para no creer en los milagros”. En aquella
mentira desde donde se organiza el tiempo, o de la que se sirven los magos para
complacernos, ubicamos indudablemente al arte. El poeta nos convencerá que la
vida vale menos que el amor, una pintura nos jurará el salvajismo de la guerra
civil española, una canción prometerá que otro mundo es posible y una foto tuya
bastará para nombrar a la belleza. La verdad, entonces, perderá de a poco su
valor, hasta no lograr definirla. Caerán nuestros disfraces de a uno hasta
olvidarnos definitivamente quienes éramos. Recordaremos, al mirar con
melancolía aquel río corriendo, que el universo es creado cada cinco minutos.
Lucas
Itze.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE
UNDERGROUND
¿Qué
pasaría si un día nos despertamos y nuestro país ya no existe como tal? ¿Cuál
sería nuestra identidad, nuestra nacionalidad? ¿Seguiremos teniendo la misma
bandera, cantaremos el mismo himno? ¿A quién le reclamaríamos? Muchas son las
preguntas, aunque escasean las respuestas. En este mundo lleno de violencia, de
falta de humanidad, de principios que desaparecen con la velocidad de una bala.
Balas que rápidamente pueden destruir hasta una nación. Y el hombre, como
siempre, en el centro de la escena. Ese que por poder, puede destruir
absolutamente cualquier cosa, sin importar el pasado, haciendo peligrar el
futuro. El mundo ha cambiado a lo largo de los años, y lamentablemente, va a
seguir cambiando. Desde el comienzo de la humanidad, las guerras se fueron
sucediendo una tras otra: territorio, religión, etnia, son algunas de las
“excusas” que ha habido durante años. Ahora, en el centro de la escena, está el
petróleo... Y los más castigados, como siempre, son los inocentes. Nuestro
amigo Emir Kusturica se hace las
mismas preguntas que nosotros a lo largo de las casi tres horas que dura el
film Underground, dejando ver la
nostalgia sobre el país en donde nació y creció, y que hoy no existe más: Yugoslavia.
Basada en una obra teatral
de Dusan Kovacevic, el director nos
cuenta la historia de su país, desde la guerra hasta la guerra, y no hay un
error en la frase, ya que va a dividir el film en tres partes: La Segunda Guerra Mundial; La Guerra Fría y La Guerra de los Balcanes. Desde el comienzo mismo vamos a estar ante
algo distinto. Un carruaje a caballos es seguido por una banda musical, que
estará presente durante gran parte del metraje, gracias a la tremenda
intervención de Goran Bregovic.
Empezaremos a asombrarnos con los personajes que van apareciendo: Blacky, un personaje cascarrabia, que
se la pasa insultando a los cerdos fascistas. Marko, amigo de Blacky, un ser sin escrúpulos con ansias de poder y
Natalija, una aspirante a actriz
egoísta, quien es la obsesión de los dos amigos. Durante ese comienzo, también
conoceremos a dos de los personajes claves del film. Ivan, el tartamudo hermano de Marko y Soni, un mono que él cuida en el zoológico, que queda destruido
cuando los alemanes bombardean Belgrado, en una de las escenas más impactantes
del film.
La guerra mostrará lo peor del ser humano en la piel de Marko, quien
en un sótano esconde a varios compatriotas, entre ellos Blacky, de la amenaza
alemana, pero que una vez terminada la guerra, se lo ocultará para fabricar
armas para el ejército de Tito, y
además, mantener su romance con Natalija. Kusturica jugará con su propia Caverna, donde Marko ideará un submundo
en donde controlará a la gente mediante un periscopio, en una especie de
anticipo de Gran Hermano, y los
mantendrá adentro gracias a las alarmas que hará sonar cada tanto, para
hacerles creer que la batalla continúa. Será Soni, el mono, quien dentro del
tanque creado en el mismo sótano, el encargado de descubrir la farsa, casi sin
querer. Ya afuera, Blacky seguirá pensando que es la misma guerra de antaño,
aunque ahora su país se desangre por guerras internas. La historia divagará por
diversos géneros, el surrealismo estará presente en varios pasajes del film,
así como el humor negro, que harán que muchas escenas parezcan sacadas de un
vodevil,y hasta inclusive se verán imágenes montadas de los momentos históricos
del país, con los actuales personajes en escena.
