EDITORIAL
Cuando
esta habitación, caprichosamente, te pone en situación de cautiverio y no
existe salida alguna. Cuando este encierro te paraliza hasta las uñas y no
podes escapar ni de tu reflejo. Cuando en toda posible fuga se repiten sin fin,
reflejos y reflejos exactos, agobiantes reflejos. No existe más que reflejo.
Esta habitación es reflejo de otra antes reflejada infinitamente. Reflejo de
cautiverio, de parálisis, de uñas e intentos de escapes. Entonces hacia fuera
todo se repite. Entonces nos condenamos a la estandarización de las danzas, de
los sonidos, afinación 440. Un metro, leyes, comportamientos y formas de actuar
en este plano. ¡El plano mismo! Repetir la misma muerte en otra galaxia no
sería para nada sorprendente entonces. Alienar otras formas de vida con exacta
estupidez. Olvidar a los dioses y entonces de nuevo la soledad, la agonía… tropezar
tres veces seria la salvación. Ojala fuesen solamente tres. ¿Hacia dónde la
fuga entonces? Hacia lo desconocido, eso desconocido que somos cada uno de
nosotros. El viaje al interior, ese consejo que escuchamos de la piedra que
choca salvajemente contra el mar. Aquella pregunta sabia e ignorada por lo
cruel de su respuesta. Porque luego de la respuesta no deberíamos esperar otra
cosa más que la muerte. Sería el verdadero acto heroico, el más puro de los
sentimientos abarcando la totalidad de los tiempos pero que no duraría ni
milésimas de segundo.
No existiría el tiempo porque tampoco encontraríamos la
forma de expresarlo. No en este plano ¿en qué plano volcar aquello que somos?
¿No es absurdo que quepa en el corazón, o en el hígado, en los chinchulines?
¿Qué idioma habla aquello que somos? Al parecer, no es el mismo que utilizamos
hacia afuera. Deduzco entonces, estrictamente tiene que ser algo en estado
salvaje. Algo que está encerrado y no dejamos salir tiene que ser si o si algo
bravo. Basta con observar los rugidos que logran exteriorizarse y son como
aquella piedra que hace espuma contra el mar. Quizás sea esa la explicación del
porque le huimos a ese ser y preferimos dedicarnos a domesticar un gato o una
tortuga ¿No? Supongamos que se emprende aquel viaje y sabemos del peligro que
conlleva encontrarse con aquel salvaje ser. Habría que utilizar algún tipo de
camuflaje con el cual tener alguna chance de no ser sorprendidos de golpe. ¿Qué
colores o color esperar de aquel sitio? Bueno, muy claro no debe ser. Rojo
sería muy obvio y estaríamos equivocándonos de camino. En todo caso, podríamos
seguir con la idea del mar y su azul profundo. Buscar lo azul profundo de uno
mismo. Aterrorizarse de lo azul que es eso que habita en lo más recóndito de
nuestro interior para luego partir. Olvidar los idiomas que lo explican todo
con palabras vacías y colores pálidos. Adentrarse en aquella jungla, cazar a la
bestia y esperar que el caos lo explique todo. Acercarse a la piedra de una
buena vez, aventurarse en la búsqueda y enfrentarse a la respuesta sabiendo que
en el arrepentimiento solo habitará la salvaje y azul lejanía.
Alan
Beneitez
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE LA
SALVAJE Y
AZUL LEJANÍA
La
lejanía sopla con su aliento frío sobre los débiles pétalos de mis recuerdos.
La rosa de mi noche se aflige ante esos filosos susurros, se rinde ante su
borracha danza tambaleante, apaciguando cualquier calor, erosionando su
delicada forma, aquella forma que yo mismo le di tan cuidadosamente.
Confundiendo esos colores que esparcí en nombre de cierta verdad. Generando
preguntas donde busco alguna respuesta. La lejanía matará tus labios exagerando
el dulzor de tu boca para luego arrojarlos, huérfanos, a la hambrienta bestia
del olvido. Alguien me confeso alguna vez que, después de todo, los únicos
paraísos que existen, son los paraísos perdidos. Como aquella salvaje lejanía
azul, de la que nos narra, en el naufragio de la melancolía, nuestro gran amigo
Werner Herzog. Alguien comenzará contando a cámara su propia historia. Sus ojos
estarán desorbitados, su apariencia desalineada.
Hablará con pasión. Ganará
nuestro interés al instante. Veremos cierta tristeza en aquella mirada, tal vez
melancolía. Creeremos distinguir en ella, quizás, el cansancio de alguien
hastiado de ver al mundo, aburrido de su funcionamiento, desilusionado por la
triste repetición de sus torpes errores. Pronto nos confesará, con total
naturalidad, que es un extraterrestre y de esta manera, el personaje, nos
introducirá en el género de la ciencia ficción. Entenderemos al instante la
necesidad del director de buscar un observador externo para lograr el análisis
sobre la sociedad que expone el relato. El film será un falso documental y se
nutrirá, en casi su totalidad, del montaje de imágenes obtenidas y ofrecidas
por la NASA. Recordaremos en este proceso al gran trabajo de aquel cineasta y
teórico ruso, creador junto con Pudovkin, en la década del 20, del grupo de
trabajo llamado “El laboratorio”. No hablo aquí de otro más que del señor Lev Kuleshov,
quien a través de varios experimentos utilizando como objeto el montaje
cinematográfico, esto es el armado de una estructura mediante la yuxtaposición
de los distintos planos capturados en rodaje, llego a numerosas e importantes
conclusiones.
El cineasta ruso, comprendía al plano como un signo que construye
al cine, del mismo modo que las letras hacen palabras, que después son textos.
Nacerá, luego de una ardua investigación, el llamado efecto Kuleshov. Aquel
efecto, si lo analizamos desde el punto de vista de la psicología perceptual,
nos explica que la yuxtaposición consecutiva de imágenes indica, para la
mayoría de las personas, la existencia de una relación entre ellas. Asimismo,
al ver las imágenes se formulan hipótesis sobre su significado narrativo,
generando muchas veces, una unión semántica. Herzog, entonces, utilizará las
imágenes de archivo de la NASA, generando un nuevo sentido en aquel material,
concediéndole a su fría lejanía, una historia. Será la historia de alguien que
mira, pero desde afuera. Será la historia de alguien que sufre por la
distancia, la de alguien que con tristeza nos cuenta que el futuro que planea
el ser humano para su especie estará estructurado, una vez más, por el maldito
capitalismo. Será la historia de alguien que quiso advertir y no lo escucharon.
Será la historia, la triste historia, de alguien que partió dejando atrás, un
beso y una flor.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
También sonó Intoxicados...
Y nos subimos a la escalera al cielo...
Fito y Chico juntos...
Y todo es mentira en este mundo...
Fito homenajeó a Charly
Y nos despedimos bailando con el...
FICHA TÉCNICA
Título original: The Wild Blue
Yonder
Año:
2005
Duración:
81 min.
País:
Alemania
Director:
Werner Herzog
Guión:
Werner Herzog
Música:
Ernst Reijseger
Fotografía:
Tanja Koop, Henry Kaiser
Reparto: Brad Dourif, Capt.
Donald Williams, Dr. Ellen Baker, Franklin Chang-Diaz, Shannon Lucid, Michael
McCulley
SINOPSIS
Un
grupo de astronautas queda vagando por el espacio, sin posibilidad de volver a
la Tierra, pues el planeta ha quedado inhabitable...
TRAILER