Sobre el final, ya cincuenta
años después, el mismo Kusturica aparecerá haciendo un cameo comprando armas,
mientras los cascos azules de la ONU hacen la vista gorda, en una clara crítica
a los organismos de defensa. Ahí llegaremos a uno de los momentos más tensos de
la película, cuando Ivan encuentra a Marko y antes de matarlo, este le dice: Ninguna guerra lo es sin que un hermano
mate a su hermano. Eso es para el director, el resumen de lo que genera una
guerra. Marko y Natalja giraran prendidos fuego en una silla mientras Blacky se
apoya en un palo con una cruz invertida, mientras repite la frase Mi alma está sangrando, en lo que
encontramos casi una declaración del director por ese país que ya no lo es…
Kusturica hará una crítica al ser humano y al poder en general. En ella, caerán
los participantes de la Segunda Guerra Mundial, tanto nazis como aliados, la
Yugoslavia desangrada del comunista Tito, y el nacionalismo exacerbado de los
habitantes de lo que hoy componen los ex países eslavos. Soni, quizás por ser
el único que no piensa en sí mismo, será el sobreviviente de todos los
infiernos. El final los encontrará a todos de fiesta bailando en una tierra que
se separa del resto, sin importar el pasado, en una reencarnación con forma de
perdón. Esa tierra, simboliza a Bosnia-Herzegovina,
el país del director, que recién se empezaba a independizar. En cambio, el país
que Iván recordará, se llevó la alegría, el dolor y la tristeza, como bien lo
dice el… Kusturica se va con una placa final bastante acertada para los años
que vinieron, en la que dice que esta historia no tiene final… Esta banda elige
pensar que algún día, el futuro será nuestro.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
post impresiones
Nos
hablás de sumisión, nos pedís resignación
Pero
no me dejaré engañar
Resistiré
Resistiré
hasta el fin
UNIVERSO KUSTURICA
Nacido
en Sarajevo, capital de Bosnia en 1954, una vez separados los
países, se declaró serbio, como era su padre, pero él se define como yugoslavo.
Admirador de Jean Renoir, Federico Fellini y Andrei Tarkovski, concluyó sus estudios en Praga, en la Academia de Artes Interpretativas,
donde rodó el film Guernica, donde
ganó su primer premio en el Festival de Cine de Karlovy Vary. En 1978 filmó el
telefilm Llegan las novias en su país
y un año después llega Titanic Bar.
Su primer film en Yugoslavia fue ¿Te acordás
de Dolly Bell? en 1981, con el que ganó el León de Oro en Venecia.
En 1985
es cuando se hace definitivamente conocido gracias al film Papá se fue en viaje de negocios, donde empieza a meterse en la
política de su país. El film fue nominado como mejor película extranjera al
Oscar, a los Globos de oro y se llevó la Palma de Oro en Cannes. En 1989 dirige
El tiempo de los gitanos, con el que
logra el premio a mejor director en Cannes. Filma en 1992 bajo bandera francesa
el film Sueños en Arizona, con estrellas
como Johnny Depp, Jerry Lewis y Faye Donaway, que no tiene buena prensa en los Estados Unidos, aunque en
Berlín se lleva el Premio Especial del Jurado. En 1995 llega Underground, con el que se convierte en
uno de los pocos directores en ganar dos Palmas de Oro en Cannes. En 1998 filma
otra de sus mejores películas, Gato
negro, gato blanco, donde se lleva el León de Plata en Venecia a Mejor
Director.
Seis años pasan hasta su próxima película: La vida es un milagro, que se centra en la guerra de Bosnia de
1992, recibió el Premio de la Educación
Nacional (Prix de l' Education Nationale) de Francia. La película fue
utilizada como una herramienta educativa a nivel nacional, en conjunto con un
CD-ROM instructivo destinado a incitar el análisis y el debate entre
estudiantes. Nuevamente nominado en Cannes. En 2005 forma parte de los siete
cortometrajes de siete directores que retratan en diversas partes del mundo la
lucha contra la adversidad de siete niños anónimos. Junto a él figuran Spike Lee, Kátia Lund, John Woo y Ridley Scott, entre otros. En 2007 filma Prométeme, donde vuelve a ser nominado
en Cannes. En 2008 dirige el documental Maradona
por Kusturica, con entrevistas al astro argentino y música de Manu Chao.
En 2014 trabaja junto a
otros directores como Guillermo Arriaga,
Alex De la Iglesia, Amos Gitai, en este caso, sobre la religión.
Lo último que filmó fue On the Milky
Road, con la actriz italiana Mónica Bellucci, donde sigue con la misma
temática del corto en la película de episodios.
Desde 2014 está trabajando en el documental El último héroe, sobre la vida del ex presidente uruguayo Pepe Mujica.
GORAN BREGOVIC
Nació
en Sarajevo en 22 de marzo de 1950, de madre Serbia y padre croata, miembro del
ejército yugoslavo. Cuando los padres se divorcian y va a vivir con su madre en
su ciudad natal de zona predominante musulmana, entrando así en contacto con
las tres culturas y nacionalidades que conforman la región de Bosnia y
Herzegovina. El joven Goran comenzó a estudiar violín, pero pronto fue
rechazado porque lo consideran carente de talento. La madre alimenta las
aspiraciones musicales del hijo y le da una guitarra. Goran decide inscribirse
en la escuela de Bellas Artes en Sarajevo, pero se ve obligado a renunciar debido
a la oposición de su tío, quien considera la escuela un "lugar lleno de
homosexuales”. Luego se va hacia un instituto técnico y en ese momento se une a
una banda conocida en la escuela, "Izohipse",
como bajista. A la edad de 16 años, con el consentimiento de la madre, pasa sus
vacaciones en el mar: toca en un bar de Konjic
y trabaja como distribuidor de periódicos. Un día lo ve Željko Bebek y lo invita a tocar con su banda Kodeski. Vuelve a Sarajevo para
estudiar filosofía y forma Jutro a
principios de los 70. En 1974 arma Bijelo
Dume, una de las bandas de rock más emblemáticas de Yugoslavia, que dura
hasta 1989. Por esa época conoció a Kusturica y comenzó la etapa de
colaboración entre ambos, además de una gran carrera solista, que sigue hasta
hoy.
Uno
de los temas de la película
Otra
linda canción que nos recuerda al film
Nos
despedimos a todo ritmo…
FICHA TÉCNICA
Título
original: Underground
Año:
1995
Duración:
165 min.
País:
Yugoslavia
Director:
Emir Kusturica
Guion:
Dusan Kovacevic, Emir Kusturica
Música:
Goran Bregovic
Fotografía:
Vilko Filac
Reparto:
Miki Manojlovic, Lazar Ristovski, Mirjana Jokovic, Slavko Stimac, Ernst Stötzner, Srdjan Todorovic, Mirjana Karanovic, Milena Pavlovic, Danilo 'Bata' Stojkovic, Bora Todorovic, Davor Dujmovic
SINOPSIS
Año
1941. Belgrado, durante la Segunda Guerra Mundial. Marko y Blacky, delincuentes
y amigos, luchan contra los alemanes. Blacky resulta herido y, para salvarse,
se refugia en un sótano junto a un grupo de partisanos. Por otro lado, Marko se
convierte en un héroe y, terminada la guerra, se convierte en uno de los
favoritos de Tito de la Yugoslavia comunista. Pero el destino de Blacky ha
resultado muy distinto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario